Con sus conceptos de superhombre y eterno retorno, entre otros, Friedrich Nietzsche planteó un pensamiento demoledor de lo tradicional. Él expuso un vitalismo que resaltó el carácter instintivo y el poder de los seres humanos.
Hablar de la filosofía de Nietzsche (1844-1900) implica replicar un pensamiento considerado como uno de los más provocadores y disruptivos de la historia. Esto se debe a que cuestionó años de producción filosófica, alegando que esta disciplina siempre ha buscado conceptos universales, que son solo ficciones inventadas por los humanos.De esta manera, estamos ante una doctrina crítica sin
igual, muchas veces considerada como una «filosofía a martillazos». Es decir,
se trató de una reflexión demoledora de toda teoría anterior a él. Por este
motivo, sus obras han tenido una gran influencia, como veremos en este
artículo.
La ideología de Friedrich Nietzsche suele ser
considerada un vitalismo irracional. La fuerte crítica que este alemán realizó
a las reflexiones filosóficas de su tiempo merece dicha etiqueta. Según él, la
modernidad es racional en exceso.
Gracias al desarrollo de las ciencias exactas y el
positivismo, la racionalidad se erigió como guía del pensamiento, la ciencia y
la técnica. Esto implicó progreso y desarrollo industrial, comercial y
científico.
Sin embargo, Nietzsche entiende que la vida no puede
ser reducida a pura racionalidad, sino que más bien existen fuerzas que se
escapan de ello. Esto se conoce como vitalismo, ya que el énfasis de la
reflexión se pone en la vida y en las fuerzas presentes en ella.
Mediante el concepto de voluntad de poder, él
comprende la vida como una fuerza constante o un impulso vital que busca
preservarse y superar a los débiles. Esto, por supuesto, escapa de la razón y
es más bien un carácter presente en la vida misma. Por eso, no se puede reducir
todo a la racionalidad, porque existe este impulso por vivir que trasciende los
límites racionales.
Todo este pensamiento tuvo como objetivo principal una
crítica profunda a la filosofía y la ciencia de su época. En esta línea, opuso
dos concepciones en relación con la vida. En una de ellas, este intelectual
alemán caracteriza a la vida como auténtica por su carácter creativo, poético y
pasional.
La otra era la vida racional guiada por el
conocimiento, la ciencia y la moral. Esta última fue atacada en cada obra de
Nietzsche, considerando a la razón como la principal enemiga de la vida.
Este marco general de la ideología nietzscheana se
puede comprender mejor si tenemos en cuenta sus conceptos fundamentales. Los
mismos se encuentran presentes en sus diferentes obras, tales como Así habló
Zaratustra (1883), Más allá del bien y del mal (1886) y Genealogía de la moral
(1887).
La voluntad de poder, hace referencia a la vida
psicológica del individuo, es decir, comprende el conjunto de sus sensaciones,
instintos, emociones, pasiones y pensamientos. Este complejo que constituye a
la vida humana busca siempre sobreponerse a las demás voluntades, de ahí su
carácter de poder. En este sentido, la fuerza vital en todos los individuos es
considerada también como un movimiento. Es decir, la voluntad de poder motoriza
el devenir y la evolución de la vida. De esta manera, las acciones son
entendidas como una lucha de fuerzas constantes.
Transmutación de los valores. Se conoce a la doctrina
de Nietzsche como una teoría sobre los valores. Es el ser humano quien realiza
una valoración sobre las cosas que expresan su voluntad de poder. En
consecuencia, el individuo es el creador de los valores que rigen la vida en
sociedad, es quien dice qué es lo bueno y qué es lo malo.
Ahora bien, la crítica que sostiene el autor es que
los valores de la sociedad son producto de una humanidad corrompida por el
ideal de racionalidad y la veneración de falsos ídolos. En su lugar, propone
que dichos valores sean rotos y superados porque se oponen a la evolución de la
vida.
Superhombre. Una vez que el ser humano trasciende los
valores de su época, está en condiciones de crear nuevos. Entonces, el hombre
se convierte en un superhombre, libre de las cadenas que le impedían crear
nuevas valoraciones. Así, el individuo ya no sigue las antiguas definiciones
sobre lo bueno y lo malo, sino que se rige por su propia regla.
Esto está sustentado en su famosa frase «Dios ha
muerto», es decir, los antiguos valores cristianos han sido derrumbados. Así
las cosas, sin un referente o autoridad que dirima o defina lo bueno y lo malo,
le queda al individuo delimitar nuevos valores a los cuales adherirse.
Eterno retorno. Si la vida es un devenir constante
producto de la voluntad de poder, ¿cómo conciliar el ansia humana por la
eternidad? Este filósofo de Alemania nos ofrece su concepto de eterno retorno
para dar cuenta de que los acontecimientos del mundo se repetirán una y otra
vez por la eternidad. Según la Revista Internacional de Filosofía Daimon, la
eternidad es para Nietzsche una sucesión infinita de momentos. En este sentido,
podemos comprender que existe lo eterno, porque el devenir y el movimiento de la
voluntad de poder siempre estarán presentes en tanto exista la vida.
Aportes de la filosofía de Nietzsche
Esta teoría que representó un giro radical en relación
con la forma de hacer y concebir a la reflexión filosófica. Se trata de un
planteamiento que cuestionó el lugar predominante del pensamiento y la razón.
Sus contribuciones fueron importantes para el desarrollo del existencialismo,
la filosofía postmoderna y la moral.
Friedrich Nietzsche no se consideraba a sí mismo como
existencialista. Sin embargo, el énfasis que otorgó a la subjetividad y la
creación de valores influyó en Jean-Paul Sartre, Martin Heidegger y Albert
Camus. Esto se puede apreciar en el cuestionamiento que él realizó de la verdad
objetiva y universal como construcción individual y ficcional.
Por otro lado, tuvo un impacto notable en autores como
Michel Foucault, Jacques Derrida y Gilles Deleuze. Todos ellos realizaron
cuestionamientos a las estructuras de poder y al conocimiento establecido.
Partiendo de ello, el concepto de voluntad de poder
propuesto por el alemán fue reinterpretado como una fuerza presente en todas
las relaciones humanas y sistemas epistemológicos.
Lo cierto es que, desde este enfoque, se lograron
desenmascarar los principios morales imperantes. Y no solo la moralidad fue
cuestionada, sino también los conceptos rígidos que proporcionaba el lenguaje
inspirado en la corriente idealista. En su lugar, el pensador puso en el centro
al ser humano como constructor de sus propios principios morales.
¿Cómo se puede aplicar este enfoque en la actualidad?
En el mundo en el que vivimos existe una lucha
constante entre nuestros deseos individuales y los mandatos que debemos cumplir
para permanecer en la sociedad. Con esto como base, la filosofía nietzscheana
puede servir para rescatar nuestra propia voz y vivir según las convicciones
personales que tengamos. Esto con el fin de disminuir la presión externa que
lleguemos a sentir.
De igual manera, esta teoría invita a dejarnos llevar
por nuestra fuerza vital creadora. No solo se trata de crear valores morales
propios, sino también de cualquier cosa que nos propongamos como objetivo. Así,
dejando de lado un poco la razón, es posible despertar el espíritu creativo y
aplicarlo en cualquier ámbito de la vida.
Además, la crítica de Nietzsche hacia el campo
filosófico de su época creó una visión que volvió a poner en el centro de la
discusión al sentido. Esto lo que quiere decir es que vale la pena preguntarnos
con frecuencia cuál es nuestro propósito y el significado de nuestra
existencia.
Y combinando el pensamiento general de este alemán,
nos daremos cuenta de que somos libres para forjar nuestra experiencia vital
sin dejarnos llevar por imposiciones externas.
Un pensamiento que revolucionó la disciplina
No cabe duda de que el pensamiento de Friedrich
Nietzsche fue revolucionario. En primer lugar, se alejó de las corrientes de la
época, criticando de manera contundente al idealismo alemán. Según esto, la
filosofía se volvió demasiado racionalista, dejando en el olvido la vitalidad
del ser humano.
En segundo lugar, sus conceptos innovadores generaron
el ímpetu necesario para cambiar la dirección del pensamiento filosófico. En
esta línea, la cuestión no estuvo tan enfocada en teorizar cómo el sujeto
conoce, sino en destacar las particularidades de su existencia.
Por último, recuperar la filosofía nietzscheana nos
ayuda no solo a entender mejor a su autor, también a pensar su ideología en la
actualidad. La misma nos puede servir para rescatar la autenticidad, pasiones e
impulsos que nos hacen humanos.
La Mente es Maravillosa
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