jueves, 27 de marzo de 2014

Relaciones Tóxicas: Libérate de los Vampiros Emocionales

¿Tu pareja arruina todos los momentos felices de tu vida con comentarios pasivo-agresivos? ¿El clima en casa pasa de bueno a malo en cuestión de segundos? ¿Siempre tiene algo negativo que decir sobre tus actividades? ¿Te sientes dentro de una espiral de mala onda de la que no puedes escapar? Tu relación de pareja es tóxica y como tal, te está envenenando lentamente.
Cuando hablamos de relaciones tóxicas lo primero que solemos pensar es en una mala gestión (dirigir/tramite) emocional de pareja, pero en realidad este tipo de relaciones se dan en cualquier ámbito social, como puede ser el de una amistad o el familiar. Se trata de relaciones que enganchan, sentimos como que quedamos atrapados en una red negativa de la que nos es muy difícil salir.

¿Qué se considera una relación tóxica?

Si a ratos preferirías no estar con esa persona porque te hace sentir mal, porque tu vibración cambia, porque te alteras hasta puntos que nunca creíste llegar, si te sientes manipulado cuando utiliza los sentimientos de culpa, sarcasmo o ironía para contradecirte, si sientes que no mereces ese trato pero no acabas de poner fin a esta relación, entonces estás atrapado en una relación tóxica.

En definitiva se trata de una relación donde una o ambas partes sufren, más que gozan, por el hecho de estar juntos. Los miembros se ven sometidos a un gran desgaste emocional con el objetivo de convencerse a ellos mismos que pueden salvar esta unión.

Al tratar de acomodarnos a la otra persona lo que hacemos es desvirtuar la realidad ¿En qué sentido? Nos convencemos a nosotros mismos que si no mostramos malestar sobre ciertos aspectos que nos incomodan, evitaremos una nueva confrontación. ¿Pero qué pasa cuando llegamos al autoengaño? Que nos enfermamos física y emocionalmente. No olvidemos que la represión emocional provoca ansiedad y estrés.

Por otro lado empiezan los problemas de comunicación, si no nos mostramos como somos ¿cómo nos van a entender los demás?, por lo que todo este conjunto de malestares acaban pasándonos factura.

¿Quién es susceptible de estar en una relación tóxica?

Las personas con baja autoestima y un alto nivel de dependencia suelen caer en estas relaciones. Una pareja tóxica es muy parecida a cualquier otra droga. El efecto de bienestar y placer es corto y los periodos de ansiedad y malestar son frecuentes y largos.

Las personas con este tipo de psicología auto-destructiva creen que necesitan otra persona que los complemente, puesto que sienten que solos son insuficientes. Buscan otra persona que los calme, los tranquilice y les dé ese estado de seguridad y bienestar. Suelen caer en parejas formadas con otro tipo de personalidades, las parejas parásito o las parejas vampiro, que se alimentan del otro para sobrevivir psicológicamente hablando.

Las razones por las que podemos mantener una relación tóxica pueden ser muy diversas, pero casi todas tienen una serie de puntos en común, los cuales pasaré a detallar a continuación:

Baja autoestima

¿Qué es la autoestima? Es un conjunto de percepciones, valoraciones y sentimientos que hacemos con respecto a nosotros mismos. Se considerará baja cuando nuestras creencias estén basadas en no ser merecedores de algo mejor, por lo que en el caso de este tipo de relaciones se tiene la idea de que no podemos estar sin esa persona porque ella es la que siempre ha estado ahí para ayudarnos en todo. Empiezan las preguntas recurrentes como ¿Quién me va a cuidar? ¿Quién me va a amar? ¿Quién me va a animar a seguir adelante?

Creer que somos la solución a sus problemas

Por el contrario podemos tener la sensación de que nosotros somos salvadores de esa persona, que podemos calmar sus malestares y conseguir que vea la realidad desde otro punto de vista idóneo para ambos. Se fantasea con el hecho de que hemos llegado a su vida para hacerlo cambiar, que con nosotros la cosa será diferente. Esto provoca mucha frustración y mucho sufrimiento, ya que hemos basado nuestra relación en unas expectativas poco reales, en vez de basarla en el aquí y ahora.

Si bien es verdad que se pueden cambiar rasgos de personalidad en la otra persona, esto sólo sucederá cuando ésta esté dispuesta a cambiarlos y no antes. Por lo que el deseo de mejorar la vida del otro no tiene que significar que el otro la quiera mejorar, es ahí donde se produce la frustración. No podemos cambiar el entorno, pero si la actitud con la que nos enfrentemos a él.

Yo soy la víctima en esta historia

Llegamos a creernos las palabras hirientes que nos dicen y pensamos ¿quién nos va a querer más que él/ella? Si tan mala persona soy y no me merezco nada, ¿cómo voy a dejar esta relación con la suerte que he tenido de dar con alguien que si me aguante? Ese miedo a quedarnos solos y pensar que tenemos lo que merecemos, es lo que acaba siendo más licitador. Una vez más aparece la inseguridad.

Dependencia emocional

Tratamos de suplir carencias afectivas, pretendemos que el otro nos de lo que nosotros mismos no somos capaces de gestionar. Esta sensación en ocasiones nos lleva a mendigar cariño y es cuando empiezan los desencuentros emocionales.

Miedo a quedarse solo

Quizás esta sea la característica más común, ya que por miedo a no quedarnos solos toleramos cualquier tipo de relación, aunque ésta nos haga sentir mal. Pero lanzo una pregunta al aire ¿no es peor la sensación de estar sólo aun estando acompañado?.

No hemos de confundir soledad con desolación, la soledad es un estado en el que la persona encuentra la paz interior, la desolación es sentir esa carencia de no estar acompañado de alguien que consideramos nos aporta lo que nosotros no sabemos gestionar.

Miedo a lo que está por venir

Otras personas se acomodan dentro de esta relación, por mucho malestar que les aporte, por miedo a seguir adelante con su vida y abrir nuevos caminos. Es lo que supuestamente se conoce como zona de seguridad, aunque en este caso es una seguridad ficticia.

¿Qué hacer?

Las parejas tóxicas pueden durar muchísimo tiempo. Se enquistan y continúan, pero esto no significa que se estén llevando mejor o que disfruten de su relación, simplemente se retroalimentan y se hacen codependientes en el sufrimiento.

Es hora de poner límites y hacer respetar tus tiempos y tu intimidad. Las relaciones deben enriquecernos, lo cual no significa que estén exentas de conflictos.

Pero si sientes que no puedes sobrevivir sin la presencia de la otra persona (familiar, amigo, pareja), algo no está funcionando bien. Debes tomar el control de tus emociones y pensamientos.

La burla, la culpa, el sarcasmo y la manipulación son altamente negativos. Quizás necesites pedir ayuda para reafirmarte en tu propia esencia y recuperar tu estilo propio trabajando la autoestima, estableciendo límites al malestar y aprendiendo a comunicarse asertivamente. Una cosa está clara, el amor no es malestar, ni dependencia, ni miedo, es libertad y satisfacción. Si no sentimos eso, entonces no es amor.

1. Identificar las relaciones que podrían ser tóxicas

Cualquier relación que te agota o estresa, y en la que sientes que no puedes elegir, puede ser tóxica. Estas relaciones se caracterizan por el chantaje emocional, la dominación de uno por sobre el otro, o una lucha tácita por el dominio.

Una o ambas partes pueden sentirse controladas, abusadas, inseguras o dar la relación por sentada. Podemos sentirnos arrastrados con juegos mentales en contra de nuestra voluntad o manipulados por el otro, sus emociones erráticas y excesivamente dramáticas.

Por ejemplo, en el trabajo podemos darnos cuenta que hemos sido hábilmente maniobrados en una situación insostenible que no previmos, tal vez incluso en algo poco ético por un jefe o colega con pocos escrúpulos. Cuando se intenta abordar los problemas, las conversaciones parecen no llegar a ninguna parte o terminan incluso peor.

2. Decidir la importancia de esta relación para ti

Aunque parece obvio alejarse de las relaciones tóxicas, no siempre es tan sencillo. Muchas veces se trata de alguien como un familiar, amigo o pareja con la que existen lazos de lealtad, trabajo o afecto de por medio.

Encuentra una manera de equilibrar lo que sientes con lo que es bueno para ti. Las razones menos saludables para mantener una relación tóxica son: la costumbre o familiaridad que tienes con la persona, porque con eso nos estamos diciendo a nosotros mismos que creemos profundamente que no merecemos la felicidad.

3. ¿Cuál es tu límite de tiempo?

Ejemplo a uno de mis amigos, quien me comentaba que soportaba sólo media hora a su tía abuela sarcástica antes de que le arruinara el día. Sin embargo, él la visitaba porque era la única familia que la mujer tenía. Por ello, administraba su tiempo para verla sólo 30 minutos a la semana.

“Es una gran idea. Si has decidido quedarte en la relación por el motivo que sea, ten un límite de tiempo, pueden ser minutos o meses. Ten cuidado de no subestimar el desgaste degradante del espíritu que experimentamos en una relación tóxica. Puede tomar meses o años recuperarnos”.

4. El manejo del estrés

Si trabajas en un medio laboral tóxico, del que no te puedes librar fácilmente, intenta haciendo cosas nuevas que te den un aire nuevo. Haz ejercicio, algún deporte de tu agrado o disciplina como danza, yoga, tai chi, Pilates o un pasatiempo, para eliminar el estrés físico y emocional de manera saludable.

5. Haz una auto-reflexión exhaustiva

En algunos casos, puede ser que no sepamos que estamos en una relación tóxica o creemos que es la otra persona la que tiene que cambiar. Sin embargo, es importante saber que, en cierta medida, podemos estar inconscientemente contribuyendo a una dinámica de relación poco saludable a través de nuestra inseguridad o baja autoestima.

Es importante ser honesto contigo mismo, y preguntarte si tú has contribuido a la relación tóxica, ya sea siendo demasiado complaciente o porque tus emociones están muy desequilibradas o por sentirte responsable de lo que le ocurre a esa persona.

Es fundamental diferenciar cuál es nuestra responsabilidad, cuál es la suya, y qué somos aparte de la relación que tenemos.

6. Mantenerse alejado de las relaciones tóxicas

“Si has decidido que no necesitas mantener esta relación tóxica y desarrollaste un radar para detectar la toxicidad de los manipuladores encubiertos y tus súper simpáticos amigos pasivos-agresivos, felicitaciones”.

“Un presentimiento incómodo puede ser una señal de alerta temprana distante. Otros signos son intensas emociones reactivas o que la comunicación honesta y abierta es ineficaz. Es un fenómeno interesante que los individuos sanos no se involucran con la gente tóxica si pueden evitarlo”.

7. Mantén relaciones libres de toxicidad

“La asertividad y la comunicación clara pueden hacer que una relación sea más equitativa”.

En este sentido, asumir la responsabilidad de la comunicación honesta y esperar respeto recíproco siempre. Si no es así, aléjate.

Las parejas tóxicas pueden avanzar y solucionar sus problemas sin separarse, hacen verdaderos cambios. Si, debajo de toda esa toxicidad hay amor verdadero, la pareja puede sanar con un esfuerzo por parte de los dos pero siempre es una linea muy delgada....

martes, 25 de marzo de 2014

Albert Fish: El Abuelo Asesino

Advierto de la extrema dureza de algunas declaraciones que pueden leerse en este artículo. Si no está seguro, pulse el botón volver atrás de su navegador, ya que puede "herir susceptibilidades"
Hamilton Howard "Albert" Fish es también conocido como el "Hombre gris", "El hombre lobo de Wysteria" y posiblemente como "El vampiro de Brooklyn". Él afirmaba haber abusado sexualmente de más de 100 niños, y fue sospechoso de al menos 5 asesinatos. Fish confesó 3 homicidios que la policía fue capaz de investigar para encontrar al homicida y confesó haber acuchillado al menos a 2 personas más. Fue sometido a juicio por el asesinato de Grace Budd, fue condenado y ejecutado.

Informe psiquiátrico: Psicópata, Caníbal (antropofagia) y Violador, sadismo, masoquismo, castración y auto-castración, exhibicionismo, voyerismo, pedofilia, homosexualidad, coprofagia, fetichismo e hiperhedonismo.

El 11 de Noviembre la señora Budd recibió una carta:

"Querida señora Budd: Hace algunos años, mi amigo el capitán John Davis, zarpó de California hacia Hong-Kong, que por aquel entonces estaba sufriendo los problemas del hambre. Las calles se habían vuelto muy peligrosas para los niños menores de 12 años, pues existía la costumbre de matarlos, cortarlos en pedazos y vender su carne como alimento.

A su regreso a N.Y. robó a dos chicos, uno de 7 y uno de 11 años de edad. Los llevó a su casa los despojó y desnudó y los ató a un armario. Entonces quemó todo lo que ellos portaban. Varias veces cada día y cada noche los azotó —los torturó— para hacer su carne buena y tierna. Primero mató al chico de 11 años de edad porque tenía el trasero más gordo y, por supuesto, una mayor cantidad de carne en él. Cada parte de su cuerpo fue cocinado y comido excepto la cabeza, huesos e intestinos. Fue asado en el horno (todo su trasero), hervido, asado, frito y estofado. El chico pequeño fue el siguiente, fue de la misma manera. Él me decía tan frecuentemente cuán buena era la carne humana, que decidí probarla..

Esa es la razón qué hace unos años yo acudiera a su casa el 3 de Junio de 1928 y con el pretexto de acompañarla a una fiesta infantil que iba a dar mi hermana, me llevara a su hija Grace hasta una casa abandonada de Westcher County, Worthington, donde la estrangulé, la corté en pedazos y comí parte de su carne. No me la tiré. Murió siendo virgen."

Tras leerla y sufrir un gran shock, se puso en contacto con la policía que tras investigar lograron encontrar la procedencia de la carta, siguieron la pista de Fish, lo arrestaron el 13 de diciembre.

El propio Fish lo reconocería: "No soy un demente, sólo soy un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo".

Una vez detenido, se confiesa además autor de otros muchos crímenes y demás aberraciones que había estado llevando a cabo durante toda su vida: su deseo irresistible de comer carne cruda las noches de luna llena, que le valdría el apodo de "el Maníaco de la Luna", sus crímenes más atroces, algún acto de vampirismo como el caso de un niño de 4 años al que flageló hasta que la sangre resbalaba por sus piernas, luego le cortó las orejas, la nariz y los ojos, le abrió el vientre y recogió su sangre para bebérsela a continuación, además de desmembrarlo y prepararse un estofado con las partes más tiernas.

"...Decidí comérmela. La llevé a una casa abandonada en Westchester en la que me había fijado. En el primer piso me desvestí completamente para evitar manchas de sangre. Cuando me vio desnudo se echó a llorar y quiso huir, pero la alcancé. La desnudé, se defendió mucho, me mordió y me hizo algunos rasguños. La estrangulé antes de cortarla en pedacitos para llevarme a casa toda su carne, cocinarla y comérmela de varias formas (con zanahorias, cebollas y con tiras de tocino) y que consumió durante el curso de las semanas siguientes. No pueden imaginar cuán tierno y sabroso estaba su trasero asado en el horno, tardé nueve días en comérmela por completo".

Fish confesó que se sentía obligado a torturar y matar niño y que solía actuar siguiendo ordenes divinas de Dios, cuya voz oía frecuentemente. En cuanto a la canibalización, Fish contó "que esos actos le provocaban un estado de éxtasis sexual muy prolongado".

Desde muy niño se siente atraído por el sadomasoquismo, se divierte infligiendo dolor a los demás y sobre todo a él mismo. Sigue con atención los artículos de crímenes en la prensa, y colecciona sobre todo aquellos de los asesinos en serie caníbales, con los que se siente identificado.

A los veinte años mantiene relaciones homosexuales y ejerce la prostitución homosexual en Washington, en dónde viola a un niño y asesina a su primera víctima.

En esa época comienza a sufrir alucinaciones de tipo religioso y vive obsesionado con la idea del pecado, creyendo que la única forma posible de expiación es a través del sacrificio personal y el dolor.

Él mismo se inflige castigos masoquistas automutilándose, frotando por su cuerpo desnudo rosas con espinas, hundiéndose agujas de marinero en la pelvis y en los órganos genitales, en una ocasión es sorprendido en su habitación completamente desnudo, masturbándose con una mano y con la otra golpeándose la espalda con un palo del que sobresalen unos clavos. A cada golpe grita de dolor, mientras la sangre se desliza por sus nalgas.

Oficialmente, fue detenido ocho veces: la primera por tentativa de estafa, luego por robo, por pago con cheques sin fondos, por cartas obscenas a los anuncios de agencias matrimoniales de los periódicos.

En alguna ocasión afirma ser Jesucristo, que San Juan le habla y que el mismo Dios le ordena cometer sacrificios humanos.

Lo internan tres veces en un hospital psiquiátrico, dejándolo salir al poco tiempo en cada ocasión tras considerar que "no es peligroso ni está loco, sino que simplemente sufre una personalidad psicopática de carácter sexual".

A pesar de todos estos delitos, la policía neoyorquina tardaría nada menos que seis años para poder inculparlo por asesinato.

"Escuchaba voces que me decían cosas y, cuando no las comprendía todas, trataba de interpretarlas con mis lecturas de la Biblia... entonces supe que debería ofrecer uno de mis hijos en sacrificio para purificarme a los ojos de Dios de las abominaciones y los pecados que he cometido. Tenía visiones de cuerpos torturados en cualquier lugar del Infierno"

También narra la historia de un joven vagabundo al que obligó a realizar toda clase de actos sádicos, masoquistas y coprófagos durante dos semanas, además de cortarle las nalgas en varias ocasiones para beber su sangre. Finalmente intenta cortarle el pene con unas tijeras, pero cambia de opinión al ver el sufrimiento del chico y arrepentido le da diez dólares dejándolo huir.

También confesó las emociones que experimentaba al comerse sus propios excrementos, y el obsceno placer que le producía introducirse trozos de algodón empapado en alcohol dentro del recto y prenderles fuego. Los hijos de Fish contaron cómo habían visto a su padre golpeándose el cuerpo desnudo con tablones claveteados hasta hacer brotar sangre.

Durante el juicio quedó probado que realizó todo tipo de perversiones con más de 100 niños matando además a 15. "Adoro oírlos llorar de dolor", dijo a sus jueces. Tenía una debilidad por los niños pobres, a quienes violaba y atormentaba durante varios días antes de matarlos.

Se descubrió también su extraño gusto por hacerse daño a sí mismo, uno de sus sistemas favoritos era clavarse agujas alrededor de los genitales. Una radiografía descubrió un total de 29 agujas en el interior de su cuerpo (algunas con tanto tiempo que habían empezado a oxidarse).

En otras ocasiones había intentado introducirse agujas debajo de las uñas, pero no tardó en renunciar a ello cuando el dolor se hizo insoportable. Estas declaraciones acerca de sus víctimas le cuestan a Fish la sentencia de culpable por crímenes con premeditación tras diagnosticarlo psicótico, pero cuerdo.

Albert Fish se llevaría a la tumba su mayor secreto, el número de personas que habría asesinado.

Fue ejecutado el 16 de Enero de 1936 en lo que fue la experiencia más agradable y afrodisíaca que jamás experimentó Fish (acudió a su ejecución entusiasmado en busca de nuevas experiencias).

“Que alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado..."

El abuelo Asesino: abuelito entrañable de más de 65 años, de rostro demacrado, cuerpo encogido y fatigado, cabello y bigote gris, ojos tímidos. Sus vecinos lo consideraban un hombre apacible, religioso, abstemio y amable. Si miran las fotos de Fish, verán que tenía pinta de viejecito adorable, ese abuelo que desearíamos para cualquier niño(a).

Muchos de esos asesinos son, en apariencia,  simpáticos y adorables. Su capacidad para la seducción es vital si quieren que sus víctimas se les acerquen sin sospechar.

El psiquiatra Frederic Wertham lograría sacar a Fish sus confesiones más intimas, que incluían el canibalismo, que durante tiempo se negó a reconocer y fueron sus declaraciones a la prensa las que hicieron enormemente popular el caso.

Siempre defendió la locura de Fish, considerando que el lugar adecuado no era ni el corredor de la muerte ni la cadena perpetua, sino una institución mental de alta seguridad. Wertham acabo por desarrollar un cierto aprecio y respeto por Fish, personalidad compleja y rica para cualquier psiquiatra.

Wertham consideraba que Fish, como todo enfermo, es víctima de su entorno, de su infancia y de las influencias externas, incluidas sus aficiones literarias. Era un pensamiento típico del psicoanálisis freudiano, que niega que la personalidad este programada genéticamente, siendo el motor principal de formación de la personalidad la influencia ambiental durante la niñez y la adolescencia.

Albert Fish tenía una psicosis compensada en forma perversa, las alucinaciones auditivas, en este caso la voz de Dios, le había ordenado el sacrificio de niños, como así también la castración de dos jóvenes. Fue uno de los asesinos seriales más crueles y estremecedores del siglo XX.


viernes, 21 de marzo de 2014

Liberar Emociones Negativas

¿Podemos elegir libremente qué tipo de emoción experimentar? ¿Ante un mismo estimulo podemos elegir experimentar varios tipos de respuesta?
Ya no somos meramente sujetos pasivos  que experimentan aquellas sensaciones que el estímulo externo dispara en nosotros. Ante un mismo estimulo externo podemos libremente elegir entre sentirnos de una manera o de otra. ¿Pero debemos rechazar sistemáticamente aquellas emociones que denominamos como negativas? El dolor, la tristeza, la melancolía, la rabia o el miedo existen porque, sin duda, son emociones útiles que nos pueden ayudar a superar determinados estados. No es saludable obligarnos continuamente a sentirnos bien y a reprimir nuestros estados “negativos”. Debemos valorar que las llamadas emociones negativas tienen también su función.

EL dolor y la tristeza son emociones negativas que provocan una bajada de energía y que estimulan una reflexión profunda. Nos ayudan a superar momentos difíciles de nuestras vidas. Pueden llegar a ser necesarias para establecer un periodo de transición entre un estímulo negativo externo y una recuperación emocional saludable. Ante la muerte de un ser querido es saludable sentir dolor o tristeza como trampolín a superar la situación.

La ansiedad o la rabia son, por el contrario, emociones negativas pero cargadas de energía. Esta sobrecarga de energía es, en ocasiones, imprescindibles para superar determinadas situaciones adversas para reaccionar contra ellas, para mantenernos alerta y en tensión. Eso no es malo en sí. Si lo sería si mantuviéramos esa misma tensión cuando el estímulo externo ya hubiera pasado, cuando la amenaza o el peligro ya no existieran.

Culturalmente llorar se ha asociado a debilidad, por ello muchas personas intentan reprimir el llanto, sobretodo públicamente. Cuando lloramos, en la mayoría de los casos, encontramos como primera reacción el intento, por parte de nuestro entorno, de aplacar nuestro llanto. Si bien estas expresiones buscan el consuelo en nosotros, ejercen el efecto contrario, dado que nos sentimos frustrados al no ser comprendidos. 

El llorar es beneficioso para la salud. Se produce una liberación de adrenalina, hormona segregada en situaciones de estrés y noradrenalina, hormona que actúa como neurotransmisor que contrarresta el efecto de la adrenalina.

El efecto de ambas hormonas produce en el organismo una sensación de desahogo y tranquilidad, el cuerpo se relaja y en muchas ocasiones la persona se queda dormida después de un episodio de llanto.

Ante una amenaza es saludable sentir miedo, porque esa emoción dispara en nosotros los resortes necesarios para superarla con éxito. La mayoría de las emociones negativas  tiene la misión de llamar nuestra atención sobre las cosas que no van bien en nuestras  vidas, nos proporcionan un estado para evaluar esas situaciones y encontrar soluciones para superar las dificultades. En ocasiones debemos permitirnos el lujo de experimentar esas emociones negativas, siempre y cuando respondan estímulos externos apropiados y nos sean realmente útiles para la superación.


El dejar liberar todas estas emociones negativas que nos sobrepasan en determinados momentos de nuestra vida, ayuda al bienestar posterior y se convierte en un aprendizaje propio sobre cómo gestionarnos emocionalmente.

Podrás sentirte más valorado, aceptado, y tener paz y armonía en tu interior, aumentando así tu autoestima, esto lo puedes lograr liberando las emociones negativas que estás acostumbrado a mantener y alimentar.

jueves, 20 de marzo de 2014

Relaciones que Enferman: Mileva y Einstein

"Hace poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido”. Mileva Maric
Mileva Maric (1875-1948) pertenecía a una familia serbia en la que abundaba el  talento y un profundo respeto por la inteligencia en todas sus formas. Su padre tuvo que solicitar permisos especiales para que  su hija pudiera seguir estudios a nivel de instituto, que estaban reservados solo para hombres,  Mila  logrará a los 15 años, las mejores calificaciones en física y matemáticas en el Instituto de Secundaria de Zagreb, al que asistían sólo dos mujeres.

En 1896 ingresa  en la Universidad de Zurich, una de las más prestigiosas de Europa en el S. XIX  y se matricula en la Escuela Politécnica de Zurich para estudiar matemáticas y física. Allí conocerá a Einstein.

Ambos compartían su amor por la ciencia y la música y se cuenta que a menudo abandonaban sus clases regladas para dedicarse a sus propias investigaciones. Planeaban dedicarse a la docencia una vez acabados los estudios, incluso optar por un puesto en la universidad, pero estos planes se verán frustrados.

Einstein no consigue acceder a un puesto de profesor ayudante debido a su mala relación con el catedrático de física matemática y técnica H. Weber y Mileva no logra pasar el examen final de Licenciatura  y desarrollar el proyecto de investigación que tenía pensado para su tesis doctoral  debido a que queda embarazada. El paradero de esa hija-Liserl- es desconocido, su rastro se pierde un año y medio después de su nacimiento.

Mileva y Albert se casarán en 1903 y se instalarán en Berna iniciando un período sumamente prolífico de producción científica. El matrimonio es, en esta época, una fuente de felicidad para ella.  Lleva toda la carga de la vida cotidiana y además aporta al trabajo de su marido su brillante visión como matemática y una actitud de fé en su trabajo y energía sin límites. En 1904 nacerá su  hijo Hans Albert y en 1910 su hijo Eduard “Tete”  quién con el tiempo desarrollará esquizofrenia.

Mileva no participaba en la creación de las ideas de Einstein pero las sometía a prueba, las discutía con él y le daba una expresión matemática a sus razonamientos. Sin Mileva es probable que Einstein nunca hubiera desarrollado su teoría; era indeciso, vacilante, le costaba decidirse y cambiaba continuamente de opinión, también pasaba por crisis en las que dejaba de creer en él. Mileva, por el contrario, nunca dudaba de su genio.

1905 es un año de inflexión que marca el comienzo de la fama de Einstein y también  de una serie de cambios que terminarán con los proyectos profesionales de Mileva. Cuando  le preguntaban  por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: “Wir sind ein Stein!” (Somos Ein stein), que en alemán significa “somos una misma piedra”.

Aunque su casa sigue siendo punto de encuentro de científicos y de debates estimulantes, la actitud de Einstein hacia Mileva cambia. Mientras él es un científico reconocido mundialmente, Mileva deja de ser la mujer excepcional con la que se relaciona como amiga y colega y con la que comparte sus proyectos.

Las sucesivas mudanzas, primero a Praga y luego a Berlín detrás de las cada vez más suculentas ofertas de trabajo de su marido- solo aumentan su malestar, su enojo y su ensimismamiento y el sentimiento de sentirse  rechazada por el entorno laboral y familiar de Albert.

La madre de Albert, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos a la serbia le decía a menudo : “Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú necesitas es una mujer” Por esa época, Einstein inicia una relación sentimental con su prima  Elsa Löewenthal, cinco años mayor, divorciada y con dos hijas, amante del lujo y acostumbrada a frecuentar círculos influyentes.

Mileva comienza a descuidar su aspecto exterior, se vuelve cada vez más callada y se vuelca a sus hijos, en los últimos tiempos de convivencia ya no inicia por iniciativa propia ninguna conversación, pierde los nervios con frecuencia y se vuelve obsesiva con el orden y las rutinas.

Cuando decide cortar esta situación y regresar a Zurich con sus hijos,  lleva ya varios años trabajando más allá de sus fuerzas  y en una total renuncia de cualquier interés personal. Su salud física no es buena, coja de nacimiento, hacer frente al día a día es cada vez más complicado.

El divorcio llegará en 1916  y se hará efectivo en 1919. Ella reacciona cayendo gravemente enferma, con repetidas crisis cardíacas pasa sus días en completa soledad y aunque sus amigos permanecerán a su lado, nadie podrá trabar verdadero contacto.

Todavía en 1920 Mileva cosía ella misma toda su ropa y la de sus hijos a partir de reciclar prendas en desuso, sus amigos ignoraban sus penurias económicas y ella seguía defendiendo a capa y espada la reputación de su ex-marido, leyendo mucho y asistiendo a conferencias y conciertos cuando su salud se lo permitía. En 1922 Einstein recibe el Premio Nobel y entrega toda la dotación económica del premio a Mileva, cumpliendo así una de las clausulas del divorcio.

Llega una relativa calma económica pero en 1929 la conducta errática de su hijo Eduard desemboca en un brote psicótico. A partir de ese momento y durante los siguientes 20 años, su vida transcurre entre enfermeros y sanatorios.

Vivirá sumida en una constante preocupación por Tete, su cuidado, los enfermeros y las estancias en el Sanatorio Burghölzli le ocasionarán grandes gastos, de modo que deberá impartir más clases de matemáticas y música, su vida social se reducirá a unas pocas personas de confianza, alguna salida al cine y sus placeres serán cuidado de su terraza de cactus y  la música.

Quizás haya encontrado otra forma de identificación narcisista en ese hijo brillante, estudiante de medicina,  que ha pasado de una amor y admiración sin límites por su padre a un odio abierto. En una carta de 1930 Tete se quejará a su padre de que su sombra pesa sobre él más que una roca que lo va hundiendo poco a poco. ¿Era también el sentimiento de Mileva?

La salud de Mila se resiente aún más, tiene repetidos infartos cerebrales que van dejando secuelas, finalmente muere en 1948 luego de un derrame cerebral que la deja paralizada del lado izquierdo. Su caso mezcla lecturas relativas a cuestiones de género sobre la incapacidad de elección para una mujer de la que se espera que sea esposa y madre y apoyo de su pareja  con otros temas menos claros ligados a su subjetividad.

La relación con Einstein basada en una comunicación complementaria nunca se resolverá, Mileva será siempre una mujer reservada con muchas dificultades en la gestión  de sus  emociones. Sus escasos recursos para expresar su deseo y definir su proyecto vital se transformarán en una capacidad ilimitada de renuncia, un tipo de relación de objeto basado en el sobre investimento y en un inexorable empobrecimiento del YO en favor de ese objeto. La enfermedad física será entonces una consecuencia inevitable de este proceso.

En este caso, la relación afectiva de Albert y Mileva no solo interesa como ejemplo de una relación que enferma a una de las partes sino que la pregunta final es ¿Cuál habría sido el destino de la Física contemporánea si  aquel otoño de 1896 no hubieran coincidido en el mismo curso de matemáticas y física en la Universidad de Zurich?

Fuente:
Trbuhovic-Gjuric Desanka: “A la sombra de Albert Einstein”, Ed. De la Tempestad- Barcelona- (1988)

Publicado en psicoterapia de pareja, relaciones que enferman. Blog Sobreviviendo a Freud.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Cómo Superar Emociones que nos Causan Dolor

El dolor nos acompaña a lo largo de nuestra vida. Esencialmente es algo bueno, pues nos  hace atender a las demandas del cuerpo físico o nos señala situaciones en las que podemos aprender, obrar adecuadamente y convertirnos en mejores personas. Pero ceder al dolor psicológico y convertirlo en sufrimiento no es el más genuino de los caminos que podemos tomar.

 El dolor es la realidad, pero dejarse llevar por el sufrimiento es una opción. El sufrimiento es un sentimiento de pena, aflicción, que invade y debilita nuestro estado de ánimo.

Conviene que sepamos identificar el dolor, no para resignarnos a su sufrimiento, sino para comprenderlo, aprender y permitir que se disipe. En términos que emplea la psicología podríamos hablar de superación.

En el ámbito de las relaciones humanas se pasa del amor al dolor con cierta facilidad. No es verdad que cuanto más grande sea el dolor, mayor es el amor que lo provoca. Un amor grande es generoso, comprensivo, razonable, lleno de afecto y cariño hacia la persona amada, y ese amor, salvo cuando se termina, no debe producir dolor. Cuando un amor tan sentido se acaba, es lógico que suframos su ausencia, pero lo haremos por un tiempo limitado, el que necesitamos para reponernos y volver a llenarnos del amor que llevamos dentro, de nuestro propio amor, que siempre nos seguirá acompañando.

El problema surge cuando no hemos alimentado ese amor interior y profundo por nosotros mismos. Ese amor que nos sirve para querernos por encima de todo, para elevar nuestra autoestima y protegernos ante el desamor que puede rodearnos. Cuando no sentimos amor por nosotros, entonces estamos en situación de auténtico desamparo, a merced de las circunstancias y las personas que nos encontremos en nuestro camino.

Hay personas que se pasan la vida buscando desesperadamente de quién enamorarse; esas personas están siempre en el filo de la navaja, pendientes de un hilo que mueven los demás.

"Cuando a alguien que dice querernos parece no importarle el dolor que nos produce esa relación, o lo justifica por las circunstancias, los cambios de humor, las dificultades que surgen, esa persona no nos quiere, en todo caso se quiere a sí misma, pero no ha aprendido a querer a los demás. En estos casos, lo mejor que podemos hacer es alejarnos cuanto antes, al menos alejarnos afectivamente".

Cuando una persona no sabe vivir el amor, cuando no sabe amar desde el respeto y la aceptación de la otra persona, cuando no actúa desde la generosidad, antes de embarcarse en una relación afectiva, que provocará dolor, debería encauzar todas sus energías al aprendizaje del amor, y volcarse en esa vivencia de querer por encima de uno mismo a la otra persona.

Desafortunadamente, no se piden diplomas o certificados que nos habiliten para el amor; no se exige ningún aprendizaje previo que garantice nuestro conocimiento profundo del amor; ninguna evaluación que nos proteja de las personas que no saben amar. Para lo que más dolor puede producir, paradójicamente, es para lo que no se pide preparación previa.

Con frecuencia tenemos un pensamiento catastrofista en relación al dolor; sin embargo, podríamos evitar gran parte del dolor y del sufrimiento que sentimos. Es imprescindible "Conocer para evitar el sufrimiento"

El sufrimiento nunca es inútil o estéril, pues antes o después nos despertará del sueño de la inconsciencia y la ignorancia...Sin embargo es necesario andar el camino del conocimiento y evitar disgustos.

Ciertas crisis pueden marcar nuestra existencia. A veces en nuestra vida hay un antes y un después de determinados hechos especialmente amargos o dolorosos. Aunque ya sabemos que lo importante de las dificultades y de las crisis es extraer las enseñanzas que encierran, no hundirnos en el dolor que provocan.

Las dificultades y las crisis son necesarias en la escuela de la vida, y cada uno tiene las que necesita para aprender las lecciones que debe superar. Por ello es tan importante vivir espiritualmente, lo que quiere decir ser consciente, conocer, amar y obrar apropiadamente en la vida de cada día, sólo así las crisis y las dificultades se alejaran de la propia vida, pues ya no habrá un núcleo magnetizado que las atraiga: la ignorancia y la inconsciencia.

Así, viviremos las dificultades y las crisis desde la consciencia “la atención, el ver, el darse cuenta” para que surja luego una profunda reflexión y el análisis de los errores que no debemos volver a cometer. Sólo así pueden disiparse las ideas limitadas y equivocadas que nos llevaban al dolor

Si una persona se afianza en el presente, en al ahora y ve lo que es “lo que surge para luego desaparecer” jamás le hundirán ni humana ni emocionalmente, ninguna dificultad afectará a su seguridad ni a su estabilidad personal.


Con este conocimiento básico de la vida, nos resultará apasionante adentrarnos en las dificultades, en las pruebas que nos encontramos en la vida cotidiana. Y si andamos por este camino veremos con claridad que en realidad no hay ninguna crisis que superar, ni ningún estado emotivo que controlar...ni siquiera dominar ninguna situación que nos cause dolor psicológico. Sencillamente habrán enseñanzas que debemos aprender y obras adecuadas que deberemos realizar.

martes, 4 de marzo de 2014

El Fin de la Vida: La elección de Freud

El caso Vincent Lambert  cuestiona sobre el fin de la vida y aun más especialmente sobre el derecho a la eutanasia. Víctima de un accidente de tránsito en el 2008, Vincent Lambert, a sus 38 años, luego de haber pasado una fase de coma profundo, se encuentra ya desde el 2011 en un coma dicho "pauci-relacional”

También conocido como “estado mínimo de consciencia” un estado vegetativo crónico en el cual, él mueve los ojos, sin que sea posible saber si él comprende lo que se le dice. Su mujer, varios miembros de su familia y los médicos, luego de una decisión común, piden una interrupción definitiva de los cuidados médicos.

Los padres rechazan el pedido. Los abogados de los padres defienden el hecho que V. Lambert no está agonizante y que no está enfermo. Él es discapacitado.

Siguiendo esta lógica, la Ley Leonetti, que proscribe “la obstinación irracional” en cuanto a cuidados y a investigaciones cuando estos tienen como objeto o efecto el mantener la vida artificialmente, no se aplica. El tribunal administrativo de Châlons-en-Champagne se pronunció el 16 de enero, contra una decisión de eutanasia pasiva, éste, no acató la decisión de los médicos. Hay que recalcar un segundo punto de la Ley Leonetti: introduciendo el "el derecho a la sedación en fase final", sedación que puede tener por efecto secundario de abreviar o acortar la vida del enfermo, la ley autoriza al médico a calmar el dolor pese al riesgo de vida del paciente.

Si la Ley Leonetti ha marcado un avance con respecto a tomar en cuenta el último periodo de la vida, sus opositores, particularmente la Asociación por el derecho a morir con dignidad, le reprochan de haber rechazado la eutanasia, que ellos reivindican como un “derecho a una última libertad”

Pero la expresión “fin de la vida” no es evidente. Los pacientes que presentan estados vegetativos crónicos (EVC) ya no pueden expresar su voluntad y presentan una pérdida definitiva de la consciencia. Pero, ¿qué sabemos de la localización de la consciencia? Los neuro-cientificos están de acuerdo al decir que la consciencia “requiere sistemas cerebrales múltiples”. No existe una zona del cerebro totalmente aislada y estrictamente responsable de un solo tipo de actividad.

Aquellos pacientes en EVC a veces pueden vivir muchos años, sin que sepamos con certeza lo que ellos sienten. Todo el problema es que “el despertar” del sujeto en estado vegetativo es un hecho objetivo, mientras que la ausencia o la presencia de consciencia es de orden subjetivo, subraya Paula La Marne.

Los casos de esos pacientes en EVC, como el de V. Lambert, cuestionan la definición del fin de la vida y de la muerte. Los términos de suicidio asistido, de eutanasia y de sedación terminal necesitan igualmente ser definidos. A veces se habla de eutanasia activa cuando se toma la decisión de procurar la muerte y de eutanasia pasiva cuando la muerte ocurre, sin la intención de procurarla, como efecto secundario de un tratamiento sedativo. En contraste a ese deslizamiento semántico, del fin de la vida, se insiste sobre la necesidad de distinguir los términos de eutanasia y de sedación terminal.

Esta distinción se encuentra sobre una ínfima franja que separa la sedación en fase terminal y la eutanasia. Sin embargo, el paso de la autorización de la sedación en fase terminal con una fuerte probabilidad de muerte como consecuencia, a la legislación de la eutanasia, en el mismo contexto, marca un avance.

La elección de Freud

En este debate, persiste un caso absolutamente único para los psicoanalistas, el de Freud. El fin de la vida de Freud, en el otoño de 1939, en efecto, nos ilustra los cuestionamientos actuales sobre un fin de la vida medicalizado y digno; igualmente nos procura un esclarecimiento sobre la función que puede ocupar un médico en este último espacio de vida. El Dr, Schur acompaña a Freud los diez últimos años de su vida.

Freud sufrió durante dieciséisaños de un cáncer que comenzó a la altura de la mandíbula y del arco del paladar y que se extendió progresivamente a nivel local. Desde los primeros signos de la enfermedad, en 1923, Freud le pide a un colaborador cercano que lo ayude “a desaparecer de este mundo con decencia", si él estaba destinado a morir en el sufrimiento.

Él soportó treinta y tres intervenciones quirúrgicas entre 1923 y 1939, año de su muerte. Como secuela de su primera intervención, una extracción de los tejidos reduciría considerablemente la apertura de la boca y será responsable para siempre de dolores insoportables.

El mismo año, se procedió a una nueva intervención quirúrgica para una extracción masiva de la mandíbula superior y del paladar. Una prótesis enorme fue diseñada. Ella fue apodada «el monstruo» 9, tanto por los dolores que ella ocasionaba como por la incomodidad que infligía. En 1926, cuando Freud tiene casi 70 años, una patología cardiaca duplica la discapacidad ORL. El escribe a Marie Bonaparte: “Usted comprenderá que esta coyuntura-incapacidad de trabajo amenazante por causa de trastornos de la palabra y del oído acompañados de cansancio intelectual –yo pueda no estar disgustado por esta afectación cardiaca que me abre perspectivas para un fin, ni tan lejano, ni tan triste..”

Sin embargo, a pesar de los dolores y de los numerosos males que el aguanta, el no dejará de analizar, de descubrir y de transmitir hasta los últimos días de su vida. El 4 de Junio de 1938, muy debilitado por la edad y la enfermedad, deja Viena para ir a Londres, más para proteger su hija Anna que por el mismo. En una de sus últimas cartas a Marie Bonaparte, Freud escribe: “No estoy bien, mi malestar y las secuelas del tratamiento son la causa (…). Se ha intentado sumergirme en una atmosfera de optimismo diciéndome que el carcinoma está en regresión, que los síntomas reactivos son solo temporales. No me lo creo y no me gusta ser engañado”. Este hombre tan abierto al mundo, ahora, describe un universo reducido por el sufrimiento como “un pequeño islote de dolor en medio de un mar de indiferencia”. Muere, el 23 de Septiembre de 1939 en Londres, en libertad. En lo que concierne los últimos días de vida de Freud, se pueden leer las notas y reflexiones de Peter Gay y las paginas que le dedicó Jones. Este último cuenta que: El 21 de Septiembre de (1939), Freud le dice a su médico: “Mi querido Schur, se acuerda usted de nuestra primera conversación (10 años antes). Usted prometió ayudarme cuando yo ya no pueda más. Hoy en día, ya no es más que una tortura y eso ya no tiene sentido.” Schur lo tomó de la mano y le prometió procurarle el calmante adecuado.

Peter Gay, retomando los apuntes inéditos de Schur, constata que Freud le dijo a su médico: “Háblelo con ella”. Se refería a Anna. Y Freud continuó: “Si ella piensa que es justo, pues terminemos con esto”. Si Anna en un principio luchó contra esta idea, luego se resigna con el dolor del alma, precisa Schur.

En lo que concierne la sedación terminal, Peter Gay no duda en decir que Schur mintió en el reporte que publicó de la muerte de Freud. “Como lo indica claramente en una carta dirigida a Anna Freud el 19 de Marzo de 1954, el había consultado un jurista sobre la eutanasia” y por lo tanto, había falsificado la dosis de morfina administrada a Freud. Las últimas dosis de morfina eran altamente mortales para cualquiera. Es así que, concluye Peter Gay, “veo la muerte de Freud como el suicidio de un estoico, del cual Schur se hace cargo, porque Freud era demasiado débil para actuar por sí mismo, su médico fiel, que lo quería, con el consentimiento a regañadientes, de su hija, no menos fiel y que lo amaba aún más”.

El fin de la vida de Freud nos introduce en un debate actual sobre el fin de la vida: sedación terminal para unos, suicidio medicamente asistido para otros, rol de la familia, véase de la persona de confianza a través de la persona de su hija Anna, pero también órdenes anticipadas.

Referencias:
1El numero 63 de Letterina, boletín de la ACF Normandia, hará eco de esos debates.2 Clavreul L., «Caso Lambert: en el tribunal, los deseos del paciente y le ley Leonettien debate», Le Monde.fr|15.01.2014.3¿con dignidad, Jean-Claude Gansewitch Ed., 2013, Paris, 4ªen cubierta. 4 La Marne P.,«Muerte »,Diccionario del pensamiento médico, PUF, Paris, 2004, p. 755-757. 5 Ibid, p. 756 6 Aubry R., « Una sedación terminal no es una eutanasia!», Boletín de información de la Orden de Médicos,Número especial, Mayo-Junio 2013.7 Jones E., La vida y Obra de Sigmund Freud, T III, PUF, 1969, Paris, p. 102.8 Ibid, p. 103.9 Ibid, p. 108.10 Ibid, p. 138.11 Ibid, p. 279-280.12 Gay P., Una vida, T. II, Hachette, 1991, Paris, p. 489-490.13 Ibid, p. 490.