martes, 6 de marzo de 2018

Diabetes y Salud Mental: La importancia de la Ayuda Psicológica

La carga de salud mental a la que los pacientes con diabetes se enfrentan es preocupante.
Entre los pacientes con diabetes tipo 2, aquellos con síntomas depresivos tienden a estresarse con mayor facilidad, lo que lleva a un aumento en la negatividad de la persona, que, a su vez, hace que la persona afectada acabe viendo modificado su comportamiento y su estado de ánimo. La depresión y la ansiedad también pueden conducir a otros problemas de salud aparentemente no relacionados.  Hay incluso un rasgo de personalidad específico atribuido a la diabetes tipo 2, conocido como el Tipo D (distressed personality), que en español significa “personalidad angustiada”. Los pacientes diabéticos tipo 2 con la personalidad Tipo D cada vez se sienten más solos. Además, aumenta el estrés y la angustia emocional.

La ayuda psicológica, clave para el tratamiento integral de la diabetes II. Mejora el manejo de la ansiedad y el estrés tras el diagnóstico, facilita el cambio de hábitos y el fomenta el autocuidado.
Incertidumbre, miedo, ansiedad o enfado, estrés o depresión son algunas de las reacciones que siguen al diagnóstico de diabetes tipo II. Por eso, además del tratamiento médico, el psicológico es fundamental para combatir esta patología, ya que entre otros aspectos mejora la adherencia al tratamiento y la aceptación de la misma por parte del paciente, y como objetivo de la intervención psicológica está lograr un cambio de hábitos de vida física e emocional, es precisamente uno de los aspectos más difícil de manejar, y aquí la ayuda del psicólogo puede ser decisiva.

“Al tratarse de una patología crónica, es fundamental que este apoyo se mantenga a lo largo del tiempo y se adapte a cada etapa de vida del paciente”. Y es que como profesionales de la psicología tenemos un papel importante a la hora de dar pautas que permitan aceptar la nueva situación a que da lugar la enfermedad y a convivir con ella.

Diversas investigaciones científicas han descubierto múltiples factores psicológicos relacionados con la diabetes como la incertidumbre sobre posibles complicaciones futuras, miedo a las hipoglucemias, alteraciones en el estilo de vida de las personas afectadas, dificultad en las relaciones sociales y de pareja, entre otras. La labor del psicólogo clínico se centra en enseñar al paciente a adquirir hábitos saludables; disminuir el miedo, ansiedad, tristeza y otras emociones negativas que puedan aparecer; mejorar la comunicación con sus familiares y amigos y controlar los niveles de estrés para lograr mejorar su calidad de vida tanto física como emocional.

Las personas que tuvieron ayuda psicológica consideran que fue de mucha utilidad o bastante utilidad. Entre los pacientes que no contaron con este tipo de ayuda, uno de cada tres considera que les hubiera ayudado a aceptar la enfermedad y a realizar cambios en los hábitos de vida.

Aspectos psicológicos de la diabetes: ¿Cómo afecta a nuestra calidad de vida?

  • Aparecen síntomas que afectan al funcionamiento diario: malestar en el estómago, cansancio, picazón, infecciones frecuentes en piel, encía o vejiga.
  • Controles médicos. Análisis.
  • Cambios en la alimentación. Restricciones.
  • Necesidad de realizar actividad física.
  • Necesidad de controlar niveles de glucosa.
  • Disfunciones sexuales, etc.
  • Emociones negativas: preocupación, tristeza, angustia, etc.
Fases de adaptación. Como en toda enfermedad crónica se puede pasar por distintas fases: negación-rebeldía-negociación-depresión-aceptación.

Aspectos psicológicos de la diabetes: Recomendaciones 
  1. Ante el diagnóstico de diabetes, infórmate o actúa de manera activa para afrontar tu enfermedad, con tu médico, asociaciones de diabetes o lecturas especializadas. Ten un papel activo ante tu enfermedad.
  2. Resuelve tus dudas con tu médico. Existen creencias erróneas tales como: (1) si tengo poco azúcar no soy diabético, (2) como no me pongo insulina no soy diabético, (3) de los alimentos para diabéticos puedo comer de todo, (4) si me pongo insulina puedo comer de todo, etc.
  3. Sigue una dieta saludable, equilibrada, variada, ordenada y suficiente, de forma habitual. Lo ideal: comer con control. Consulta a tu especialista si tienes dudas.
  4. Controla tu peso. El exceso de peso empeora el curso de la diabetes y acarrea otras enfermedades como hipertensión.
  5. Muévete. Realiza algún ejercicio físico que te agrade con regularidad y lleva una vida diaria activa. Está demostrado que caminar 30-40 minutos es beneficioso.
  6. Evita el consumo de tabaco ya que minimizas el riesgo de sufrir complicaciones. El hábito de fumar es el principal factor de riesgo evitable.
  7. Implícate en tu autocuidado, manteniendo los niveles adecuados de glucosa, pues incrementarás tu esperanza de vida.
  8. Un estado de ánimo estable y adecuado minimiza las posibilidades de que aparezcan más complicaciones. La ansiedad, tristeza y otras emociones negativas pueden provocar un peor control del nivel de glucosa.
  9. A veces, enfermedades como la diabetes pueden producir alteraciones temporales en nuestro deseo sexual. El apoyo psicológico puede ayudarte a afrontar y actuar sobre tu problema.
  10. Aprende a aceptar tu diabetes. Expresa cómo te sientes. Apóyate en tu familia, pareja y amigos. Es una buena forma de afrontar tu enfermedad. Si no puedes tú solo, si te sientes mal, el psicólogo especialista te puede ayudar.
El psicólogo clínico en los casos de enfermedades crónicas como la diabetes actúa teniendo en cuenta el marco de la psicología de la salud, que se contempla desde un modelo biopsicosocial sin dejar de lado el tratamiento desde el punto de vista emocional.

A modo de resumen, el papel del psicólogo clínico tendrá especial importancia en:
  1. La intervención para ayudar al paciente a la aceptación del diagnóstico y a la generación de un cambio en su comportamiento, adquiriendo una serie de habilidades que muchas veces exigen la modificación de hábitos anteriores.
  2. La concienciación de la importancia que tiene el seguimiento correcto de su tratamiento.
  3. El favorecimiento de los cambios necesarios en la dieta, el plan de ejercicio que pueda recomendar su médico y la administración de la insulina (existen programas para facilitar la adhesión diabetológica, basados en programas educativos o de modificación de conducta).
  4. La adaptación a un nuevo estilo de vida, como cambios y restricciones en la dieta, ejercicio físico y control de situaciones cotidianas estresantes que pueden ocasionar, por lo demás, sintomatología depresiva o ansiosa, miedos, frustraciones, sentimientos de rabia, irritabilidad, etc.
  5. La intervención en las diferentes dinámicas familiares que pueden surgir.
La propia dinámica de la enfermedad puede contribuir a la manifestación de estos problemas psicológicos. En este sentido, la actuación del profesional de la psicología tendrá que tener muy presente el diagnóstico y la evolución de la diabetes del paciente, tanto si es el desencadenante o no del trastorno, intervenir favoreciendo la adhesión correcta al tratamiento y trabajando con los problemas que se manifiesten específicamente en el área de la psicología.

El psicólogo clínico también debe tener en cuenta la influencia del estrés en la diabetes, las diferentes emociones que el paciente tiene que gestionar y la gran variabilidad de rasgos o tendencias de personalidad que pueden presentarse, tanto si se trata de niños o de adultos.

La psicología no debe ser el tratamiento olvidado en el tratamiento de la Diabetes



Fuente: Red, investigación y aporte personales. 

miércoles, 28 de febrero de 2018

Niños: Consideraciones sobre el uso de Tablets

La realidad es que vivimos en un mundo digitalizado y que hoy en día, un niño que no sepa manejar un ordenador o una tablet terminará siendo un “analfabeto tecnológico”. Así que no es malo que desde pequeños empiecen a familiarizarse con este tipo de dispositivos, siempre que hagan un uso adecuado de ellos.
Bien utilizadas, las tablets introducen al niño en el mundo digital de modo lúdico. Además, estimulan ayudando a los niños a desarrollar competencias que les serán muy útiles en el futuro.

Si como padres inhibimos el contacto de los niños con los dispositivos tecnológicos, estamos dando la espalda a la realidad, si somos en exceso permisivos y despreocupados, les podemos hacer daño por falta de supervisión, hay un concepto que lo ejemplifica muy bien:“huérfanos digitales”. Entonces ¿es solo cuestión de equilibrio? Pues sí: de equilibrio, de sentido común, de entender el papel que como progenitores tenemos, de ajustarnos a lo que los niños piden, pero también de sus necesidades como seres en crecimiento. “Los niños son nativos digitales”.

Pero la idea de calmar, entretener y distraer al niño con la tablet o el celular, pues resultan ser un medio que capta su atención, lo ensimisma y puede tener efectos, por tal razón, de calma, ya que los pequeños se entretienen con un estímulo de alta motivación. Lo primero que hay que tener claro es que con esta alternativa los padres no están logrando resolver ni hacer frente al tema que está agobiando al niño, sino por el contrario están dándole una alternativa de evasión con alta satisfacción inmediata. Tanto para el niño como para los padres. No contribuye en nada darle un tablet, pues es una salida fácil que ayuda a los padres, pero afecta profundamente al niño porque no está desarrollando sus propios mecanismos de autorregulación. Entonces, la mejor opción para calmar, entretener y buscar la atención de un niño es a través del dialogo, la atención y la experiencia práctica de cada tipo de rutina. Seguramente tomará más tiempo como todo lo que el niño logra y aprende, pero serán aprendizajes, sólidos y sanos.

Nota: Aunque algunos estudios afirman que los contenidos aprendidos en los medios digitales son más rápidos y visuales, pero perduran menos en la memoria.  

El uso frecuente de las tablets tiene aspectos muy negativos, que podrían afectar su vida, y que es necesario evitar. Las posibles consecuencias son:

Aparte de contracturas cervicales, calambres en brazos y manos, irritación ocular y déficit visual por la sobreexposición, insomnio y falta de descanso, dificultades en la atención y bajo rendimiento escolar, disminución de actividad física y sobrepeso, empobrecimiento y disminución creativa del tipo de juego que hacen los niños y retraso en la motricidad fina, déficit en sus habilidades comunicativas y de resolución de conflictos, serios problemas de conducta y retrasos en el desarrollo social de los niños, así como la disminución de la concentración y de memoria, riesgos en la categoría 2b (emisiones de radiación y cáncer), agresividad y un aumento claro en las tasas de afectación mental como: depresión infantil, ansiedad, trastornos de vinculación, déficit de atención, autismo, trastorno bipolar, psicosis y comportamiento del niño problemático.

Regular los tiempos de utilización

Un uso adecuado según la OMS es: Los bebés de 0 a 2 años no deben tener ningún contacto con dispositivos portátiles (teléfonos celulares, tabletas, juegos electrónicos), de 3 a 5 años restringirlos a 40mn a máximo una hora por día, y de 6 a 18 años a 2 o 3 horas por día con intervalo de 30mn a 45mn mínimo. La Organización para la Seguridad del Internauta apunta que entre los 3 y los 5 años es la edad del primer contacto con la tecnología. Es más fácil ejercer una supervisión total y continua si usan nuestros dispositivos.

Para que el uso de la tablet reporte beneficios y no inconvenientes a tu hijo, recuerda:
  • Fija un tiempo diario máximo de uso de pantallas (tablet, ordenador, televisión...). A los 4-5 años no puede exceder de 30 o, como mucho, 60 minutos. Haz que el niño la utilice en la habitación donde tú estés, así puedes ver a qué juega.
  • Es preferible que primero haga todos sus deberes y que luego, como recompensa, disponga un rato de la tablet.
  • No dejes que la utilice justo antes de irse a la cama: hacerlo le pondría nervioso e interferiría en su descanso.
  • Da un buen ejemplo a tu hijo. No te pases horas ante la pantalla.
  • Utiliza un sistema de control paternal para evitar que el niño entre en webs o descargue aplicaciones inadecuadas.
  • Plantéate su uso de forma positiva: aprovecha la ayuda que te brinda en momentos de espera (en el médico...) y comparte alguno de sus juegos con tu hijo.
  • Y un último consejo: elige buenas aplicaciones educativas para niños.
10 consejos más que a continuación te expongo:
  1. Evitar la tecnología antes de irse a la cama. Desconectarla al menos 30 minutos antes de que el niño se vaya a la cama. Considera el sacar los móviles, tablets o TV fuera de su habitación.
  2. Elimina distracciones cuando están haciendo una tarea. Apaga la televisión, la música si tu hijo está haciendo algo. Lo adecuado es que tu hijo haga los deberes en la habitación o un lugar cómodo para él(ella).
  3. Trata de buscar una zona de la casa donde cuando estes no puedas estar con la tecnología. Puede ser por ejemplo la cocina o una habitación de la casa. Tratar de respetar la norma.
  4. Si tu hijo está utilizando el pc o móvil familiar, trata de instalar aplicaciones para evitar que éste se meta en webs perjudiciales.
  5. Si tu hijo tiene que terminar una tarea para empezar otra, avísale ANTES (5 a 10 mn). Puede ser adecuado colocar un reloj cerca del niño (si ha aprendido ya las horas lógicamente) para que sea consciente del tiempo.
  6. De vez en cuando puedes hacer revisiones “por sorpresa” de los contenidos que hay en los aparatos tecnológicos que utiliza tu hijo.
  7. Escribe un contrato del uso de la tecnología, estableciendo los límites y las consecuencias de sobrepasarlos.
  8. Ayuda a tu hijo con un horario a establecer el tiempo para sus actividades.
  9. Explica a tu hijo los riesgos que tiene el pasar mucho tiempo conectado a las nuevas tecnologías. Fomenta tiempo a las actividades al aire libre y la relación con otros niños.
  10. Recuerda que la tecnología no es aconsejable para niños menores de 2 años y que no debería sobrepasar diariamente las 2 horas de duración.
Conclusión 

Se insiste en que los padres deben limitar seriamente el tiempo que su hijo(s) utilizan los dispositivos electrónicos portátiles y asegurarse de que ellos dediquen el tiempo suficiente a dormir, leer e interactuar con adultos y otros niños y no hacerlo como un "chupete electrónico"No olvides que la presencia de tecnología en nuestras vidas no es mala per se. Tenga prudencia y equilibrio. Ningún aparato tecnológico debería ser usado para distraer o calmar a un niño. Aboguemos por un uso responsable de estas. 

El ser humano se caracteriza por el lenguaje y por utilizar y desarrollar la tecnología. Si “los niños son nuestro futuro, pero no hay un futuro para los niños que abusan de la tecnología”.



Fuente: Red

jueves, 22 de febrero de 2018

Mobbing: Consideraciones


H. Leymann fue el primer en aplicar el término mobbing en el contexto laboral. Habló inicialmente de bullying, para finalmente adoptar el término mobbing o acoso laboral al observar diferencias entre el acoso escolar y el laboral.
En el mobbing laboral hay un acosador o acosadores (el empleador, empleadores y/o compañeros de trabajo) cuyas figuras son claras. Sus intenciones también lo son. La víctima (el empleado) es sometido a una constante violencia psicológica por parte de los acosadores. Estos actos de violencia psicológica suelen ser continuados en el tiempo y prolongarse durante meses o incluso años. Son actos ejercidos de modo consciente, de forma repetitiva y premeditada.

El mobbing se produce cuando tiene actitudes hostiles contra un compañero con la finalidad de aislarlo. La víctima normalmente es una persona brillante y normalmente con una escala de valores firme siendo difícil que se adapte a algunas peticiones de su entorno que no encajen con su manera de trabajar o vivir la vida. El grupo lo convierte en una amenaza para su estabilidad.

“El agresor logra que la víctima no advierta lo que le hacen, hasta dejarla debilitada y con pocas posibilidades de defensa”.

"El acosador actúa por celos profesionales. La víctima se ha vuelto amenazante por su comportamiento laboral extraordinario o porque conoce irregularidades, por ello procura la destrucción psicológica del trabajador".

Un ejemplo de mobbing laboral sería obligar a un subordinado a hacer tareas que están por debajo de las competencias o responsabilidades como trabajador, con la única intención de humillarlo delante de los compañeros. Otras conductas posibles son la de tratar de generar en la víctima tanto estresa como sea posible, o la de hacer que la víctima parezca emocional o psicológicamente inestable. En muchos casos existe el deseo o la intención, por parte del acosador, de que por medio de las coacciones el subordinado se vaya de la empresa o pida un traslado.

Las víctimas de acoso tienen un menor desempeño laboral más que las personas que no lo han sufrido. Los ataques sufridos en el puesto de trabajo pueden llegar a causar  problemas psicológicos serios en la víctima o víctimas (por ejemplo, ansiedad, depresión, estrés), desmotivación laboral, perturbación del ejercicio de sus labores y, en la mayoría de los casos, un daño en la reputación de ésta. Cuanto más persiste esta situación, peor es el malestar que se genera.

Leymann usa el concepto para definir “una situación en la que una persona ejerce violencia psicológica extrema, de forma sistemática, recurrente y durante un tiempo prolongado para entorpecer las labores y destruir las redes de comunicación y reputación de alguno de sus compañeros y así obligarlo a renunciar”.

Para no confundirlo con un conflicto eventual, éste debe darse mínimo una vez a la semana y por lo menos durante seis meses, que es el criterio habitual para determinar que un problema se convierte en trastorno.

Tipos de Mobbing

El mobbing se puede clasificar de dos maneras: según la posición jerárquica o según el objetivo.

1. Acoso laboral según la posición jerárquica

Dependiendo de la posición jerárquica, el mobbing puede ser:

1.1. Mobbing horizontal: Este tipo de mobbing se caracteriza porque el acosador y la víctima se encuentran en el mismo rango jerárquico. Es decir, que suele darse entre compañeros de trabajo, y las repercusiones a nivel de psicológico para la víctima pueden ser devastadoras.

Las causas de este tipo de acoso laboral pueden ser muchas y variadas, aunque las más comunes son: para forzar a un trabajador a conformarse con determinadas normas, por enemistad, para atacar al más débil, por las diferencias con la víctima, o por falta de trabajo y el aburrimiento.

1.2 El acoso laboral vertical: recibe este nombre porque o bien el acosador se encuentra en un nivel jerárquico superior a la víctima o se encuentra en un nivel inferior a ésta. Por tanto, existen dos clases de mobbing vertical: ascendente y descendente.
  • Mobbing ascendente: Ocurre cuando un empleado de nivel jerárquico superior es atacado por uno o varios de sus subordinados.
  • Mobbing descendente o bossing: Ocurre cuando un empleado de nivel jerárquico inferior recibe acoso psicológico por parte del uno o varios empleados que ocupan posiciones superiores en la jerarquía de la empresa.
En resumen: podemos hablar de tres tipos de mobbing: ascendente, cuando es del subordinado al jefe (muy raro); horizontal, entre compañeros (más frecuente y fuerte), y descendente, del jefe al subordinado (esto es llamado bossing).

2. Acoso laboral según el objetivo

En función de los objetivos que el hostigador pretenda conseguir con el mobbing, este puede clasificarse de la siguiente manera:

2.1. Mobbing estratégico
Este es un tipo de acoso descendente o “institucional”. Se caracteriza porque el mobbing forma parte de la estrategia de la empresa, y el objetivo suele ser que el acosado rescinda su contrato de forma voluntaria. De esta manera, la empresa no tiene que pagarle la indemnización que le correspondería por despido improcedente.

2.2. Mobbing de dirección o gestión
Este tipo de mobbing es llevado a cabo por la dirección de la organización, generalmente por varios motivos: para prescindir de un trabajador poco sumiso, para llegar a situaciones de esclavismo laboral o para acabar con un trabajador que no se ajusta a las expectativas del jefe (por ejemplo, por estar demasiado capacitado o para dejarle en evidencia).

Además, este tipo de acoso laboral puede realizarse para maximizar la productividad de la empresa a través del miedo, empleando amenazas reiteradas de despido en caso de no cumplir los objetivos laborales.

2.3. Mobbing perverso
El acoso laboral perverso hace referencia a un tipo de mobbing que no tiene un objetivo laboral, sino que las causas se encuentran en la personalidad manipulativa y hostigadora del acosador. Es un tipo de mobbing muy perjudicial porque las causas que producen el acoso no pueden solucionarse implantando otras dinámicas de trabajo mientras la persona que acosa siga en la organización o no sea reeducada.

Este tipo de acosador suele llevar a cabo el mobbing frente a la víctima, sin testigos. Es muy seductor y rápidamente consigue la confianza de los demás. Es habitual que el mobbing perverso sea un mobbing horizontal o ascendente.

2.4. Mobbing disciplinario
Este tipo de mobbing se emplea para que la persona acosada entienda que debe “entrar en el molde”, porque si no lo hace será castigada. Pero con este tipo de acoso no solo se infunde miedo en las víctimas, sino que también advierte a los demás compañeros de lo que podría sucederles de actuar así, creando un clima laboral en el que nadie se atreve a llevar la contraria al superior.

También se emplea en contra de esas personas que tienen muchas bajas laborales, mujeres embarazadas, y todos aquellos que denuncian el fraude de la institución (por ejemplo, el contable que presencia sobornos por parte de la empresa).

¿Cómo puedo saber si soy víctima de mobbing laboral?

Lo principal es tomar conciencia de que lo que sucede no es normal. ¿Cómo podemos evaluar esto? Mediante el conocimiento de las conductas que pueden considerarse mobbing laboral. Las siguientes son algunos ejemplos.
  • Difundir rumores o información falsa.
  • Proponer tareas que son ambiguas, contradictorias, o que carecen de propósito.
  • Intentos de destruir o dañar a la persona, su autoestima y confianza.
  • Falsas insinuaciones, ataques a la dignidad de la persona, la integridad o la propia imagen.
  • Actos de humillación pública.
  • Constantes amenazas de despido o intimidación.
  • Reiteradas críticas o sarcasmos con comentarios negativos constantes.
  • Aislamiento sistemático de la persona
¿Qué puedo hacer?

Tras tomar conciencia de la anormalidad de estas conductas dentro de un lugar de trabajo, podemos recurrir a un psicólogo clinico o forense. Un psicólogo permitirá certificar el deterioro psicológico de la víctima al que nos hemos referido antes, causado por el mobbing laboral ejercido contra ella en su lugar de trabajo. El psicólogo clinico o forense, en función de las secuelas que se hayan producido en el acosado, puede realizar una evaluación psicológica forense, y posteriormente un informe pericial con el fin de apoyar una posible demanda o una negociación para irse de la empresa. Conviene conocer la figura del psicólogo/perito para saber que no estamos solos frente al acoso y que contamos con un “testigo” que sí va a implicarse para poder ayudarnos.

Diferencias entre acoso moral en el trabajo (Mobbing), conflicto laboral y estrés laboral.

Esta es la primera pregunta que cualquier profesional debe hacerse cuando acude a su consulta una persona que refiere estar siendo acosada en el trabajo. El saber determinar qué puede ser mobbing y qué puede no serlo tendrá una gran importancia dado que en ocasiones se presentan demandas en los juzgados que se “desarman” por la parte contraria porque contrariamente a lo que se creía, la situación que está viviendo el trabajador puede explicarse de mejor forma por otra serie de causas.

El desenlace habitual de la situación de acoso laboral suele significar la salida de la víctima de la organización de manera voluntaria o forzosa. Otras consecuencias pueden ser el traslado, o incluso el pase a situación de incapacidad permanente. En muchos casos, el mobbing persiste incluso después de la salida de la víctima de la empresa, con informes negativos o calumniosos a futuros empleadores, eliminando así la empleabilidad externa de la víctima. Se trata de una especie de "re-mobbing".

La recuperación definitiva de la víctima suele durar años y, en casos extremos, no se recupera nunca la capacidad de trabajo.

¿Crees que puedes estar sufriendo una situación relacionada con el mobbing laboral?

Se sugiere: prevenir, denunciar, recuperarse e intervención terapéutica/jurídica.




Fuentes: Red, PsicólogosForenses, PsicologíayMente 

martes, 13 de febrero de 2018

Habilidades Terapéuticas: Paciente y Psicoterapeuta


¿Qué actitud ha de tener quien realiza una psicoterapia?

Es conveniente al iniciar una psicoterapia tener en cuenta una serie de recomendaciones que pueden ayudarnos a que esta sea más eficaz, son las siguientes:
  1. La psicoterapia es un proceso, esto significa que dura un tiempo, en el cual debes procurar hacerla extensiva a todas las áreas de tu vida. NO la limites al tiempo de la consulta.
  2. Piensa que el cerebro se entrena al igual que el cuerpo y que con la práctica puedes mejorar tu estado de ánimo, tu autocontrol, tu capacidad para enfrentarse a los problemas, tu adaptación al medio social y solucionar de forma más sencilla y tranquila situaciones que ahora te puedan parecer difíciles o desagradables.
  3. Tienda a pensar de forma descriptiva y a ser posible emplea el sentido del humor todas las veces que puedas.
  4. Trabaja contigo mismo fuera de la consulta siguiendo las directrices que se marquen. Esto acelerará la mejoría.
  5. El cambio de conductas requiere un serio trabajo personal. Esfuérzate en la medida de lo posible.
  6. Colabora con el terapeuta indicándole claramente todo aquello que sientes que te beneficia y aquello que notas que no te resulta de utilidad. Pregunta todo sobre lo que tengas dudas; esto será de gran ayuda para él y para ti mismo. NO SEAS PASIVO.
  7. Cuanto más sincero seas contigo mismo y con el terapeuta más beneficios personales alcanzaras.
  8. Adopta una actitud positiva ante la terapia, piensa que siempre hay solución a los problemas (que no se vea en un primer momento no significa que no la haya) solo hay que buscarla de manera adecuada y, a veces, con la ayuda de otra persona.
  9. No pierdas la predisposición al aprendizaje y mantén siempre una actitud permanente de escucha. Es la auténtica clave para mejorar y elevar la calidad de vida.
  10. No te subestimes. Aunque estés pasando un mal momento piensa que es posible superarlo. Otras personas lo han hecho y tú también puedes hacerlo. Eres una persona valiosa que tiene capacidad para hacer lo que te propongas.
  11. Piensa que cambiar la conducta, los pensamientos y las emociones es un arte y que cada persona requiere su tiempo y sus técnicas. TEN PACIENCIA, el tener prisa no hace llegar antes, más bien entorpece.
  12. Se responsable de tu tratamiento. La psicoterapia es un proceso que requiere una frecuencia constante en los contactos con el terapeuta, romper este ritmo significa retrasar la curación. No faltes a las consultas que tengas programadas mientras dure tu terapia, pues esto puede perjudicar seriamente el desarrollo de la misma.
  13. No aceptes todo lo que se te diga como si fuera norma de fe, pero tampoco lo rechaces, adopta una aptitud de escucha activa y de reflexión profunda, sobre todo lo que se hable en las sesiones y discútelo sin agresividad. No luches ni te enfrentes con el terapeuta, él está ahí para ayudarte.
  14. Por último es muy importante encontrar el terapeuta adecuado, aquel que te de confianza (que sea un profesional con el título de especialista y colegiado) con el que te entiendas y tengas una buena relación, si no es así, no dudes en buscar el profesional más adecuado para ti y cambiarte.
La relación terapéutica es totalmente asimétrica (se centra en las necesidades del paciente), no altruista (el terapeuta cobra por su trabajo y, por tanto, el cliente no tiene por qué sentirse en deuda con él) y sujeta a una serie de reglas formales de funcionamiento (frecuencia y duración de las sesiones, lugar de las mismas, puntualidad, honorarios, duración limitada de la terapia, colaboración activa del paciente). El terapeuta ha de tener la creatividad y sensibilidad clínicas necesarias.

¿Y el psicoterapeuta?

Hay ciertas habilidades deseables en un psicólogo que favorecen el establecimiento de la alianza terapéutica.

En ser:
  • Flexible: implica la capacidad de adaptar la forma de comunicarse a las características del paciente y de la situación.
  • Experimentado: el clínico muestra experiencia clínica.
  • Honesto: el paciente percibe al clínico como una persona sincera y honrada.
  • Respetuoso: el profesional respeta los valores y la forma de expresarse y comunicarse del paciente.
  • Fiable: el clínico es percibido por el paciente como una persona digna de confianza.
  • Seguro de sí mismo: el paciente percibe al clínico como una persona segura y que sabe lo que hace.
  • Interesado: el clínico transmite interés por el paciente y por su problema.
  • Atento: el clínico muestra una actitud atenta a lo largo de la sesión, hacia las manifestaciones verbales y no verbales del paciente.
  • Amistoso: el paciente percibe al clínico como cercano.
  • Cálido: el clínico es percibido como cariñoso y afectivo.
  • Abierto: implica la capacidad de comprender otros puntos de vista.
Sugerencias….
  1. Antes de comenzar una sesión centra tu atención en la persona a la que te dispones a recibir.
  2. Sé consciente de la complejidad e individualidad de cada ser humano que trates.
  3. Antes de establecer hipótesis o iniciar cualquier tipo de intervención, escucha atentamente lo que las palabras, sentimientos o pensamientos del paciente están diciendo.
  4. En la medida de lo posible, muéstrate emocionalmente presente ante el sufrimiento de tus pacientes y siente con ellos.
  5. En la danza dinámica de un cliente en proceso de cambio, aprende a guiar y a ser guiado.
  6. Antes de hacer una pregunta, procura tener claro que la información que pretendes obtener es relevante para el tratamiento del paciente; si no es así, evita formularla.
  7. Salvo cuando sea necesario, trata de no formular preguntas que sólo requieran monosílabos puesto que con ello puedes estar fomentando en el cliente la creencia de que la responsabilidad del proceso terapéutico es fundamentalmente del terapeuta.
  8. En la terapia lo fundamental es la resolución de los problemas del paciente; por tanto, es él quien tiene que invertir más energía y esfuerzo en su proceso de cambio. Siempre que sea posible, permite que sea él quien realice la mayor parte del trabajo.
  9. Procura ser claro y conciso y no hablar más de lo necesario. Como norma, el paciente debe hablar más que el terapeuta.
  10. Respeta el ritmo del paciente y estimula sus decisiones.
  11. Ofrece confianza y estímulo a tus pacientes para ayudarles a mantener su motivación.
  12. Fomenta la fe en sus posibilidades de aliviar su malestar, mejorar su calidad de vida y avanzar en su proceso de desarrollo personal.
  13. No ofrezcas o prometas al paciente aquello que no puedas cumplir.
  14. Acepta el hecho de que tus conocimientos, en muchos casos, son limitados; concédete permiso para no saberlo todo. Pide ayuda y consejo cuando lo necesites.
  15. Cuando te pierdas en una sesión y no sepas cómo seguir, tómate un momento para centrarte nuevamente en tus objetivos.
  16. Resiste el impulso de mostrarte seductor o excesivamente amable y cortés. El objetivo de una terapia es promover cambios importantes para el cliente, no establecer una bonita relación de amistad o que te consideren encantador.
  17. Sé atento contigo mismo y paciente con tu propio proceso. Procura conocerte lo suficiente como para que tus motivos personales no influyan negativamente en el proceso de cambio de tus clientes.
  18. Aunque el cliente necesite cambiar conductas, emociones o creencias, debe seguir percibiendo el mundo a través de sus propios ojos, no a través de los de su terapeuta.
  19. Cultiva rutinas de autocuidado y protege tu vida privada.
  20. Establece un ritmo de trabajo que no afecte a tu rendimiento profesional y respeta tus límites. Cuando el cansancio, el estrés o tus problemas personales influyan en tu trabajo, pide ayuda o retírate durante un tiempo si lo necesitas.
  21. Respeta y valora el compromiso de ayuda que has adquirido al ejercer esta profesión y mantén tu confianza en la capacidad que tienen las personas para remontar sus dificultades y problemas emocionales si se les brinda el apoyo necesario.


miércoles, 7 de febrero de 2018

Educando a los Niños para Prevenir la Ansiedad

Las personas más próximas al niño tienen un papel muy importante en la prevención de los trastornos de ansiedad. Los padres y los educadores pueden reducir el impacto de las situaciones o acontecimientos vitales estresantes que viva el niño, pueden educarlo para potenciar sus recursos personales y pueden promover nuevas experiencias y fomentar hábitos de vida saludables. ¿Cómo?
Se expondrán brevemente alguna de las pautas o líneas de actuación que los cuidadores del niño deberían seguir para prevenir en la medida de lo posible que éste desarrolle un problema de ansiedad.

Disminuir el impacto de los acontecimientos estresantes…

Los niños pueden carecer de recursos para afrontar de forma adecuada situaciones o acontecimientos vitales estresantes o traumáticos. La vivencia de una separación, de la muerte de un familiar o amigo, de un desastre natural (incendio, inundación), de un robo, de un accidente, etc. pueden superar la capacidad del niño para reaccionar de forma adaptativa. En estos casos, las personas próximas al niño deberían:
  • Hablar con el niño de todo lo que le preocupa, de cómo se siente. Permitir que se desahogue y exponga todas sus preocupaciones, dudas y sentimientos. No forzar al niño a hablar de sus sentimientos, estar disponibles cuando él lo necesite.
  • Actuar como modelos de conducta y afrontamiento: los niños aprenden a actuar y a afrontar los problemas imitando y adoptando como propios los modos de actuación de personas cercanas a ellos. 
En este sentido, es importante que el niño aprenda a:
  • Demostrar los sentimientos, no ocultarlos.
  • Afrontar los problemas, no evitarlos: si el niño tiene miedo a alguna situación es importante que le anime a enfrentarse a ella. ¿Cómo?
  • Hacer de modelo para el niño: darle ejemplo afrontando la situación primero, sin forzar al niño a que lo haga: de este modo comprobará que estar cerca de ese objeto temido (perro, ascensor, etc.) o en esa situación no es peligroso ni tiene consecuencias negativas.
  • Ayudar a exponerse a la situación de forma gradual: primero acompañado, luego solo, comenzar por la situación más fácil, poco a poco aumentar la dificultad…
  • Felicitarlo por los avances.
En otros casos, acontecimientos cotidianos como el nacimiento de un hermano, la entrada al colegio, los problemas con otros compañeros, etc. pueden ser una fuente de preocupaciones para el niño. Los padres y cuidadores deberían:
  • Comprender lo importante que para el niño es esa situación. No hay que restar importancia a acontecimientos que para un adulto pueden resultar intrascendentes: una pelea con otro compañero, un cambio de profesor, la dificultad en alguna materia escolar, etc. pueden ser lo suficientemente significativas para que el niño se muestre preocupado.
  • Hablar con el niño de todo aquello que teme. ¿Qué es lo que le inquieta? ¿Qué es lo peor que puede pasar?
  • Adoptar una actitud propicia a la resolución del conflicto o problemas: ¿qué puede hacer el niño para solucionar ese problema? ¿Cómo puede hacerlo? ¿Está en su mano el solucionarlo? Es importante que los cuidadores no adopten un papel demasiado directivo: el niño debe aprender a solucionar sus propios problemas. Solucionarlos no enseña al niño a ser autónomo, sino a depender de los padres o cuidadores y recurrir a ellos cada vez que tenga un pequeño contratiempo.
  • Interesarse por la evolución del problema.
  • Animar al niño, reforzarlo por los avances.
Educarlo para potenciar sus recursos personales…

La respuesta ante una situación que genera ansiedad depende en parte de los recursos de que dispone el individuo para afrontar ese problema y de si percibe que es capaz de resolverlo. Dicho de otro modo, no basta con tener las armas para enfrentarse a un problema, hay que creer que se puede luchar contra él y superarlo. Este sentimiento de autoeficacia tiene mucho que ver con la autoestima. En la formación de la autoestima cobra especial importancia la familia y la escuela. ¿Qué se puede hacer para fomentar una buena autoestima en el niño?

Amor incondicional: la aceptación sin condiciones de los padres es, sin duda, la mejor estrategia para fomentar en el niño una buena autoestima. El niño debe estar seguro del amor de sus padres hacia él por sí mismo, no por lo que hace. Muchos trabajos han señalado que los niños que tienen una baja autoestima se sienten poco aceptados o rechazados por sus padres. Aceptar a un hijo implica, por ejemplo:
  • Demostrarle afecto, que se siente orgulloso de él, que disfruta de su compañía.
  • Demostrar que entiende lo que le preocupa, interesarse por sus problemas.
  • Aceptar sus limitaciones, no pretender que sea perfecto.
  • Demostrarle afecto incluso cuando se porta mal.
Brindarle apoyo: los padres deben demostrar a su hijo que ellos estarán allí cuando él necesite ayuda; los profesores deben expresar al niño que ellos pueden ayudarle cuando tenga dificultades en sus tareas escolares.
Ayudar al niño a encontrar aptitudes, intereses y actividades. Reforzar y potenciar sus capacidades: animar al niño a mejorar sus habilidades en las tareas que realiza de forma deficitaria y, sobre todo, potenciar aquellas que más le gustan y que mejor o más fácilmente hace.
Corregirlo cuando hace algo mal. Es importante que se critique su actuación, pero no su forma de ser. Es más adecuado decir ‘no has hecho bien la cama’ que ‘eres un gandul, torpe…’, mejor señalar ‘si hubieras estudiado más habrías aprobado este examen’ que ‘eres vago y tonto’…
Elogiarle por sus avances, por las cosas que hace bien. No exigir perfección ni rapidez. Valorar como válidos los resultados que vaya consiguiendo aunque no sean perfectos. A medida que haga las cosas le saldrán mejor y más deprisa.
No ser excesivamente sobreprotector. Se ha visto que los niños que están muy sobreprotegidos por sus padres tienen frecuentemente una baja autoestima. La sensación de podernos valer por nosotros mismos se construye día a día y depende de las actividades que realizamos y los problemas que afrontamos. Hay que dejar que el niño se enfrente por sí solo a sus problemas y que aprenda estrategias para superarlos. Los padres no estarán siempre ahí para resolver todos los problemas de su hijo.

En este sentido, es importante fomentar en el niño:

Una actitud activa dirigida a la resolución de problemas:
  • Valorar un problema como un desafío en vez de como una amenaza.
  • Creer que los problemas son resolubles.
  • Creer en la propia capacidad para resolver bien los problemas.
  • No esperar que los problemas se resuelvan por sí solos, no posponer la resolución del problema, no evitarlo.
  • Búsqueda activa de soluciones.
Está claro que no basta con animar al niño a actuar de esta forma, sino que los padres y otros cuidadores deben comportarse del mismo modo, actuar de modelos de conducta a seguir para el niño.

Fomentar su autonomía. Es importante que el niño desde pequeño adquiera responsabilidades en casa y en la escuela: ayudar en pequeñas tareas de casa (poner la mesa, fregar los platos, hacer su cama, etc.), recoger su pupitre, ayudar a mantener en orden el aula…Estas tareas serán tanto más complejas conforme aumente la edad. Sin embargo, la autonomía va más allá de que el niño sepa valerse por sí mismo en las tareas cotidianas. Los padres no deben ser directivos y sí, en cambio, promover que el niño sea capaz de tomar sus propias decisiones, aún a riesgo de equivocarse, y de tener diferentes experiencias, aún a riesgo de ser negativas. Esto implica que es mejor aconsejar que ordenar, sugerir que imponer.

No ser excesivamente exigente. Algunos padres fijan metas muy elevadas y esperan que sus hijos obtengan resultados excelentes. Otros padres no expresan de forma explícita este interés pero sí refuerzan al niño de forma diferencial en función de los resultados. Un exceso en las demandas externas que realiza la familia puede conducir a estados de elevada ansiedad en el niño. Éste puede estar preocupado por defraudar a sus padres si sus notas no son tan buenas como ellos esperan. En otros casos, son los propios niños los que se fijan metas muy elevadas. La mayoría de las veces se trata de niños y adolescentes inseguros y muy perfeccionistas, que basan su autoestima en conseguir ser el/la mejor en todo. En estos casos habría que:
  • Disminuir el nivel de exigencia de los padres. Éste debe ser realista e ir acorde con la capacidad del niño.
  • Crear una atmósfera de aceptación: el niño debe saber que sus padres no van a dejar de quererlo si lleva a casa malas notas.
  • Fomentar una vida equilibrada: el rendimiento en la escuela no lo es todo, también son importantes las diversiones.
  • Evitar hábitos perfeccionistas: estudiar hasta altas horas de la noche o repetir muchas veces un trabajo hasta que esté perfecto no es saludable. Es conveniente establecer un horario y unos objetivos de estudio realistas.
  • Programar actividades deportivas y culturales que le gusten al niño.
Fomentar hábitos saludables, promover nuevas experiencias…

Es muy aconsejable que los niños tengan experiencias muy variadas. Esto les permitirá conocer a gente diferente y hacer amigos, conocerse mejor a sí mismos y saber cuáles son sus aptitudes e intereses más destacados, encontrarse con diferentes problemas y desarrollar habilidades y estrategias para resolverlos, etc. En definitiva, fomentar nuevas experiencias en el niño puede fortalecer su autoestima y sus recursos de afrontamiento y establecer una red de relaciones sociales.

El apoyo social es, sin duda, uno de los recursos más importantes para prevenir los problemas psicológicos, entre ellos los trastornos de ansiedad. Es importante fomentar las relaciones sociales del niño: dejar que realice salidas con otros niños, excursiones, dormir en casa de amigos, fijar una hora de regreso a casa que sea prudente pero no demasiado restrictiva…Cuantas más experiencias diferentes tenga el niño más estrategias desarrollará para afrontar problemas. Cuantos más amigos tenga mejor y más apoyado se sentirá para poder superar diferentes problemas.

Uno de los miedos que tienen los padres, especialmente cuando sus hijos son adolescentes, es que los amigos que lo rodean puedan influir negativamente en él. A los padres les preocupa que el chico pueda consumir alcohol, tabaco u otras drogas, se meta en peleas, etc. Es conocida la relación que existe entre las drogas y los problemas de ansiedad. Un consumo elevado de café, tabaco, alcohol u otras drogas puede tener consecuencias negativas para la salud mental y física del chico e interferir en sus actividades escolares o laborales y en sus relaciones familiares y sociales. Es importante que los padres:
  • Estén informados sobre las drogas.
  • Hablen con el chico/a de las drogas, de sus propiedades y efectos. Es mejor no mostrarse represor, transmitirle la idea de que puede hablar con sus padres abiertamente de lo que le preocupa.
  • No actuar como un policía: los padres no están las 24h con el hijo ni pueden evitar que el chico pruebe las drogas. Deben confiar en él e insistir en el diálogo.
  • Fomentar hábitos saludables: comer de forma sana y equilibrada, realizar ejercicio físico de forma habitual. El ejercicio físico ayuda a mejorar el estado de ánimo y a relajarse. Se trata de un ‘antídoto’ natural contra el estrés.
Si bien realizar diferentes actividades para potenciar las aptitudes del niño es aconsejable y saludable, y promover diferentes experiencias permite desarrollar estrategias para afrontar problemas y construir una buena red de apoyo social, no hay que excederse ni en la cantidad de actividades a realizar ni en lo que se espera de ellas. Los niños con un exceso de actividades extraescolares muestran cansancio, estrés y se sienten presionados. Tienen la necesidad de cumplir con todo y con todos y se dan cuenta de que no pueden. Esto puede repercutir de forma negativa en su salud mental. Es recomendable:
  • No llenar la semana de actividades. Planificar un horario con el niño y destinar un tiempo suficiente a las tareas escolares, extraescolares y a su descanso. El horario debe ser realista.
  • Planificar actividades gratificantes para el niño. Por ejemplo, si al niño le cuestan las matemáticas se pueden destinar algunas horas a la semana a repasar esta materia, pero también a realizar otras actividades que al niño le resulten más agradables: fútbol, música…
  • Las actividades deben gustar al niño, no sólo a los padres. Algunos padres quieren que el niño estudie o practique una actividad que ellos no pudieron realizar en su infancia. Hay que escuchar lo que quiere el niño.
  • No hay que ser excesivamente exigentes con el niño. Hay que animarlo a que lo haga lo mejor que pueda, y reforzarlo por los pequeños avances, pero no exigir resultados.
Una última nota…

Como se ha comentado a lo largo del texto, en la educación del niño y del adolescente participan tanto los padres como los profesores y otras personas próximas al niño. Es importante que:
  • Haya comunicación entre todas las personas que se encargan de la educación del niño y se informen mutuamente de los problemas que tenga.
  • Se haga un frente común para solucionar estos problemas; esto implica que debe haber unidad de criterios y que todos deben trabajar en la misma dirección.

Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=_2xGW5TM5Rs



Fuente: Por mi colega Noemí Gullamón. Clínica de la Ansiedad. Especialistas en el tratamiento de la ansiedad. Madrid y Barcelona