miércoles, 10 de noviembre de 2021

Distimia: el Trastorno Invisible

La distimia, llamada también trastorno distímico y trastorno depresivo persistente, es un trastorno del estado de ánimo crónico con características similares pero menos severas que las del trastorno depresivo mayor. En ella, y al contrario de lo que ocurre con los pacientes depresivos, la persona afectada sigue con sus actividades cotidianas de una forma más o menos regular.

Su origen puede estar relacionado con factores orgánicos, genéticos o ambientales, es fundamental conocerlo para saber en qué punto se halla el paciente y establecer un plan de acción.

Es importante diferenciar si es de origen endógeno o exógeno. Y es que, si yo tengo una debilidad en la producción de los neurotransmisores esenciales del equilibrio emocional, la distimia será para toda la vida debido a una alteración bioquímica de nuestro cuerpo.

¿Cuáles son los síntomas principales?

Las personas que sufren distimia suelen presentar distintos signos de abatimiento. Sin embargo, en su conducta o en su actitud no tiene por qué haber nada concreto que haga sospechar que existe un trastorno psicológico, y en gran cantidad de ocasiones puede llegar a confundirse con un tipo de personalidad más pesimista. Por ello, es importante prestar atención: este ‘periodo’ de melancolía puede ser una de las señales más claras de alerta si se muestra durante un mínimo de dos años con frecuencia casi diaria. No es el único síntoma.

Lo primero que experimentan es un estado de tristeza mantenido en el tiempo durante mucho tiempo, con una bajada importante en aquellas cosas que les suelen gustar. A veces hacen hasta una autoaceptación de su propia realidad y ese sentimiento se llama desesperanza, es decir, la sensación que tiene el paciente de que nunca será capaz de ser feliz.

La rumiación, que es la repetición de una serie de pensamientos obsesivos que llevan a elementos de agotamiento y de tristeza, es otro de los elementos que se da en los pacientes distímico y que puede hacer saltar las alarmas.

Esto es un rasgo muy típico que aparece en los distímicos, que es un rasgo obsesivo con altísimos niveles de ansiedad mantenidos a lo largo del tiempo y que, al pasar un tiempo muy elevado con ansiedad constante, suele derivar a procesos depresivos. Además de estos aspectos, los afectados por este trastorno pueden llegar a sufrir tanto episodios de insomnio como de somnolencia, así como falta de apetito o ingesta desmedida de alimentos.

¿Cómo se trata la distimia? ¿Llega a superarse?

 La herramienta clave en el tratamiento de este trastorno es la psicoterapia. La elaboración plena de los conflictos subyacentes puede proporcionar mejorías duraderas. Según han revelado diferentes estudios acerca de esta materia, y la tasa de eficacia de los tratamientos psicológicos, cuyo objetivo es que la persona pueda lograr gestionar sus emociones, es alta.

Además de acudir a un especialista y contar con apoyo farmacológico cuando este lo considere, es importante la realización de actividades deportivas, la meditación, el cuidado de la alimentación y que el paciente confíe en que, con un abordaje adecuado, podrá verse libre de sus síntomas.

No hay nada que venga mejor al ser humano que el hacer, hacer y hacer. Yo siempre digo: contra la depresión, acción. Aquí también puede aplicarse.

Por último, pero no menos importante en el proceso, la importancia del acompañamiento de familiares y amigos. Comprender, apoyar empáticamente, no juzgar, no criticar, estimular a ponerse en acción y retomar el control de su vida y de sus autocuidados son buenas medidas para los pacientes.

Es una enfermedad muy desgastante y poco visible. Por ello, hay que tratar a estas personas con un cuidado íntimo. Los distímicos son una población inmensa porque determina un nivel de estado de ánimo a nivel social, y la sociedad está pasándolo muy mal en estos momentos.


ABC bienestar - Psic. Alex  

miércoles, 3 de noviembre de 2021

Cómo Salir de la Depresión

Si has implementado cambios positivos de tu estilo de vida y aún sientes que la depresión empeora, busca ayuda profesional.

Cómo salir de la depresión

Un primer paso importante para auto ayudarte en la depresión es conocer el grupo de síntomas que comprenden la depresión. Con esto no se supera la depresión, pero se empieza a darle una dimensión de qué tan seria puede ser, y por lo tanto qué tanto necesito ayuda de un profesional. Además es un comienzo en el camino de escucharte a ti mismo, que es muy importante para ayudar a salir de una depresión.

Podría decirse que la depresión está comunicándote algo que es necesario escuchar. Es una señal de que necesitas revisar y atender ciertos aspectos en tu modo de vida en general, y en específico aspectos que han venido debilitándote durante cierto tiempo.

Consejos prácticos de la vida cotidiana para superar una depresión

Un punto de partida para la autoayuda para la depresión es tomar decisiones intencionales con respecto al estilo de vida. Se identifican varios componentes del estilo de vida para reducir la depresión:

1. Pequeños pasos

La depresión puede absorber la energía y puede dificultar incluso levantarse de la cama. Hacer algo aunque sea pequeño cada día es una poderosa manera de ayudarte a salir de la depresión pues provee de sentido al momento, por pequeño que sea. Evita pensar en planes muy a futuro o decisiones muy importantes, como mudarte de casa o cambiar de trabajo. Concéntrate en tareas que confíes en que obtendrás buenos resultados y que lo dominas.

2. Mantente activo

El ejercicio te da energía y alivia las hormonas del estrés. Incluso 15 minutos de actividad pueden darte beneficios para lidiar con la depresión. Además, la evidencia nos dice que el ejercicio aeróbico (como correr, nadar, andar en bicicleta, etc.) induce mayores beneficios que el ejercicio basado en la fuerza. Únete a un grupo, intenta cosas nuevas, como un nuevo hobby, aprende algo nuevo.

3. Organiza tus encuentros

Construir y mantener relaciones con familiares y amistades es una decisión importante para disminuir la depresión. Gran parte del bienestar de una persona tiene que ver con la capacidad de organizar mejor los encuentros realizados diariamente. Es recomendable, en la medida de lo posible, acercarse a las relaciones y situaciones que nos hacen sentir bien (convenientes), y alejarse de las que nos hacen sentir mal (inconvenientes). Haz una lista de sitios, personas y actividades que te hacen sentir bien, luego haz una lista de las cosas que haces todos los días. Asegúrate de incluir lo que te hace sentir bien en tu día a día.

Algunas ideas para lograr esto:

Aumenta el contacto con tus amigos mediante mensajes, correos electrónicos, o llamada aprovecha los momentos en que te sientas un poco mejor para organizar y planear reuniones o salidas con amistades o familiares; solicita apoyo a un amigo o familiar cercano para que te ayude a cumplir con los planes durante la semana; involúcrate en tu comunidad, con voluntariado, participando en grupos o clases.

4. Consiéntete

Cuando te sientes triste, es muy difícil que logres sentirte bien contigo mismo. Intenta hacer al menos una cosa positiva para ti cada día. Esto puede ser darte un baño largo, pasa tiempo con tu mascota o lee tus libros favoritos. Haz cosas que antes te han hecho sentir bien. Sé considerado contigo, intenta darte un tiempo para ti mismo.

5. Actividades creativas

La creatividad ayuda a las personas a reducir los problemas y el estrés en la medida en que provee sentido a la vida y sensación de logro. Escribir, pintar, esbozar, construir cosas, tocar un instrumento o cantar.

6. Humor

Sonreír y reír reduce la depresión. La risa es una autoayuda que genera bienestar a nivel emocional y biológico; reír incrementa una bioquímica positiva y neurotransmisora que aumentan el buen humor y reducen los síntomas de la depresión. Si bien la depresión te quita las ganas de reírte siempre puedes buscar diariamente situaciones que te generen risa. Te sentirás un poco mejor. Lee un libro de humor, mira una película cómica, o shows de comedia, o bien busca a amigos que tengan buen humor.

7. Mantente realista

Parte de la depresión incluye una tendencia a ver lo negativo de las cosas. Evidentemente cuando se sufre de depresión no es nada sencillo modificar esta tendencia. Aceptar esto y ser realista de que, por un tiempo, será difícil ver el lado amable y positivo de las cosas te  ayudará a estar mejor contigo mismo. Pues con ello evitarás sentirte culpable de no poder  sonreír el día de hoy, o de no tener una buena cara con los demás. De manera similar con lo mencionado en el punto número uno, si te propones cosas que en este momento no puedes alcanzar, te expones al riesgo innecesario de sentirte culpable, con mayor malestar y a disminuir todavía más tu autoestima. Esto no significa que tienes que resignarte a que no eres capaz de ver lo positivo de la vida. Quiere decir principalmente que es importante que te escuches en este momento de tu vida, que no pases por alto que tienes una herida abierta, y que si bien puede sanar y cicatrizar, en estos momentos se te dificultará hacer algunas cosas, entre ellas mantenerte positivo. Mantenerte realista es una manera de cuidarte a ti mismo, incluidas las heridas que tengas actualmente.

Sin embargo, no se trata de dar rienda suelta a la tendencia de ver lo negativo. Es recomendable no perder la oportunidad de poner atención en las cosas positivas de la vida, en la medida de lo posible.

8. Reta tus emociones tristes

Escribe un diario. Esto puede ayudarte a seguir tus cambios de humor, puedes sorprenderte que tienes más momentos o días buenos de lo que pensabas. Haz una lista de tus emociones y de por qué te sientes deprimido, y piensa y anota qué puedes cambiar y cómo. Te ayuda darte cuenta qué actividades, lugares o personas te hacen sentir mejor o peor.

9. Toma la luz del sol diariamente

La luz del sol puede aumentar los niveles de serotonina y mejorar tu ánimo. En la medida de lo posible, sal durante las horas de sol y recibe luz directa por lo menos 15 minutos al día. No utilices lentes solares (pero no mires directamente al sol) y utiliza bloqueador solar si es posible.

Puedes dar una caminata en el parque o hacia el la hora de la comida, hacer ejercicio afuera, hacer deporte, abrir las cortinas o sentarte cerca de ventanas luminosas. Si vives en lugares con inviernos muy fríos, intenta utilizar terapia de luz.

10. Únete a un grupo de apoyo

Ir a un grupo de apoyo es una buena manera de compartir tips y conocer a otras personas que atraviesan las mismas dificultades. Además, es una gran oportunidad de no solo pensar y sentir que necesitas ayuda, también puedes experimentar que, a pesar de tu malestar, puedes ayudar a los demás. También puedes leer en línea, en foros o blogs sobre experiencias de otros sobre la depresión que sufren: "Escuchar o leer las experiencias de otros me hace sentir que no estoy solo en esto. De hecho me hace sentir mejor".


Compilador

lunes, 25 de octubre de 2021

Perfil Psicológico de un Acosador

¿Cuál es el perfil psicológico de una persona acosadora? ¿Cómo saber si estamos ante un acosador o acosadora?

Cuando pensamos en acosadores solemos relacionarlos con hechos como la violencia o la venganza, pero el perfil del acosador puede ser más variado de lo que pensamos. Los hombres o mujeres acosadoras/es suelen serlo debido a dos razones: los problemas de salud mental y la falta de habilidades sociales. Pero, ¿Cómo podemos identificar a un acosador?

Perfil psicológico de una persona acosadora

Existen una serie de rasgos psicológicos que suelen reconocerse en un acosador/a. Entre las más comunes, están las siguientes.

  1. Comportamientos narcisistas: Muchos acosadores tienen un sentido desmesurado de su propia importancia. Esto conlleva que un acosador/a puede aprovecharse de lo demás para llegar a sus objetivos así como mostrar una falta de empatía por las personas de su alrededor.
  2. Egoísmo: El egoísmo también es propio en el perfil de un acosador. De hecho, los acosadores suelen actuar sin retractarse de las consecuencias de sus actos.
  3. Historia de violencia domestica: En muchos casos, los acosadores suelen haber sufrido violencia doméstica. De esta forma, aprenden aquello que ven en casa y trasladan sus frustraciones a los demás.
  4. Incapacidad para afrontar el rechazo: Una persona acosadora puede reaccionar mal ante los demás debido al miedo al rechazo de las otras personas. De este modo, usa la violencia o la burla para poder encajar en los grupos.
  5. Obsesivo, controlador y compulsivo: La obsesión, el control y la impulsividad también suelen ser tres rasgos propios en el perfil de un acosador. Tanto es así, que estas personas pueden experimentar ansiedad si no consiguen tener el control de algunas de sus relaciones.
  6. Celos: Los celos suele ser una de las señales que indican inseguridad en las personas que los sufren. Un acosador/a puede experimentar celos en diferentes tipos de relaciones y actuar para interferir en esos vínculos que le crean estas inseguridades.
  7. Comportamientos manipuladores: La mayoría de acosadores suelen utilizar la manipulación para poder influir en las personas de su alrededor.
  8. Dependencia emocional: Otra de las características propias de un acosador/a es la dependencia emocional que estas personas sienten en sus relaciones. De hecho, esto es propio de individuos que sienten miedo e inseguridad en sus vínculos emocionales.
  9. Baja autoestima: Las personas que utilizan el acoso sentimental, psicológico o violento hacia los demás suelen tener una mala percepción de sí mismos/as.

Estas son algunas de las características propias que nos pueden ayudar a identificar un perfil de un acosador/a. Además, es importante tener en cuenta que los acosadores no siempre son personas que pueden padecer de un trastorno de salud mental, a pesar de que en muchas ocasiones, la probabilidad de ello es alta. Una gran parte de los hombres o mujeres acosadoras/es suelen  ser encantadores, algo que ciega a las víctimas de su verdadera intención.

Tipos de acosadores

Los estudios e investigaciones alrededor de los acosadores han determinado que existen diferentes perfiles que explican la actitud detrás del acoso. Estos se distinguen en los siguientes.

  1. Rechazado: Estos acosadores han sentido el rechazo en una relación importante y se sienten heridos por ello. Ejercen el acoso debido a que buscan una reivindicación.
  2. Resentido: Se trata de un acosador/a que se siente disgustado o enfadado hacia una persona ya que considera que lo ha ofendido o dañado con sus actos.
  3. El que busca intimidad: Existen acosadores que a través de sus malos tratos a los demás lo que están buscando es intimidad con ellos. Este tipo de acoso se debe a que estos creen que pueden ser amados por la víctima.
  4. Incompetente: Algunos acosadores actúan así debido a que no tienen suficientes habilidades sociales para construir relaciones sanas con los demás. De este modo, el acosador/a puede no entender las reglas sociales y actuar así debido a ello.
  5. Controlador: En estos casos, el acosador lo que busca  es simplemente ejercer el control hacia una persona. Tanto es así que este tipo de acosadores pueden planear sus ataques, ensayarlos y hasta tener fantasías alrededor de su cumplimiento.

¿Qué hacer ante un acosador?

Con el tiempo, las víctimas del acoso pueden llegar a verse afectadas por este tipo de actitudes. De hecho, aquellos que experimentan la violencia psicológica o/y física de un acosador pueden sufrir de ansiedad, trastornos del sueño y hasta acabar padeciendo de depresión. En algunos casos extremos, las víctimas pueden llegar a cometer actos como el suicidio debido al acoso. Por ello, ante un acosador lo más importante es denunciarlo. Acabar con este tipo de actos es importante para tu integridad mental y física.

En el caso que hayas sido víctima de un acosador/a y aun sufras las consecuencias de ello, es importante acudir a un psicólogo/a profesional. En muchas ocasiones solo a través del trabajo interior se puede acabar con los estragos psicológicos que crean este tipo de maltratos recibidos por parte de los acosadores.


MundoPsicologos


domingo, 17 de octubre de 2021

Dependencia a Benzodiacepinas: Caso Clínico

  • Objetivo. Se presenta el caso clínico de una mujer adicta a benzodiacepinas que es ingresada en una Unidad de Hospitalización de Salud Mental con diagnóstico de trastorno depresivo. 
  • Material y método. Se estudia el caso clínico de una paciente de 33 años con antecedentes de abuso de sustancias así como los factores de riesgo intercurrentes para abuso de benzodiacepinas. 
  • Resultados. Después de describir la historia psiquiátrica y toxicológica de la paciente se realiza el diagnóstico principal y el de otros trastornos comórbidos según criterios DSM-IV-TR; así también, se mencionan las posibilidades de abordaje terapéutico. 
  • Conclusiones. La prescripción de benzodiacepinas debe hacerse bajo control y siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Sanidad y Consumo para prevenir la dependencia o el consumo inadecuado de estos fármacos. Las estrategias de deshabituación exigen una detallada valoración del paciente para llegar a la recomendación más adecuada y aceptable para cada tipo de paciente.

C.J.L. es una mujer de 33 años con antecedentes personales de dependencia a múltiples sustancias. Es madre soltera de un hijo de 12 años. Diagnosticada de un trastorno depresivo en tratamiento psicofarmacológico desde hace dos años. En los últimos tres años ha vivido con su hijo en casa de sus padres. No tiene pareja estable. Trabaja como encargada de mantenimiento.

Como antecedentes familiares destaca la dependencia al alcohol del padre y la historia de maltrato en el ámbito familiar. La madre está diagnosticada de distimia.

En los antecedentes somáticos de la paciente encontramos que es positiva para el virus de la hepatitis B (VHB) y para el de la C (VHC). No hay alergias medicamentosas ni refiere intervenciones quirúrgicas. Hace dos años le prescribieron un tratamiento con citalopram (30 mg/día), diazepam (10 mg/tres veces al día) y lormetazepam (2 mg/día) que realiza desde entonces.

Acude al Servicio de Urgencias de nuestra Unidad de Hospitalización de Salud Mental (UHSM) en ambulancia acompañada de una de sus hermanas, presentando ansiedad, irritabilidad, insomnio, fotofobia, parestesias, sudoración, palpitaciones y síndrome seudogripal.

A la exploración, se encuentra consciente, desorientada espacialmente y poco colaboradora. Se objetiva palidez cutánea facial y sudoración profusa. Está eupneica y en la auscultación cardiopulmonar se aprecia taquiarritmia, sin soplos ni extratonos, buen murmullo vesicular, sin ruidos sobreañadidos. El abdomen no es doloroso, los ruidos hidroaéreos son normales, globo vesical palpable sin hepatoesplenomegalia. En miembros inferiores no hay edemas ni signos de trombosis venosa profunda y los pulsos pedios están presentes. El electrocardiograma muestra una taquicardia sinusal a 120 lpm. Neurológicamente se objetiva miosis bilateral con hiporreactividad pupilar, ptosis palpebral, escasos movimientos espontáneos en brazos y piernas, fuerza, sensibilidad y reflejos conservados, sin reflejos patológicos. Prueba de tóxicos en orina positiva para benzodiacepinas. Psicopatológicamente destacan distimias de ansiedad y tristeza, ideación autolítica poco estructurada, no hay síntomas productivos en rango psicótico. Discreto enlentecimiento psicomotriz. Insomnio de conciliación e hiporexia.

En su psicobiografía, cabe destacar una historia de agresiones físicas por parte del padre durante la infancia y adolescencia. Estudios primarios hasta los 13 años. Inició el consumo de alcohol y tabaco a los 14 años. Primer consumo de heroína y cocaína a los 16 años. Entre los 16 y los 20 años refiere haber consumido cantidades diarias de 1,5 paquetes de tabaco, 24 g de alcohol, 1-2 g de heroína por vía parenteral, y 1,5 de cocaína esnifada. No precisa la cantidad diaria de cannabis consumida. En este periodo de su vida no tenía trabajo ni pareja estable. A los 21 años queda embarazada. A los 23 años ingresó en programa educativo-terapéutico para abordar su problema de dependencia. A los 26 años recibió el alta y se incorporó a la vida laboral en la hostelería y servicio doméstico e inició la convivencia con una pareja durante 4 años hasta que éste tuvo una recaída en la drogadicción. A los 31 años, su médico de familia le diagnosticó un trastorno depresivo moderado y fibromialgia, por lo que se le precribió tratamiento con antidepresivos y benzodiacepinas. Mejoró ligeramente de su sintomatología, si bien en los meses siguientes comenzó a hacer un abuso grave y progresivo de medicación analgésica, ansiolítica e hipnótica. Ha mantenido la abstinencia en cuanto a otras sustancias tóxicas.

La paciente refiere que, en algunas ocasiones, ha sufrido episodios caracterizados por somnolencia, intensa fatiga, mareos, dificultad para deambular y disartria que le impedían avisar a sus familiares, quedando dormida hasta la mañana siguiente, y cuando despierta lo hace con la sensación de estar muy sedada. Refiere que estos cuadros se relacionaban con consumos de un número importante de pastillas de tranquilizantes.

Según nos cuenta la familia, en las últimas 3 semanas ha empeorado su estado de ánimo, ha abandonado sus actividades cotidianas, negándose a cualquier relación interpersonal y permaneciendo aislada en su habitación. Ha disminuido de manera importante la ingesta de alimentos. Paralelamente, demanda a la familia grandes cantidades de ansiolíticos, hipnóticos y antiinflamatorios.

El día previo al ingreso la familia retira la medicación de su alcance, lo que parece relacionarse con el cuadro que obligó a acudir a Urgencias tras lo que la paciente queda ingresada en la Unidad de Hospitalización de Psiquiatría.

El facultativo especialista de área responsable (M) comenta el caso con un residente de primer año (R1), antes de ver a la enferma por segunda vez.

R1: ¿Cuál es el diagnóstico principal de la paciente?

M: Actualmente, la paciente presenta criterios DSM IV-TR para dependencia de benzodiacepinas (F13.2). Como habrás observado, ha ido incrementando su consumo en los últimos 12 meses, sin que ningún médico le haya prescrito cambios en su medicación. Podemos suponer que lo ha hecho porque cada vez ha necesitado más cantidad de sustancia para conseguir los mismos efectos, es decir, por el fenómeno de tolerancia. Además, al llegar a Urgencias presentó un síndrome de abstinencia. Ha reducido de manera significativa sus actividades sociales, laborales y recreativas, abandonado su puesto de trabajo, dejado de frecuentar a sus amistades y pasa la mayor parte del tiempo en su habitación sin realizar actividad alguna. Continúa consumiendo a pesar de los efectos nocivos claros sobre su estado, utilizando mucho tiempo en la provisión de la sustancia...

R1: ¿Qué otros diagnósticos psiquiátricos presenta?

M: Según criterios de la DSM IV-TR, presentaría además criterios de abstinencia a sedantes (F13.3) a su llegada al hospital y un trastorno depresivo, en este caso, no especificado (F32.9), pues es la entidad de esta clasificación donde se contemplan los trastornos con síntomas depresivos que no cumplen criterios de trastorno depresivo mayor ni de distimia y donde el clínico no puede determinar si el estado de ánimo presente es primario o inducido por una sustancia.

R1: Se habla mucho del riesgo de dependencia a benzodiacepinas; sin embargo, son la familia psicofarmacológica más prescrita. ¿Cuál es el riesgo real de crear dependencia?

M: La dependencia a benzodiacepinas 1 es un concepto basado en los cambios adaptativos que se producen tras su administración crónica y se manifiesta por la aparición de tolerancia a los efectos conductuales de las benzodiacepinas y la aparición de síntomas físicos o cambios del comportamiento tras la supresión del fármaco. Realmente, la dependencia a benzodiacepinas sólo aparece en el 15 % de los pacientes sometidos a tratamientos prolongados.

R1: ¿Hay otros fármacos ansiolíticos que no sean benzodiacepinas?

M: En el grupo de ansiolíticos se incluyen un variado grupo de sustancias 2 como las benzodiacepinas, barbitúricos, buspirona, clometiazol, doxilamina, difenhidramina, meprobamato, zolpidem, zoplicona, zaleplon y melatonina. Sin embargo, los ansiolíticos más usados son las benzodiacepinas. Este hecho no es casual sino que se debe a que, en comparación con otros como los barbitúricos, son bastante más seguros tanto en lo relativo a su toxicidad como a su capacidad para inducir dependencia. Por ello los ansiolíticos no benzodiazepínicos tienen uso restringido o son de segunda elección para la mayoría de las indicaciones para las que están aprobados.

R1: ¿Qué efectos tienen las benzodiacepinas y cuál es su mecanismo de acción en el sistema nervioso central (SNC)?

M: Son psicofármacos con efecto ansiolítico, sedante, anticonvulsivante, relajante muscular y anestésico 2. Actúan a nivel del sistema límbico, incrementan la función de GABA (principal neurotransmisor inhibidor del SNC). Indirectamente inhiben la actividad 5-HT de los núcleos del rafe que se proyectan al hipocampo y amígdala, y afectan a otros sistemas de neurotransmisión como la noradrenalina, dopamina, etc. En el SNC existen unos receptores para el GABA que son de dos tipos, A y B. El receptor A forma un complejo macromolecular acoplado a un canal iónico con varios sitios de unión entre los que se encuentra el de las benzodiacepinas. Cuando el GABA llega a su receptor, se abre el canal iónico, y penetra el cloro que repolariza la neurona, inhibiéndola. Otros ligandos de este receptor como los barbitúricos, pueden abrir directamente el canal con incremento del efecto máximo a GABA con lo que aumenta la letalidad 3.

Además, las benzodiacepinas modulan, a través del factor de liberación de corticotropinas (CRF) la actividad del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal e intervienen en la respuesta emocional al estrés.

R1: Has comentado, que a su llegada a Urgencias, la paciente presentaba un síndrome de abstinencia, ¿en qué consiste dicho síndrome?

M: La paciente presentaba ansiedad, irritabilidad, insomnio, fotofobia, parestesias, sudoración, palpitaciones y síndrome seudogripal. Además, se pueden asociar otros síntomas somáticos como náuseas, vómitos, anorexia, cefaleas, contracturas musculares, temblores, sudores; síntomas psíquicos como ansiedad, inquietud, anergia, irritabilidad, menor rendimiento cognitivo, despersonalización y trastornos sensoperceptivos como disestesias, cenestopatías, hiperestesias a la luz y el sonido o visión borrosa. En casos graves pueden aparecer convulsiones, fiebre o delirium con obnubilación de la conciencia y alucinaciones visuales y auditivas, síndromes depresivos o reacciones paranoides 1.

R1: Algunos de estos síntomas podrían confundirse con la sintomatología que motivó la prescripción de benzodiacepinas en su caso, ¿cómo diferenciamos entre abstinencia y descompensación psicopatológica?

M: Es un problema complejo porque aparecen síntomas que obedecen a distintos factores cuyas posibles causas hay que diferenciar 4-6. La clínica de un paciente que ha suprimido bruscamente las benzodiacepinas a las que es dependiente tiene tres estirpes sintomatológicas: puede tratarse de fenómenos de rebote, de la reaparición del trastorno de base que motivó la prescripción de benzodiacepinas, o de la aparición de un genuino síndrome de abstinencia.

R1: ¿Podrías explicarme algo más sobre cómo diferenciarlos?

M: El fenómeno de rebote consiste en la aparición de trastornos del sueño o ansiedad de mayor gravedad que los que indicaron el tratamiento. Son fenómenos transitorios y no aparecen en todos los pacientes.

La reaparición de los síntomas del trastorno mental subyacente se debe al frecuente carácter crónico de éstos aunque no los observáramos debido a que estaban enmascarados por la medicación, ahora suprimida.

Puede resultar difícil diferenciar estos síntomas de los derivados de la retirada o síndrome de abstinencia. Sin embargo, existen dos formas de hacerlo. La primera de ellas es observando el patrón temporal: los síntomas de retirada aparecen en los primeros días, variando la cronología de la clínica en función de la vida media de la benzodiacepina que se estuviese administrando y disminuyen lentamente en el tiempo. En cambio, las manifestaciones del trastorno mental de base que motivó la prescripción surgen después de más de una semana tras la supresión de la medicación. El otro aspecto diferenciador es la cualidad de los síntomas: en los síntomas de discontinuación aparecen otros nuevos que no se evidenciaban antes del inicio del tratamiento y síntomas específicos, principalmente somáticos y sensoperceptivos, como pérdida de apetito, cefaleas, calambres, pesadillas, contracturas y calambres musculares.

R1: ¿Cómo inició esta paciente el consumo de benzodiacepinas?

M: Se las prescribió su médico de Atención Primaria asociadas a antidepresivos como tratamiento de un episodio depresivo moderado.

R1: ¿De qué otras formas se inician los pacientes en el consumo de benzodiacepinas o qué otros usos terapéuticos tienen?

M: Están aprobadas como tratamiento para la ansiedad, el insomnio, asociados a antipsicóticos o antidepresivos en enfermedades psiquiátricas, como tratamiento de los efectos indeseables de los neurolépticos o en otras áreas de la medicina como anestesia, neurología... Sin embargo, la prescripción médica no es siempre el principio del consumo. Se sabe que hay conductas de autoadministración y de búsqueda en sujetos con problemas relacionados con otras drogas. Estas conductas de automedicación podrían relacionarse con la búsqueda de los efectos directos de las benzodiacepinas y de su capacidad para potenciar efectos de otras drogas. En el caso de esta paciente, como en otros muchos, el inicio del consumo es por prescripción médica; sin embargo, observamos que sus circunstancias de consumo son de administración no supervisada médicamente; asociándose este hecho, frecuentemente, con el abuso de benzodiacepinas.

R1: ¿Cuál es la población de riesgo de dependencia a benzodiacepinas?

M: Hay cuatro patrones principales de abuso de benzodiacepinas 1,4: pacientes a los que se prescribió tratamiento con benzodiacepinas por ansiedad o insomnio y que, tras un tiempo, se muestran incapaces de suspenderlo; pacientes que iniciaron tratamiento por razones médicas pero toman más cantidad de la prescrita; individuos que tienen problemas de alcohol u otras drogas y que emplean las benzodiacepinas para paliar algún efecto desagradable de éstos o de los síntomas de abstinencia; o bien, sujetos que toman benzodiacepinas buscando sus efectos directos, es decir, la intoxicación y las vivencias asociadas a ellas. En esta paciente podríamos afirmar que el mecanismo de abuso es una mezcla de los cuatro.

R1: He observado que es frecuente la comorbilidad entre abuso de benzodiacepinas y otras drogas, ¿a qué se debe esta asociación?

M: Esta asociación es muy frecuente 1, sobre todo, en pacientes con dependencia a alcohol y opiáceos; aunque, también la observamos en otras drogas como la cocaína. Los heroinómanos consumen benzodiacepinas para paliar síntomas de abstinencia o buscando los efectos psicoactivos directos. Los alcohólicos son especialmente susceptibles a desarrollar dependencia a sedantes; un tercio de ellos consume benzodiacepinas con o sin prescripción médica inicial. Los cocainómanos consumen benzodiacepinas para paliar el crash, buscando sedación e inducción al sueño.

R1: ¿Cómo podríamos evitar que un paciente nuestro desarrollase dependencia a benzodiacepinas?

M: Existen unas recomendaciones de uso de benzodiacepinas para evitar la dependencia como pueden ser la indicación correcta del fármaco y en el paciente adecuado. Por ejemplo, ante un paciente que consulta por ansiedad, debemos explorar otra sintomatología acompañante para precisar el diagnóstico (por ejemplo, depresión) y tratarlo con medicación que actúe sobre la base neurobiológica de la enfermedad (por ejemplo, antidepresivos). Siempre debemos considerar los ansiolíticos dentro de una estrategia completa que incluya el abordaje farmacológico y medidas psicoterapéuticas del paciente. Otras medidas preventivas serían el control del tiempo, el uso de dosis mínima eficaz y la vigilancia de síntomas y signos precoces de dependencia.

R1: ¿Cuáles son los factores de riesgo para el abuso de benzodiacepinas?

M: Por un lado destacaríamos los factores relacionados con el tipo de benzodiacepina. Parece que las benzodiacepinas de alta potencia generan más síntomas de retirada.

No se ha podido demostrar que la vida media de la benzodiacepina tenga relación con su capacidad de generar dependencia, aunque parece que la vida media corta favorece el desarrollo de dependencia psicológica. Lo que sí parece establecido 1 es que la vida media más corta se asocia a síntomas más precoces e intensos de abstinencia y con el abandono de los programas de discontinuación. Mayores dosis se asocian con abstinencia más grave. La duración prolongada del tratamiento también se relaciona con mayor probabilidad de aparición de síntomas de abstinencia.

Otros factores de riesgo se relacionan con las características del trastorno mental de base o con características específicas de personalidad tipo límite, dependiente, disocial...

R1: En la historia de la paciente parece identificarse unos cuadros recortados que pudieran reflejar episodios de sobredosis. ¿Es así?

M: Efectivamente, la paciente refiere que en ocasiones presentó episodios recortados de inestabilidad de la marcha, disartria, somnolencia y disminución del tono muscular. Todo esto es compatible con sobredosis por benzodiacepinas 4.

R1: ¿Qué otros síntomas podría presentar?

M: Si la ingesta hubiese sido mayor, o se hubiese acompañado de otros tóxicos, como por ejemplo alcohol, podría haber aparecido depresión cardiorrespiratoria, convulsiones e incluso coma y muerte.

R1: Sin embargo, tengo entendido que el margen terapéutico de las benzodiacepinas es muy amplio. ¿Es muy frecuente que haya una sobredosis?

M: Tienes razón, las benzodiacepinas son fármacos muy seguros. Normalmente, las sobredosis aparecen como ingestas voluntarias buscando los efectos intoxicantes o en el contexto de un ingesta con fines autolíticos. Este es un hecho que hay que considerar en nuestra paciente, ya que presenta un cuadro depresivo. Tenemos que ampliar la información acerca de una posible ingesta con fines autolíticos y valorar el riesgo de suicidio.

R1: En caso de que la paciente presentase una sobredosis a su llegada a Urgencias: ¿cómo la trataríamos?

M: Tras una valoración inicial del nivel de conciencia (escala de Glasgow), así como hemodinámica y respiratoria (frecuencia cardiaca, presión arterial y saturación de oxígeno), se debe monitorizar al paciente y realizar vigilancia neurológica, así como asegurar una correcta oxigenación con mascarilla Venturi y, si el nivel de conciencia es bajo y/o existe depresión respiratoria grave, se llevará a cabo intubación orotraqueal. También es necesario obtener una vía periférica para infundir cristaloides si su situación hemodinámica lo precisa. La descontaminación digestiva para disminuir la absorción del fármaco tiene un intervalo máximo 1-2 horas y debe realizarse con carbón activado en dosis de 1 g/kg. Con esta técnica existe riesgo de broncoaspiración, que puede ser más grave que la propia intoxicación. Sólo puede utilizarse en caso de intoxicaciones graves, mixtas y con intervalos asistenciales breves. No es útil la diuresis forzada ni las técnicas de depuración extrarrenal para aumentar la eliminación del tóxico 1.

R1: ¿Existe algún antídoto?

M: El antídoto específico es flumazenilo, un antagonista competitivo del receptor GABAérgico de las benzodiacepinas. El objetivo del tratamiento es conseguir mejorar el nivel de conciencia si existe caída de lengua, riesgo de broncoaspiración o depresión respiratoria. Está indicado en caso de coma profundo y/o hipoventilación, si es necesario hacer un diagnóstico diferencial en intoxicaciones mixtas y en situaciones de coma no filiado 1,3.

R1: ¿Alguna precaución que tengamos que tener en cuenta para su uso?

M: Las convulsiones son la única contraindicación absoluta, y se debe utilizar, si es necesario, con precaución en caso de antecedentes de epilepsia o ingesta conjunta con fármacos proconvulsivantes. Si por cualquier razón se determinase el nivel de benzodiacepinas en sangre con las técnicas habituales en clínica, éste estará falsamente aumentado tras la administración de flumazenilo, por su similitud estructural química. Se ha demostrado que el uso de flumazenilo puede dar lugar a síndrome de abstinencia en pacientes con administración crónica de benzodiacepinas.

R1: Para valorar la evolución de los pacientes con intoxicación por benzodiacepinas es fundamental respetar un periodo de observación, ¿cuánto tiempo es necesario mantener dicha observación?

M: El paciente ha de estar bajo observación siempre que se encuentre sintomático (escala de coma de Glasgow < 15). En caso de que esté asintomático dependerá del pico plasmático del fármaco (velocidad de absorción) y de la facilidad para penetrar el SNC (liposolubilidad): 3 horas tras diazepam y 9 horas tras temazepam. Si se hubiese administrado flumazenilo en bolus este periodo será de 3 horas como mínimo y de 6 horas en caso de tratamiento en perfusión continua.

R1: ¿Cómo podríamos evaluar el grado de dependencia a benzodiacepinas en nuestra paciente?

M: La evaluación de la dependencia es eminentemente clínica, pero podemos emplear algunos instrumentos, como escalas, que nos ayudarán a detectar o cuantificar la gravedad. Así, Tyrer tiene una pequeña escala que permite cuantificar la gravedad de la dependencia o podemos valorar la presencia de los síntomas de abstinencia con el BWSQ (benzodiazepine withdrawal symptom questionnaire). La evaluación del grado de dependencia nos ayudará a desarrollar un abordaje terapéutico más correcto.

R1: Esta paciente ya realizó programas de deshabituación a otras drogas. ¿Sería candidata a un plan de retirada?

M: Hay que realizar una evaluación cuidadosa de la paciente. Ten en cuenta que muchos de los síntomas ansiosos son crónicos y habría que valorar los riesgos que supondría la retirada de benzodiacepinas. Es necesario informar a la paciente de los síntomas que podrían aparecer e intentar hacerla partícipe de la decisión. En muchos casos, nos tendríamos que plantear el objetivo de alcanzar un consumo en dosis lo más bajas posibles y realizado de manera regular 7.

R1: En el caso de plantear una supresión total del consumo de benzodiacepinas ¿cómo se realizaría?

M: La estrategia más común es la retirada gradual. La retirada brusca de la medicación se asocia a una abstinencia más intensa y con fracaso en la discontinuación. La retirada gradual consiste en reducir paulatinamente la dosis inicial en un cuarto al inicio de cada semana. Si aparece sintomatología derivada de la reducción de dosis, puede retomarse la dosis anterior e reintentar disminuir la dosis la semana siguiente. Así, la duración como mínimo del proceso de retirada es de 4 semanas, recomendándose hasta 16 aunque puede prolongarse el programa de retirada en el tiempo, dependiendo de las características del paciente 1,7.

R1: ¿Debemos tomar alguna precaución antes de iniciar la retirada progresiva?

M: Los programas de retirada de benzodiacepinas de vida media corta en general son dificultosos, porque aparecen, con mucha frecuencia y a pesar de ser muy cuidadosos, síntomas de abstinencia. Por eso, frecuentemente lo que hacemos previamente al inicio del programa es sustituir la dosis de benzodiacepinas de vida media corta que el paciente venía tomando por una dosis equipotente de benzodiacepina de vida media prolongada. Esperamos unos días para que el paciente se estabilice y luego iniciamos el programa de retirada. Para esta opción es particularmente efectivo el uso de clonazepam.

R1: Si decidiéramos sustituir una benzodiacepina por otra de vida media más larga, ¿cómo calculamos la dosis con la que iniciar la reducción?

M: Esta pregunta se resuelve con el concepto de dosis equivalente, que sería la cantidad de sustancia equivalente a 5 mg de diazepam para prevenir signos y síntomas graves de la abstinencia a dosis elevadas. Se sustituyen las benzodiacepinas de acción corta o intermedia o una de acción media larga en dosis equivalentes y luego se van haciendo reducciones paulatinas. Para facilitar el planteamiento de la sustitución existen tablas de equivalencia de dosis que podemos consultar, que suelen traer como patrón la dosis de 5 mg de diazepam. Se recomienda el empleo de benzodiacepinas de vida media larga como clonazepam.

R1: ¿Existe la posibilidad de usar fármacos que nos ayuden en el proceso de retirada, en la desintoxicación y deshabituación de la dependencia a las benzodiacepinas?

M: Hay dos objetivos en el empleo de fármacos 1,7,8.

Podemos emplearlos, durante la retirada de las benzodiacepinas, para controlar la clínica de abstinencia o para el tratamiento del trastorno mental de base. Fenobarbital se ha empleado como sustituido de benzodiacepinas de vida media corta, resultando menos efectivo en cuanto al éxito de la retirada que clonazepam, aunque igualmente efectivo en cuanto a los efectos de rebote o recurrencia de la sintomatología ansiosa. Su uso debe hacerse bajo estrictas medidas de control. Más frecuente es el empleo de propanolol, útil para tratar el temblor y síntomas cardiovasculares o de trazodona para controlar el insomnio. El empleo de buspirona o de clonidina ha mostrado peores resultados. Asimismo, se han utilizado fármacos antidepresivos como los inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS), mirtazapina o imipramina para tratamiento del trastorno mental de base.

Otra cuestión es el empleo de fármacos que faciliten que el paciente permanezca en el programa de retirada o que se mantenga abstinente a las benzodiacepinas a lo largo del tiempo. Aquí los fármacos que mejor han demostrado su valía en la dependencia a benzodiacepinas son los anticonvulsivantes. Entre ellos destacan carbamazepina y gabapentina, aunque también se emplean lamotrigina o valproato. Actualmente se está investigando el uso de pregabalina, capaz de mitigar la abstinencia y de facilitar la adherencia al programa. Se trata de un fármaco anticonvulsivante usado sobre todo en el tratamiento de dolor neuropático y de la fibromialgia 9.

R1: ¿Qué más podríamos hacer?

M: En los programas de discontinuación se pueden y deben asociar intervenciones psicosociales como intervenciones de asesoramiento, terapias cognitivo-conductuales, psicoterapia de apoyo, etc. que doten al paciente de recursos para poder afrontar su ansiedad y sus dificultades de la vida cotidiana.

Los autores declaran que no existe conflicto de interés.

*Este artículo se ha realizado en el contexto de la Red de Trastornos Adictivos, Red RTA, RD06/0001, Redes Temáticas de Investigación Cooperativa en Salud, Ministerio de Sanidad y Consumo, Instituto de Salud Carlos III.

ELSEVIER Trastorno Adictivos  

martes, 12 de octubre de 2021

30 Señales para Detectar cuándo Terminar una Relación.

¿Cómo saber cuándo se acaba el amor? Cuando ya no hay amor, se sabe. Sin embargo, a veces se confunde el amor con dependencia, con costumbre o miedo a la soledad. Es muy importante saber ver la diferencia entre una relación sana y una que no lo es. En ocasiones, situaciones que no deberían parecernos normales son normalizadas y nos cuesta identificar los motivos para terminar una relación.

¿Cómo saber si se acabó el amor? ¿Cómo saber cuándo dejar a tu pareja? ¿Cómo saber si dejar a tu pareja es lo correcto? Terminar una relación no es correcto ni incorrecto, simplemente, es necesario cuando no es una relación sana. Con estas señales podrás identificar que una relación no funciona y diferenciar el amor de la costumbre y la dependencia:

  1. Hay maltrato. Se considera que hay maltrato en la pareja cuando existen actos violentos. La violencia no es solamente física, también puede ser psicológica, emocional, sexual, económica, patrimonial, simbólica o social. Si las acciones de tu pareja te hacen daño, la relación está rota. Estas claves te ayudarán a detectar el maltrato psicológico en la pareja.
  2. No te sientes querido o querida. Sin amor no puede haber una relación de pareja. El amor debe ser bidireccional pues el amor, si no es correspondido, es obsesión. Además, el amor debe ser demostrado y sentido. ¿No sientes que tu pareja te quiera? Replantéate la relación.
  3. No te sientes respetado/a. Sin respeto no puede haber una relación sana. El respeto es un pilar básico de cualquier relación. Para que una relación sea sana, ambos miembros deben aceptar a la otra persona tal como es y respetar sus ideas y sus decisiones.
  4. No te sientes libre. Una relación sana requiere que haya libertad. Tener pareja no es obligatorio ni necesario. Tener una relación de pareja es una elección que debe hacerse desde la madurez, libertad e independencia emocional. Debes elegir libremente compartir tu tiempo con esa persona porque aporta valor a tu vida. Si sientes algún tipo de coacción, no es amor.
  5. No te sientes valorado e importante para tu pareja. El amor debe ser recíproco y debe ser demostrado con actos. Si tu pareja no dedica tiempo a la relación, no valora tu compañía o no te aprecia como persona, es que no te ama. Sentir que no te valora es otra de las señales de que la relación no funciona.
  6. Hay infidelidad. Cabe puntualizar que no siempre la relación está rota después de una infidelidad, existen casos en los que el perdón y el cambio posibilitan continuar con una relación sana. Sin embargo, en la mayoría de ocasiones la infidelidad es un síntoma de que la relación no va bien. Además, en caso de no ser una práctica previamente acordada, la infidelidad supone una traición y una falta de respeto hacia la persona engañada, que puede producir mucho dolor.
  7. Hay muchas cosas de tu pareja que te molestan mucho. Al inicio de una relación, el cóctel hormonal del enamoramiento nos impide ver de forma objetiva a la otra persona. Sin embargo, conforme va pasando el tiempo, el enamoramiento inicial va disminuyendo, permitiéndonos ver a nuestra pareja de forma más realista. En ese punto, es habitual detectar cosas que no nos gustan y, ante eso, es importante ver si podemos aceptarlo o no. Si aquello que no te gusta de él o ella es inaceptable para ti, la relación está rota.
  8. Necesitas que tu pareja cambie. Las personas no cambian porque otra quiera. La personalidad, es decir, la forma de sentir, de pensar y de comportarse de una persona, no cambia. El carácter puede moldearse, una persona puede cambiar algún rasgo de su personalidad porque por voluntad propia decida cambiarlo o porque tras alguna experiencia realice un aprendizaje. Sin embargo, no cambiará porque tú le insistas. Así que, si puedes aceptar a tu pareja tal como es ahora mismo, bien. Si no le puedes aceptar y necesitas que cambie para sentirte bien y a gusto con la relación, es que está rota.
  9. No sientes paz. Cuando una relación es sana y beneficiosa, lo que debes sentir es bienestar y tranquilidad. Una relación sana aporta calma y te hace sentir bien. Si no sientes paz, la relación no va bien.
  10. Sientes que no te hace bien. Relacionado con el anterior, si sientes que esta persona no te conviene, que no te aporta, que no mejora tu vida, sino todo lo contrario, seguramente, no es una relación sana. Si piensas que la relación no te hace bien o si muchas personas de tu entorno te lo dicen, tenéis razón. Si sientes que no te hace bien pero que le "necesitas", eso no es amor, es dependencia emocional.
  11. Sus expectativas son diferentes. Si esperas cosas diferentes de la relación, será difícil cumplir los objetivos de ambos. En una relación sana no debes dejar tus metas, tus objetivos ni tus planes por la otra persona.
  12. Tener valores muy diferentes. Para que una relación sea sana y beneficiosa para ambas personas es necesario tener una visión de la vida parecida o compatible. Si, por ejemplo, para ti es muy importante la familia y para la otra persona lo más importante es el trabajo, la vida en común será complicada.
  13. Estilos de vida muy diferentes. Suele ser incompatible mantener una relación con una persona con la que no compartes el estilo de vida. Eso no significa que tendrás que compartir opinión ni coincidir en todo, pero sí es importante que haya más puntos en común que diferencias.
  14. No tener confianza. La confianza es otro de los pilares de una relación de pareja. Para que una relación sea sana, debes sentir tranquilidad. Si sientes que te miente, si te sientes engañado/a o no puedes confiar en tu pareja, la relación está rota.
  15. No mejora tu vida. Una relación tiene sentido cuando tu vida es mejor con esa persona. Si no es así, la relación no está aportándote nada significativo. Si además complica tu vida y sigues con esa persona, es probable que la causa sea la dependencia emocional.
  16. No te apoya. Tu pareja debe ser un compañero o compañera que te anime y te apoye en tu desarrollo y evolución personal. Cuando una persona siente un amor sincero por otra, quiere ver a esta crecer y conseguir sus metas. Si tu pareja menosprecia tus objetivos y no quiere verte evolucionar, siente envidia o celos entorpece una relación de pareja sana.
  17. La comunicación no es adecuada. La comunicación es un pilar básico de cualquier relación. No podemos leer la mente de la otra persona, por lo que es esencial aprender a expresar lo que pensamos y sentimos, así como aprender a escuchar y entender lo que piensa y siente la otra persona. Cuando la comunicación no es asertiva, agrava los conflictos, deteriora la relación y produce dolor.
  18. La comunicación es ausente. Cuando la comunicación es inexistente denota desinterés en saber del otro. Le demostramos a nuestra pareja que no nos importa. Sin comunicación el vínculo se deteriora.
  19. No hacer actividades juntos. No compartir aficiones ni ocio o no pasar tiempo de calidad juntos es una señal de que la relación no funciona. Si no tienes ganas de compartir tu tiempo libre con él o ella o, por el contrario, sientes que esa persona no está interesada en compartir tiempo contigo, es necesario replantear la relación.
  20. Hay dudas. Cuando la relación va bien, las dudas no tienen lugar. Tanto si tu pareja expresa que tiene dudas, como si eres tú el que duda de la relación, significa que alguno de los dos se plantea que su vida sería mejor sin el otro. Cuando hay dudas es porque la relación no va bien.
  21. No admiras a tu pareja. Con tu pareja pasas mucho tiempo y acaba influyendo en tu forma de ser, pensar y comportarte. Por ello es esencial elegir una persona que te inspire y que te motive. Alguien que te parezca una gran persona. En el amor debe haber admiración.
  22. No te permite crecer. Una relación sana y funcional debe ayudarte a crecer y desarrollarte como persona. Las personas evolucionamos y cambiamos, si la relación no te permite hacer esta transformación personal, no es una relación sana. Si sientes que no puedes desarrollarte profesionalmente o que no puedes realizar actividades beneficiosas para ti porque la relación te lo impide, la relación te está limitando.
  23. Sientes que debes hacer un gran esfuerzo. Para que una relación de cualquier tipo funcione es necesario realizar un esfuerzo para comprender y convivir con las diferencias. Sin embargo, debe ser un esfuerzo que aceptamos de buen grado. Si sientes que el esfuerzo es muy grande y que te cuesta mucho mantener la relación, plantéate si vale la pena. Seguramente no.
  24. No son compatibles sexualmente. La sexualidad es una parte importante en una relación de pareja. La compatibilidad sexual se refiere a que tengáis ideas parecidas en cuanto al estilo de prácticas sexuales y de la frecuencia de las mismas. Para que la sexualidad sea sana debe ser siempre consensuada y disfrutada por las personas que participan en las prácticas sexuales. Según un estudio de la Society for Personality and Social Psychology, la variable que repercute en la unión y la felicidad de la pareja es la calidad de los encuentros sexuales y no la cantidad.
  25. La relación te hace sufrir. Si sientes que por algún otro motivo la relación te hace sufrir, no es una relación sana para ti. El amor no duele, lo que duele es el desamor, la dependencia emocional y las relaciones no sanas.
  26. No compartes las responsabilidades. En una relación sana, el respeto es esencial. También forma parte del respeto y el cuidado del otro repartir equitativamente las tareas y responsabilidades. Si sientes que las responsabilidades no son compartidas, que cargas con más tareas de las que te tocaría y que a tu pareja no le importa, replantéate si hay respeto y amor verdadero en la relación.
  27. No compartir momentos divertidos. Pasarlo bien y disfrutar juntos o juntas es fundamental. La risa y el humor son síntoma de complicidad y diversión. Si brillan por su ausencia, replantéate si de verdad disfrutas de la compañía de tu pareja o sigues en la relación por costumbre o dependencia.
  28. Sientes que no puedes ser tu mismo/a. En una relación sana no debes cambiar para agradar a la otra persona, sino que debe aceptarte tal como eres. Eso no significa que le guste absolutamente todo de ti, significa que le gustas como persona en global y que aunque haya cosas que no le gusten o no comparta, puede tolerarlas.
  29. Te cuesta mucho ser fiel. Si no ha habido infidelidad pero te sientes atraído o atraída por otras personas y te resulta muy difícil ser fiel puede que no quieras tanto a tu pareja. Es normal sentirse atraído puntualmente por otras personas, pero cuando hay amor y la fidelidad es elegida no debe costar un gran esfuerzo.
  30. Haces cosas que hacen daño a tu pareja. Cuando se ama de verdad, no se concibe la idea de hacer daño al otro de forma consciente. Si tus actos hacen daño a tu pareja, lo sabes y no haces nada para remediarlo es que seguramente no le amas. No amar a tu pareja es la principal razón por la cual se debe acabar una relación.

¿Cortar o aguantar?

Si te estás preguntando si debes terminar o aguantar en una relación, la respuesta es la primera opción, pues palabras como "aguantar" o "soportar" no son indicadores de que la relación sea sana y beneficiosa.

Si te identificas con varias de las señales mencionadas y tienes claro que la relación no te aporta lo que quieres y que no te hace feliz, lo mejor es dejarla. ¿Por qué es importante terminar una relación que no funciona? Aquí encontrarás algunos motivos para dejar una relación que no es sana:

  • Porque tener una relación no es obligatorio. No es necesario tener pareja, tenla si tiene sentido. Tener pareja no es una obligación ni una condición para nada, no serás mejor ni peor por tener pareja o no tenerla.
  • Porque te mereces estar en paz. Una relación tiene sentido cuando aporta a tu vida y a tu persona. Si no es así, lo que mejorará tu vida será terminar la relación. El bienestar depende de que lo que piensas y lo que hagas esté en sintonía. Si realmente piensas que no es una relación sana y que no te hace bien, seguir en ella será una fuente de malestar continuo e innecesario.
  • Porque tu desarrollo personal es importante. La zona de confort es aquello que conoces. Aunque no te haga feliz, es más fácil quedarte en ella que salir a la aventura. Sin embargo, esto hace que permanezcas estancado/a. Apuesta por tu crecimiento personal y atrévete a vivir nuevas experiencias que te permitan aprender. Te sorprenderás de tus propias capacidades y habilidades.
  • Porque tú eres tu prioridad. Conocerse a uno mismo/a es esencial y para ello necesitas pasar tiempo a solas, reencontrarte y reconstruirte. Porque la relación contigo mismo/a es la más importante y debe estar basada en el autocuidado. Cuidarte también es dejar ir todo aquello que sabes que no te hace bien.
  • Porque puedes construir una relación sana. Porque mientras estás enganchado a esta relación tóxica que no te hace feliz, te estás perdiendo el poder empezar una relación sana y beneficiosa.

Cómo terminar una relación

Si tras conocer las señales de que una relación no está funcionando, puede que tomes la decisión de dejar la relación. Es una decisión compleja en la que entran en juego muchos factores. Hay muchos temas familiares, económicos, sociales, etc., a tener en cuenta. Es un decisión importante que debes pensar y tomar desde la calma y la serenidad, reflexionando de forma honesta, siendo sincera y fiel a tus valores y creencias.

Si después de esta reflexión, quieres dejar la relación, es importante que lo hagas de la mejor forma posible. A través de una comunicación asertiva y empática, pero siendo contundente y consecuente con la decisión tomada. Contáctame para más información necesaria sobre cómo dejar a tu pareja sin hacerle daño y sin sufrir de más paso a paso, consejos para afrontar la ruptura y recomendaciones profesionales para realizar un buen duelo.

lunes, 4 de octubre de 2021

¿Por qué está Mal Mezclar los Antidepresivos con el Alcohol?

Las personas que están siguiendo un tratamiento con antidepresivos deben evitar tomar alcohol. 

Esta es una de las recomendaciones básicas que prescriben los médicos cuando un nuevo paciente empieza a tratarse con este tipo de fármaco. El motivo es que esta combinación puede ser nefasta para nuestro organismo y producir alteraciones en el sistema nervioso central, conllevar a un aumento de la presión arterial o alterar el funcionamiento de los músculos.

Existe una estrecha relación entre el consumo de alcohol y la depresión. De hecho, es común que las personas que abusan del alcohol vivan cuadros de depresión en diferentes momentos de sus vidas, puesto que el alcohol es un depresor, al igual que el resto de drogas. Pero también puede darse la situación contraria: una persona depresiva, acude al alcohol para aliviar sus emociones, ya que el alcohol es un inhibidor y un relajante que puede hacer que el paciente pueda sentirse más tranquilo y aliviado.

En cualquier de ambas situaciones, se debe evitar el consumo de antidepresivos y el alcohol, ya que el fármaco creado para aliviar la depresión puede verse alterado si se mezcla con el alcohol; de hecho, en los casos en los que se lleva a cabo esta combinación, el paciente puede empeorar su estado de salud, ya que el alcohol, como hemos comentado, es un potente depresor.Es mejor evitar la combinación de antidepresivos y alcohol. Puede empeorar los síntomas y, en algunos casos, puede ser peligrosa. 

Si mezclas antidepresivos y alcohol:

  1. Puedes sentirte más deprimido o ansioso. Tomar alcohol puede contrarrestar los beneficios del medicamento antidepresivo y dificultar el tratamiento de los síntomas. El alcohol puede parecer que mejora el estado de ánimo a corto plazo, pero su efecto general aumenta los síntomas de la depresión y la ansiedad.
  2. Los efectos secundarios pueden empeorar si también tomas otro medicamento. Muchos medicamentos pueden causar problemas si se toman con alcohol, entre ellos, los medicamentos contra la ansiedad, los medicamentos para dormir y los analgésicos. Los efectos secundarios pueden empeorar si bebes alcohol y tomas uno de estos medicamentos junto con un antidepresivo.
  3. Puedes correr riesgo de una reacción peligrosa si tomas inhibidores de la monoaminooxidasa (IMAO). Si se combinan con determinados tipos de alimentos y bebidas alcohólicas, los antidepresivos llamados IMAO pueden causar un aumento súbito peligroso de la presión arterial. Si tomas un IMAO, asegúrate de saber lo que puedes comer y beber sin riesgos, y qué bebidas alcohólicas probablemente te causen una reacción.
  4. Puede haber alteraciones en tu estado de alerta y tus pensamientos. La combinación de antidepresivos y alcohol afectará tu criterio, tu coordinación, tus habilidades motoras y tu tiempo de reacción en mayor grado que si solo tomas alcohol. Algunas combinaciones pueden darte sueño. Esto puede alterar tu capacidad de conducir o de hacer otras tareas que requieran concentración y atención.
  5. Puedes sentirte sedado o somnoliento. Algunos antidepresivos, al igual que el alcohol, causan sedación y somnolencia. Si se toman juntos, el efecto puede intensificarse.
  6. No dejes de tomar un antidepresivo u otro medicamento con el fin de beber alcohol. La mayoría de los antidepresivos requieren tomar una dosis diaria de manera continua para mantener un nivel constante en el organismo y tener los efectos previstos. Interrumpir y recomenzar los medicamentos puede empeorar la depresión.
  7. Aunque en general es mejor que no tomes nada de alcohol si estás deprimido, consulta con tu médico. Si tienes depresión:
  8. Puedes correr riesgo de abuso de alcohol. Las personas con depresión corren mayor riesgo de abuso de sustancias y adicción. Si tienes dificultades para controlar el consumo de alcohol, es posible que necesites tratamiento para la dependencia del alcohol antes de que la depresión mejore.
  9. Puedes tener dificultades para dormir. Algunas personas con depresión tienen dificultades para dormir. El alcohol puede ayudarte a dormir más rápido, pero también es más probable que te despiertes más veces en el medio de la noche.
  10. Si te preocupa tu consumo de alcohol, puedes beneficiarte con programas de tratamiento y asesoramiento psicológico por abuso de sustancias que ayudan a superar el uso indebido del alcohol. Puede ser útil que te unas a un grupo de apoyo o un programa de 12 pasos, como Alcohólicos Anónimos.
  11. Si tu riesgo de adicción al alcohol es bajo, tal vez puedas tomar una bebida alcohólica de forma ocasional, según tu situación particular, pero consúltalo con tu médico.
  12. Además, cuéntale al médico si tienes otras afecciones y si tomas algún otro medicamento, como suplementos o medicamentos de venta libre. Es importante que mantengas informado al médico debido a lo siguiente:

  • Algunos medicamentos líquidos, como los jarabes para la tos, pueden contener alcohol
  • Con la edad, el cuerpo procesa los medicamentos de forma distinta, y es posible que sea necesario ajustar los niveles de los medicamentos en el organismo
  • Incorporar un medicamento nuevo puede modificar el nivel de otro medicamento en el cuerpo y la manera en la que reacciona al alcohol.
Los efectos y consecuencias más comunes son los siguientes:

  1. Alteración del sistema nervioso central. El alcohol, al ser depresor, afecta de forma directa nuestro sistema nervioso y puede hacer que el paciente se sienta todavía más depresivo. El consumo de alcohol durante el tratamiento puede provocar un aumento de los síntomas de la depresión, así como fomentar la sedación del organismo con síntomas como somnolencia, problemas en la coordinación, falta de concentración, etc.
  2. Aumentan los efectos psicotrópicos. Otra de las consecuencias de la mezcla de antidepresivos y alcohol es que podemos experimentar un efecto psicotrópico mayor. El motivo es que algunos antidepresivos alteran la metabolización de los compuestos químicos que encontramos en las bebidas alcohólicas. Esto puede hacer que nos sintamos más afectados por el alcohol, pero también que corramos el riesgo a padecer alteraciones en el organismo como un aumento de la presión de la sangre, taquicardias, etc.
  3. Mayores efectos secundarios. La gran mayoría de los antidepresivos cuentan con efectos secundarios que no siempre se manifiestan. Sin embargo, si mezclamos antidepresivos y alcohol, estos efectos se presentan con mayor probabilidad. Algunos de los más comunes son el insomnio, la ansiedad, nerviosismo, etc.

Consecuencias para la salud de la mezcla de antidepresivos y el alcohol

Además de todo lo mencionado anteriormente, es importante que se tenga en cuenta que mezclar las dos sustancias puede ser realmente peligroso para el organismo. Aquí detallamos algunas de las consecuencias para la salud más comunes: 

  • Aparición de altas fiebres
  • Padecer ataques de epilepsia
  • Alteración en el ritmo cardíaco
  • Desmayos o pérdidas de consciencia