martes, 2 de octubre de 2012

Maria Sabina "la Shamana"

María Magdalena Sabina García aterrizó en nuestro planeta en el poblado de Huautla de Jiménez, todavía en el siglo XIX, en 1898. Murió en Oaxaca el 23 de Noviembre de 1985.
                                                         
 Era una curandera mazateca que vivió toda su vida en la parte más selvática de la sierra de Oaxaca, al sur de México. Conoció los hongos a la edad de siete años, cuando vio a un curandero del pueblo sanar a su tío. Poco tiempo después, los probó.

Ella y su hermana los comieron frecuentemente por hambre, literalmente; pero nunca las castigaron o las golpearon por haberlo hecho, ya que sus padres conocían el trance en el que estaban.

La tradición mazateca impedía a las mujeres casadas comer hongos, pues, según sus creencias, aquella que los consume no debe tener trato con los hombres. Así que durante los pocos años que duraron sus dos matrimonios, María Sabina se retiro del consumo de los pequeños “santitos” o “cositas sagradas”, eufemismos mazatecos utilizados para nombrar varias de las especies de hongos alucinógenos.

María sabina fue la primera “chamana” nativa que permitió a los occidentales participar en sus ceremonias, conocidas como veladas; una sesión espiritual durante la cual los participantes tomaban los hongos mágicos como un “sacramento” que abría las puertas de la mente y la percepción. La ceremonia era vista como una purificación y comunión con lo sagrado, aunque la principal función de los hongos era curativa. El trabajo de María sabina era inseparable de sus cantos, los cuales fueron grabados y traducidos por su colega mazateco Álvaro Estrada.

Sus prácticas no estaban peleadas con la religión; ella incluso invocaba a varios santos católicos como San Pedro, San Pablo, San José o Santiago, y a la infalible patrona, la Virgen María de Guadalupe. Lo sorprendente es que, según cuenta, en ocasiones le hablaba también el Benemérito de las Américas, don Benito Juárez –figura importantísima para los pobladores de Oaxaca, pues a pesar de su rigen humilde logro llegar hasta la cima de la política del país. 

Durante las veladas, los santos se comunicaban con María Sabina y le decían lo que tenía que cantar, por lo que siempre se considero ella misma como una intermediaria entre los santos y sus huéspedes. Incontables investigadores visitan, hicieron estudios y publicaron en periódicos y revistas os resultados de sus observaciones sobre el llamado teonanacatl (“velada”, en mazateco). Su vida estuvo lejos de ser pacifica, en su pueblo era común morir a machetazos y varios de sus hijos murieron de manera violenta a manos de otros pobladores o gente de pueblos vecinos.

En una ocasión, un borracho le disparo a María Sabina después de discutir con uno de sus hijos, la bala le dio en la cadera y le provoco un tumor, el cual la acompaño por el resto de sus días. Nunca quiso someterse a una operación quirúrgica para extirpárselo, a pesar de la insistencia de sus amigos, entre ellos algunos médicos tradicionales.

También en un par de ocasiones le quemaron su casa, principalmente por envidia, ya que gozaba de gran popularidad debido a los visitantes que la buscaban por su trabajo, entre ellos gente influyente.

Muchas personas de su comunidad nunca le perdonaron el haber abierto la puerta de su conocimiento a visitantes extranjeros, los cuales no siempre iban en busca de curación, sino que solo comían hongos por experimentar y abstraerse de la realidad, quitándoles su sentido mágico y curativo.

Siempre vivió muy modestamente, casi en la miseria. En una ocasión le ofrecieron rehacerle su casa con materiales más resistentes, como lamina y cemento, pero ella no estaba acostumbrada a eso y le costó mucho trabajo adaptarse. En otra ocasión le regalaron un reproductor de cassettes para que escuchara las grabaciones que se habían hecho de sus veladas. Las autoridades llegaron a su casa y se las llevaron, junto con varias de sus pertenencias.

La gente de la región cuenta que muchas veces fue golpeada por policías y gente del gobierno, quienes la consideraban una especie de narcotraficante de su época, algo absurdo si se toma en cuenta que nunca lucro con su sabiduría y remedios. Normalmente recibía como pago café, pollos o algunas monedas de los extranjeros; pero nunca conoció el valor del dinero, siempre que lo recibía se lo entregaba integro a sus hijas y nietos, quienes obviamente abusaron de su desconocimiento de ésta y otras cosas.

María Sabina visito tanto la ciudad de Oaxaca como el D.F.; en una de sus visitas fue a la Basílica de Guadalupe a conocer a la Virgen que le hablaba en sus veladas. Hay una interminable cantidad de historias y leyendas sobre los personajes que la buscaban. Si bien Álvaro Estrada niega categóricamente que The Beatles la hubieran visitado, como se cuenta, su versión es susceptible a errores, ya que el no estuvo permanentemente con ella. Además nadie llevo un registro de visitantes distinguidos.

Ella sólo recuerda a hombres y mujeres güeritos de larga cabellera que la visitaron en varias ocasiones, pero esta descripción puede corresponder a la de alguno de estos celebres músicos o a la de cualquier hippie de los años setenta. Sin embrago, mas de una persona afirma haber visto fotografías de Lennon con la sacerdotisa, y algunos cronistas aseguran que la canción Let It Be, epitafio de la carrera Beatle, fue compuesta en su honor.

Igualmente se habla de que Walt Disney fue a parar a la selva mazateca en varias ocasiones y que de dicha experiencia surgió la idea de la película Fantasía; incluso hay quienes afirman que el construyo la pista de aterrizaje más cercana a Huautla para evitarse la larga travesía en camión, de casi 10 horas desde la ciudad de Oaxaca. Otros aseguran que la construyo el multimillonario Howard Hughes. Todo esto se liga a los demás rumores y leyendas que rodean a María Sabina, imposibles de probar y que, como cualquier otra tradición oral, han sufrido alteraciones.

María sabina es uno de los personajes mexicanos más conocidos en el mundo, “todo un símbolo de la sabiduría y el amor”, como bien dice la canción del maestro Lora…


Texto tomado de la revista Rolling Stone.


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