El
mutismo selectivo es un trastorno de la comunicación verbal de origen emocional que consiste en que los afectados, en determinados contextos o circunstancias, no pronuncian ni una sola palabra.
El trastorno se caracteriza porque el sujeto,
pese a tener la capacidad del habla conservada, inhibe selectivamente la
respuesta verbal delante de determinadas situaciones sociales o lo restringe a
ciertas personas “de confianza” de su entorno familiar (normalmente padres y
hermanos).
En
algunas ocasiones, el mutismo puede iniciarse progresivamente como consecuencia
de una timidez extrema o también a partir de alguna situación estresante
(hospitalización, cambio de residencia, ciudad, etc.). Sea como fuere, el
mutismo selectivo puede resultar altamente incapacitante tanto en el terreno
educativo como en el social para los niños que lo padecen y siempre representa
un problema a tratar.
El concepto de Mutismo
selectivo
Los
que hemos trabajado con niños que presentan mutismo selectivo, sabemos de la
gran variabilidad que pueden presentan en sus interacciones sociales. Algunos
de ellos disfrutan activamente del contacto con los demás y juegan sin mayores
problemas, sin embargo, permanecen en silencio. Hay otros que desarrollan con
el amigo más cercano estrategias de comunicación alternativa (signos, miradas,
gestos, etc.). Hay también otro grupo que considera la mayor parte de las
interacciones sociales incomodas y no participan en absoluto. Por tanto,
estamos delante un mismo trastorno que puede tomar diferentes niveles de
expresión y afectación social.
El
mutismo selectivo es más común en niños menores de cinco años y su causa o
causas se desconocen. La mayoría de los expertos cree que los niños con esta
afección heredan una tendencia a ser ansiosos e inhibidos. La mayoría de los
niños con esta afección tienen cierta forma de fobia social extrema y con por
posibles causas por maltratos, genéticas, biológicas, de percepción, sobre protección,
por exigencias, por traumas o etapas no superadas, mala alimentación.
Los
padres con frecuencia piensan que el niño está rehusándose a hablar, pero
generalmente el niño en realidad es incapaz de hablar en ciertos escenarios.
Algunos
niños afectados tienen una historia familiar de mutismo selectivo, timidez
extrema o trastornos de ansiedad, lo cual puede aumentar el riesgo de sufrir
problemas similares.
Este
síndrome no es lo mismo que mutismo, en el cual los niños nunca hablan. En el
caso del mutismo selectivo, el niño tiene la capacidad tanto de entender como
de hablar, pero es incapaz de hablar en ciertos contextos o ambientes
Algunos
estudios parecen avalar la hipótesis de una posible relación entre mutismo
selectivo en la niñez con fobia social en la etapa adulta, lo que les lleva a
plantear una misma base común que tomaría formas diferentes. Esta base la
constituirían factores de tipo ansiógenos ante situaciones sociales. No
obstante, parece razonable considerar que el mutismo selectivo y la fobia
social pueden compartir el supuesto de estar definidos por patrones de
respuestas de ansiedad y en este sentido, constituir el primero un factor de
vulnerabilidad en relación con el segundo en determinadas circunstancias, pero
sin olvidar que entre ambos existen notables diferencias tanto en el contexto
evolutivo como en relación con el sistema cognitivo.
Según los criterios diagnósticos
del DSM-IV-TR, el mutismo selectivo debe presentar las siguientes
características:
A) Incapacidad persistente para hablar en
situaciones sociales específicas (en las que se espera que hable, como, por
ejemplo, en la escuela) a pesar de hablar en otras situaciones.
B) La perturbación interfiere con el rendimiento
escolar o laboral o con la comunicación social.
C) La duración de la perturbación es de por lo
menos un mes (no se limita al primer mes de la escuela).
D) La incapacidad para hablar no se debe a una
falta de conocimiento de, o a no encontrarse cómodo con, el lenguaje requerido
en la situación social.
E) La perturbación no se explica mejor por la
presencia de un trastorno de la comunicación (por ejemplo, tartamudeo) y no
aparece exclusivamente durante el curso de un trastorno generalizado del
desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico.
Características del
trastorno
Tal
como se ha explicado e independientemente de la forma que adopte el mutismo
selectivo, los niños que la padecen suelen haber manifestado con anterioridad
algún tipo de ansiedad ante situaciones sociales. Con frecuencia su historia
incluye un periodo de desarrollo del lenguaje normal y apropiado en el hogar
pero con restricciones cuando están en la presencia de personas desconocidas o
con las que se encuentran en pocas ocasiones.
Muchos
de estos niños han mostrado, en algún momento de su desarrollo, formas leves o
moderadas de ansiedad de separación. También timidez excesiva, aislamiento y
retraimiento social, negativismo, tartamudeo, enuresis y conducta oposicionista
o manipuladora en el hogar.
Hay
que destacar que, en algunos casos, el inicio del problema se da a edades
tempranas como consecuencia de los factores antes señalados de timidez o
ansiedad. No obstante, el problema puede prolongarse más allá de la edad de
inicio debido, también, a factores familiares como un exceso de protección y la
acomodación a sistemas alternativos no verbales que se consolidan.
Una
excesiva atención a estos comportamientos silenciosos por parte de los padres o
algunos familiares pueden reforzar en el niño dichas conductas al obtener una
atención “extra”. Esto puede ser especialmente cierto cuando además se da
circunstancias especiales de tipo afectivo como puede ser la presencia de un
hermano más pequeño (celos y necesidad de tener más protagonismo).
En
definitiva, el mutismo selectivo sería el resultado de la presencia de
diferentes factores empezando por una vulnerabilidad de tipo ansiógenos delante
situaciones sociales pero también de factores afectivos, conductuales y
familiares que podrían prolongar en el tiempo el trastorno. Todo ello hace
necesario un exhaustivo estudio previo de todas estas variables para intentar
descifrar el origen y mantenimiento del trastorno.
Evaluación
La
evaluación psicológica en casos de mutismo selectivo comprende diferentes
instrumentos y estrategias. El objetivo es obtener un retrato de todos los
elementos y factores que pueden estar influyendo en la génesis y mantenimiento
del problema.
En
algunos casos será necesaria la observación estructurada, por parte del
profesional, en los ámbitos naturales del niño. También son de gran utilidad
filmaciones en video facilitadas por la familia.
Intervención y
tratamiento
El
tratamiento del mutismo selectivo involucra cambios de comportamiento. La
familia y la escuela del niño deben participar. Algunos medicamentos para
tratar la ansiedad y la fobia social se han empleado de manera segura y eficaz.
El mutismo selectivo comprende una serie de actuaciones que deben afrontar al
menos tres problemas básicos que suelen darse paralelamente al mutismo
propiamente dicho:
a)
La alta ansiedad presente en el niño ante determinadas situaciones sociales.
b)
La limitada experiencia que ha tenido el niño de hablar con personas ajenas a
su núcleo familiar.
c)
La presencia, en un grado u otro, de apoyo para la comunicación no verbal
fomentada por personas de su entorno.
En
general, se admite la eficacia del tratamiento conductual del mutismo selectivo
cuando el sujeto todavía habla a una o más personas (normalmente padres y
hermanos). Las estrategias a seguir generalmente conllevan la exposición del
sujeto a las situaciones en las que éste inhibe el habla.
En
el Centro para la investigación, prevención y tratamiento de niños y
adolescentes los trastornos psiquiátricos y de aprendizaje han utilizado un
conjunto de estrategias cognitivo-conductuales y de terapia del comportamiento que
han demostrado su utilidad.
El
plan seguido consiste primero en una evaluación exhaustiva del desarrollo del
niño y su historia psicosocial. A continuación se expone a los padres y otros
cuidadores las causas que pueden estar en el origen del problema. Las
diferentes personas involucradas en la educación del niño deben saber lo que
hay que hacer y lo que hay que evitar para atacar el trastorno.
Hay
también que describir los objetivos del tratamiento y las diferentes etapas
intermedias para involucrar a todos en un esfuerzo de colaboración.
Al
niño se le somete a una intervención multi componente a medida y que comprende
algunas de las siguientes técnicas:
Cualquiera
de las técnicas habituales puede ayudarnos como: Terapia conductista, Psicoterapia
breve, intensiva y de urgencias, desensibilización, extinción, refuerzo
positivo, relajación, imaginación guiada, psicodrama, exposición graduada a las
situaciones temidas, modificación de la conducta, la técnica denominada Auto modelado Gradual
Filmado y Trucado (AGFT), Re-estructuración Cognitiva.
Conclusión
-La
utilización de unas u otras técnicas dependerá de cada caso particular y sus
circunstancias. Debe ser el terapeuta el que encuentre la combinación más
idónea.
-El
tratamiento del mutismo selectivo no resulta fácil y requiere de tiempo,
paciencia y complicidad entre todos los agentes que intervienen.
-Los
niños con este síndrome pueden tener desenlaces clínicos diferentes. Es posible
que algunos necesiten continuar con la terapia para la timidez y la ansiedad
social en sus años de adolescencia y posiblemente hasta la adultez. El pronóstico
deberá ser siempre prudente, si bien, parece estar mediado por la prontitud con
que se inicia el tratamiento del problema en relación con su aparición.
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