El
ser madre es algo esperado y anhelado por muchas mujeres, que ven en dicha
posibilidad una forma de auto-realización. No hay nada malo en la expectativa
de ser mamá. El
problema se suscita cuando algunas mujeres no entienden que su rol de madre no
les da derecho a castrar psicológicamente a sus hijos al grado de no
permitirles crecer y desarrollarse adecuadamente como personas.
Una madre posesiva
Madres castradora
Una madre posesiva
Las madres que
consideran que sus hijos son su propiedad personal y lo creen literalmente, son
personas psicológicamente enfermas que tarde o temprano dañarán, algunas de
manera irremediable, a sus hijos e hijas limitándolos en sus capacidades de
maduración y desarrollo.
Madres castradora
Desde el psicoanálisis, donde ha surgido el concepto, Françoise
Dolto las denomina "engendradoras de neurosis familiares". Es razonable pensar en este concepto, dado los resultados que se
observan en la vida familiar cuando hay madres posesivas, envolventes y
dominantes. La lucha entre ser madre equilibrada y razonable, y la de amar
patológicamente a un ser humano al grado de no dejarlo crecer, es probablemente
producto de una sociedad que ha sacralizado el rol de la madre, pero sin
enseñarles a las mismas cómo serlo de manera equilibrada.
Jorge Gómez Lencina, en su libro La mujer, casi Dios señala precisamente la dificultad que tienen las mujeres, que
honestamente quieren cumplir su rol de manera adecuada, con esa carga que le
asigna la sociedad de ser "súper madres". Resulta difícil conjugar la tarea de parir (por lo tanto la
tendencia de considerar al hijo como verdaderamente suyo), con la
responsabilidad de formar (a un individuo que tiene que partir). La tendencia a
considerar al hijo, como un bebé permanente, es muy alta en madres posesivas. El destete no sólo debe ser a nivel físico mamario, dejar de tomar
leche materna, sino que el desapego debe efectuarse también a nivel psicológico
y es allí el conflicto que se suscita a la hora de criar hijos de manera
equilibrada.
Características de una madre posesiva
- Procura por todos los medios posibles, lícitos e ilícitos, que sus hijos hagan lo que ella desea. No acepta oposición. Manipula, llora, amenaza o pide compasión, con tal que sus hijos actúen de acuerdo a su voluntad.
- Prohíbe la expresión de sentimientos que supongan algo distinto a lo que ella considera bueno, en ese sentido, es emocionalmente invasiva al "dirigir" la respuesta emocional de sus hijos por el carril que ella supone correcto.
- De manera consciente o inconsciente, busca la forma que sus hijos la necesitan. Para que eso se logre sus hijos tienen que de alguna forma estar indefensos o tienen que ser protegidos. Lo que busca es protegerlos y cuidarlos, en otras palabras, dejarlos en situación permanente de dependencia.
- Uno de sus temores es que sus hijos quieran hacer su propia vida, lo que ella considera un acto de rebeldía o de desagradecimiento de parte de sus vástagos. Eso puede durar toda la vida, incluyendo la etapa de adultos. Es la no aceptación del crecimiento de los hijos.
- Debido a su inseguridad uno de sus miedos más acendrados es que sus hijos amen a otras personas, por eso protagoniza episodios de celos abiertos o encubiertos. Ve con terror la independencia emocional de sus hijos y se convierte en boicoteadora de los mismos. En este caso, habría una "castración" del desarrollo libre del amor y de las emociones.
- Un elemento a tomar en cuenta es que el entorno suele calificar a estas madres como "sobreprotectoras", "controladoras", "manipuladoras", "chantajistas" o "asfixiantes", todas expresiones que de un modo u otro reflejan que se está ante la presencia de una persona con un serio problema afectivo.
El
mito de "sólo" madres viudas o solteras
Es
evidente que este fenómeno se da especialmente entre madres que por una razón u
otra tienen que criar hijos solas. Madres solteras, viudas o divorciadas. No
obstante, el fenómeno se da también en mujeres casadas y con pareja estable. En
esos casos, son madres con mucha fuerza que monopolizan la relación de pareja y
terminan haciendo su voluntad, no sólo en la vida de sus hijos, sino también
con sus cónyuges o parejas sentimentales. Es
decir, también se da la presencia de este tipo de madres ante varones pasivos o
dominados que han dejado que la relación paritaria o de mutualidad, ceda a un
tipo de vínculo desequilibrado donde uno manda y otro obedece. Se llama "el padre
castrado".
En
suma, la "madre castradora", protege, cuida, guía, orienta,
suple, dirige, pero el precio a pagar es que el hijo o la hija pierde sus alas
para volar y debe mantenerse permanentemente atado al nido. Es el pago por el
cuidado y ellas lo hacen prevalecer, es la extorsión afectiva llevada a su
máxima expresión.
¿Dónde está el equilibrio?
Desde
que Sigmund Freud esbozó el
concepto se ha publicado mucho al respecto. Cómo ya se señaló en este artículo,
es difícil establecer el equilibrio.Probablemente,
lo que va haciendo falta en una cultura que ha tendido a sacralizar la labor de
la madre, en desmedro del padre, es buscar la manera de educar para que tanto
la madre como el padre entiendan que ambos, tienen una función esencial en la
formación de un hijo o hija. La
sobre exaltación de la madre provoca que muchos varones se replieguen en su
función paterna y se conviertan sólo en proveedores pasivos.
Educar
para la paternidad debe incluir el concepto de que la familia emocionalmente
sana tiene a una madre y un padre, ocupados en lograr que sus hijos crezcan y
vuelen, sin que entre ellos exista competencia, rivalidad o celos. Al
contrario, es una tarea conjunta.
Conclusión
Muchas
madres no se comportan de forma tóxica a propósito. En ocasiones las causas de
ese comportamiento se hallan en la infancia que ellas mismas tuvieron. Cuando
profundizamos un poco en su historia, encontramos que durante su niñez fueron
controladas en exceso por sus progenitores o que estos las humillaban,
maltrataban o se mostraban distantes emocionalmente. Pero
en esta ocasión la víctima se convierte en verdugo. En
otros casos, las conductas de las madres tóxicas se deben simplemente a
determinados rasgos de su personalidad.Por ejemplo, puede tratarse de mujeres tan
dominantes y fuertes que necesitan mantener todo bajo control, de personas que
piensan que expresar los sentimientos es un signo de debilidad y prefieren
marcar las distancias emocionales o de madres narcisistas demasiado volcadas
sobre sí mismas. En cualquier caso, en la base de esos estilos educativos casi
siempre existe una gran inseguridad ya que esos comportamientos son una forma
para reafirmarse y ganar en seguridad.
Seguirán
apareciendo en la literatura y en el cine las imágenes terroríficas de las
"madres castradoras", sin duda como reflejo de lo que muchos observan
en sus propias madres. No
obstante, es necesario que la sociedad entienda el rol de una madre equilibrada
que sustenta, cuida, protege y guía, pero sin considerarse dueña de sus
retoños, sino como parte de un proceso normal donde su función es guiarlos, así
como hacen las águilas, donde el macho y la hembra, emprenden juntos la tarea
de enseñarles a sus aguiluchos a volar para que abandonen el nido.
Se sugiere:
Quizás,
una vez que tu madre vea las consecuencias de su problema, ella pueda entender
tu perspectiva del asunto.
Se sugiere:
1).-
Confrontarla. Piensa claramente qué es lo que te molesta, cita a tu madre en un
entorno neutral, usa declaraciones que contengan la palabra “yo” durante la
conversación, sé amable, aprende a defender tu posición, cede un poco.
2).-
Modificar tu pensamiento. Abandona las expectativas, deja de tratar
constantemente de complacerla, abstente de aceptar dinero, establece límites,
aléjate un poco.
3).-
Manejar interacciones diarias. Recuérdate a ti mismo que tienes el control de
tu vida, toma sus comentarios como un consejo, no como una ley. Reconoce sus buenas ideas y dale las gracias
por ellas, construye un espacio personal, expresa tus deseos clara y
coherentemente, fíjate en los patrones de la conducta de tu madre, recuerda que
su deseo de controlarte se basa en el amor.
4).- Es importante que rompas el ciclo de la toxicidad, céntrate en lo que puedes controlar, blíndate contra las emociones negativas, sé asertivo y fomenta la comunicación.
4).- Es importante que rompas el ciclo de la toxicidad, céntrate en lo que puedes controlar, blíndate contra las emociones negativas, sé asertivo y fomenta la comunicación.