Culto,
adoración, amor excesivo de sí mismo. Es la visión distorsionada de la realidad que nos lleva a creer que
los demás están obligados a querernos y a demostrarnos generosamente su cariño,
es pensar que el mundo no podría arreglárselas sin nosotros, que todo cuanto
suceda a nuestro alrededor requiere de nuestro protagonismo, que los hechos no
son importantes en sí mismo si nosotros no participamos en ellos, con nuestras
opiniones, juicios y respuestas emocionales.
La
egolatría es un sentimiento muy ligado a la sobre valoración de las cualidades
de uno mismo y a la firme creencia de estar por encima de todos y cada uno del
resto de los mortales.
La
egolatría es puro egoísmo y nos incita a creer que los demás no podrían
arreglárselas sin nosotros: el ególatra no ve más allá de sí mismo, se cree un
genio capaz de llevar a buen puerto cualquier proyecto que se proponga ya sea
convertirse en un actor irresistible, un artista divino o un militar invencible.
Los
egocéntricos presentan actitudes y conductas arrogantes, imperiosas, pedantes y
altaneras.
Quien
profesa la egolatría practica un culto, una adoración y un amor excesivo de sí
mismo. En psicología, el egocentrismo es una exaltación de la propia personalidad,
auto-considerándose como centro de la atención de los demás. El egocéntrico o
la egocéntrica, atiende desmedidamente sus propios intereses antes que ocuparse
de terceros, si es que lo hace.
El
problema fundamental que sufren los ególatras es que miran la realidad a través
del cristal de la propia "infalibilidad". Para ellos, los demás deben
aceptar sus puntos de vista y generalmente no aceptan estar equivocados. Tienen
una marcada tendencia a menospreciar a las personas y son hipercríticos de
quien piense o actúe diferente a su forma de comportarse. Sus opiniones y sus
intereses son lo más importante en la vida y todos los seres que le rodean
deben supeditarse a ellos.
Más
que personas provistas de una necesaria y adecuada autoestima, los egocéntricos
manifiestan una exagera grandiosidad y pretenden considerarse admirados al menos, Esta
circunstancia los hace vulnerables, porque los aduladores pronto se dan cuenta
que una forma de manipular a los ególatras es sugiriéndole ideas como si fueran
sus propios pensamientos.
Pensando
que nunca mienten y siempre tienen la
razón, no son aptos para profundas reflexiones y no escuchan lo que se les dice
o advierte. Por ello, cometen graves errores a lo largo de su vida y poco a
poco, de grandilocuentes se van quedando solitarios, conviviendo con su propia
"grandeza" y algunas fantasías de supuestos éxitos, de poder o de
excepcionalidad.
En
las relaciones personales, los egocéntricos o egocéntricas se comportan como
aprovechadores. Sus cónyuges, hijos y entornos íntimos deben subyugar sus
proyectos de vidas a ellos. Igual ocurre en el ámbito laboral, siempre usarán a
los demás para alcanzar sus propósitos.
Cuando
cometen evidentes faltas o un traspié, no lo reconocerán y ante los comentarios
dirán que los envidian. Así construirán una "realidad" de perfección
donde los otros tendrán la culpa de sus desatinos.
Al
ser "especiales" y "únicos" presentan actitudes y conductas
arrogantes, imperiosas, pedantes y altaneras.
En psicoterapia la dificultad radica en que el egocéntrico o la egocéntrica en muy
contadas ocasiones aceptarán acudir por ayuda porque quienes se lo propongan, nunca
tendrán la razón o como decía una paciente ser de esta manera es divertido y
reconocer a gente así más.
La
egolatría, el culto a sí mismo, es una de las características que mejor define
al individuo de finales del siglo XX: el individualismo y la falta de
compromiso social.
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