Las expectativas
culturales de que los niños deben estar siempre activos podrían obstaculizar el
desarrollo de su imaginación. El aburrimiento puede ser una "sensación
incómoda" y que por ello la sociedad ha "desarrollado la expectativa
de estar constantemente ocupado y estimulado".
Advierto que ser
creativo "implica ser capaz de desarrollar un estímulo interno”. La
naturaleza aborrece el vacío y nosotros lo tratamos de llenar.
"Ahora, cuando los
niños no tienen nada que hacer, de inmediato encienden el televisor, la
computadora, el teléfono o algún tipo de pantalla. El tiempo que pasan frente a
estas cosas se ha incrementado".
Pero los niños necesitan tener tiempo para 'no hacer nada', tiempo para
imaginar y perseguir sus propios procesos de pensamiento o asimilar sus
experiencias a través del juego o simplemente observar el mundo que les rodea.
Ese es el tipo de cosa que estimula la imaginación, agrega, mientras que la
pantalla "tiende a hacer un cortocircuito en ese proceso y el desarrollo
de la capacidad creativa".
Cuando no tenemos nada
que hacer es cuando más fácilmente hemos echado mano de nuestra creatividad
para imaginar y para buscarnos un entretenimiento digno de nuestras
inquietudes.
Los padres tienen que
saber que la mente de su hijo no le dejara aburrirse, “los vacíos” no existen
en la mente de los pequeños, siempre consiguen llenarlos de pensamientos,
ocurrencias, juegos e invenciones. Así que en cualquier época del año (pero
especialmente en verano) no deben
agobiarse por programar y ocupar todas las horas del día de su hijo con
múltiples actividades, sino dejarles esa parcela íntima para el aburrimiento en
el que ellos puedan cultivar y recoger los frutos de su imaginación.
Cuando un niño se
acostumbra a tener todas las horas de su vida programadas y a los padres
pendientes de sus más mínimos deseos, no sabe qué hacer con el poco tiempo que
le queda libre y desconoce los mecanismos y formas de entretenerse solo, por lo
que llama constantemente la atención de sus padres o de otros adultos para que
jueguen con él.
Aburrirse es sinónimo de cansancio, fastidio y
tedio. Son momentos en los que el tiempo pasa lento y nada consigue
distraerlos, entretenerles o divertirles. Es una sensación que han sufrido
niños de todas las épocas, pero quizá en esta es más frecuente. Pero
contrariamente a lo que pueda parecer, el aburrimiento puede ser bueno y muy
positivo para los menores.
A pesar de todo, la
mayoría de familias no deja a los niños tiempo libre, no se les ofrecen horas
para no hacer nada, o al menos nada que no esté planificado por un adulto. Nos
preocupa que no hagan nada y buscamos rápidamente actividades para llenar todo
su tiempo. Antes bastaba la calle y un amigo para pasar toda la tarde y una
tarde en el circo o ir al cine era todo un acontecimiento. Los niños podían
jugar horas y horas con un simple palo o un balón.
Hoy en día los juegos
son tan completos que sólo les falta jugar solos y dejan poco espacio para la
imaginación. En muchas ocasiones el menor es un simple espectador del juego, lo
que provoca que, pasada la novedad, se olvide del juguete, ya que no le
divierte.
Además, acostumbrados a
que les ofrezcan un sinfín de actividades, ahora la mayoría de niños se levanta
y preguntan a los padres ¿Qué hacemos hoy? ¿y yo qué hago ahora? Y se molestan
cuando se les contesta que nada o se les dice que sean ellos los que imaginen
cómo distraerse.
Pero no es culpa suya,
simplemente no están acostumbrados a entretenerse solos. Además, la estructura
familiar de hoy en día potencia que los niños se aburran, ya que se tienen
pocos hermanos o primos con los que jugar.
Para contrarrestar esta
situación, es necesario dejar que ellos mismos ideen sus propios juegos.
Dejarles que se aburran un poco es una fórmula muy efectiva para ayudarles a
aprenden a buscar sus propias diversiones.
El aburrimiento es
creativo y puede servir de estímulo, les proporciona la ocasión para
improvisar, buscar, explorar, ensayar y finalmente idear sus propios juegos. El
vacío les obliga a innovar y eso será muy importante y útil en su vida adulta.
Si el niño está
acostumbrado a que todo se lo den hecho y no experimenta la necesidad de
actuar, no aprenderá a gestionar su tiempo, a buscar en su interior, en lugar
de estar siempre pendiente de estímulos externos o bajo la dirección de los
adultos.
Pero si le damos
espacio y tiempo para desarrollar su imaginación nos daremos cuenta que son más
creativos de lo que pensamos y al poco tiempo toman iniciativas.
Por eso, es tan
importante potenciar la creatividad de los más pequeños desde que son bebés y
seguirla estimulando cuando van creciendo.
Por eso, la solución cuando los niños se
quejan por esta causa es dejar que ellos mismos busquen una alternativa. Y es
que sólo si se aburren son capaces de encontrar con sus propios recursos algo
con lo que motivarse. Aburrirse es una ocasión perfecta para que los pequeños...
- Piensen por sí mismos, en lugar de esperar a que lo hagamos por ellos.
- Abran su mente a nuevas ideas.
- Desarrollen su creatividad y su imaginación
- Se hagan más autónomos e independientes.
No hay duda de que un
niño aburrido es un niño con muchas posibilidades de descubrir un
entretenimiento nuevo o una faceta de su propia personalidad que hasta ahora
desconocía, algo que le distraerá, le satisfará y mejorará su autoestima
notablemente.
"La soledad
forzada acompañada de una página en blanco es un estímulo maravilloso".
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