lunes, 10 de junio de 2013

Falta de deseo sexual: La inhibición

El deseo sexual inhibido se refiere al bajo nivel de interés sexual, en el cual una persona no comenzará ni responderá al deseo de actividad sexual en la pareja. Es persistente o difusa del deseo sexual o la libido existiendo un bloqueo en la apetencia sexual, con lo que la frecuencia de relaciones disminuye considerablemente, siendo a veces casi nula. Es un tipo de disfunción sexual. Se le conoce también como deseo sexual hipoactivo o apatía sexual.

La ausencia de deseo es uno de los problemas sexuales más frecuentes en nuestra sociedad. El estrés, los conflictos en la relación, la falta recurrente de momentos de intimidad o el padecimiento de un periodo de abstinencia están en muchas ocasiones en la raíz del problema. Cuando la inhibición del deseo se siente como un mal perenne, difícil o imposible de superar, cuando un periodo de apatía se prolonga y comienza a causar otros problemas o cuando se ha intentado realizar cambios en la relación y no han surtido efecto, el malestar debe tomarse en serio.
La falta de deseo no es una tontería, un capricho o una situación a la que hay que resignarse. De hecho, el deseo sexual es una emoción que nos prepara para poder vivir una experiencia placentera. Pero sucede que, en ocasiones, no se puede sentir aunque se busque; el deseo se resiste a aparecer, ya que el impulso de desear no sólo depende de la voluntad. Se hacen presentes factores inhibidores y estimulantes, y según el predominio de unos u otros en diferentes situaciones, el deseo se materializará o no. Por ejemplo, el amor es un gran estimulante para que se haga presente, mientras que el miedo es un fuerte inhibidor que lo anula o desecha.
El síntoma principal es la falta de interés sexual.
“Muchas veces, no se trata de que uno de los miembros de la pareja tenga deseo sexual inhibido sino de que la otra persona tiene un deseo sexual hiperactivo y ser muy exigente sexualmente”.
Deseo no es excitación
No hay que confundir deseo sexual con excitación sexual. La excitación es una respuesta fisiológica que implica manifestaciones físicas como la erección o la lubricación. El deseo es el impulso que lleva a buscar el placer. Es cierto que, en condiciones normales, deseo y excitación actúan de forma conjunta. Sin embargo, en ocasiones puede darse una alta intensidad del deseo y, pese a ello, producirse bloqueos en la excitación sexual o a la inversa.
La ausencia de deseo, sencillamente, se resume en la falta de querer o en no poder disfrutar de un placer. ¿Cómo es posible que esto suceda? Pues sucede, y muy a menudo, a tenor de los datos clínicos de las consultas de especialistas, que confirman que es uno de los problemas que más pacientes genera. Es algo muy corriente, pero al mismo tiempo muy particular, pues cada persona desea o inhibe su deseo por causas diferentes.
¿Qué factores influyen en la inhibición del deseo sexual?
El deseo sexual inhibido es un trastorno sexual muy común y con frecuencia, ocurre cuando uno de los miembros de la pareja no se siente íntimo o cercano al otro.
Entre los factores comunes se encuentran: problemas de comunicación, falta de afecto, pugnas y conflictos de poder y la falta de tiempo para que la pareja pueda estar a solas. Por otra parte, el deseo sexual inhibido también puede ocurrir en personas que han tenido una educación sexual muy estricta durante la crianza, actitudes negativas hacia el sexo o experiencias sexuales traumáticas (como violación, incesto o abuso sexual).
Las enfermedades y algunos medicamentos también pueden contribuir a que se presente esta disfunción, en particular cuando producen fatiga, dolor o sensación general de malestar. La falta de ciertas hormonas a veces puede estar implicada. Las afecciones psicológicas, como la depresión y el estrés excesivo, pueden disminuir el interés sexual. Los cambios hormonales también pueden afectar la libido.
Los factores que comúnmente se pasan por alto son, entre otros: insomnio o falta de sueño que pueden ocasionar fatiga. Este trastorno también puede estar asociado con otros problemas sexuales y, algunas veces, puede ser causado por éstos. Por ejemplo, la mujer que no es capaz de tener un orgasmo o que presenta dolor en las relaciones sexuales, o el hombre que tiene problemas de erección (impotencia) o eyaculación precoz o retrasada, puede perder interés en el sexo porque lo asocian con fracaso o no lo sienten bien.
Se encuentran en particular riesgo de deseo sexual inhibido las personas que fueron víctimas de abuso sexual o violación en la infancia y las personas cuyos matrimonios carecen de intimidad emocional.
Al igual la baja autoestima y el sentimiento de culpa son los dos grandes inhibidores y bloqueadores del deseo sexual, pero en ellos subyacen otras causas que conviene revisar:
1.- Los miedos: a no dar la talla, a fallar, al ridículo y a exponerse al rechazo; a mostrar y ofertar el cuerpo; a la posibilidad de embarazo o de exponernos a enfermedades de transmisión sexual.
2.- Las ansiedades: la principal es la de llegar al orgasmo, como si el goce se tratara sólo de ello.
3.- La falta de tiempo y el estrés: las tensiones y las prisas son el polo opuesto de la tranquilidad y el relajo, condiciones necesarias para disfrutar de un placer.
4.- Los enfados y conflictos: inmersos en ellos nos bloqueamos y cerramos, lo contrario a lo que precisamos, puesto que el deseo requiere de una actitud abierta a relacionarnos.
5.- Los tabúes y prejuicios: la prohibición y la suciedad con la que se ha revestido a los órganos sexuales. La particular interpretación respecto a conceptos como la honra, la integridad y la decencia alejan el placer del juego erótico.
6.- La falta de comunicación: no hablar abiertamente de lo que nos gusta, no compartir intimidad, no hacer partícipe a la otra persona de nuestra vulnerabilidad es una manera de se inhiba o se bloquee el deseo.
7.- La falta de ilusión y pasión por la vida: una actitud negativa, pesimista, derrotista, apática y rutinaria, que no afronta los riesgos de un cambio, no sirve para gozar.
8.- La ignorancia: tanto teórica como práctica del cuerpo sexuado impide la experimentación, base de todo conocimiento del placer y de mantener debidamente erotizado el cuerpo.
9.- Algunos medicamentos: determinados ansiolíticos, antidepresivos o fármacos para tratamientos de hipertensión arterial y otros, pueden incidir, aunque no se conocen del todo sus efectos secundarios, por la falta de contrastadas experimentaciones.
¿La falta de deseo tiene cura?
El deseo sexual como experiencia subjetiva puede ser educado y potenciado, de ahí que su inhibición pueda ser tratada, trabajada y superada. Tanto el hombre como la mujer están preparados por la naturaleza para desear y buscar el placer. Hacerlo de manera satisfactoria, desde el respeto a uno mismo y a los demás, con honestidad a las propias creencias y a las ajenas es una facultad del ser humano que vive en libertad.
“Los pacientes en los que se corrigió el nivel de testosterona (con parches,
Comprimidos o inyectables) respondieron al tratamiento con aumento en la excitación
Sexual, las fantasías sexuales y el interés en mantener encuentros eróticos”.
Para lograr terminar con la inhibición del deseo sexual hay que procurarse en uno mismo (a):
  • Un buen conocimiento personal, tanto a nivel corporal como cognitivo-emocional.
  • Una actitud positiva, saludable y abierta sobre la sexualidad y el placer.
  • Un buen entrenamiento corporal que mantenga el erotismo a través de la caricia.
  • Cuidar la salud, el cuerpo es un buen síntoma de que la persona se quiere y quiere gozar.
  • Una apuesta por la ilusión, la pasión y la fantasía.
  • Una buena forma de prevenir el deseo sexual inhibido es reservar tiempo para la intimidad no sexual, pasar tiempo solos, romper con la rutina y al pasar el tiempo, es más probable que sientan interés sexual. 
  • Como también nunca olvidar en buscar tiempo, espacio y ocuparse de revivir la sexualidad.

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