Un
trastorno de la personalidad es un patrón permanente e inflexible de
experiencia interna y de comportamiento que se aparta acusadamente de las
expectativas de la cultura del sujeto, tiene su inicio en la adolescencia o
principio de la edad adulta, es estable a lo largo del tiempo y comporta
malestar o perjuicios para el sujeto.
Características diagnósticas.
La característica esencial del trastorno narcisista de la personalidad es un patrón
general de grandiosidad, necesidad de admiración y falta de empatía que empieza
al comienzo de la edad adulta y que se da en diversos contextos.
Los
sujetos con este trastorno tienen un sentido grandioso de auto-importancia. Es
habitual en ellos el sobrevalorar sus capacidades y exagerar sus conocimientos
y cualidades, con lo que frecuentemente dan la impresión de ser jactanciosos y
presuntuosos. Pueden asumir alegremente el que otros otorguen un valor exagerado
a sus actos y sorprenderse cuando no reciben las alabanzas que esperan y que
creen merecer. Es frecuente que de forma implícita en la exageración de sus
logros se dé una infravaloración (devaluación) de la contribución de los demás.
A menudo están preocupados por fantasías de éxito ilimitado, poder, brillantez,
belleza o amor imaginarios. Pueden entregarse a rumiaciones sobre la admiración
y los privilegios que «hace tiempo que les deben» y compararse favorablemente
con gente famosa o privilegiada.
Los
sujetos con trastorno narcisista de la personalidad creen que son superiores,
especiales o únicos y esperan que los demás les reconozcan como tales. Piensan
que sólo les pueden comprender o sólo pueden relacionarse con otras personas
que son especiales o de alto status y atribuyen a aquellos con quienes tienen
relación las cualidades de ser "únicos", "perfectos" o de tener "talento". Los
sujetos con este trastorno creen que sus necesidades son especiales y fuera del
alcance de la gente corriente. Su propia autoestima está aumentada (por
reflejo) por el valor idealizado que asignan a aquellos con quienes se relacionan.
Es probable que insistan en que sólo quieren a la persona «más importante»
(médico, abogado, peluquero, profesor) o pertenecer a las «mejores»
instituciones, pero pueden devaluar las credenciales de quienes les contrarían.
Generalmente,
los sujetos con este trastorno demandan una admiración excesiva. Su autoestima
es casi siempre muy frágil. Pueden estar preocupados por si están haciendo las
cosas suficientemente bien y por cómo son vistos por los demás. Esto suele
manifestarse por una necesidad constante de atención y admiración. Esperan que
su llegada sea recibida con un toque de fanfarrias y se sorprenden si los demás
no envidian lo que ellos poseen. Intentan recibir halagos constantemente,
desplegando un gran encanto.
Las
pretensiones de estos sujetos se demuestran en las expectativas irrazonables de
recibir un trato de favor especial. Esperan ser atendidos y están confundidos o
furiosos si esto no sucede. Esta pretenciosidad, combinada con la falta de
sensibilidad para los deseos y necesidades de los demás, puede acarrear la
explotación consciente o inconsciente del prójimo. Esperan que se les dé todo
lo que deseen o crean necesitar, sin importarles lo que les pueda representar a
los demás. Por ejemplo, estos sujetos pueden esperar una gran dedicación por
parte de los demás y pueden hacerles trabajar en exceso sin tener en cuenta el
impacto que esto pueda tener en sus vidas. Tienden a hacer amistades o a tener
relaciones románticas sólo si la otra persona parece dispuesta a plegarse a sus
designios o a hacerle mejorar de alguna forma su autoestima. Con frecuencia
usurpan privilegios especiales y recursos extras que piensan que merecen por
ser tan especiales.
Generalmente,
los sujetos con trastorno narcisista de la personalidad carecen de empatía y
tienen dificultades para reconocer los deseos, las experiencias subjetivas y
los sentimientos de los demás. Pueden asumir que los otros están totalmente
interesados en su bienestar. Tienden a hablar de sus propios intereses con una
extensión y un detalle inadecuados, en tanto que no consiguen darse cuenta de
que los demás tienen sentimientos y necesidades. A menudo son desdeñosos e
impacientes con los demás cuando éstos se refieren a sus propios problemas y
preocupaciones. Estos individuos pueden ser ajenos al daño que pueden hacer sus
comentarios (por ejemplo, explicar con gran alegría a un antiguo amante que
«ahora tengo una relación para toda la vida» o presumir de salud delante de
alguien que se encuentra enfermo). Cuando se reconocen las necesidades, los
deseos o los sentimientos de los demás, es probable que sean vistos con
menosprecio como signos de debilidad o vulnerabilidad.
Estos
sujetos suelen envidiar a los demás o creen que los demás les envidian a ellos.
Pueden envidiar los éxitos y las propiedades ajenas, creyendo que ellos son más
merecedores de aquellos logros, admiración o privilegios. Pueden devaluar con
acritud las aportaciones de los demás, en especial cuando aquellos sujetos han
recibido el reconocimiento o las alabanzas por sus méritos. Los comportamientos
arrogantes y soberbios caracterizan a estas personas.
Los
narcisos adultos se sienten capacitados para todo, por ello no sienten la
necesidad de llevar a cabo un entrenamiento previo, con lo que aumentan las
posibilidades de errar. Como esta situación es muy dolorosa, se refugian en
fantasías de éxito de tal manera que pueden llegar perder el contacto con la
realidad y aislarse.
Las
personas con este tipo de personalidad se suelen resistir a recibir un
tratamiento terapéutico, excepto cuando las sesiones adoptan un cariz de reconocimiento.
En este caso sólo se perpetuaría su patrón narcisista, ya que acudirían a
terapia sólo por el reconocimiento obtenido. Las interpretaciones de sus
conductas les llevan a padecer una fuerte tensión por los sentimientos
negativos que les generan: tienen miedo a ser descubiertos en sus debilidades y
no lo pueden soportar, razón por lo que suelen abandonar el tratamiento. Se
puede ayudar con varias estrategias de intervención.
"El trastorno de
personalidad narcisista se diagnostica sobre la base de una evaluación
psicológica/psiquiátrica que valora los antecedentes y la gravedad de los síntomas".
Conclusión
Tiene
un grandioso sentido de auto-importancia, está preocupado por fantasías de
éxito ilimitado, poder, brillantez, belleza o amor imaginados, deterioro de sus
relaciones sociales, tienen sentimientos excesivos de egocentrismo, persiguen
principalmente metas egoístas, son personas que toleran muy mal la
insatisfacción y los errores, se dejan llevar por una florida capacidad para la
fantasía, donde exageran sus capacidades y minimizan sus defectos, la racionalización
es su mecanismo de defensa frente al dolor de no triunfar o en caso de haber
cometido una acción inaceptable, cree que es "especial" y único y que
sólo puede ser comprendido por aquellas personas con las que se relacionan las
cualidades de ser "únicos", "perfectos" o tener
"talento" que confirmen su sentido de superioridad, paradójicamente,
su autoestima es voluble y precisan de la valoración y el reconocimiento y
siempre escogen a rendidos admiradores, exige una admiración excesiva, son
manipuladores, se aprovechan de otros para lograr sus propias metas es muy
pretencioso, es explotador, se caracterizan porque siempre piden y no sienten
que deban hacer o dar algo a cambio, carece de empatía, frecuentemente envidia
a los demás o cree que los demás le envidian a él, no pueden soportar a
aquellos que han triunfado o que despiertan la admiración de los demás y que
les quitan “injustamente” protagonismo, el patrón de conducta más habitual es comportamientos
o actitudes arrogantes o soberbios, esconden sus sentimientos, incapacidad para
arriesgar nada por la posibilidad de frustración que ello con lleva, tendencia a
expresar rabia a las críticas, pueden llegar a obsesionarles y hacer que se
sientan hundidos y vacíos, pasan por episodios depresivos leves.
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