sábado, 3 de agosto de 2013

Del fetichismo: Post-freudiano

Es una parafilia que consiste en la excitación erótica o la facilitación y el logro del orgasmo a través de un talismán u objeto fetiche, sustancia o parte del cuerpo en particular. El fetichismo sexual se considera una práctica inofensiva, salvo en el caso de que provoque malestar clínicamente significativo o problemas a la persona que lo padece o a terceros, pudiendo en este caso llegar a considerarse un trastorno patológico propiamente dicho.

El padre del psicoanálisis Sigmund Freud introduce el término de fetichismo en el “Ensayo sobre las aberraciones sexuales”, enmarcado en la obra en su libro Tres ensayos para una teoría sexual, se refiere en diversos apartados al fetichismo como manifestación perversa. “aberración sexual”  “el objeto sexual normal es sustituido por otro relacionado con él, pero al mismo tiempo totalmente inapropiado para servir al fin sexual normal”

En el espectro del gusto sexual, una pareja de adultos que tienen relaciones sexuales más o menos normales no ameritan mención. En la sociabilidad no después de que personajes famosos confesaron públicamente sus predilecciones sexuales (como Quentin Tarantino y su fetiche por los pies, o Daphne Merkin y su preferencia por las nalgadas), o un policía de 35 años de edad apareció en el psicoanalista en un traje de Winnie-De-Pooh, oliendo a talco y explicando que le gustaba usar pañales y masturbarse muchas veces al día.

“El descubrimiento sexual es un proceso misterioso” Primero eres tú en la obscuridad, quizá con utilería o fotos y eventualmente con otros humanos, descubriendo con el tiempo qué te prende y qué no. ¿Pero cómo es que a ti, siendo tú, te gusta esto y no eso? ¿por qué cuero y no hule; por qué esposas y no látigos, por qué lengua pero no mucha?...

Ante la cuestión de por qué algunas personas son sexualmente más flexibles que otras, Freud hubiera dicho que lo que él llama perversiones tienen su origen en una obstrucción evolutiva: algo salió mal en las fases de la niñez en las cuales la gente aprende a mamar, a ir al baño y relacionarse con sus padres. 

Y al parecer la explicación du moment se encuentra en la psicología evolucionista. “Para empezar, las personas son animales pre-programados para tener sexo y producir más personas. Los químicos liberados en el cerebro durante el orgasmo (sobre todo la dopamina y la oxcitocina) generan un ciclo en el cual el sexo apasionado engendra más sexo apasionado” Donde Se sugiere que la clave para entender todos los fetichismos y desórdenes sexuales se encuentra en la diversidad.

“Estamos programados para necesitar diversidad” “Imagina que cada persona se excitara con la misma cosa, que cada mujer se prendiera con George Clooney o hombres con Mila Kunis. La diversidad de la especie humana requiere que nos excitemos con una variedad de cosas.”

Y quizá la variedad es un concepto que se queda corto: Los seres humanos tenemos una gama de deseos y atracciones sin igual dentro del reino animal. Es por eso que decir que cuando nos sentimos atraídos hacia otras personas sin beneficio reproductivo, seguimos estando dentro del plan natural, o al menos dentro de un epifenómeno del plan natural evolutivo.

“La evolución nuca ha requerido que todos nos reproduzcamos”, Según Lehne.

Citando a Freud: nos habla en estos casos de "una sustitución inapropiada del objeto sexual donde la meta normal está reemplazada por algo que guarda relación con ella. El sustituto es, en general, una parte del cuerpo habitualmente poco apropiada a un fin sexual (los cabellos, el pie) o un objeto que mantiene una relación demostrable con la persona, preferiblemente con la sexualidad de ésta (prenda de vestir)". "No sin acierto", nos sigue diciendo Freud, "se ha comparado este sustituto con el fetiche en que el salvaje ve encarnado a su dios". Lo que se podrán preguntar los lectores es por qué se elige cierto objeto y no otro, y el psicoanálisis lo remite a una impresión sexual de la primera infancia: "siempre se vuelve a los primeros amores", nos recuerda Freud. El objeto sería así un recuerdo encubridor que nos oculta el verdadero deseo del fetichista. Aquí el psicoanálisis nos refiere una cierta simbología, que se podrá o no compartir, cuando por ejemplo nos equipara el pie como símbolo sexual arcaico, fálico, cosa que se ve en los mitos y en las estatuas que representan a dioses unipedes (con un pie) relacionados con el culto de la fertilidad; a las pieles o cabellos que deberían su cualidad de fetiche por asociación con la formación pilosa del monte de Venus; los zapatos y pantuflas como símbolos de los genitales femeninos.

Para Freud por ejemplo la preferencia fetichista por un pie se deriva de la sexualidad infantil: el pie reemplazaría al pene que la mujer no posee, y nos agrega que en muchos casos podía demostrarse que la necesidad imperiosa de ver los genitales de la madre, mirados desde abajo, quedó detenida en su camino por un mecanismo represivo y por eso retiene como fetiches al pie o a un zapato y en este proceso los genitales femeninos se imaginaron, de acuerdo con las expectativas del niño, como iguales a los que él posee. Aquí Freud hace intervenir la angustia de castración del varón, temática bastante compleja dentro del psicoanálisis, pero que resumiéndola de una manera simple nos dice que el objeto elegido como fetiche es un sustituto del pene (falo) de la madre en el que el varoncito ha creído y no quiere renunciar puesto que si la mujer, su madre, está castrada, su propia posesión del pene corre peligro. De esta manera, recuperando una y otra vez el fetiche, niega su ansiedad de castración.

"probablemente a ninguna persona del sexo masculino le es ahorrado el terror a la castración al ver los genitales femeninos". Según Freud.

“Procúrame un pañuelo de su seno, una liga para el amor que siento”


Goethe (Fausto)

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