Las
víctimas de atentados, atracos, violaciones, malos tratos y abusos, o
acontecimientos violentos o peligrosos en general suelen mostrar serias
dificultades para librarse de los pensamientos y sentimientos asociados a esos
acontecimientos.
Cuando
esta situación se prolonga en el tiempo y la persona se siente incapaz de
retomar una vida normalizada hablamos de estrés postraumático. A veces, también
se puede diagnosticar este cuadro cuando el sujeto no ha sido víctima pero sí
testigo (o bien ha conocido por alguien) de hechos que atentan contra la
integridad física de las personas.
El
trastorno de estrés postraumático hace que se sienta estresado y asustado
después de pasado el peligro. Afecta su vida y a la gente que le rodea.
- Puede causar problemas como:
- Flashbacks o el sentimiento de que el evento está sucediendo nuevamente
- Dificultad para dormir o pesadillas
- Sentimiento de soledad
- Explosiones de ira
- Sentimientos de preocupación, culpa o tristeza
Los
síntomas pueden empezar inmediatamente después del evento traumático y
permanecer. Otras personas desarrollan síntomas nuevos y más serios meses o
hasta años más tarde.
La
presencia del estrés postraumático se conoce porque el individuo aquejado de
este problema experimenta, sobre todo, una gran ansiedad. Más en concreto,
puede observarse como siente temor, desesperanza y malestar corporal (o, en los
niños, un comportamiento desestructurado o agitado).
Es
muy característico que la persona recuerde una y otra vez el acontecimiento traumático
y evite cualquier noticia o información relativa a él. Igualmente, tratará de
no pasar por sitios que se lo evoquen o procurará no encontrarse con nadie que
se lo pueda recordar.
Como
cualquier víctima sufre en alguna medida malestar, el estrés postraumático sólo
se debe diagnosticar cuando ha pasado ya un mes desde el acontecimiento. Pero
debe seguir provocando un acusado malestar, y llevar a una desintegración de la
vida social y del rendimiento laboral.
Los
acontecimientos que más habitualmente originan un trastorno por estrés
postraumático son: los combates en el frente de guerra, ataques personales
violentos (agresión sexual y física, atracos, robo de propiedades), la muerte
de seres queridos (en especial, los que suceden de forma repentina), el
secuestro, el ser tomado como rehén, las torturas, el encarcelamientos,
desastres naturales o provocados por el hombre, accidentes automovilísticos
graves, o diagnóstico de enfermedades potencialmente mortales. Ciertas
relaciones muy intensas y con un final doloroso también provocan este cuadro.
En
los niños, los acontecimientos más característicos como fuente de este problema
son: los abusos sexuales, el maltrato físico y la muerte de los padres u otros
cuidadores.
Aunque
de forma menos habitual, también son causa del estrés postraumático la
contemplación de sucesos dramáticos: accidentes graves (de automóviles,
trenes...); la muerte no natural de otras personas a causa de la guerra,
accidentes, ataques violentos y terroristas; ser testigo de desastres naturales
(inundaciones, tsunamis, terremotos...); o contemplar de forma inesperada
muertes, amputaciones o fragmentaciones del cuerpo humano. Igualmente, puede
causar un trauma ver estos sucesos en la televisión o en los periódicos, o,
incluso, recibir la información a través de la narración de otras personas.
El
trastorno se vuelve más grave y duradero cuando el trauma es obra de otros
seres humanos (actos terroristas, torturas, violaciones). Y la probabilidad de
presentar este trastorno aumenta cuanto más cerca físicamente pueda encontrarse
el agente estresante o más próximo se halle el sujeto del lugar donde ocurrió.
Las
maneras de revivir el trauma pueden ser muchas, pero las más habituales son las
siguientes: recuerdos que no se pueden parar y que vuelven continuamente a lo
largo de todo el día, pesadillas repetitivas en las que el acontecimiento
vuelve a suceder, y también, aunque es menos frecuente, la re-experimentación
del suceso como si estuviera pasando realmente en ese momento. Estos episodios
pueden durar pocos segundos, pero también prolongarse durante horas o, incluso,
varios días. Durante estos estados disociativos se revive todo con tal
intensidad que se hace difícil distinguir entre la realidad y la fantasía.
El trastorno suele empeorar cuando la persona
se expone a situaciones que recuerdan o simbolizan lo que pasó (por ejemplo,
aniversarios del suceso, entrar en un ascensor que se parece a aquel en el que
fue violada, etc.).
Todas
las personas con este trastorno se esfuerzan deliberadamente para no sentir y
no pensar en el suceso, tratan de que no se hable de ello, y se enfrascan en
actividades para tratar de olvidarlo; no obstante, muchas de estas actividades
acaban, al fin, por volverse recordatorios del hecho. Sólo algunas personas,
intensamente traumatizadas, consiguen "olvidar" o "borrar de su
mente" cualquier vestigio de lo pasado. Sin embargo, cuando algo lo vuelve
a recordar sufren crisis de intenso malestar.
Justo
después de vivir el acontecimiento traumático, algunas personas parecen
mostrarse indiferentes. Esa reacción se denomina "embotamiento
psíquico" o "anestesia emocional", y suele desaparecer al cabo
de un tiempo.
Muchas
personas con este cuadro acaban perdiendo interés por participar en actividades
que antes les resultaban agradables, tienden a alejarse de los demás y a
restringir sus contactos sociales y, sobre todo, pierden la capacidad para
sentir determinadas emociones (especialmente, aquellas que hacen referencia a
la intimidad, la ternura y la sexualidad). Por otro lado, pueden creer que ya
no tienen futuro (familiar, laboral, social...) y que nunca más podrán
desarrollar una vida normal, como antes del trauma.
Entre
los síntomas que suelen perpetuarse al padecer este problema cabe citar: la
dificultad para conciliar o mantener el sueño, las respuestas exageradas de
sobresalto y miedo, la irritabilidad y los ataques de ira y la dificultad para
concentrarse o ejecutar distintas tareas.
La
detección y reconocimiento del estrés asociado a situaciones traumáticas es el
primer paso para el individuo en su camino para su total recuperación e
integración social.
El
tratamiento es a través de psicoterapia y/o fármacos por Psicólogos
Clínicos/Psiquiatras se constituye como el factor crucial junto a la propia
actitud y predisposición del paciente, para ayudar a las víctimas a afrontar la
tragedia y continuar con su vida de forma satisfactoria.
No sé si mi consulta se refiere a estrés post traumático pero creo que podría compartir algunos puntos. Mi madre acaba de perder un ojo por un tumor. Todo ha sido muy rápido, empezó a notar molestias a finales del mes pasado, fue al médico y en una semana la operaron para extirpar el ojo. Ya le han dado el alta y el pronóstico es muy bueno ya que el tumor no se había extendido, lleva un mantenedor de espacio y una vez la zona esté bien cicatrizada le pondrán una prótesis. El problema es que anímicamente está destrozada. No quiere salir a la calle ni ver a nadie porque no se atreve a enfrentarse a las preguntas de la gente. No es capaz de mirarse en el espejo sin el parche, de hecho soy yo la que tengo que hacerle las curas porque ella es incapaz. Aunque le han dicho que sería bueno dejar la zona descubierta para que la piel respire y cicatrice mejor ella quiere llevar el ojo tapado las 24 horas del día, hasta duerme con él y está continuamente tocándose el parche porque tiene obsesión con que se le despegue. Además le cuesta dormir y tiene pesadillas por las noches. Yo he estado unos días para ayusarla pero mi familia y mis hijos me esperan, mi hermana también tiene un bebé y mi padre ha tenido que volver al trabajo. Nos da miedo dejarla sola pero necesitamos ir volviendo a la vida normal. ¿Qué podemos hacer para ayudarla a aceptar lo que ha pasado y a enfrentarse a su nueva imagen? Muchas gracias
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