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sábado, 6 de abril de 2013

Muerte y Duelo suspendido en la Desaparicion Forzada

La reacción emocional consecuencia de la desaparición forzada, tiene elementos de una reacción de duelo pero a la vez esta experiencia se convierte en traumática y lleva a los familiares a experimentar distintos eventos de re-traumatizarían que hacen cada vez más complejo el panorama de la sintomatología emocional.
Se trata de un duelo en tanto se elabora por qué un miembro de la familia ya no está y además hay elementos traumatizantes, puesto que la forma como sucede la desaparición forzada y el proceso de búsqueda, son experiencias que producen afectos masivos francamente desbordantes.

La experiencia de la desaparición forzada se caracteriza en un primer momento por la sucesión de hechos que encadenan un evento sin explicación alguna: Lo primero que deben enfrentar los familiares de los desaparecidos, es que les ha sucedido lo que nunca sucede, lo que es imposible que suceda, aunque por desgracia ahora puede ser algo posible para ciertas persona aquí en el país, esto los lleva a experimentar esta situación con un dejo mágico, que enseguida remite a los más primitivo del funcionamiento emocional.

Es por esto que esta situación se convierte en un estímulo desbordante, que impacta el aparato psíquico, produciendo una suerte de emociones, desestructurantes, pues lo imposible ha sucedido y entonces las herramientas emocionales que se han construido a lo largo de la vida no resulta funcionales, para la comprensión y afrontamiento de este evento, configurándose un trauma.

También se observa que se configura un funcionamiento emocional con una fuerte tendencia a la cronicidad, en la medida en los que los familiares de los desaparecidos, experimentan un cuadro de congelamiento de su proceso vital, para esperar al que no se sabe en dónde está.

Las personas que estructuran un cuadro de duelo suspendido o ambivalente, presenta una estructura de personalidad prodrómica que se caracteriza por dificultades vinculares, que los llevan a establecer un vinculo mantenido con un objeto ausente.

Se considera que la afectación emocional consecuencia de la desaparición forzada está compuesta por el interjuego complejo de los tres elementos: duelo, trauma y modalidad vincular.

Este artículo plantea la comprensión del duelo suspendido, como un fenómeno emocional, que es el resultado de interjuego complejo de estos tres ejes, para ofrecer herramientas al lector en el manejo de pacientes que estructuran este funcionamiento emocional.

En la práctica de intervención terapéutica se ha encontrado que el primer reto para el paciente es aceptar y entender que la desaparición, es posible y le sucedió a él o a un ser querido.

Dado que los hechos abren el espectro de posibilidades ampliamente, entonces los familiares comienzan a pensar que todo es posible y plantean la hipótesis de lo sucedido, en las que el campo del pensamiento mágico se valida y además las experiencias de horror también, lo que nuevamente se convierte en traumático en sí mismo.

La distorsión del criterio de realidad es muy importante, por lo que se abre el espectro y se considera natural la psicosis, o la estructuración de un delirio, que se encapsula, bajo la afirmación: “nadie me va a entender” y “es que a uno, cuando se habla de familiares de desaparecidos cualquier cosa le abre los caminos de la esperanza”.

La afección emocional, llega al punto de la Psicosis alucinatoria de deseo (Freud, 1915), por lo que los familiares comparten estas experiencias y las convierten en “soluciones” a su profundo dolor emocional, validándose de manera explícita la difusión del criterio de realidad; cuando se trata de un mecanismo primitivo, que refleja el carácter regresivo y masivo de la afectación, que incluye la des-estructuración del aparato psíquico y no un hecho parte de la cotidianidad.

El trauma, entonces se observa con síntomas como miedo, hiperactividad  y desbordamiento emocional, esto produce un bloqueo en las funciones superiores, que se evidencia en la rumiación de ideas, dudas obsesivas y en la imposibilidad de responder asertivamente a los eventos, todo esto como resultado de un mecanismo obsesivo de emergencia, al que acude el aparato psíquico, para controlar el desbordamiento emocional, que no resulta efectivo y que va agudizando la sintomatología.

Al aceptar, la persona logra contener el dolor y el miedo, abandonando las respuestas primitivas de tono psicótico, que debilitan su criterio de realidad y además se armoniza, frente a los afectos producidos por el evento traumático, dejando de lado los mecanismos de afrontamiento obsesivos.

En los familiares de desaparición forzada, dar este primer paso y aceptar, puede tomar años, dependiendo de la estructura emocional de base y de la forma como se dieron los hechos. Es difícil aceptar la desaparición forzada, está ligada a una remota fantasía de muerte o de secuestro.

Es importante aclarar que aceptar que la desaparición sucedió, no quiere decir que el familiar esté muerto, es así como surge otro gran reto, que es elaborar el duelo por la ausencia, no por la muerte, porque no hay elementos de realidad que permitan hacer esta elaboración, pero si hacer el duelo porque el otro no está.

"La característica central de este duelo es la ambivalencia, se refiere al tono afectivo propio de una relación objetal en la que se experimenta amor y odio a la vez, como opuestos, de tal manera que en la relación coexisten el amor y el deseo de destruir al objeto a la vez; la necesidad de alejarse del mismo y el deseo de retenerlo al tiempo" (Fenichel, 1984).

"Esta configuración vincular regresiva es característica del duelo suspendido, de los casos de depresión y de las adicciones, la ambivalencia surge y persiste porque se está tramitando una decepción primitiva, con respecto a uno de los objetos internos, por lo que la persona a través de la represión o de una formación reactiva está conteniendo la agresividad y el deseo de venganza contra el objeto idealizado que ha producido esto" (Fenichel, 1984).

Entonces se observa un congelamiento espacio–temporal que permite a los familiares, mantener vigente el vínculo con el objeto desaparecido y esperar.

Las personas para mantener vigente este vínculo, hacen un reencuentro en la fantasía, por medio de la construcción de hábitos como ver y hablar con fotos, oír grabaciones, mantener intactos los objetos personales, como si el familiar estuviera ahí, etc. Todo esto para evitar el olvido del familiar desaparecido y alimentar la permanencia del objeto interno.

En conclusión se considera necesario hacer una valoración inicial, en los casos de Desaparición Forzada, en la que no solo se exploren los hechos en torno al delito, sino que además permita hacer un bosquejo general de la modalidad vincular del paciente, anterior a la desaparición forzada, de origen primitivo.

Esta valoración inicial tendría el objetivo de plantear una impresión diagnóstica alrededor del duelo, del trauma y además alrededor de la estructura de personalidad de quien lo experimenta, haciendo énfasis en su modalidad vincular. Esto para diseñar un tratamiento potente, que entrada contemple la salida de la situación ambivalente.

El otro propósito de este nivel diagnóstico, es permitirle al consultante visualizar, en la medida que la afectación emocional por el duelo se lo permita, el duelo en el contexto de su vida, y así iniciar el proceso de estructuración de la consciencia de enfermedad, de tal manera que se apuntaría a reducir el tiempo del tratamiento.

Por otro lado se puede concluir que el duelo suspendido, al interior del proceso terapéutico, pasa por varias etapas de elaboración así:

1. Experiencia traumática: La forma como se da la desaparición forzada, lleva a los familiares a experimentar lo que nunca sucede, la situación en si misma se convierte en un estímulo desbordante, que impacta el aparato psíquico, produciendo emociones desestructurantes, porque las herramientas emocionales que se han construido a lo largo de la vida no resultan funcionales, para la comprensión y afrontamiento de la desaparición forzada.

La experiencia traumática, que ha sido vivida como de muerte, se convierte en un recuerdo profundamente enraizado, de características siniestras, que lleva a experimentar la sensación simbólica de estar atrapados y sin salida, de tal manera que el sentido de la vida se va diluyendo hasta llevar a la persona a un empobrecimiento marcado, que se convierte en la experiencia de no vivir: sin tiempo, ni espacio: “en el tiempo de dios”, porque la experiencia de vida produce terror.

2. Aceptar: Es entender que la desaparición, con ese tono mágico, es posible, y le sucedió a él. Esto quiere decir que la persona logra contener el dolor y el miedo y poco a poco, al ir elaborando, pasa a aceptar. Hasta este momento la búsqueda es intensa, pero al aceptar que hay una desaparición forzada, los familiares comienzan a esperar.

3. Idealizar para Esperar: Aceptar que la desaparición sucedió, y que la persona no está, no quiere decir que el familiar esté muerto, porque no hay elementos de realidad que permitan hacer esta elaboración, pero si hacer el duelo porque el otro no está.

Inmediatamente el aparato psíquico, busca ofrecer una salida intermedia al dolor, para modularlo y así manejar la pérdida, por lo que intenta recobrar el objeto, activando las identificaciones, favoreciendo la idealización, para fantasear que aún está presente.

Esta dinámica descrita, se vuelve circular, dándose periódicamente un reencuentro fantasmático, que reedita la relación y mantiene vigente al objeto desparecido.

Se da una adaptación individual y familiar a la ausencia, no reemplazando al desparecido, sino creando un orden en el día a día que permite guardarle el espacio. Y se condiciona la solución a su dificultad emocional a la aparición del desaparecido.

4. Duelo Suspendido: se da un congelamiento espacio temporal que le permite a los familiares, mantener vigente el vínculo con el objeto desaparecido.

La ambivalencia encubierta por la idealización es exuberante, evidenciándose un bloqueo en todas las esferas de la vida y apareciendo gran variedad de síntomas somáticos, que expresan simbólicamente la rigidez del síntoma. "Esta etapa puede durar todo lo que le queda de vida al familiar del desaparecido".

5. Caída de la Idealización: El sobreviviente comienza a reconocer a la persona perdida, como alguien humano con aspectos buenos y aspectos malos, experimentando desilusión, del mismo monto que la idealización, lo que hace que nuevamente se vivencie una relación objetal fraccionada, en la que la espera pierde vigencia, dado que no vale la pena tanto esfuerzo, por un objeto denigrado.

6. Consciencia de Enfermedad: Se pone en duda la adaptación emocional creada en la que el deseo se suspende en espera del regreso, y aparece la consciencia de enfermedad, el darse cuenta de lo bizarro del proceso de adaptación creado, frente a la desaparición forzada.

"La persona se da cuenta de que su eje de vida gira alrededor del desaparecido". Por primera vez aparece la necesidad de resolver el problema emocional que se enfrenta, de no sufrir más por el duelo.

7. Trabajo de Duelo: Aparece un fuerte dolor emocional, ocasionado por el vacío interior que se experimenta, como consecuencia de “la muerte” del objeto idealizado, pues es en este momento en que el sobreviviente experimenta que realmente comienza la despedida.

Esta despedida implica la consciencia de que así aparezca el desaparecido, la vida no va a volver a ser igual.

Es quizá este el momento más doloroso del proceso, dado que el vacío se experimenta como la pérdida de un órgano vital, al punto que las personas sienten que no van a sobrevivir a tal dolor.

8. Re-edición de la Modalidad Vincular de Base: Al pasar un periodo de desidentificación con el objeto perdido, se libera energía psíquica que hace posible, hacer consciencia de la dinámica emocional propia que sirvió de soporte para la construcción de un duelo suspendido, activándose entonces uno de los aspectos fundamentales del duelo que es la re-elaboración de la modalidad de apego, de la capacidad vincular y de la herida primitiva que llevó a favorecer esta espera en el vacío.

Es por esto que este objeto adquiere una gran carga libidinal en el sentido de que para convertirse en un objeto interno, requirió ser cargado transferencialmente y esto lo llevó a suplir el vacío constitutivo con que el sujeto contaba de manera estructural antes de conocerlo.

Esto quiere decir que este objeto, pasó a ser muy importante libidinalmente, porque le permitía o le permitió al desaparecer, a la persona suplir sus vacíos o dolores emocionales provenientes de sus vínculos primitivos.

9. Volver a Empezar: Se recupera el interés por el mundo externo, por construir la vida y la situación de estar suspendido cesa.

La persona dispone de energía psíquica para crear nuevos vínculos con otras personas y actividades.
Es así que al darse este giro y re-composición en la estructura de base, se abre el espacio para la última etapa del duelo que es volver a empezar.

Volver a empezar implica que hay una transformación en el funcionamiento emocional de base y la persona inicia con una sensación de un comenzar de cero, frágil y desorientado, por lo que se corre el riesgo de que se presente una identificación con la victimización y la persona continúe deprimida permanentemente.Sin embargo en general el proceso terapéutico en este punto se descentra y el volver a empezar fluye.

Para terminar es importante entonces entender que la elaboración de la desaparición forzada de un familiar, se convierte en una oportunidad de morir, para nacer, pues al morir se gana conciencia y se nace nuevamente a una vida con mayor claridad, amor, compasión y conciencia.

Alrededor de la muerte se puede integrar la triada de mente, emoción y cuerpo, a favor de la integración que lleva a una conciencia mayor, que nos hace responsables desde lo que elegimos como humanos del devenir de todos nosotros hoy y mañana y además capaces de aportar conciencia y voluntad a favor de la armonía.

jueves, 4 de abril de 2013

La trampa del Odio y el Rencor

En consulta a menudo llegan personas que dicen odiar o sentir rencor hacia su ex pareja, el hijo o a el padre que le abandonó, los políticos, los curas, los extranjeros… En fin, la lista de personas que se pueden odiar es prácticamente infinita.
Muchas veces estas personas tienen una razón de base, de una u otra forma, se han sentido abandonados o engañados y esto ha despertado ese sentimiento negativo tan fuerte. Lo curioso es que todos ellos piensan que al odiar, le están haciendo daño al otro. No se dan cuenta de que se están haciendo daño a sí mismos.

“Cada vez que se sienta invadido por el resentimiento, estará cediendo el control de su vida emocional a la manipulación por parte de otras personas."

El rencor y el odio son dos sentimientos muy profundos que se arraigan y terminan desequilibrando nuestra mente y cuerpo. Porque cualquier sentimiento negativo que experimentemos, sobre todo si está presente durante años, termina pasándonos la cuenta y volviéndose contra nosotros.

La capacidad de odiar es una característica humana; un sentimiento de raíces profundas que se define, desde la perspectiva psicológica, como una emoción intensa de ira y hostilidad hacia una persona, grupo u objeto.

El odio es una emoción de profunda antipatía, rencor, disgusto, aversión, enemistad o repulsión hacia una persona, cosa, o fenómeno, así como el deseo de evitar, limitar o destruir el objeto odiado. "El odio se describe con frecuencia como lo contrario del amor o la amistad".

El rencor es un enojo profundo y persistente; un resentimiento arraigado que desequilibra y enferma el cuerpo y la mente. El rencor, esa emoción tan destructiva tiene la potencialidad de colarse en nuestro ser por todas las rendijas, activando la imaginación de terribles escenas de venganza y amargando la vida a quien lo experimenta, sobre todo si  dura un largo tiempo.

El odio es un sentimiento bajo de rencor y repulsión a lo extraño, a lo que no nos gusta, a lo que puede agredirnos en una situación de indefensión. "El rencor y el odio son sentimientos que destruyen y estancan".

El odio y el rencor, a la larga, es un profundo resentimiento y se basan en la necesidad de decir algo que jamás se ha podido expresar (o al menos no con la intensidad que la persona desearía). La persona, de cierta forma, se siente defraudada y comienza a generar dentro de su mente una serie de ideas negativas contra ese enemigo. Con el paso del tiempo, estas ideas aumentan su intensidad y pueden provocar numerosos problemas, desde la ansiedad hasta enfermedades psicosomáticas (de hecho, incluso hay escuelas de pensamiento que afirman que el odio profundo es una de las causas del cáncer, pero esto aún no se ha demostrado científicamente).

De una forma u otra, lo cierto es que ir por la vida cargado de odio y rencor es como tener que llevar siempre un pesado fardo a nuestra espalda que no nos deja ser del todo felices. Entonces, además de albergar sentimientos negativos, te estás negando la oportunidad de ser feliz. En resumen, lo veas por donde lo veas, estos sentimientos no generan nada positivo. Por eso lo mejor es trabajar para canalizarlos y eliminarlos de una vez y por todas.

Depende de nosotros no engancharnos a todo aquello que nos haga caer en la trampa. Recuerden que el odio es una forma de matar la nobleza del corazón.

La máxima herramienta que te brindo es la de “Olvida y Perdona”.

Olvidar y perdonar nos permite, en primer lugar, controlar nuestras emociones y reacciones. Eleva la autoestima, nos da mayor seguridad y confianza. Facilita la recuperación de la habilidad para aprender, discriminar y seleccionar nuestras respuestas ante situaciones futuras. Aprenderemos, además, a actuar con madurez y sabiduría frente a la adversidad.

Olvidar, perdonar y perdonarnos, aunque doloroso, es deshacernos de la pesada carga de la culpabilidad, la amargura, la ira que nos embarga cuando nos sentimos heridos. Es abrir caminos hacia la esperanza de nuevas oportunidades. Es crecer y desarrollarnos como personas positivas, libres para vivir en paz y armonía con nosotros mismos y con los demás.

martes, 2 de abril de 2013

Ser una Persona Proactiva

Una persona proactiva es aquella que asume sus propias responsabilidades y no se rinde ante las circunstancias. Víctor Frankl decía que es aquella persona que tiene iniciativa y persigue metas, en bien de sí mismo y de los demás.

Una persona proactiva

Una persona proactiva evita reaccionar con sentimientos negativos frente a algo inesperado o desagradable; en vez ello actúa positivamente a partir de sus valores, buscando soluciones y creando nuevos proyectos. Decide cómo quiere que le afecten las cosas y qué hacer frente a ellas, tomando una actitud que lo anticipa y lo lleva a la acción, no dejando que los eventos "pasen" sino que "haciendo que estos ocurran".

Un profesional que destaca como virtud la pro-actividad  en el ámbito laboral, es optimista, creativo, impulsor de metas y desafíos personales, seguros y oportunos en sus decisiones, asertivo en sus planteamientos, capaz de vencer los miedos para generar cambios, de anticiparse a los problemas para prever soluciones. Actúa según sus sueños, es receptivo a las diferencias e imprevistos y busca nuevas alternativas en vez de lamentarse. Concentra su energía en aquellas cosas sobre las que puede hacer algo. En el caso opuesto se encontrarían los trabajadores reactivos, que sólo están bien cuando el entorno está bien; dependen de las circunstancias en vez de generarlas y manejarlas.

La actitud de los profesionales frente a la vida y a los problemas, entrega una ventaja estratégica a la empresa al momento de enfrentarse al competitivo mercado laboral, haciéndola más flexible frente a las crisis, más dinámica frente a las exigencias de cambios, más innovadora para responder a las nuevas necesidades del mercado y más grata en su clima laboral.

La Pro-actividad es una serie de conductas que deben concurrir en forma convergente en el desempeño cotidiano y real, no es un rasgo o característica abstracta, que alguien puede ofrecer o la empresa requerir, sin considerar sus implicancias en la realidad concreta del trabajo.

Factores Contrarios o Actitudes Reactivas:

1.            Ser determinista.
2.            Ser fatalista.
3.            Confundir lo común con lo normal.
4.            Gustar del chisme.
5.            Siempre justificarse.
6.            No entrar a la acción.
7.            Hacer las cosas a medias.
8.            Ser resentido.
9.            Ser negativo.
10.          No asumir riesgos o responsabilidades.
11.          Siempre tener excusas.
12.          Perder el tiempo.

Afirmaciones Comunes que nos impiden ser Pro-activos:

1.- No cumplo con los plazos establecidos para la entrega de tareas, informes, proyectos, etc. Porque....
Excusas habituales: No me alcanza el tiempo para tantas cosas.
Razones verdaderas: No planifico el tiempo, me dejo ganar por la desidia o dejadez.
2.- No realizo actividades que quisiera hacer (ejercicios, leer, viajar, salir, etc.) porque....
Excusas habituales: No me dan ganas o no tengo dinero para hacerlas.
Razones verdaderas: No me gusta salir de casa o no quiero gastar en eso.
3.- Muchas veces llego tarde a los compromisos o citas porque....
Excusas habituales: Todo el mundo llega tarde o hay mucho tráfico.
Razones verdaderas: Hay tanto tiempo que no deseo llegar temprano o salgo siempre tarde.
4.- A veces no hago las cosas tan bien como podría hacerlas porque....
Excusas habituales: Nadie lo valora o no tengo las condiciones necesarias.
Razones verdaderas: No quiero esforzarme más o no me siento capaz.
5.- Aunque no esté de acuerdo, muchas veces hago lo que hacen mis amigos, porque....
Excusas habituales: No quiero discutir con ellos o no quiero que piensen mal de mí.
Razones verdaderas: No valoro mis propias opiniones o no confío en mí mismo.
6.- A veces no les comunico a las personas lo que quisiera decirles (sentimientos, opiniones, ideas, etc.) porque....
Excusas habituales: No quiero que se molesten conmigo o no vale la pena decírselos.
Razones verdaderas: Miedo de que se enojen o a ser rechazado.
7.- Usualmente en los trabajos grupales no doy mi opinión porque....
Excusas habituales: No creo que sea importante o todos hablan.
Razones verdaderas: Creer que mi opinión no es importante o no mostrarme realmente como soy.
8.- Generalmente dejo las cosas para hacer al último momento porque....
Excusas habituales: Hay tiempo de sobra o para qué me voy a esforzar por gusto.
Razones verdaderas: Me dejo vencer por la apatía o no tengo voluntad para hacerlas.

Alternativas para ser una Persona Proactiva:

1. Buscar soluciones y no culpables.
2. Ser más reflexivo y no responder siempre automáticamente.
3. Reconocer habilidades y proezas.
4. No ponerse ni poner excusas.
5. Orientarse al logro (voy a lograrlo, yo puedo....).
6. Pedir orientación y ayuda cuando se necesita.
7. Buscar alternativas de solución.
8. Ser positivo (prepararse para lo mejor).
9. Tener siempre voluntad y motivación en cualquier circunstancia.

Ser Proactivo, significa tomar control consciente sobre tu vida, fijarte objetivos y trabajar duro para lograrlos. En vez de reaccionar ante eventos y esperar a que lleguen las oportunidades. Tienes Cuatro dones humanos especiales que dan este poder: El auto-conocimiento, la conciencia, imaginación creativa y tu voluntad propia.

"La carencia de actividad se convierte en una gran debilidad".

¡Si no te gusta el camino por el cual te lleva la corriente, entonces toma acción y cambia el curso de tu vida Ahora Mismo! Deberás ser Proactivo y tomar las riendas de tu vida si realmente quieres lograr ser feliz en el camino al éxito.

lunes, 1 de abril de 2013

El poder de la Gratitud

Uno de los mejores ejercicios para mejorar el estado de ánimo es entrar en estado de gratitud. Hacer un alto en el camino y reconocer los grandes regalos que nos ha dado la vida nos permite cambiar nuestra actitud y reconocer que los problemas que estamos enfrentando son manejables comparado con todo lo positivo que nos ha pasado en la vida.
Así como cuando éramos niños, nuestros padres nos enseñaron buenos modales o saludar atentamente a nuestros mayores; debieron habernos enseñado la gratitud, su poder y el secreto que se oculta detrás de ello seguro nos hubiera traído mayores satisfacciones en nuestras vidas.

La gratitud es un sentimiento que se ubica en el nivel más alto en la escala emocional junto con el amor. El nivel vibracional que emite la persona en estado de gratitud es altísimo, por consiguiente atrae experiencias, personas, situaciones y oportunidades que le permiten permanecer en el mismo estado.

Quiero decir que al situarnos en ese estado tan poderoso, emitimos vibraciones de una frecuencia tal alta que atraemos más razones para seguir agradecidos.

 Muchísimas veces no somos conscientes de las bendiciones que tenemos en la vida, enfocamos nuestra atención a lo que no tenemos, no nos gusta o nos incomoda y ponemos toda nuestra energía en las cosas negativas que vemos, emitimos vibraciones de baja frecuencia y densas; y hacemos que esto crezca.

 Si al contrario, ponemos atención a todo lo bueno que tenemos en la vida, agradecemos al Universo y a la Fuente por tantas bendiciones que experimentamos; permanecemos un estado constante gratitud, ponemos energía en todo lo positivo que hay en nuestra vida y hacemos que este bienestar perdure y crezca.

 El sentimiento que acompaña al estado de gratitud, emite una vibración de alta frecuencia, lo que lo hace poderoso. Seguro varias personas podrían preguntarse, ¿pero qué voy a agradecer yo, si no tengo, esto y esto otro?

 Seguro que sí tenemos algo en la vida por que agradecer. Salud por ejemplo, nuestros hijos, nuestra casa, nuestro trabajo, nuestra pareja, el alimento que tenemos cada día, etc. Desde donde nos encontremos en este preciso momento comencemos, hagamos una lista hasta donde podamos por todo lo que queremos agradecer en la vida, repitamos el ejercicio mañana, pasado; no importa si repetimos las mismas razones por la que decidimos permanecer en estado de gratitud. Verás las maravillas y milagros que creas en tu vida por ese poderoso estado de gratitud.

Aunque tengas una lista de necesidades y deseos, pregúntate de qué dispones ya de lo que puedas sentirte agradecido. Busca las cosas de tu vida que despierten tu gratitud, aunque al principio te parezcan insignificantes. Pronto comenzarás automáticamente a sentirte optimista y dichoso. 

Mientras más te sientas agradecido por todo lo que hay en tu vida, mientras más expreses gratitud por lo que es parte de tu vida, más te alineas con la fuente de la abundancia.

“Ser felices significa ser agradecidos”