La bogifobia es una
fobia que se define como un persistente e irracional miedo a lo sobrenatural y
las leyendas urbanas como los asustadores de niños, el coco, fantasmas, duendes, brujas y monstruos imaginarios, típicos de los miedos infantiles.
Los afectados a menudo
adquieren este miedo en la etapa infantil por culpa de las amenazas de los
adultos para controlar el comportamiento de los niños que les lleva a
intimidarles con seres como el Coco o el hombre del saco. El ver películas de
terror puede atemorizar a un infante ante la dificultad de separar lo real de
la ficción, al pensar que el monstruo o asesino del film vaya a ir por él.
También es un miedo que se puede obtener tras algún susto ocasional o repetido
en la infancia que le quedó gravado en el subconsciente, como puede ser un
familiar saliendo de algún lugar oscuro de la casa para asustar al infante,
hasta un trauma infantil real que el subconsciente oculta tras la imagen de un
monstruo. Que un niño sea víctima de un secuestro, o de abusos físicos o que
haya sido testigo de algún otro acto violento puede crear a un bogifóbico.
Este temor tiene más
fuerza generalmente cuando el afectado de la fobia se encuentra a solas o a
oscuras, por lo que a veces está estrechamente ligado a la nictofobia (temor a
la oscuridad) o escotofobia ( miedo a la oscuridad) y en casos más graves a
ligofobia (terror a la oscuridad): “la oscuridad les provoca inseguridad ya que
no ven lo que hay a su alrededor y una imaginación desbordante puede jugar con
las sombras de los objetos y los sonidos del viento convirtiendo la habitación
de un bogifóbicos en un sinfín de amenazas para él”.
Suelen encontrar
seguridad con la compañía en una persona que les transmita tranquilidad y les
reconforte, como en el caso de los niños pequeños lo es un adulto. Esta persona
debe mostrar una actitud comprensible y que les recuerde que no hay nada que vaya
a atacarlos. A veces es bueno revisar la zona que les produce miedo como el
armario o mirar debajo de la cama para asegurarles que no hay nada. "Asustar al
bogifóbico o burlarse de sus miedos sólo conseguirá que su fobia aumente y que
además se sienta incómodo y avergonzado, impidiéndole acudir por ayuda cuando
tenga miedo para no recibir una postura negativa".
Es de las fobias más
comunes en niños pequeños, sobre todo en los infantes con mucha imaginación y
suele superarse en la adolescencia. Si la bogifobia perdura después de la pre-adolescencia,
seguramente esté arraigado a un fuerte trauma infantil que será necesario superar
con un tratamiento psicoterapéutico. ¿Trauma infantil? ya sea como una reacción al trauma o no relacionado, el temor o miedo comienza a ser perjudicial para el afectado cuando le limita en su vida. Algunos
niños expresarán su miedo presentando: ansiedad, pánico, somatizaciones, latido cardíaco rápido, dificultad para respirar, enuresis, comúnmente se sienten confundidos, se distraen fácilmente, reaccionan ante
olores, se sienten enfermos. Los problemas sociales de los niños traumatizados
se pueden manifestar en los embarazos a una temprana edad, abuso de drogas, fracaso
escolar, delirium y un comportamiento antisocial.
Las víctimas de traumas
infantiles pueden sufrir de condiciones neuropsiquiatrías, así como trastorno
de estrés post traumático, trastornos disociativos y trastornos de la conducta.
Por mencionar algunos de los traumas infantiles más comunes: (si no se elaborada adecuadamente) Muerte de un
progenitor o hermano (a), padres infelizmente casado, enfermedad grave, ruptura
del núcleo familiar, alcoholismo o drogadicción, problemas de tipo emocional, abuso
infantil o abandono, o haber estado expuesto a condiciones traumatizantes, etc.