El
acto de quitarse la vida tiene significados distintos.
Dependiendo del contexto, el hecho de
provocarse la muerte puede representar un pecado, un delito, una solución a los
problemas, un acto heroico, una forma honorable de morir, un acto cobarde o un
sinónimo de impotencia.
Sin
embargo, solo se considera suicidio cuando el motivo es morir sin más. Por
ello, los hombres bomba y los mártires no se consideran suicidas, dado que
actúan en nombre de una creencia.
Tampoco
son suicidas los que se sacrifican por otros en casos de emergencia, ni los
soldados que mueren en una guerra, ni cuando la muerte es causada por una
sobredosis accidental de drogas o medicamentos.
Las
señales suicidas que requieren de una atención psicológica inmediata son: la ideación suicida, la tentativa, el
suicidio frustrado y los suicidios parciales.
La ideación suicida
significa tener pensamientos de muerte.
La tentativa o gesto
suicida, se caracteriza por la impulsividad y el uso de
métodos letales, sin fines reales de quitarse la vida.
En
un caso así, no existe la voluntad de morir, más bien es una forma de pedir
ayuda o un intento para lograr un beneficio secundario.
El suicidio frustrado
es haber intentado quitarse la vida y no haberlo logrado. El suicidio parcial
representa las auto-mutilaciones o la citofobia (no comer).
En
otros casos, las personas pueden tener ideas suicidas y no lo han manifestado
ni se lo han contado a nadie. Se entregan al alcoholismo y a las toxicomanías,
practican conductas de alto riesgo, quizás aleatorias que consisten en actos
casi suicidas que dependen de la suerte.
En
otras circunstancias, el suicidio puede
ser inducido por un trastorno mental, siendo principalmente la enfermedad
lo que provoca el suicidio y no la lógica del individuo.
Las
características de personalidad juegan un papel importante en el comportamiento
suicida. Se ha comprobado, que la gente con tendencias suicidas, tiene
dificultades para resolver problemas, su pensamiento es dicotómico (todo o
nada) y son poco flexibles.
Exhiben
un bajo umbral para el dolor, tienen una red social limitada y experimentan un
estrés intenso constantemente.
Bajo
esta perspectiva, el comportamiento suicida es visto como un comportamiento
aprendido, enfocado a la resolución de problemas y empleado cuando el individuo
siente que no tiene otra opción.
Algunos
de los factores de riesgo que se observan en la conducta suicida son: enfermedades mentales, aislamiento,
agresividad, impulsividad, un comportamiento suicida familiar, un intento
suicida previo, la ruina financiera y las adicciones.
INDICADORES
DE RIESGO
Los
indicadores de riesgo pueden ser conscientes o inconscientes y, en muchas
ocasiones, es una señal de una persona que no es capaz de expresar lo mal que
se siente o una petición de ayuda.
Aunque
no indican necesariamente el suicidio, es conveniente tener en cuenta los
indicadores de riesgo siguientes:
- Verbalizar frases que indican un acto suicida como: "prefiero estar muerto” "cuando me muera me echaréis de menos".
- Escribir notas sobre el suicidio o la muerte (que se pueden clasificar como 1. notas de disculpa, 2. basadas en enfermedades incurables, 3. acusatorias, 4. con instrucciones y 5. una mezcla de todas ellas.
- Hacer testamento o donar o tirar pertenencias importantes.
- Pasar bruscamente de un estado de ánimo a otro diferente
- Realizar conductas erráticas, sin objetivo alguno.
- Visitar a amigos y familiares en plan de despedidas.
- Acumular fármacos.
- Hablar sobre el suicidio, incluso bromeando.
- Sufrir una depresión mayor.
- Cambiar de hábitos alimenticios y del sueño.
- Perder el interés en las actividades habituales.
- Abandonar a los amigos y a la familia.
- Aumentar el consumo de alcohol y de drogas.
- Provocar situaciones de riesgo innecesarias.
- Sufrir un aumento de molestias físicas frecuentemente asociadas a conflictos emocionales.
- Tener un comportamiento temerario.
- Poner orden en los asuntos y regalar posesiones de valor.
- Tener un cambio radical en el comportamiento, en la actitud o en la apariencia del aspecto físico.
- Sufrir una pérdida importante o cambio de vida.
- Haber sufrido abuso sexual o maltrato físico.
- Tener una historia familiar de suicidio o violencia.
- Haber fallecido un amigo íntimo o un miembro de la familia.
- Haberse divorciado o separado recientemente.
- Tener fracaso escolar.
- Haber perdido el trabajo o problemas laborales.
- Tener procesos legales inminentes.
- Haber estado encarcelado recientemente o haber sido excarcelado recientemente.
- Provocar conflictos y peleas.
- Infringir la ley.
- Autolesionarse.
- Haber tenido una conducta previa de suicidio.
- Tener problemas en la esfera sexual.
- Tener escaso o nulo apoyo de la familia y amigos.
- Sentirse marginado.
- Tener sentimientos de culpabilidad.
- Ser rígido, con pensamiento obsesivo, con poca capacidad de resolución de problemas y un autoconcepto negativo
- Tener sentimientos de inutilidad y de pérdida de autoestima.
- Expresar sentimientos de desesperanza.
Además
toda persona ante de realizar un acto suicida evidencia una serie de síntomas
que constituyen el síndrome presuicidal), que consiste en un retraimiento de
los sentimientos y el intelecto, inhibición de la agresividad, la cual ya no es
dirigida hacia otras personas sino hacía sí y la existencia de fantasías
suicidas
PREVENCIÓN
E INTERVENCIÓN EN LA CONDUCTA SUICIDA
La
multi-causalidad del fenómeno del acto suicida sugiere que las estrategias de
prevención deben ser también múltiples y deben aplicarse en conjunto para
lograr efectividad. No hay una solución unívoca en la prevención del suicidio y
el mejor abordaje es un enfoque multidisciplinario, y a la vez desde un plano
individual y de salud pública.
El
enfoque de la prevención del suicidio a nivel individual enfatiza el
diagnóstico, el tratamiento y seguimiento del trastorno mental (depresión,
esquizofrenia, drogodependencia y estrés).
El
enfoque de salud pública cuenta con estrategias para la prevención del
suicidio:
- Realizar campañas de salud mental, revisiones en los colegios, diagnóstico precoz del abuso de drogas, de la depresión y del estrés.
- Realizar programas específicos de prevención del suicidio y evitar la estigmatización de la conducta suicida.
- Controlar el acceso a los medios para cometer suicidio. Existe evidencia que el control de la posesión de armas disminuye la tasa de suicidio, así como el control del uso de medicamentos y pesticidas. Otras medidas pueden incluir el cercado de puentes de gran altura y de ventanas en edificios altos.
- Apoyo a los medios de comunicación para que la información se adecue a la prevención: Formación de periodistas en el manejo de la información sobre la conducta suicida, ya que los medios de comunicación pueden jugar un papel proactivo en ayuda a prevenir el suicidio.
La
prevención del acto suicida comprende una serie de actividades que van desde la
provisión de las mejores condiciones posibles para la educación de niños y
jóvenes, el tratamiento eficaz de las enfermedades mentales y el control de los
factores de riesgo.
Aunque
se han identificado factores de riesgo de la persona con alto riesgo de
suicidio, no hay una medida definitiva para prevenir el suicidio y muy pocas
personas con estos factores cometerán suicidio.
PSICOTERAPIA
La
psicoterapia ayuda a distinguir a los pacientes que presentan pensamientos suicidas,
de aquellos cuyas tentativas no representan un peligro real.
Dependiendo
del caso, podemos utilizar diferentes enfoques psicoterapéuticos. La
psicoterapia individual se orienta a que el paciente reconozca los eventos que
lo impulsan a practicar esta conducta y, sobre todo, a que aprenda a utilizar nuevas estrategias
para solucionar problemas. La
familia del paciente también requiere de un acompañamiento terapéutico, además
de que es fundamental su apoyo para la toma de acciones preventivas que se
determinen durante el proceso terapéutico.
Ante
un evento suicida, consumado o frustrado, tanto los familiares como la pareja y
el sobreviviente, quedan con un severo daño psicológico.
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