¿Podemos elegir
libremente qué tipo de emoción experimentar? ¿Ante un mismo estimulo podemos elegir
experimentar varios tipos de respuesta?
Ya no somos meramente
sujetos pasivos que experimentan
aquellas sensaciones que el estímulo externo dispara en nosotros. Ante un mismo estimulo externo podemos
libremente elegir entre sentirnos de una manera o de otra. ¿Pero debemos
rechazar sistemáticamente aquellas emociones que denominamos como negativas? El
dolor, la tristeza, la melancolía, la rabia o el miedo existen porque, sin
duda, son emociones útiles que nos pueden ayudar a superar determinados
estados. No es saludable obligarnos continuamente a sentirnos bien y a reprimir
nuestros estados “negativos”. Debemos valorar que las llamadas emociones
negativas tienen también su función.
EL dolor y la tristeza
son emociones negativas que provocan una bajada de energía y que estimulan una reflexión profunda. Nos ayudan
a superar momentos difíciles de nuestras vidas. Pueden llegar a ser necesarias para establecer un periodo de transición entre
un estímulo negativo externo y una recuperación emocional saludable. Ante la
muerte de un ser querido es saludable sentir dolor o tristeza como trampolín a
superar la situación.
La ansiedad o la rabia
son, por el contrario, emociones negativas pero cargadas de energía. Esta
sobrecarga de energía es, en ocasiones, imprescindibles para superar
determinadas situaciones adversas para reaccionar contra ellas, para mantenernos
alerta y en tensión. Eso no es malo en sí. Si lo sería si mantuviéramos esa
misma tensión cuando el estímulo externo ya hubiera pasado, cuando la amenaza o
el peligro ya no existieran.
Culturalmente llorar se
ha asociado a debilidad, por ello muchas personas intentan reprimir el llanto,
sobretodo públicamente. Cuando lloramos, en la mayoría de los casos,
encontramos como primera reacción el intento, por parte de nuestro entorno, de
aplacar nuestro llanto. Si bien estas expresiones buscan el consuelo en
nosotros, ejercen el efecto contrario, dado que nos sentimos frustrados al no
ser comprendidos.
El llorar es beneficioso para la salud. Se produce una
liberación de adrenalina, hormona segregada en situaciones de estrés y
noradrenalina, hormona que actúa como neurotransmisor que contrarresta el
efecto de la adrenalina.
Ante una amenaza es saludable sentir miedo, porque esa emoción dispara en nosotros los resortes
necesarios para superarla con éxito. La mayoría de las emociones negativas tiene la misión de llamar nuestra atención sobre
las cosas que no van bien en nuestras vidas, nos proporcionan un estado para evaluar
esas situaciones y encontrar soluciones para superar las dificultades. En ocasiones
debemos permitirnos el lujo de experimentar esas emociones negativas, siempre y
cuando respondan estímulos externos apropiados y nos sean realmente útiles para
la superación.
El dejar liberar todas
estas emociones negativas que nos sobrepasan en determinados momentos de
nuestra vida, ayuda al bienestar posterior y se convierte en un aprendizaje
propio sobre cómo gestionarnos emocionalmente.
Podrás sentirte más
valorado, aceptado, y tener paz y armonía en tu interior, aumentando así tu
autoestima, esto lo puedes lograr liberando las emociones negativas que estás
acostumbrado a mantener y alimentar.
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