"Hace
poco hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a
mi marido”. Mileva Maric
En
1896 ingresa en la Universidad de
Zurich, una de las más prestigiosas de Europa en el S. XIX y se matricula en la Escuela Politécnica de
Zurich para estudiar matemáticas y física. Allí conocerá a Einstein.
Ambos
compartían su amor por la ciencia y la música y se cuenta que a menudo
abandonaban sus clases regladas para dedicarse a sus propias investigaciones. Planeaban
dedicarse a la docencia una vez acabados los estudios, incluso optar por un
puesto en la universidad, pero estos planes se verán frustrados.
Einstein
no consigue acceder a un puesto de profesor ayudante debido a su mala relación
con el catedrático de física matemática y técnica H. Weber y Mileva no logra
pasar el examen final de Licenciatura y
desarrollar el proyecto de investigación que tenía pensado para su tesis
doctoral debido a que queda embarazada.
El paradero de esa hija-Liserl- es desconocido, su rastro se pierde un año y
medio después de su nacimiento.
Mileva
y Albert se casarán en 1903 y se instalarán en Berna iniciando un período
sumamente prolífico de producción científica. El matrimonio es, en esta época,
una fuente de felicidad para ella. Lleva
toda la carga de la vida cotidiana y además aporta al trabajo de su marido su
brillante visión como matemática y una actitud de fé en su trabajo y energía
sin límites. En 1904 nacerá su hijo Hans
Albert y en 1910 su hijo Eduard “Tete”
quién con el tiempo desarrollará esquizofrenia.
Mileva
no participaba en la creación de las ideas de Einstein pero las sometía a
prueba, las discutía con él y le daba una expresión matemática a sus
razonamientos. Sin Mileva es probable que Einstein nunca hubiera desarrollado
su teoría; era indeciso, vacilante, le costaba decidirse y cambiaba
continuamente de opinión, también pasaba por crisis en las que dejaba de creer
en él. Mileva, por el contrario, nunca dudaba de su genio.
1905
es un año de inflexión que marca el comienzo de la fama de Einstein y
también de una serie de cambios que
terminarán con los proyectos profesionales de Mileva. Cuando le preguntaban por qué no firmaba los artículos que
elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: “Wir sind ein Stein!” (Somos Ein
stein), que en alemán significa “somos una misma piedra”.
Aunque
su casa sigue siendo punto de encuentro de científicos y de debates
estimulantes, la actitud de Einstein hacia Mileva cambia. Mientras él es un
científico reconocido mundialmente, Mileva deja de ser la mujer excepcional con
la que se relaciona como amiga y colega y con la que comparte sus proyectos.
Las
sucesivas mudanzas, primero a Praga y luego a Berlín detrás de las cada vez
más suculentas ofertas de trabajo de su marido- solo aumentan su malestar, su
enojo y su ensimismamiento y el sentimiento de sentirse rechazada por el entorno laboral y familiar
de Albert.
La
madre de Albert, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos
a la serbia le decía a menudo : “Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú
necesitas es una mujer” Por esa época, Einstein inicia una relación sentimental
con su prima Elsa Löewenthal, cinco años
mayor, divorciada y con dos hijas, amante del lujo y acostumbrada a frecuentar
círculos influyentes.
Mileva
comienza a descuidar su aspecto exterior, se vuelve cada vez más callada y se
vuelca a sus hijos, en los últimos tiempos de convivencia ya no inicia por
iniciativa propia ninguna conversación, pierde los nervios con frecuencia y se
vuelve obsesiva con el orden y las rutinas.
Cuando
decide cortar esta situación y regresar a Zurich con sus hijos, lleva ya varios años trabajando más allá de
sus fuerzas y en una total renuncia de
cualquier interés personal. Su salud física no es buena, coja de nacimiento,
hacer frente al día a día es cada vez más complicado.
El
divorcio llegará en 1916 y se hará
efectivo en 1919. Ella reacciona cayendo gravemente enferma, con repetidas
crisis cardíacas pasa sus días en completa soledad y aunque sus amigos
permanecerán a su lado, nadie podrá trabar verdadero contacto.
Todavía
en 1920 Mileva cosía ella misma toda su ropa y la de sus hijos a partir de
reciclar prendas en desuso, sus amigos ignoraban sus penurias económicas y ella
seguía defendiendo a capa y espada la reputación de su ex-marido, leyendo mucho
y asistiendo a conferencias y conciertos cuando su salud se lo permitía. En
1922 Einstein recibe el Premio Nobel y entrega toda la dotación económica del
premio a Mileva, cumpliendo así una de las clausulas del divorcio.
Llega
una relativa calma económica pero en 1929 la conducta errática de su hijo
Eduard desemboca en un brote psicótico. A partir de ese momento y durante los
siguientes 20 años, su vida transcurre entre enfermeros y sanatorios.
Vivirá
sumida en una constante preocupación por Tete, su cuidado, los enfermeros y las
estancias en el Sanatorio Burghölzli le ocasionarán grandes gastos, de modo que
deberá impartir más clases de matemáticas y música, su vida social se reducirá
a unas pocas personas de confianza, alguna salida al cine y sus placeres serán
cuidado de su terraza de cactus y la
música.
Quizás
haya encontrado otra forma de identificación narcisista en ese hijo brillante,
estudiante de medicina, que ha pasado de
una amor y admiración sin límites por su padre a un odio abierto. En una carta
de 1930 Tete se quejará a su padre de que su sombra pesa sobre él más que una
roca que lo va hundiendo poco a poco. ¿Era también el sentimiento de Mileva?
La
salud de Mila se resiente aún más, tiene repetidos infartos cerebrales que van
dejando secuelas, finalmente muere en 1948 luego de un derrame cerebral que la
deja paralizada del lado izquierdo. Su
caso mezcla lecturas relativas a cuestiones de género sobre la incapacidad de
elección para una mujer de la que se espera que sea esposa y madre y apoyo de
su pareja con otros temas menos claros
ligados a su subjetividad.
La
relación con Einstein basada en una comunicación complementaria nunca se
resolverá, Mileva será siempre una mujer reservada con muchas dificultades en
la gestión de sus emociones. Sus escasos recursos para expresar
su deseo y definir su proyecto vital se transformarán en una capacidad
ilimitada de renuncia, un tipo de relación de objeto basado en el sobre investimento
y en un inexorable empobrecimiento del YO en favor de ese objeto. La enfermedad
física será entonces una consecuencia inevitable de este proceso.
En
este caso, la relación afectiva de Albert y Mileva no solo interesa como
ejemplo de una relación que enferma a una de las partes sino que la pregunta
final es ¿Cuál habría sido el destino de la Física contemporánea si aquel otoño de 1896 no hubieran coincidido en
el mismo curso de matemáticas y física en la Universidad de Zurich?
Fuente:
Trbuhovic-Gjuric
Desanka: “A la sombra de Albert Einstein”, Ed. De la Tempestad- Barcelona-
(1988)
Publicado
en psicoterapia de pareja, relaciones que enferman. Blog Sobreviviendo a Freud.
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