El
término crisis de la mediana edad o crisis de los 40 se usa para describir un
período de cuestionamiento personal, que comúnmente ocurren al alcanzar la
mitad de la edad que se tiene como expectativa de vida.
Alrededor
de los 40-50 años, suelen ser también frecuentes. Puede ocurrirle a uno o a
ambos miembros de la pareja. Se trata de una edad en la que se suele hacer
balance de lo que uno ha hecho en la vida, y en ocasiones no resulta agradable
lo que se ve desde esa perspectiva. La persona siente que ha pasado la etapa de
su juventud y la entrada a la madurez. En ocasiones, las transiciones que se
experimentan en estos años, como el envejecimiento en general, la menopausia,
el fallecimiento de los padres o el abandono del hogar por parte de los hijos pueden,
por sí solas, disparar tal crisis. El resultado puede reflejarse en el deseo de
hacer cambios significativos en aspectos clave de la vida diaria o situación,
tales como la carrera, el matrimonio o las relaciones románticas.
En
cualquier caso, no es una enfermedad; sino una fase de transición personal, que
se puede vivir con mayor o menor intensidad.
En
las generaciones actuales, que no en las más jóvenes, para los hombres de esta
edad suele vivirse como un gran fracaso el no haber alcanzado los objetivos
profesionales que incluyen aspectos laborales, económicos y sociales que se
habían propuesto. A veces este fracaso no se ve compensado ni siquiera por una
pareja duradera y estable, o una familia sin problemas. El malestar es tan
profundo que puede llevar, si no se pone freno, a situaciones verdaderamente
irracionales, como gritos, voces y malhumor a destiempo, que poco contribuyen a
que mejore la situación laboral y terminan con el reducto de equilibrio
familiar.
Las
mujeres de esta generación suelen vivir como un fracaso lo relacionado con su
vida afectiva, o los problemas que puedan tener con los hijos. En ambos casos,
la situación externa suele ir acompañada de pensamientos e interpretaciones
irracionales que suponen un distanciamiento excesivo de la realidad, de manera
que impiden una valoración objetiva de los aspectos positivos que uno ha
logrado o disfruta en su vida, que podrían muy bien contrarrestar o equilibrar
la situación de crisis. Una pequeña parada serviría para rediseñar o reorientar
la propia vida y dejar atrás el fantasma del derrotismo o el dolor.
Las
personas que experimentan una crisis de la mediana edad presentan una o más de
las siguientes tendencias:
- búsqueda de un sueño o meta indefinido
- un profundo remordimiento por las metas no alcanzadas
- deseo de lograr la sensación de juventud
- necesidad de pasar más tiempo solo o con ciertas compañías
Se
ha señalado también que pueden exhibir algunos de estos comportamientos:
- abuso en el consumo de alcohol
- consumismo o adquisición de artículos caros o extraños, como prendas de vestir, autos deportivos, joyas, motocicletas, aparatos electrónicos, teléfonos costosos, tatuajes, etc.
- demasiada atención a su apariencia física
El
enfoque que cada persona le de a este período de crisis podrá resultar positivo
o no de acuerdo a los cambios que decida realizar sobre sí mismo. El solo hecho
de realizar una auto-evaluación de todo lo vivido hasta el momento no tiene
porqué ser algo preocupante, de hecho, tal vez sería sano realizarlo en las
distintas edades y etapas de la vida.
Se cree que por el tipo de personalidad y
tener un historial de crisis psicológicas anteriores predispone a algunas
personas a experimentar esta "tradicional" crisis de la mediana edad.
Conclusión
Al
llegar a los 40, nos acercamos al punto medio de la vida. Sentimos con inquietud
que hemos llegado al final del crecimiento y al inicio del envejecimiento.
Miramos hacia atrás y sentimos la fuerza y vitalidad de la juventud y ¿qué
vemos hacia delante? Un camino con pocas posibilidades y todas conocidas y
gastadas.
La
mayoría de los hombres en la crisis de la mediana edad no enfocan su miedo en
una idea específica, sino que se sienten en unas vidas vacías y aburridas. En
realidad tienen dos grandes miedos: miedo a la vida y miedo a la muerte.
Hay
que sentir que la madurez va a ser la etapa más intensa de sus vidas y que
tienen los recursos para reinventarse. Comprobarán que la mediana edad está
repleta de oportunidades en todos los campos vitales en que se enfoquen:
trabajo, sexo, amor, aventura, experiencia, sabiduría, espiritualidad. Y
descubrirán la clave para vivir intensamente este periodo: conservar y potenciar
lo juvenil que hay en ellos y al mismo tiempo, aceptar el paso del tiempo y la
vejez.
Un articulo interesante, sirvió de luz en el camino de mi investigación para un proyecto de la universidad. Muy agradecido por su aportación. DLB.
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