viernes, 1 de agosto de 2014

No Puedo Decir Adios

Uno de los momentos más difíciles es cuando una relación termina y no estamos listos para dejar ir, ya sea porque no somos nosotros quienes terminamos la relación, o porque a veces decidimos separarnos porque sabemos que es la mejor decisión, aunque nos duela.

Alguna vez esta situación nos ha pasado a todos en algún momento de nuestras vidas. Cómo puede él o ella alejarse así de mí? cómo pudo haber sido capaz de haberme lastimado tanto? cómo no siente ni un poquito de remordimiento? qué hice yo para merecer este castigo? por qué parece odiarme tanto? por qué me desprecia si yo le di todo de mí? sacrifiqué mi tiempo, mis amigos, mi profesión, mi familia hasta a mí mismo/a, para que él/ella sea feliz, no merezco este dolor, este sufrimiento que fulmina mis entrañas, que me está matando de a poco, me siento morir, no tengo ganas de comer, no quiero salir, no quiero hablar con nadie, no puedo dormir, necesito algo que me ayude a olvidar, que algo ocurra y que esta agonía se acabe porque no aguanto más. Estas preguntas o similares alguna vez te has hecho, no es exageración, o justo tal ves ahora estás pasando por esta dolorosa situación.

Insistir en conservar un vínculo que se ha terminado, únicamente provoca insatisfacción y resentimientos innecesarios. Alargar situaciones desagradables solamente empeora lo que debió terminarse. Se requiere de nuestra valentía, de ser honesto con uno mismo, de ser fiel a sí mismo.

En mi consulta he tratado a pacientes con este tipo de dolencias o similares, incluso se han incrementado en atención primaria. Las que más me ha llamado la atención han sido aquellas personas que a pesar de estar casadas en la actualidad, tener una familia, hijos, buena posición económica y una nueva vida, parecen no haber podido desprenderse de ese alguien que alguna vez formo parte de sus vidas, que en su momento sintieron amar profundamente y así como fue tan intenso ese amor también lo fue la ruptura, parece como si ese alguien no salió completamente de sus vidas, ese otro que se ha convertido ahora en un fantasma que los persigue en sueños, les confunde, les duele, atormenta su vida presente, parece increíble que aun en la actualidad después de tanto tiempo él/ella, está tan presente y parece imposible pensar que haya pasado mucho tiempo, lo recordamos como si fuera ayer, y mientras lo hacen los ojos se llenan de lágrimas, sienten fracaso por no haber podido olvidar, creemos que el otro también está sufriendo por nosotros, buscamos saber de él/ella, terminamos creyendo que nada tiene solución estamos injustamente destinados al dolor.

Personas que creen tener un alma gemela y que por mala suerte o mala elección, no pudieron seguir juntos y su recuerdo se ha vuelto un tormento en el presente, siendo imposible poder decir adiós o desprenderse de ese recuerdo que solo causa dolor y es como  ancla que no permite avanzar, la clave está en la inmadurez emocional, en el apego afectivo patológico, suelen ser personas que tuvieron escasa atención paternal o maternal en la infancia, personas que buscan en otros aquello que no encontraron en sus progenitores en su más tierna infancia y a lo largo de su desarrollo infantil y adolescente, solo se puede avanzar hacia adelante cuando se encuentra la verdadera causa de lo que ata, por lo general la respuesta siempre está dentro de uno mismo.

Separarse es una decisión dolorosa a la que se llega exhausto después de muchos intentos de acercamiento, discusiones, desacuerdos, dolor y frustraciones. Tristemente, nos vemos en la tesitura de decir adiós. Seguir juntos no hace más que añadir más dolor a la herida que la pareja lleva tiempo infringiéndose mutuamente.
Ahora ha llegado el momento de decirle adiós a una persona. La relación se desgastó o simplemente terminó su ciclo de vida. Las relaciones como las situaciones son círculos que tienden a cerrarse cuando ha llegado su fin. Y sí, se llegan a terminar, nadie nos dice que debían ser eternas. A veces, para continuar nuestro camino de crecimiento es necesario dejar partir a algunas personas. Es un acto de amor entre ambas partes, por lo que la culpa no ocupa un lugar en el escenario.

En ocasiones, es necesario que suceda algo sorpresivamente decepcionante para darnos cuenta que terminó una relación. Nuestra primera reacción tal vez esté empañada de ira. Después sobreviene la tristeza o la negación. Sin embargo, sabemos en el fondo de nuestro corazón que la relación se terminó.

"Cuando podemos cerrar un círculo armoniosamente, en amor y gratitud, hacemos uso de nuestra capacidad de soltar y desapego que lleva a la libertad y liberación".

Cuando se cierra un círculo, liberamos energía que nos permitirá iniciar nuevos ciclos o nuevas relaciones. Hacer lugar en nuestra vida para que entren nuevas personas más afines a nosotros enriquece nuestra vida social y afectiva, permitiendo crear la vida que soñamos. Arrastrar con vínculos caducos por aferrarse al pasado o a recuerdos muertos ya inexistentes, impide lograr un bienestar verdadero. La flexibilidad permite la novedad en nuestras vidas.

Aprende a valorar las situaciones y a distinguir lo que es bueno para ti y para los demás, no tengas miedo a dar un paso más y cambiar tu vida cuando estas mal viviéndola. Toma decisiones, medítalas, evalúalas y adelante, si es necesario cerrar un ciclo de tu vida, hazlo, siempre hay una parte positiva en todo cambio. No niegues tu realidad.

El proceso de separación tiene varias etapas: shock, pena, culpa, resignación, reconstrucción y resolución. Recuerda por último que cada persona decide cómo sobrellevar su proceso, pero es importante que detectemos si estamos llevando a cabo conductas destructivas como descuidar nuestro trabajo, tratar mal a nuestros familiares, alejarnos de amigos, caer en drogas o alcohol para olvidar, tener actitudes descuidadas en cuanto a la sexualidad, en fin, date cuenta si empiezas a recaer en este tipo de actitudes para que sea una auto alarma personal de que algo está pasando, algo no está fluyendo y no tengas pena en pedir apoyo. Decir adiós no es más que la aceptación de lo que nos sucede en un presente que no nos agrada.

La ayuda psicológica es indispensable en esta como en otras situaciones, el profesional sabe cómo guiar estos casos que no difieren mucho de las adicciones. Si te identificas con este artículo la ayuda está disponible solo depende de ti. Decir adiós no es fácil pero siempre será mejor un volver a empezar que intentar resucitar una relación que ha muerto.

“Labora tu proceso de duelo y déjate fluir con las emociones y sentimientos que se van presentando, con la confianza interna de que se va a superar, de que vamos a salir adelante, y que traerá consigo un significativo crecimiento interior. Ese es el regalo implícito en la separación: brindar una buena oportunidad para empezar de nuevo”.

Finalizando, despedirse es un acto valiente, humano, casi siempre doloroso, pero si aprendes de eso siempre será para bien. Tendemos a convertir un deseo, un sueño, una fantasía, en una necesidad, cuando hacemos esto, nos estamos generando fuentes de sufrimiento emocional. En la vida, para llevar a cabo nuestros sueños, "debemos soñar y saber despertar a tiempo”.

1 comentario:

  1. Hola doctor no puedo decir adiós a lo que más amo, aunque a mi yo no me quieren igual y me la paso profundamente en sufrimiento, soy mujer casada "aun" y tengo 6 años de matrimonio infeliz....no tengo hijos por que no puedo y eso es la causa de mi martirio con él. Quiero separarme de el, pero no puedo y tal ves no quiero, porque como dije lo amo y leo estos artículos y se que estoy mal y necesito ayuda, he tratado en terapia solo un par de veces y no me funciono no me gusto era joven y sin experiencia, ojala pudiera citarlo a usted soy de Jalisco y viajo en diciembre a la ciudad de usted por fiesta familiares por 2 semanas, espero se acuerde de mi caso y le busco, espero no sea tarde para mi y pueda alejarme de lo que me hace daño, mi esposo gusto encontrar artículos así que orienten y que sea por profesional, bendiciones en su carrera. No puedo decirle a dios a lo que me lastima. Atte Berenice C. S.

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