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jueves, 27 de marzo de 2014

Relaciones Tóxicas: Libérate de los Vampiros Emocionales

¿Tu pareja arruina todos los momentos felices de tu vida con comentarios pasivo-agresivos? ¿El clima en casa pasa de bueno a malo en cuestión de segundos? ¿Siempre tiene algo negativo que decir sobre tus actividades? ¿Te sientes dentro de una espiral de mala onda de la que no puedes escapar? Tu relación de pareja es tóxica y como tal, te está envenenando lentamente.
Cuando hablamos de relaciones tóxicas lo primero que solemos pensar es en una mala gestión (dirigir/tramite) emocional de pareja, pero en realidad este tipo de relaciones se dan en cualquier ámbito social, como puede ser el de una amistad o el familiar. Se trata de relaciones que enganchan, sentimos como que quedamos atrapados en una red negativa de la que nos es muy difícil salir.

¿Qué se considera una relación tóxica?

Si a ratos preferirías no estar con esa persona porque te hace sentir mal, porque tu vibración cambia, porque te alteras hasta puntos que nunca creíste llegar, si te sientes manipulado cuando utiliza los sentimientos de culpa, sarcasmo o ironía para contradecirte, si sientes que no mereces ese trato pero no acabas de poner fin a esta relación, entonces estás atrapado en una relación tóxica.

En definitiva se trata de una relación donde una o ambas partes sufren, más que gozan, por el hecho de estar juntos. Los miembros se ven sometidos a un gran desgaste emocional con el objetivo de convencerse a ellos mismos que pueden salvar esta unión.

Al tratar de acomodarnos a la otra persona lo que hacemos es desvirtuar la realidad ¿En qué sentido? Nos convencemos a nosotros mismos que si no mostramos malestar sobre ciertos aspectos que nos incomodan, evitaremos una nueva confrontación. ¿Pero qué pasa cuando llegamos al autoengaño? Que nos enfermamos física y emocionalmente. No olvidemos que la represión emocional provoca ansiedad y estrés.

Por otro lado empiezan los problemas de comunicación, si no nos mostramos como somos ¿cómo nos van a entender los demás?, por lo que todo este conjunto de malestares acaban pasándonos factura.

¿Quién es susceptible de estar en una relación tóxica?

Las personas con baja autoestima y un alto nivel de dependencia suelen caer en estas relaciones. Una pareja tóxica es muy parecida a cualquier otra droga. El efecto de bienestar y placer es corto y los periodos de ansiedad y malestar son frecuentes y largos.

Las personas con este tipo de psicología auto-destructiva creen que necesitan otra persona que los complemente, puesto que sienten que solos son insuficientes. Buscan otra persona que los calme, los tranquilice y les dé ese estado de seguridad y bienestar. Suelen caer en parejas formadas con otro tipo de personalidades, las parejas parásito o las parejas vampiro, que se alimentan del otro para sobrevivir psicológicamente hablando.

Las razones por las que podemos mantener una relación tóxica pueden ser muy diversas, pero casi todas tienen una serie de puntos en común, los cuales pasaré a detallar a continuación:

Baja autoestima

¿Qué es la autoestima? Es un conjunto de percepciones, valoraciones y sentimientos que hacemos con respecto a nosotros mismos. Se considerará baja cuando nuestras creencias estén basadas en no ser merecedores de algo mejor, por lo que en el caso de este tipo de relaciones se tiene la idea de que no podemos estar sin esa persona porque ella es la que siempre ha estado ahí para ayudarnos en todo. Empiezan las preguntas recurrentes como ¿Quién me va a cuidar? ¿Quién me va a amar? ¿Quién me va a animar a seguir adelante?

Creer que somos la solución a sus problemas

Por el contrario podemos tener la sensación de que nosotros somos salvadores de esa persona, que podemos calmar sus malestares y conseguir que vea la realidad desde otro punto de vista idóneo para ambos. Se fantasea con el hecho de que hemos llegado a su vida para hacerlo cambiar, que con nosotros la cosa será diferente. Esto provoca mucha frustración y mucho sufrimiento, ya que hemos basado nuestra relación en unas expectativas poco reales, en vez de basarla en el aquí y ahora.

Si bien es verdad que se pueden cambiar rasgos de personalidad en la otra persona, esto sólo sucederá cuando ésta esté dispuesta a cambiarlos y no antes. Por lo que el deseo de mejorar la vida del otro no tiene que significar que el otro la quiera mejorar, es ahí donde se produce la frustración. No podemos cambiar el entorno, pero si la actitud con la que nos enfrentemos a él.

Yo soy la víctima en esta historia

Llegamos a creernos las palabras hirientes que nos dicen y pensamos ¿quién nos va a querer más que él/ella? Si tan mala persona soy y no me merezco nada, ¿cómo voy a dejar esta relación con la suerte que he tenido de dar con alguien que si me aguante? Ese miedo a quedarnos solos y pensar que tenemos lo que merecemos, es lo que acaba siendo más licitador. Una vez más aparece la inseguridad.

Dependencia emocional

Tratamos de suplir carencias afectivas, pretendemos que el otro nos de lo que nosotros mismos no somos capaces de gestionar. Esta sensación en ocasiones nos lleva a mendigar cariño y es cuando empiezan los desencuentros emocionales.

Miedo a quedarse solo

Quizás esta sea la característica más común, ya que por miedo a no quedarnos solos toleramos cualquier tipo de relación, aunque ésta nos haga sentir mal. Pero lanzo una pregunta al aire ¿no es peor la sensación de estar sólo aun estando acompañado?.

No hemos de confundir soledad con desolación, la soledad es un estado en el que la persona encuentra la paz interior, la desolación es sentir esa carencia de no estar acompañado de alguien que consideramos nos aporta lo que nosotros no sabemos gestionar.

Miedo a lo que está por venir

Otras personas se acomodan dentro de esta relación, por mucho malestar que les aporte, por miedo a seguir adelante con su vida y abrir nuevos caminos. Es lo que supuestamente se conoce como zona de seguridad, aunque en este caso es una seguridad ficticia.

¿Qué hacer?

Las parejas tóxicas pueden durar muchísimo tiempo. Se enquistan y continúan, pero esto no significa que se estén llevando mejor o que disfruten de su relación, simplemente se retroalimentan y se hacen codependientes en el sufrimiento.

Es hora de poner límites y hacer respetar tus tiempos y tu intimidad. Las relaciones deben enriquecernos, lo cual no significa que estén exentas de conflictos.

Pero si sientes que no puedes sobrevivir sin la presencia de la otra persona (familiar, amigo, pareja), algo no está funcionando bien. Debes tomar el control de tus emociones y pensamientos.

La burla, la culpa, el sarcasmo y la manipulación son altamente negativos. Quizás necesites pedir ayuda para reafirmarte en tu propia esencia y recuperar tu estilo propio trabajando la autoestima, estableciendo límites al malestar y aprendiendo a comunicarse asertivamente. Una cosa está clara, el amor no es malestar, ni dependencia, ni miedo, es libertad y satisfacción. Si no sentimos eso, entonces no es amor.

1. Identificar las relaciones que podrían ser tóxicas

Cualquier relación que te agota o estresa, y en la que sientes que no puedes elegir, puede ser tóxica. Estas relaciones se caracterizan por el chantaje emocional, la dominación de uno por sobre el otro, o una lucha tácita por el dominio.

Una o ambas partes pueden sentirse controladas, abusadas, inseguras o dar la relación por sentada. Podemos sentirnos arrastrados con juegos mentales en contra de nuestra voluntad o manipulados por el otro, sus emociones erráticas y excesivamente dramáticas.

Por ejemplo, en el trabajo podemos darnos cuenta que hemos sido hábilmente maniobrados en una situación insostenible que no previmos, tal vez incluso en algo poco ético por un jefe o colega con pocos escrúpulos. Cuando se intenta abordar los problemas, las conversaciones parecen no llegar a ninguna parte o terminan incluso peor.

2. Decidir la importancia de esta relación para ti

Aunque parece obvio alejarse de las relaciones tóxicas, no siempre es tan sencillo. Muchas veces se trata de alguien como un familiar, amigo o pareja con la que existen lazos de lealtad, trabajo o afecto de por medio.

Encuentra una manera de equilibrar lo que sientes con lo que es bueno para ti. Las razones menos saludables para mantener una relación tóxica son: la costumbre o familiaridad que tienes con la persona, porque con eso nos estamos diciendo a nosotros mismos que creemos profundamente que no merecemos la felicidad.

3. ¿Cuál es tu límite de tiempo?

Ejemplo a uno de mis amigos, quien me comentaba que soportaba sólo media hora a su tía abuela sarcástica antes de que le arruinara el día. Sin embargo, él la visitaba porque era la única familia que la mujer tenía. Por ello, administraba su tiempo para verla sólo 30 minutos a la semana.

“Es una gran idea. Si has decidido quedarte en la relación por el motivo que sea, ten un límite de tiempo, pueden ser minutos o meses. Ten cuidado de no subestimar el desgaste degradante del espíritu que experimentamos en una relación tóxica. Puede tomar meses o años recuperarnos”.

4. El manejo del estrés

Si trabajas en un medio laboral tóxico, del que no te puedes librar fácilmente, intenta haciendo cosas nuevas que te den un aire nuevo. Haz ejercicio, algún deporte de tu agrado o disciplina como danza, yoga, tai chi, Pilates o un pasatiempo, para eliminar el estrés físico y emocional de manera saludable.

5. Haz una auto-reflexión exhaustiva

En algunos casos, puede ser que no sepamos que estamos en una relación tóxica o creemos que es la otra persona la que tiene que cambiar. Sin embargo, es importante saber que, en cierta medida, podemos estar inconscientemente contribuyendo a una dinámica de relación poco saludable a través de nuestra inseguridad o baja autoestima.

Es importante ser honesto contigo mismo, y preguntarte si tú has contribuido a la relación tóxica, ya sea siendo demasiado complaciente o porque tus emociones están muy desequilibradas o por sentirte responsable de lo que le ocurre a esa persona.

Es fundamental diferenciar cuál es nuestra responsabilidad, cuál es la suya, y qué somos aparte de la relación que tenemos.

6. Mantenerse alejado de las relaciones tóxicas

“Si has decidido que no necesitas mantener esta relación tóxica y desarrollaste un radar para detectar la toxicidad de los manipuladores encubiertos y tus súper simpáticos amigos pasivos-agresivos, felicitaciones”.

“Un presentimiento incómodo puede ser una señal de alerta temprana distante. Otros signos son intensas emociones reactivas o que la comunicación honesta y abierta es ineficaz. Es un fenómeno interesante que los individuos sanos no se involucran con la gente tóxica si pueden evitarlo”.

7. Mantén relaciones libres de toxicidad

“La asertividad y la comunicación clara pueden hacer que una relación sea más equitativa”.

En este sentido, asumir la responsabilidad de la comunicación honesta y esperar respeto recíproco siempre. Si no es así, aléjate.

Las parejas tóxicas pueden avanzar y solucionar sus problemas sin separarse, hacen verdaderos cambios. Si, debajo de toda esa toxicidad hay amor verdadero, la pareja puede sanar con un esfuerzo por parte de los dos pero siempre es una linea muy delgada....

martes, 25 de marzo de 2014

Albert Fish: El Abuelo Asesino

Advierto de la extrema dureza de algunas declaraciones que pueden leerse en este artículo. Si no está seguro, pulse el botón volver atrás de su navegador, ya que puede "herir susceptibilidades"
Hamilton Howard "Albert" Fish es también conocido como el "Hombre gris", "El hombre lobo de Wysteria" y posiblemente como "El vampiro de Brooklyn". Él afirmaba haber abusado sexualmente de más de 100 niños, y fue sospechoso de al menos 5 asesinatos. Fish confesó 3 homicidios que la policía fue capaz de investigar para encontrar al homicida y confesó haber acuchillado al menos a 2 personas más. Fue sometido a juicio por el asesinato de Grace Budd, fue condenado y ejecutado.

Informe psiquiátrico: Psicópata, Caníbal (antropofagia) y Violador, sadismo, masoquismo, castración y auto-castración, exhibicionismo, voyerismo, pedofilia, homosexualidad, coprofagia, fetichismo e hiperhedonismo.

El 11 de Noviembre la señora Budd recibió una carta:

"Querida señora Budd: Hace algunos años, mi amigo el capitán John Davis, zarpó de California hacia Hong-Kong, que por aquel entonces estaba sufriendo los problemas del hambre. Las calles se habían vuelto muy peligrosas para los niños menores de 12 años, pues existía la costumbre de matarlos, cortarlos en pedazos y vender su carne como alimento.

A su regreso a N.Y. robó a dos chicos, uno de 7 y uno de 11 años de edad. Los llevó a su casa los despojó y desnudó y los ató a un armario. Entonces quemó todo lo que ellos portaban. Varias veces cada día y cada noche los azotó —los torturó— para hacer su carne buena y tierna. Primero mató al chico de 11 años de edad porque tenía el trasero más gordo y, por supuesto, una mayor cantidad de carne en él. Cada parte de su cuerpo fue cocinado y comido excepto la cabeza, huesos e intestinos. Fue asado en el horno (todo su trasero), hervido, asado, frito y estofado. El chico pequeño fue el siguiente, fue de la misma manera. Él me decía tan frecuentemente cuán buena era la carne humana, que decidí probarla..

Esa es la razón qué hace unos años yo acudiera a su casa el 3 de Junio de 1928 y con el pretexto de acompañarla a una fiesta infantil que iba a dar mi hermana, me llevara a su hija Grace hasta una casa abandonada de Westcher County, Worthington, donde la estrangulé, la corté en pedazos y comí parte de su carne. No me la tiré. Murió siendo virgen."

Tras leerla y sufrir un gran shock, se puso en contacto con la policía que tras investigar lograron encontrar la procedencia de la carta, siguieron la pista de Fish, lo arrestaron el 13 de diciembre.

El propio Fish lo reconocería: "No soy un demente, sólo soy un excéntrico. A veces ni yo mismo me comprendo".

Una vez detenido, se confiesa además autor de otros muchos crímenes y demás aberraciones que había estado llevando a cabo durante toda su vida: su deseo irresistible de comer carne cruda las noches de luna llena, que le valdría el apodo de "el Maníaco de la Luna", sus crímenes más atroces, algún acto de vampirismo como el caso de un niño de 4 años al que flageló hasta que la sangre resbalaba por sus piernas, luego le cortó las orejas, la nariz y los ojos, le abrió el vientre y recogió su sangre para bebérsela a continuación, además de desmembrarlo y prepararse un estofado con las partes más tiernas.

"...Decidí comérmela. La llevé a una casa abandonada en Westchester en la que me había fijado. En el primer piso me desvestí completamente para evitar manchas de sangre. Cuando me vio desnudo se echó a llorar y quiso huir, pero la alcancé. La desnudé, se defendió mucho, me mordió y me hizo algunos rasguños. La estrangulé antes de cortarla en pedacitos para llevarme a casa toda su carne, cocinarla y comérmela de varias formas (con zanahorias, cebollas y con tiras de tocino) y que consumió durante el curso de las semanas siguientes. No pueden imaginar cuán tierno y sabroso estaba su trasero asado en el horno, tardé nueve días en comérmela por completo".

Fish confesó que se sentía obligado a torturar y matar niño y que solía actuar siguiendo ordenes divinas de Dios, cuya voz oía frecuentemente. En cuanto a la canibalización, Fish contó "que esos actos le provocaban un estado de éxtasis sexual muy prolongado".

Desde muy niño se siente atraído por el sadomasoquismo, se divierte infligiendo dolor a los demás y sobre todo a él mismo. Sigue con atención los artículos de crímenes en la prensa, y colecciona sobre todo aquellos de los asesinos en serie caníbales, con los que se siente identificado.

A los veinte años mantiene relaciones homosexuales y ejerce la prostitución homosexual en Washington, en dónde viola a un niño y asesina a su primera víctima.

En esa época comienza a sufrir alucinaciones de tipo religioso y vive obsesionado con la idea del pecado, creyendo que la única forma posible de expiación es a través del sacrificio personal y el dolor.

Él mismo se inflige castigos masoquistas automutilándose, frotando por su cuerpo desnudo rosas con espinas, hundiéndose agujas de marinero en la pelvis y en los órganos genitales, en una ocasión es sorprendido en su habitación completamente desnudo, masturbándose con una mano y con la otra golpeándose la espalda con un palo del que sobresalen unos clavos. A cada golpe grita de dolor, mientras la sangre se desliza por sus nalgas.

Oficialmente, fue detenido ocho veces: la primera por tentativa de estafa, luego por robo, por pago con cheques sin fondos, por cartas obscenas a los anuncios de agencias matrimoniales de los periódicos.

En alguna ocasión afirma ser Jesucristo, que San Juan le habla y que el mismo Dios le ordena cometer sacrificios humanos.

Lo internan tres veces en un hospital psiquiátrico, dejándolo salir al poco tiempo en cada ocasión tras considerar que "no es peligroso ni está loco, sino que simplemente sufre una personalidad psicopática de carácter sexual".

A pesar de todos estos delitos, la policía neoyorquina tardaría nada menos que seis años para poder inculparlo por asesinato.

"Escuchaba voces que me decían cosas y, cuando no las comprendía todas, trataba de interpretarlas con mis lecturas de la Biblia... entonces supe que debería ofrecer uno de mis hijos en sacrificio para purificarme a los ojos de Dios de las abominaciones y los pecados que he cometido. Tenía visiones de cuerpos torturados en cualquier lugar del Infierno"

También narra la historia de un joven vagabundo al que obligó a realizar toda clase de actos sádicos, masoquistas y coprófagos durante dos semanas, además de cortarle las nalgas en varias ocasiones para beber su sangre. Finalmente intenta cortarle el pene con unas tijeras, pero cambia de opinión al ver el sufrimiento del chico y arrepentido le da diez dólares dejándolo huir.

También confesó las emociones que experimentaba al comerse sus propios excrementos, y el obsceno placer que le producía introducirse trozos de algodón empapado en alcohol dentro del recto y prenderles fuego. Los hijos de Fish contaron cómo habían visto a su padre golpeándose el cuerpo desnudo con tablones claveteados hasta hacer brotar sangre.

Durante el juicio quedó probado que realizó todo tipo de perversiones con más de 100 niños matando además a 15. "Adoro oírlos llorar de dolor", dijo a sus jueces. Tenía una debilidad por los niños pobres, a quienes violaba y atormentaba durante varios días antes de matarlos.

Se descubrió también su extraño gusto por hacerse daño a sí mismo, uno de sus sistemas favoritos era clavarse agujas alrededor de los genitales. Una radiografía descubrió un total de 29 agujas en el interior de su cuerpo (algunas con tanto tiempo que habían empezado a oxidarse).

En otras ocasiones había intentado introducirse agujas debajo de las uñas, pero no tardó en renunciar a ello cuando el dolor se hizo insoportable. Estas declaraciones acerca de sus víctimas le cuestan a Fish la sentencia de culpable por crímenes con premeditación tras diagnosticarlo psicótico, pero cuerdo.

Albert Fish se llevaría a la tumba su mayor secreto, el número de personas que habría asesinado.

Fue ejecutado el 16 de Enero de 1936 en lo que fue la experiencia más agradable y afrodisíaca que jamás experimentó Fish (acudió a su ejecución entusiasmado en busca de nuevas experiencias).

“Que alegría morir en la silla eléctrica. Será el último escalofrío. El único que todavía no he experimentado..."

El abuelo Asesino: abuelito entrañable de más de 65 años, de rostro demacrado, cuerpo encogido y fatigado, cabello y bigote gris, ojos tímidos. Sus vecinos lo consideraban un hombre apacible, religioso, abstemio y amable. Si miran las fotos de Fish, verán que tenía pinta de viejecito adorable, ese abuelo que desearíamos para cualquier niño(a).

Muchos de esos asesinos son, en apariencia,  simpáticos y adorables. Su capacidad para la seducción es vital si quieren que sus víctimas se les acerquen sin sospechar.

El psiquiatra Frederic Wertham lograría sacar a Fish sus confesiones más intimas, que incluían el canibalismo, que durante tiempo se negó a reconocer y fueron sus declaraciones a la prensa las que hicieron enormemente popular el caso.

Siempre defendió la locura de Fish, considerando que el lugar adecuado no era ni el corredor de la muerte ni la cadena perpetua, sino una institución mental de alta seguridad. Wertham acabo por desarrollar un cierto aprecio y respeto por Fish, personalidad compleja y rica para cualquier psiquiatra.

Wertham consideraba que Fish, como todo enfermo, es víctima de su entorno, de su infancia y de las influencias externas, incluidas sus aficiones literarias. Era un pensamiento típico del psicoanálisis freudiano, que niega que la personalidad este programada genéticamente, siendo el motor principal de formación de la personalidad la influencia ambiental durante la niñez y la adolescencia.

Albert Fish tenía una psicosis compensada en forma perversa, las alucinaciones auditivas, en este caso la voz de Dios, le había ordenado el sacrificio de niños, como así también la castración de dos jóvenes. Fue uno de los asesinos seriales más crueles y estremecedores del siglo XX.