Cuando pierdes a tu
bebé, es un golpe muy fuerte no sólo para tu cuerpo sino también para tu mente.
Tus sueños de ser madre y de tener pronto a tu bebé entre tus brazos se
desmoronan de un momento a otro. ¿Cómo puedes superar este momento? Empieza por
comprender los cambios emocionales que vas a enfrentar, eso te ayudará a
sobrellevarlos mejor.
"Cuando un padre
se presenta ante la muerte de un hijo, es un dolor inexplicable. Al principio
no vemos salida y tampoco discernimos lo que ha sucedido, el camino del día a
día es duro y es una lucha constante"
Querida amiga es normal que estés
triste por haber perdido a tu bebé. Tu cuerpo y tu mente se estaban preparando
para ser mamá, y te cuesta retomar tu vida como antes. Aunque no vayas a ser mamá en este momento, tú ya no eres la misma.
Ese embarazo que no terminó con éxito te cambiará la visión de la vida.
Date tiempo para
comprender lo que ha pasado y sanarte, tanto física como mentalmente. Después
de esta pérdida de tu embarazo, tus sentimientos estarán confundidos por un
tiempo.
Al principio empezarás
por negarlo todo y te costará entenderlo. Es difícil hacerte a la idea de que
ya no hay un bebé creciendo en tu vientre. Y mientras más avanzado haya sido el
embarazo, más fuerte será el impacto para ti y más tiempo necesitarás para
recuperarte. Pero poco a poco lo irás comprendiendo.
Cuando finalmente te
das cuenta de la pérdida de tu embarazo, tu mente tendrá muchas maneras de
enfrentarla. Puedes sentir rabia contigo, con tu pareja, con el doctor o institución, con todos, con Dios. Puedes hasta cuestionar tu fe y pensar que es una injusticia o un
castigo. También puedes sentir culpa, pensando que no te cuidaste lo
suficiente, que pudiste hacerle daño a tu bebé sin querer o que no estás tan
sana como pensabas.
Al dolor familiar se
suma el desconocimiento de las causas en muchos casos: La relación de pareja
puede verse afectada porque se ha dañado la ilusión y el proyecto vital
familiar. Muchas parejas lamentan la falta de atención especializada en los
hospitales. Trámites burocráticos como la autopsia o el registro civil agravan
el dolor. "Perder a un hijo te obliga a tomar decisiones muy duras en muy
poco tiempo".
Tal vez te sirva saber
que perder un bebé es muy común. Según datos casi el 50% de los embarazos se
interrumpen antes de tiempo. Lo que pasa es que muchas mujeres ni siquiera
sabían que estaban embarazadas. Y después de saberlo, todavía el 15% de las
mujeres pierde a su bebé antes de las 20 semanas. Como ves, no eres la primera
y tampoco serás la última.
La Organización Mundial
de la Salud calcula que se producen más de 3,2 millones de nacimientos de
bebés sin vida en todo el mundo, el 98% de ellos en países en desarrollo. A
pesar de que existen diferentes definiciones, este organismo los define como el
alumbramiento de bebés muertos por encima de los 500 gramos de peso o superada
la semana 22 de gestación.
Sin embargo, aunque le
pase a muchas mujeres, tus sentimientos e ilusiones también cuentan y es normal
que sientas dolor y pena y que hasta llegues a sentirte deprimida por haber
perdido a tu bebé. Para eso, busca maneras de dejar salir tu tristeza.
La recuperación física
de la madre no es muy diferente de la de cualquier alumbramiento "les
duele tanto el alma que se quejan poco de los dolores del cuerpo". Por
eso, algunos padres recurren a los grupos de duelo o a psicólogos
especializados "aunque lo normal es que pasado el duelo, durante un año
aproximadamente, se recuperen y no desarrollen ninguna patología que requiera
tratamiento".
Los tiempos a solas
pueden servir para hacer el duelo, o puedes buscar la compañía de tu pareja, tu
familia o tus amigos. Ellos quieren ayudarte, especialmente tu pareja quien
también se está reponiendo (finalmente él también iba a ser padre), pero
probablemente no saben qué hacer. Diles qué necesitas, así sea una compañía
silenciosa, una conversación de desahogo o un abrazo. No temas pedirlo, son
caricias milagrosas para el alma.
Así, poco a poco,
llegarás a la aceptación, un paso importante para continuar con tu vida. Pero
ten en cuenta que aceptar no significa necesariamente olvidar. Probablemente el
recuerdo de tu bebé esperado volverá de vez en cuando a tu mente. Es normal que
suceda, siempre y cuando esos pensamientos no te estanquen.
El duelo, no se cura,
se asimila la pérdida. Nunca vas a poder olvidar a ese hijo que ha fallecido, pero si
aprender a convivir con la tristeza. Es un mito quien dice que “mientras más
joven el bebé, menos intenso es el dolor que debes sentir”. No hay mejor
tiempo, ni menos dolor. Perder un hijo es una tragedia terrible cuando ésta
pase. Se trata fundamentalmente de que los padres conecten con la vida y se
pregunten ¿qué es lo que tengo que hacer? Si se contestan esas preguntas, están
conectando con el verbo acción. Pero si esta sintomatología persiste con el
tiempo, y sobre todo por su intensidad y magnitud impiden a estas personas llevar
una vida con normalidad, cuando aparecen los casos de irritabilidad, enfado,
culpa, los problemas en las relaciones de pareja, en el trabajo, la adopción de
conductas de riesgo o se presentan síntomas depresivos, de ansiedad etc. Cuando
aparecen manifestaciones que llaman la atención. Por ejemplo: “parece como si
no le afectara”, “lo elaboró demasiado rápido”, “ni lo/a nombra”, etc. Si no
puedes llevar tu vida cotidiana con normalidad, lo mejor sería pedir ayuda a un
profesional que te ayude a elaborar el duelo y a seguir con tu vida.
El dolor nunca se va por completo. Sin
embargo, eventualmente, aprendemos las habilidades necesarias que nos ayudan a
sobrellevar la pérdida y el dolor. El luto y el dolor implican mucho trabajo.
Es físicamente extenuante y mentalmente agotante. Pero hay que comparar el
dolor con un préstamo. Debemos pagar el préstamo algún día. Entre más tardemos
en hacerlo, más altos serán los intereses y las multas. Acepta y abraza la
profundidad de tu dolor como la reacción normal de la experiencia más difícil
que una persona puede vivir.
Para ayudar a quien
está atravesando un proceso de duelo, la idea sería poder ponerse a disposición
de quien lo protagoniza y acompañarlo según sus necesidades y condiciones.
Algunas personas
necesitan conversar acerca de lo sucedido, otras no pueden hacerlo hasta que no
haya avanzado en las etapas del duelo. Hay quienes necesitan compañía
permanente y quienes lo viven como un camino solitario. Es necesario respetar
la singularidad de cada uno para poder acompañar y ayudar de verdad. “a veces la
muerte de un hijo es el evento más solitario y más aislante en la vida de una
persona”.
La mayoría de las
mujeres que pierden a su bebé, después logran tener embarazos exitosos. Habla
con tu médico sobre tus posibilidades. Puede que éste no sea el momento, pero
es muy probable que puedas ser madre en el futuro.
Lo ideal sería recibir
la ayuda psicológica 'in situ', inmediatamente después de conocer la noticia "el
momento más duro de todo el proceso". Darles la noticia con tacto,
dejarles despedirse del cadáver en el paritorio, acelerar los trámites de la
autopsia o entregarles los resultados en mano, son algunas de las cuestiones de
la burocracia hospitalaria que podrían aliviar el dolor en estas ocasiones.
"No recibir una buena atención te hace más daño".
Cuando la ecografía
confirma que no existe latido fetal, es necesario provocar el parto sin esperar
mucho tiempo para evitar complicaciones a la madre "el feto muerto puede
liberar sustancias inflamatorias y existe riesgo de infección o de alteraciones
en la coagulación". Así que, aunque
inducido en el 98% de los casos, suele tratarse de un parto vaginal normal, con
epidural, contracciones y dolor físico y psicológico.
Recuerda tú derecho de
padre a ver a tu hijo y tener unos minutos de soledad para despedirte de él,
muchas familias arrastran la pena de no haber podido despedirse del bebé.
Es verdad que el
segundo embarazo ayuda a todas las mujeres que han pasado por esto a seguir
adelante, al pensar en la ilusión de un nuevo bebé, te ayudará a salir adelante
después de ésta pérdida de tu embarazo y sanará tu cuerpo y tu mente hasta que
llegue el momento nuevamente. Solo se cautelosa al aventurarte en un embarazo
para el que no estés preparada demasiado pronto después de la muerte de tu amado
hijo.
Permite que los momentos
de tranquilidad te acerquen más al amor a tu hijo y la aceptación, descubre los
regalos de su paso por tu vida que te ha dejado.
Algunas sugerencias de
ayuda:
- NO cronificar el sufrimiento
- Atención a la pareja inmediata
- No descuidar a los otros hijos (En el caso de tener más hijos). Es importante el trato del caso a los hermanos según su edad.
- La pareja y los hermanos también lloran (familia).
- Ver al niño después del parto les da la oportunidad de despedirse de él y suele ser un motivo de alivio para las familias.
- Algunas parejas encuentran ayuda en la posibilidad de ponerle nombre a su hijo, aunque legalmente sólo podrán inscribirlo en el registro civil si el bebé ha sobrevivido 24 horas al parto. Muchas de ellas tienen que hacer frente a la dolorosa terminología legal en el certificado de defunción que menciona al bebé como 'feto de...' si no ha transcurrido ese tiempo.
- Es necesario expresar lo que se siente. El dolor es normal y no hay nada malo en ello, aunque a veces la presión familiar les lleva a callar.
- Cada persona vive su propio proceso de duelo y encuentra formas diferentes para expresarlo; si siente que lo necesita, busque ayuda psicológica especializada. El tiempo de recuperación también varía en cada caso.
- También en estos partos la madre tiene derecho a la baja por maternidad que, según recoge la Seguridad Social, pueden disfrutar "todos los alumbramientos que tengan lugar tras más de 180 días de vida fetal, con independencia de que el feto nazca vivo o muerto".
- Hacerle la autopsia al niño puede determinar las causas de la muerte (aunque no en todos los casos) y mejorar el control de futuros embarazos. Después de la necropsia, la familia tiene derecho a disponer del cuerpo y enterrarlo o incinerarlo como desee (en algunos centros también existe la posibilidad de que lo donen para investigación). Aunque, algunos centros les dan a escoger entre la autopsia o llevarse el cuerpo.