Breve consideración.
En psicología se ha
establecido que hay seis emociones básicas: el miedo, la ira, la tristeza, la
alegría, la sorpresa y el asco. Todas ellas son buenas y positivas para el ser
humano, pero tienen una parte adaptativa y una desadaptativa, lo que las convierte
en útiles o no útiles. Asco es la denominación de la emoción de fuerte
desagrado y disgusto hacia sustancias, objetos, personas, animales e incluso
situaciones. Algunos sostienen que el origen de la emoción radica
en una reacción defensiva contra determinadas sustancias incomestibles, por lo
que nuestro cuerpo reacciona con rechazo. Al sentir que algo o alguien puede ser
dañino para nosotros, reaccionamos alejándonos de dicha persona o cosa.
Otra línea de
razonamiento, más inspirada por el psicoanálisis, plantea que el asco tiene
relación con nuestro origen animal. El asco nos impulsaría a alejarnos de todo aquello
que amenaza nuestro estado de civilización y nos podría retornar a nuestro
estado anterior de animalidad irracional.
Finalmente, algunos
datos recientes indican que la sensibilidad al asco interfiere con el placer
sexual y parece estar implicada en varias disfunciones sexuales relacionadas
con el deseo sexual y la represión, la excitación sexual y la aversión al sexo y el vaginismo. Es posible también que
las implicaciones del asco no se reduzcan al campo de la psicopatología y la psicología clínica, sino también a otros ámbitos de la psicología.
También el asco, como
cualquier otra emoción, es un fenómeno social, cultural y lingüístico. A lo que
se puede añadir entonces fácilmente el interés por el lenguaje del asco: quién,
cómo, cuando y qué se dice sobre el asco. Se puede añadir también el interés
por su carga simbólica, por sus contextos de invocación. Efectivamente el asco
es una emoción básica, pero no por biológica y universal, sino porque es la
emoción que paradigmáticamente nos muestra las fronteras del orden social y
algunos de los mecanismos de control que practicamos para mantenerlo.
La cuestión es que el asco remite al rechazo de un objeto en la dirección de la cosa, es
decir es el simbolismo del rechazo de un objeto o situación desencadenante de una
emoción. Situada en los diques de la represión en lo infantil como la vergüenza
y la moral. Esto
no es casual, ya que es el concepto de pulsión el que otorga a estos fenómenos
su peculiar estatuto. Desde esta perspectiva, el asco comienza a recortarse más
claramente como “uno de los poderes que han producido la restricción de la
meta sexual” (Freud, 1905: 138). El asco
se conecta también con los diversos componentes de la pulsión sexual y con
otras modalidades de la resistencia ante el poder de la libido.
El Asco tiene una
finalidad funcional, potenciar los hábitos saludables, higiénicos y
adaptativos.
Nos encontramos ante
una nueva frontera que afecta a la psicología clínica y de la salud y a otros
campos de la psicología. Es posible que muchos trastornos de ansiedad tengan
más relación con reacciones de asco que con las propias reacciones de ansiedad
o miedo. Algo similar podría ocurrir con otros trastornos mentales. Si esto es
así, es necesario modificar muchos de los presupuestos aceptados actualmente
tanto para la psicopatología como para el tratamiento de un amplio rango de
trastornos mentales, como el definir el asco patológico y su compromiso en la psicopatología.
Así mismo, esto implica que los tratamientos de muchos trastornos podrían
beneficiarse incluyendo en los protocolos componentes dirigidos a corregir las
respuestas de asco.