sábado, 27 de febrero de 2016

Romasanta Perfil Psicológico: Licantropía Clínica

Fue un psicópata criminal y único caso documentado de licantropía clínica (refiriéndose a la enfermedad mental, no al ser mitológico) en España que llegó a cometer varios crímenes en el siglo XIX.
“Se define como licantropía clínica a un síndrome psiquiátrico que provoca una alucinación en la persona afectada que la hace creer que es o puede transformarse en un animal. Su nombre está conectado con la condición mítica de la licantropía, una aflicción sobrenatural por la cual las personas dicen que pueden transformarse en lobos. El término teriantropía también se usa a veces para nombrar este tipo de alucinación, aunque no necesariamente tiene que ser un lobo el animal en cuestión”.

Es uno de los más interesantes y estudiados de la criminología española, pues se decía que el propio Romasanta era un licántropo. Durante años asesinó aproximadamente nueve personas, entre mujeres y niños. Cuando fue arrestado alegó que una maldición le poseía y se transformaba en un lobo que atacaba a sus víctimas.

Manuel Blanco Romasanta nació un 18 de noviembre de 1809 en la localidad de Regueiro, en la aldea de Santa Olaia de Esgos. Sus padres, de escasos recursos económicos, fueron Miguel Blanco y María Romasanta. Su partida de nacimiento está consignada como Manuela, pues se creyó que era una niña. Era de aspecto físico normal aunque medía solo 137 cm, rubio y de facciones consideradas por algunos historiadores como "tiernas". Romasanta trabajó como sastre y era considerado inteligente y culto para la época, pues sabía leer y escribir.

Romasanta sufría de pseudo-hermafroditismo femenino, una condición que solo afecta a uno de entre cada 10.000 o 15.000 nacidos, aproximadamente. Esta condición haría que, naciendo mujer, segregue una cantidad tan grande de hormonas masculinas que sufra un periodo de masculinización en el que desarrolle características de hombre. Así se explican su barba y otras cosas, y se cree que, debido a esa condición, su clítoris habría crecido tanto que parecería un micro-pene… También se sabe que el pseudo-hermafroditismo femenino genera episodios de fuerte agresividad, y ello ha motivado la especulación de que su trastorno sexual pudo haber participado en el origen de su conducta criminal. Resulta así natural, a partir de la explicación dada, el que Romasanta desde pequeño haya realizado tareas femeninas como coser, bordear, calcetear y cortar trajes y vestidos.

Pero advierto: "Eso no quiere decir que todas las personas que tengan este síndrome sean violentas". Insisto en que si sabemos que este hombre era violento y que puede tener una alteración de los andrógenos, es muy fácil vincular el exceso de andrógenos con la conducta violenta. Es probable que tuviera una anomalía hormonal que interrumpiera su crecimiento en la pubertad.

Ya a sus 21 años, Romasanta se casó (le gustaban las mujeres, era psicológicamente más hombre que mujer) con Francisca Gómez Vázquez, un jueves tres de marzo de 1831. Francisca era vecina suya en la aldea de Soutelo.

“La primera vez que me transformé fue en la montaña de Couso. Me encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma humana. Eran dos valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como la mía. Durante mucho tiempo salí como lobo con Antonio y don Genaro. Atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre”.

Romasanta nunca desistió de hacer creer que se transformaba en hombre-lobo, pero los médicos de la corte no le creyeron. Dice de él el informe médico:  “se evidencia que el Manuel Blanco no es loco, ni imbécil, ni monomaniaco, ni lo fue, ni lo logrará ser mientras esté preso, y por el contrario de los datos referidos resulta que es un perverso, consumado criminal, capaz de todo, frío y sereno, sin bondad”

Sin embargo el cuento del hombre lobo no recibió credibilidad en las cortes, y los médicos consideraron que era un montaje, escribiendo sobre Romasanta en el informe médico:

“Manuel Blanco calcula medios, mide y combina tiempos, modos y circunstancias, no mata sin motivo, ni acomete sin oportunidad; conociendo que hace mal se oculta, seduce para robar; mata para ocultar, reza para seducir; conoce el deber y la virtud para desoírlos; luego de su conformación de sus actos, de su historia, de sus disculpas mismas se evidencia que el Manuel Blanco no es loco, ni imbécil, ni monomaniaco, ni lo fue, ni lo logrará ser mientras esté preso, y por el contrario de los datos referidos resulta que es un perverso, consumado criminal, capaz de todo, frío y sereno, sin bondad y con albedrío, libertad y conocimiento; el objeto moral que se propone es el interés; su confesión explícita fue efecto de la sorpresa, creyéndolo todo descubierto; su exculpación es un subterfugio gastado e impertinente; los actos de piedad una añagaza sacrílega; su hado impulsivo una blasfemia; su metamorfosis un sarcasmo”.

Fue pues por la reina Isabel II que se salvó Romasanta. Hoy la gente habría empleado la palabra “psicópata” para referirse a él, aunque, si buscamos los diagnósticos precisos que los especialistas actuales emitirían, podríamos citar lo que David Simón Lorda y Gerardo Flórez Menéndez escriben en El Hombre-Lobo de Allariz (1853): Una visión desde la Psiquiatría actual. 

A saber: ‹‹…los datos biográficos del caso del “hombre-lobo” Manuel Blanco Romasanta así como lo que podemos inferir de los informes de los médicos que lo reconocen en Allariz, no indican que estemos ante un proceso psicótico sino más bien ante un caso de un trastorno de la personalidad. El pragmatismo y la obtención de beneficio a cualquier coste, siempre ajeno a su persona, aunque con don de gentes y seducción, orientan hacia un trastorno de personalidad. El recuerdo íntegro y la planificación de los hechos, en principio nos descartarían una epilepsia y el descontrol de impulsos ligados a esta entidad (…). Afinar un poco más en qué tipo de trastorno de personalidad puede ser tarea difícil, pero nos inclinamos por el Trastorno Antisocial de Personalidad (…), o por un diagnóstico de “Psicopatía” en la línea de R. D. Hare.››

Según los estudios del CIAC es probable que Romasanta portase además algún arma con la que ayudarse en la comisión de sus asesinatos, ya que según la documentación que obra en poder de CIAC, incluyendo descripciones forenses de Manuel Blanco, tan sólo medía 1, 37 cm. de estatura, siendo un hombre que difícilmente poseería la fuerza física suficiente para matar tan solo con sus manos a las mujeres y niños, y sobre todo a los hombres de cuyas muertes se confesaba autor. Todos estos elementos hacen suponer a los especialistas que Romasanta encaja perfectamente en la clasificación de psicópata.

Más tarde alegaría que lo que sufría no era una maldición sino una enfermedad. Además declaró recordar todo lo sucedido una vez transformado de nuevo en ser humano, lo que fue decisivo para su sentencia. La defensa del reo argumentó que no se podía probar un asesinato con una única confesión, aunque ésta fuera la del propio acusado. La sentencia llegaría el 6 de abril de 1853, cuando Romasanta contaba cuarenta y cuatro años: se consideró que ni estaba loco ni era idiota o maníaco, con lo que fue condenado a morir en el garrote vil y a pagar una multa de 1000 reales por víctima.

Un hipnólogo francés que había seguido el caso envió una carta al Ministro de Gracia y Justicia en la que expresaba sus dudas acerca de si Romasanta padecía o no licantropía. Aseguraba haber curado a otros pacientes con la hipnosis y pedía que, antes de ejecutarlo, le dejaran hipnotizarlo. También solicitó la intervención de la reina Isabel II, que a su vez pidió al Tribunal Supremo que revisase el caso. Tiempo después, Isabel II firmó una orden para liberar a Romasanta de la pena capital, reduciéndose ésta a la perpetua.

Aproximación al perfil Psicopatológico Psiquiátrico

Sus delitos perfectamente  planificados. Selecciona a sus víctimas (generalmente viudas sin recursos y madres solteras con hijos de corta edad), aparentemente afable, las seduce con promesas de prosperidad, y las mata para luego despedazarla incluso devorarlas, haciendo desaparecer sus cuerpos. Negocia con beneficios propios con la posesiones de las víctimas y emplea el engaño y la mentira, falsificación con su misma familia. Parece frio y carente de escrúpulos. No muestra resonancia afectiva con la consecuencia de sus actos, ni manifiesta arrepentimiento alguno, es un “analfabeto emocional”, incapaz de expresar sentimientos de culpa. Proyecta en el entorno la responsabilidad de sus actos, justifica crimines atribuyéndolos a un maleficio. (Su abogado defensor alega el padecimiento de una enfermedad mental).

Dx: Trastorno antisocial/disocial de la personalidad

El Hecho de que el asesino aludiera a su transformación del hombre lobo para justificar sus crimines, nos obliga a excluir otras posibilidades:
  • Una psicosis esquizofrénica, con ideación delirante relativa a ser hombre lobo, usa el mito como significado simbólico de dominio y violencia y por ser culturalmente comprensible en esa época.
  • Tras. disociativo de la personalidad, podría descartarse pues dichos actos parecen planificados voluntariamente.
  • La planificación y ausencia de otros signos permitir excluir crisis parciales del polo epiléptico y de un tras. Especifico del control de impulso de tipo explosivo intermitente.
Si valoramos este caso desde el marco psiquiátrico-forense actual, podríamos platearnos otra vez la a cuestión que hace 2 siglos la administración justicia ¿Actuaba Rosamanta para perpetrar sus actos que le imputaron movidos por la locura? El resultado fue categórico lo tildaron de “consumado criminal” que actúa con libertad y conocimiento. Pero ¿mantendríamos la misma conclusión en el paradigma psiquiátrico y legal actual? Ya que actualmente la imputabilidad puede definirse como “la capacidad de culpabilidad” podremos coincidir en la apreciación que este personaje presentaba un TAP, ó también mostrarse en desacuerdo con respecto a la cuestión de la imputabilidad… 

Evidentemente su primera declaración parecía el delirio de un demente. Sin embargo Romasanta resistió el examen de seis médicos y psiquiatras que certificaban su cordura legal, además se demostró que había vendido enseres personales pertenecientes a los desaparecidos y por si esto no fuese bastante, condujo a los letrados hasta los lugares donde afirmaba haber cometido sus crímenes, siendo descubiertos restos humanos en algunos de ellos. A partir de ese instante el destino de “el hombre-lobo” estaba marcado.

Por otro lado Romasanta vivió una infancia difícil. Huérfano de padre y víctima de una educación represora, en su primera edad pudo gestarse en su mente la semilla de la psicopatía que, con el paso de los años lo convertiría en el más brutal asesino en serie de la historia criminal española

“La imaginación popular echó alas y  a la leyenda del hombre lobo. Manuel escapó de la cárcel y hoy en día, el hombre lobo de Allariz vaga por los bosques buscando nuevas presas, todavía hoy, en ciertas noches de plenilunio, se puede escuchar su terrorífico aullido, mientras acecha entre las sombras a alguna joven doncella, con cuyas tiernas carnes saciar su inagotable apetito....”

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