Cuando
un niño empieza a hacer rituales de conducta o verbales, cuando tiene que
repetir una y otra vez una misma acción, es muy probable que esté atrapado por
un trastorno obsesivo.
El
TOC se caracteriza por la presencia de obsesiones y compulsiones repetidas que
causan intenso malestar psicológico e interfieren en la rutina, en el trabajo,
en las actividades sociales y en las relaciones familiares del niño que lo
padece. Este trastorno obsesivo ha aparecido como una forma de controlar el
miedo y la ansiedad que le ha provocado alguna situación vital puntual o
crónica y que no puede manejar de otra manera.
Según
la American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, al menos 1 de cada 200
niños y adolescentes presenta TOC, un trastorno de ansiedad caracterizado por
obsesiones recurrentes y compulsiones que pueden provocar dificultades en el
funcionamiento diario. Las compulsiones consisten en conductas repetitivas como
lavarse las manos, contar, conductas de comprobación o limpieza, etc., y son
realizadas a menudo con el objetivo de prevenir los pensamientos obsesivos o
eliminarlos. La realización de estos "rituales", sin embargo, sólo
proporciona un alivio inmediato y el hecho de no llevarlos a cabo puede
provocar un malestar y una ansiedad intensos interfiriendo notablemente con la
rutina normal del niño, con su rendimiento académico, sus actividades sociales
o sus relaciones personales. De esta manera, si un niño con TOC no recibe
tratamiento la enfermedad puede causarle graves dificultades en su desarrollo y
funcionamiento, así como cronificarse hasta la edad adulta.
El
TOC en niños comienza entre los 7 a 10 años y tiene una prevalencia de entre
0,3 al 1,9 por ciento en niños y adolescentes. Un 33 por ciento de los adultos
con TOC dicen que sus síntomas empezaron en la infancia. Frecuentemente el niño
se avergüenza de sus compulsiones porque no son lógicas, pero no las puede
evitar, por miedo a que algo mucho peor suceda. A veces los síntomas afectan
mucho al niño en el colegio. Otras veces sólo están presentes en casa, y los
padres pueden creer que el niño los hace para fastidiarles.
Lo
primordial es acudir a un buen
especialista que sepa hacer un análisis profundo de lo que le ha llevado a su
hijo a desarrollar un Trastorno Obsesivo: Antecedentes, historia personal,
familiar y factores estresantes que llevan al menor a desencadenar un TOC más
allá de la predisposición genética.
Las
obsesiones más frecuentes son las que se acompañan de conductas de lavado. El
TOC en los niños es muy semejante al de los adultos. De hecho, hay más
semejanzas que diferencias. El miedo a contaminarse, el
miedo a hacerse daño a sí mismo o a los demás (usualmente, un familiar
cercano), las obsesiones agresivas, y las de simetría y orden. Las compulsiones
más frecuentes, por su parte, eran las de limpieza o lavado excesivo o
ritualizado, la comprobación, los rituales de repetición, y el contar, ordenar
o arreglar.
En
la infancia, además, se presentan con frecuencia obsesiones y compulsiones
atípicas: rituales al escribir o leer, al moverse y al hablar (repetir sonidos,
palabras o frases), etc. Estos rituales pueden ser mecánicos o de
neutralización.
Suelen
ser también frecuentes las compulsiones que se asemejan a los tics (repetitivas
o mecánicas, por impulso o para descargar energía) como tocar, rozar, golpear,
respirar de cierta forma, y guiñar o hacer muecas con la cara o los ojos.
¿Qué
pueden hacer la familia?
La
familia juega un papel importante y necesitamos de su colaboración
para iniciar un cambio en la forma de vida del niño. Integrar y dar espacio a todo
aquello que queda al margen del entendimiento del paciente e incluso de la familia y poder
así resolver los conflictos que
generan su ansiedad y que el especialista bajo la entrevista y la
observación debe hallar.
- Asumir la responsabilidad, no la culpa, que tenemos frente a nuestro hijo o familiar. Generar una comunicación fluida y clara con él, darle actividades para liberar su energía a través de ejercicios, juegos simbólicos y generar ese colchón donde el menor pueda caer sin miedo y con total libertad de expresión.
- Marcar límites pautados y dar respuestas verdaderas a lo que de verdad le ocurre. El hecho de que sea un niño no limita su inteligencia ni su capacidad de comprender pero posiblemente ha construido falsas creencias, muchas de ellas inconscientes, frente a su mala experiencia. El TOC de una manera u otra le ayuda a ‘liberarse’.
- Dado que en la mayoría de los casos la familia suele intervenir y participar activamente en las compulsiones, en los rituales del niño, tiene que saber que eso no lo puede hacer en absoluto porque puede estar, sin darse cuenta, reforzando, potenciando sus rituales. Tendrá que entender que este niño no es un niño que se porta mal y que no le da la gana hacer las cosas de otro modo, sino que se siente impulsado a hacerlo por su ansiedad.
- Es muy importante definir y construir el rol de madre, padre, hermano y generar un entorno de confianza. Sólo con el cambio podremos mejorar su vida y resolver el TOC infantil para dar paso a nuevas y beneficiosas experiencias.
- Él no necesita saber que la separación de sus padres es para mejorar la vida de todos, necesita verlo, experimentar cómo realmente su vida mejora, no tener miedo a que las cosas puedan cambiar de un día a otro sin que nada pueda hacer. Necesita jugar, disfrutar, tener responsabilidades acordes a su edad y su psique y volver a conectar con la vida de una forma segura y placentera sin que le opriman.
- La familia tiene que estar dispuesta a proporcionarle, y como psicoterapeuta ayudarlos a encontrar la manera de hacerlo posible.
Tratamiento
En el tratamiento
psicológico del TOC infantil, se incorpora también a los padres al trabajo
terapéutico, que reciben apoyo psicológico, así como pautas concretas para
actuar como colaboradores del mismo.
Es importante que los
padres que sospechen la presencia de un trastorno obsesivo - compulsivo en su
hijo, consulten a un profesional con el fin de que realice una evaluación y en
caso de confirmarse el diagnóstico, llevar a cabo el tratamiento adecuado. Un
diagnóstico y tratamiento a tiempo, evita que las obsesiones y las compulsiones adquieren mayor complejidad y disfuncionalidad. De ahí la importancia de que
los padres no confundan los síntomas de este trastorno de ansiedad con manías
del niño(a).
El tratamiento que se
realiza consiste fundamentalmente en indicar a los padres toda una serie de
actividades y cambios a realizar en la vida del niño, siempre después de haber
estudiado el caso en profundidad, donde el niño puede venir a terapia
presencial, ya sea semanal o a través de un intensivo, entonces se trabaja directamente
a través de “workouts” en lo que se llevará al juego simbólico y a la acción
que desbloquee su estado nervioso.
En
la mayoría de los casos el uso de inhibidores selectivos de la recaptación de
la serotonina (ISRS) permite reducir la frecuencia y la intensidad de los
pensamientos obsesivos y las compulsiones, lo que supone una importante mejoría
de los síntomas y de la calidad de vida del niño y de su entorno familiar.
Nota: Algunos expertos consideran y lo que personalmente veo en terapia que esta terapia comúnmente pierde eficacia en los niños ya que éstos no
comprenden suficientemente la razón de sus compulsiones y como consecuencia,
tampoco asimilan correctamente las técnicas conductuales dirigidas a que
puedan resistirse a ellas. (Sobre el TCC).
El objetivo de esta
intervención es proporcionar una serie de herramientas tanto a los niños como a
los padres para ayudarles a entender, manejar y reducir los síntomas del TOC.
Los
clínicos debemos tener en cuenta las características individuales de desarrollo
del niño y ajustar los componentes del programa (psicoeducación, exposición,
trabajo en casa...) de acuerdo a su nivel de desarrollo.
- Es necesario evaluar el contexto familiar y, particularmente, las respuestas de los padres ante la conducta ansiosa del niño.
- Es importante enseñar a los padres a tolerar su propia ansiedad.
- Es aconsejable promocionar el uso del humor como estrategia para el afrontamiento del estrés.
Nota:
La psicoterapia tradicional y el psicoanálisis, dirigido a ayudar al paciente a
percibir su problema, no es útil para el TOC. Hay suficientes indicios que la
técnica denominada de exposición y prevención de respuesta (EPR), en
combinación con el tratamiento farmacológico, puede contribuir a tratar con más
eficacia el TOC. El EPR, es eficaz en muchas personas, especialmente en las que
presentan rituales conductistas. Mediante este método el paciente se enfrenta,
deliberada o voluntariamente, al objeto o idea temida, ya sea directamente o
con la imaginación. Al mismo tiempo, el paciente es alentado a evitar sus
rituales con apoyo y medios provistos por el terapeuta, y posiblemente por
otros que el paciente reclute para asistirle. Los estudios realizados y la
práctica diaria demuestran que la EPR es una terapia muy exitosa para la
mayoría de los pacientes que la completan y los efectos positivos perduran una
vez finalizado el tratamiento.
Guía
para los Padres:
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