martes, 20 de diciembre de 2016

El Miedo al Abandono, un Obstáculo en las Relaciones

Amar implica el riesgo de perder al otro, pero hay personas que temen tanto al abandono que envenenan sus relaciones. Ciertas personas viven sus relaciones afectivas bajo la sombra del miedo al abandono.

Estas personas ya no se centran en lo que desean, sino en lo que demandan. Piden pruebas de lo que se siente por ellas porque tienen la certeza de que no van a recibir del otro lo suficiente ya que no son merecedoras de amor. Tienen miedo a amar y a correr los riesgos que el amor trae consigo, lo que imposibilita una relación gratificante que se alargue en el tiempo.

Para amar hay que soportar el riesgo de perder. Dejar atrás la omnipotencia de seguir creyendo que el otro estará ahí siempre, de que tiene que cubrir todos nuestros deseos. También se puede tener miedo a no estar a la altura del otro y a que deje de querernos. Podemos, asimismo, idealizarlo y no soportar la dependencia excesiva que tenemos de él.

Dichos vínculos se mantienen dentro de este influjo, y la persona llega a soportar “cualquier cosa” para no ser abandonada. El abandono es un temor que impide a una persona establecer relaciones en especial de pareja, en confianza, respeto, adecuada comunicación y amor, el individuo con este miedo adquiere diversos comportamientos inconscientes. Veamos dos, los cuales considero, causan mayor daño emocional: uno es alejarse de las personas que la pueden llegar a amar y el otro es atraer justo a las que no la van a amar. Por lo general, dichas personas desarrollan correspondientemente, la actitud de indiferencia o victimismo. La primera es una actitud que se caracteriza por la evasión y la segunda por el sufrimiento, ambos esconden el miedo al abandono.

Empecemos por la persona que presenta la actitud de víctima: se trata de alguien que atrae como pareja a quien la va hacer sufrir; se encuentra con sujetos discapacitados para intimar, inmaduros, promiscuos, casados o simplemente que discrepan del compromiso y hacer pareja; por lo tanto, frecuentemente el individuo con esta actitud queda con el nido vacío o atrapado en una unión con conflicto permanente. Se cumple justo lo que teme: el abandono. Situación que suele agravarse cuando la víctima se obsesiona con él y le hostiga, persigue o acosa, buscando de manera enfermiza que regrese (que no la abandone). Ahora, la otra actitud, la de indiferencia, se caracteriza por la huida; la persona corre cuando siente que puede llegar a enamorarse, buscando barreras físicas o emocionales infranqueables para terminar su relación; de acuerdo a la pareja. El individuo puede inventarse un viaje, ser infiel o cambiar a una conducta que desilusione. Simplemente genera motivos para desenamorar o desenamorarse. Como se puede observar, las dos actitudes son opuestas y complementarias; es decir, se atraen y tienen grandes posibilidades de establecer una relación, unidos por un factor común: miedo al abandono.

Las personas que ostentan el miedo al abandono son personas que provienen de una herencia emocional, también de abandono. Es posible que algún o algunos de sus antepasados hayan vivido episodios de abandono en contexto de vida o muerte, o el hecho de haberse sentido soló. En los mencionados casos, el miedo se impregna en cada célula del cuerpo del antepasado y luego es transmitida a través de sus genes, a la espera de que un descendiente sane la información. Dicha experiencia es la que promueve la repetición de los sucesos en el clan familiar, para que alguien los trascienda y libere.

Cegados por ese temor, actúan de forma lineal: Generan vínculos en los que se ponen al servicio del otro, hacen todo lo que el otro quiere y lo convierten en un amo al que asisten. El vínculo se caracteriza en poner todo el esfuerzo en no ser abandonados. Incluso hay quienes se quedan al lado de alguien que los maltrata, emocional o físicamente, pero les dan la garantía de que siempre van a estar ahí. En muchos casos se termina generando una dependencia emocional. Se trata de personas que vivieron abandonos primarios  y para eso basta con que sus padres no hayan comprendido sus necesidades afectivas y  cuando crecen, construyen vínculos en los que vuelve a estar presente la amenaza de abandono. El paso que sigue frente al profundo sentimiento de indefensión y el pánico a que lo dejen, son las situaciones explosiva , a veces con desenlaces violentos.

Sin embargo, los miedos suelen tener otras máscaras: Para la psiquis es más doloroso ser abandonado que abandonar, entonces también están los que empiezan a boicotear las relaciones con excusas. Sucede que ese miedo inconsciente es tan grande que, aunque encuentre a una persona fantástica, en el momento en que el vínculo crece y demanda mayor intimidad, se desconecta, se anestesia y cierra el corazón. Todo eso por temor a lo que pueda pasar después. Es doloroso sí, pero menos que ser abandonado.

Entrega sí, pero sólo del cuerpo: Estas personas pueden mantener relaciones con cierto nivel lúdico, desde el lugar del placer, de la sexualidad. Pero, muchas veces, cuando empiezan a sentir un pedido de afecto, lo viven como una invasión. Para ellos, uno de los momentos trágicos de la relación es cuando el otro le pregunta ¿en qué estás pensando? La sensación es que el otro se le puede meter dentro de la cabeza. Y en este micromundo blindado a la posibilidad de entregarse y luego sufrir, todo lo que no sea cuerpo resulta impenetrable.

El miedo a que nos abandonen puede estar motivado por evitar la angustia de compartir una intimidad afectiva que se vive muy intensamente, con el sentimiento de perder los límites con el otro. También puede obedecer a una desvalorización profunda donde se supone que la pareja, cuando conozca nuestras carencias, va a dejar de estimarnos. Otro factor que influye es sufrir una intolerancia alta a la frustración cuando el otro no responde siempre a todo lo que se le pide. La clave de la crisis de pareja es que ahora las parejas no se piensan “para toda la vida”.

El mundo emocional en el ámbito de la pareja es muy complejo, y si este está basado sobre todo en el miedo al abandono, la problemática es aún mayor. Pero hemos de tener claro que la base de esta sensación radica en la duda sobre la propia valía.  En el auto-concepto y la autoestima de uno mismo/a.

Es difícil que un amor dure mucho en condiciones saludables si no se tiene confianza en lo que el otro siente por nosotros, o si, de manera inconsciente, no nos sentimos con derecho a ser amados. Renunciar al fantasma del amor idealizado, ese que lo colma todo y tiene que resolver nuestros conflictos. No es el miedo al abandono lo que sabotea nuestras relaciones, es cómo lo manejamos.

Transformar el miedo al abandono en auto-dependencia emocional involucra una aceptación radical de que no eres una extensión de  tu pareja, eres un ser individual capaz de tomar responsabilidad de tus propias necesidades emocionales.


Puedes lograr ser segura(o) de ti misma y aumentar tu amor propio.

Compilador

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