En los últimos años se
han producido grandes avances en el campo de la terapia antirretroviral. La
consecuencia ha sido una reducción en la progresión de la enfermedad, una mejoría
en la calidad de vida de los pacientes y una disminución del número de
infecciones oportunistas, así como de internaciones de los pacientes con VIH. Es
fundamental e imprescindible para el abordaje integral de esta patología que el
psicólogo esté dispuesto a revisar el posicionamiento clásico y ortodoxo en la
atención clínica.
La ayuda psicológica es
esencial para que una persona afectada por el VIH/SIDA y su familia pueda
afrontar la enfermedad. La consulta y las sesiones con un terapeuta profesional
se revelan como una herramienta fundamental en el tratamiento de la enfermedad.
De igual manera que
ocurre con otras enfermedades crónicas y/o mortales, en las personas afectadas
por el virus del VIH-SIDA se da una serie de factores de diversa índole que
toda intervención psicológica debe atender de manera inexcusable. Pero, además
de los efectos psicológicos inherentes a una enfermedad caracterizada por su
fuerte componente amenazante para la vida del individuo, nos encontramos
también con los efectos negativos propios del estigma social y del rechazo que,
lamentablemente, aún siguen persistiendo en nuestra sociedad frente a esta
dolencia. Por tanto, la intervención psicológica debe contemplar y atender a un
conjunto amplio y diverso de problemáticas, relacionadas directa o
indirectamente con el virus del VIH-SIDA.
Los problemas objeto de
intervención abarcan tanto la atención de trastornos de la ansiedad y/o del
estado del ánimo, que se pudieran dar tras el diagnóstico de la enfermedad,
pasando por el acompañamiento a lo largo de todo el desarrollo de la
enfermedad, o fallecimiento de la persona, si el pronóstico y evolución
resultan negativos; así como el afrontamiento e integración en el mundo
sociolaboral, si la enfermedad así lo permite.
Diagnóstico de la
enfermedad
Tras el diagnóstico de
la enfermedad, el individuo y la familia comienzan un proceso de asimilación y
afrontamiento psicológico que, dependiendo de los recursos personales y
sociales, pueden derivar en problemas y/o trastornos más o menos agudos y
graves: trastornos depresivos o de ansiedad, con ideas o no de suicidio,
trastornos adaptativos, trastornos de identidad, síntomas de auto rechazo,
culpabilidad, disminución de la autoestima, alteraciones en las relaciones
sexo-afectivas, etc. También se pueden producir dificultades socio-laborales,
debidas a los problemas de salud, tales como discriminación en el ámbito del
trabajo, tendencia al aislamiento social (reduciendo así los contactos con la
red social y familiar), etc.
El VIH arrebata al
enfermo su autonomía psicológica, el control de sus decisiones; debilita su
vida mental, su identidad y su autoestima. El VIH afecta al sistema nervioso en
diversas formas y desde el inicio, manifestándose en alteraciones de atención,
memoria, función ejecutiva y en casos de fases avanzadas de SIDA, cuadros
complejos de demencia.
Existen varios tipos de
terapia. La elección de asesoramiento está basada en las necesidades
individuales, historial y síntomas. Las intervenciones psicológicas en relación
al VIH tienen diversas metas, procedimientos, enfoques, tiempos y espacios. Las
hay de inicio, de emergencia, de seguimiento, de educación e información, de
evaluación y de rehabilitación, con enfoque cognitivo, humanista o
psicoanalítico.
Los momentos claves de
la consulta psicológica son cuando el paciente se le notifica el diagnóstico, el
inicio de los tratamientos antirretroviral, un cambio de medicación, la
resistencia de la medicación, el inicio de una infección oportunista, problemas
de adherencia, en los que es necesario intervenir. Se pueden agregar a ello
cuestiones tales como la discriminación, la vulnerabilidad, el uso del
preservativo, a quién y cómo comunicar su diagnóstico, entre otras.
La eficacia de la
terapia varía. Algunas personas responden estupendamente. Otras apenas encuentran
consuelo. La intervención y asesoramiento psicológico puede ayudar a tratar
efectivamente a las personas con VIH que también desarrollan problemas
relacionados con la depresión.
El hecho de que los
pacientes con infección por VIH experimenten con frecuencia problemas
psicológicos no sólo lleva a mermar de manera muy importante su calidad de vida
a través del incremento de su malestar emocional. Los problemas emocionales
también tienen su efecto sobre el estado físico de los pacientes y su propia supervivencia.
Esta repercusión negativa sobre el estado físico de los enfermos se expresa
fundamentalmente de tres modos. En primer lugar, a través de la relación entre
los factores cognitivos y emocionales y la función inmune. En segundo lugar, a
través de su influencia sobre la adhesión al tratamiento antirretroviral (hasta
qué punto los pacientes toman los fármacos prescritos). Y en tercer lugar, por
su relación con los hábitos de salud de los enfermos, hábitos que resultan
fundamentales en la progresión de la enfermedad y que incluyen, desde el
consumo de sustancias tóxicas hasta la nutrición o la prevención de
reinfecciones. Cómo tanto los aspectos comportamentales (estilos de vida) como
los psicológicos (control del estrés y estrategias de afrontamiento) y sociales
(apoyo social) pueden influir de manera importante en la progresión de la
infección. Aparte de todas estas necesidades generadas por la aparición de una
enfermedad crónica o terminal en el individuo y su familia, existen otros
efectos psicológicos, provocados por el estigma social que la infección por VIH
todavía entraña en nuestra sociedad (debido a la falta de información de los
ciudadanos, etc.). Todas estas connotaciones negativas, a su vez, influyen de
manera directa en la capacidad de la persona para aceptar y asimilar esta
dolencia. A nivel psicológico esto supone un gran obstáculo y una importante
fuente de trastornos mentales, ya que la persona en estos momentos necesita
expresar y ventilar emocionalmente para poder superar y asimilar el diagnóstico
de la enfermedad. En este sentido, la aceptación y normalización a nivel
psicológico de estos individuos es prácticamente imposible, si no se les da el
lugar y el espacio dónde puedan realizar esta descarga emocional.
Revisión
de los componentes terapéuticos de algunos programas de intervención para
pacientes con infección por VIH/SIDA
- Programa grupal de entrenamiento en técnicas de manejo del estrés.
- Terapia de grupo (ocho sesiones de dos horas de duración cada una) en las que se enfatizaba el entrenamiento en relajación, el cambio de hábitos de salud como la reducción del consumo de tabaco y alcohol y el incremento del descanso y del ejercicio físico, así como otras habilidades para el manejo del estrés.
- Técnicas para el manejo del estrés, entrenamiento en relajación, habilidades de afrontamiento de estresores ambientales, valoración del estrés, afrontamiento activo, incremento de la autoeficacia y aumento de las relaciones sociales.
- Terapia grupal cognitivo-conductual que incluía estrategias para reducir la ansiedad y la depresión como la reestructuración cognitiva, la relajación muscular, la autorrevelación sobre la enfermedad, la adopción de medidas de sexo seguro y el establecimiento de una red social de apoyo, y mejorar la calidad de vida de los pacientes.
- Aplicación individual de la relajación muscular y la imaginación guiada a través de grabaciones.
- Técnicas de consejo breve dirigidas específicamente a la mejora de la adherencia al tratamiento antirretroviral.
- Programa grupal dirigido a parejas heterosexuales serodiscordantes que incluye un componente educativo en el que se da información acerca de la enfermedad; un segundo componente de apoyo que incluye estrategias cognitivas y de solución de problemas; y un tercer componente que incluye el desarrollo de estrategias de afrontamiento, animar a los pacientes para la realización de actividades gratificantes y el incremento de actividades sociales.
- Programa de automanejo para mejorar la adhesión terapéutica que incluye el desarrollo de habilidades implicadas en la toma de medicación, tres visitas semanales para consultas relacionadas con la misma y el feedback mensual de la toma de medicación utilizando monitores electrónicos en los botes de fármacos.
- Programa de tratamiento grupal que incluyen un componente educativo de información al paciente, estrategias cognitivas, entrenamiento en autoestima, relajación, solución de problemas, estrategias para el autocuidado y prevención de recaídas.
- Finalmente, en el programa de tratamiento individual o grupal, se sugiere que conste de 8 a 10 sesiones que incluyen un componente educativo de información al paciente, estrategias cognitivas, entrenamiento en autoestima, relajación, solución de problemas, estrategias para el autocuidado (adhesión al tratamiento, hábitos de salud y prevención de reinfecciones) y un último módulo de prevención de recaídas. En sus resultados preliminares, se han observado cambios significativos tras el tratamiento en el grado de adhesión de los pacientes, variables clínicas relevantes como la ansiedad, depresión o la autoestima y en otros aspectos como el grado de hipocondría de los pacientes, su perturbación afectiva, irritabilidad, grado de interferencia de la enfermedad, apoyo social percibido y locus de control sobre la salud.
Otras dificultades
psicológicas y sociales asociadas a la enfermedad del VIH-SIDA se podrían
concretar en las siguientes:
- Disminución de la autoestima: con sentimientos de culpabilidad, autorrechazo, automarginación, etc.
- Rechazo familiar y social: pérdida de redes personales necesarias para el afectado en este momento de gran estrés.
- Dificultades para mantener relaciones personales: lo que provoca un sentimiento de aislamiento, iniciando, como antes indicábamos, un proceso de automarginación que perjudica enormemente a la persona y carga a la unidad familiar que convive con la persona.
- Problemas de pareja: adaptación a las nuevas relaciones sexuales, sentimientos de culpabilidad, miedo de la pareja al contagio, aparición de nuevos datos de la pareja ocultos hasta este momento (consumo de drogas, relaciones extra-matrimoniales, relaciones homosexuales, etc.), que favorecen la desestabilización familiar.
- No utilización de los recursos públicos a los que tiene derecho de forma normalizada, por minusvalía o situación de necesidad, para no verse obligados a explicar su situación, por miedo al rechazo social o a la no confidencialidad.
- Dificultades en la inserción laboral: evitación de la búsqueda de empleo por el miedo que puede suscitar el rechazo o el estigma social. Junto a la existencia de prejuicios y tópicos sociales en torno a esta enfermedad por parte de la sociedad en general, que de por sí perjudica seriamente la inserción laboral de estas personas, en ocasiones se le tiene que unir a este hecho la baja capacitación profesional de una parte de la población infectada de VIH-SIDA, por lo que las alternativas laborales se reducen considerablemente. La oferta laboral en estos casos de menor capacitación se suele concentrar mayoritariamente en labores manuales, donde el esfuerzo físico es fundamental. Por lo que nos encontramos con otra dificultad añadida para poder alargar la vida profesional de estos pacientes.
- Las revisiones médicas periódicas, las bajas laborales repetidas, etc., suponen una gran fuente de angustia, ya que social y laboralmente no es adecuado o no está permitido por las empresas, lo que a la larga repercute negativamente en el puesto de trabajo y en las relaciones laborales.
Fase terminal
Las necesidades en esta
etapa se circunscriben principalmente al acompañamiento en la muerte del
enfermo y al apoyo a sus familiares. Se pretende así conseguir controlar
posibles alteraciones emocionales, implicar adecuadamente a familiares y
allegados en el proceso, facilitar la despedida, ayudar a afrontar la pérdida,
preparar las últimas voluntades, etc. La muerte siempre será un tema que debe
abordarse en consulta psicológica: los miedos que genera, las expectativas, las
ideas asociadas, etc. Pero el objetivo es, transformar el miedo y parálisis
que suscita la idea de la muerte, en una experiencia de despertar.
Fase de duelo de la
familia
En
este momento, las necesidades principales son facilitar la descarga emocional y
la elaboración de conflictos que no hayan quedado resueltos, supervisar que no
se produzca un duelo patológico, conseguir una despedida emocional y centrar al
familiar en el futuro. No debemos olvidar que, en muchas ocasiones, todos estos
síntomas o fases se ven agravados por aparecer más de un caso de VIH en la
familia (pareja y/o alguno de los hijos), con lo que la desestabilización del
núcleo familiar es aún mayor. También
dependerá de la etapa de la infección en la cual la persona ha sido
notificada. Generalmente, en casos de enfermedad más avanzada en el paciente, la
aceptación de la familia es mayor, por la percepción de proximidad no evitable
de la muerte.
Las
técnicas psicoterapéuticas pueden ayudar al paciente a enfrentar los desafíos por
los que atraviesa a causa de la seropositividad y/o la enfermedad. Lo importante es que al solicitar ayuda profesional
acuda con una persona debidamente entrenada para el trabajo psicoterapéutico. Este
entrenamiento incluye el respaldo de alguna institución acreditada y el manejo
adecuado de la teoría y la técnica propias de la corriente psicológica con que
se trabaje.
El
psicólogo Clínico “deberá o debería” conocer sobre aspectos médicos, indicaciones y
contraindicaciones de los antirretrovirales, frecuencia en la realización de
carga viral y CD4, etc. En este blog se definen instancias de intervención en
la adherencia como:
- Preparación para inicio de tratamiento antirretroviral (TARV)
- Asesoramiento y Orientación para sostenimiento de la adherencia
- Asesoramiento y Orientación para reinicio de TARV.
Se concluye
que es imprescindible que el psicólogo intervenga ofertando al paciente el
siguiente dispositivo asistencial: Psicoterapia individual, grupo de apoyo en adherencia,
grupo de apoyo para familiares y allegados, Grupo de apoyo para miembros
negativos de parejas serodiscordantes. Selecciona
un terapeuta reconocido, certificado y con experiencia en el tratamiento de personas
infectadas por el VIH. Consulta en tu plan de salud si cuentas con cobertura.
Fuentes:
https://revistas.unc.edu.ar/index.php/tesis/article/download/2874/2741