Cuando llega un bebé a
la familia, el hijo mayor necesita un tiempo para aprender a compartir a sus
padres.
Con la llegada de un
hermano, los celos son un sentimiento normal y hasta positivo en los niños,
siempre que los vivan dentro de unos límites razonables. Indican que el pequeño
ha desarrollado con sus padres el sentimiento de “apego”, fundamental para que pueda
amar y ser amado en el futuro, y que ha establecido un fuerte vínculo familiar.
Por eso lo defiende cuando lo cree amenazado.
Al principio
se mostrara cariñoso y ahora parece que no quiera tanto al bebé. O puede que
sea al revés, que las reacciones de apego como arrullar, tranquilizar, cantarle
al bebé... lleguen con las semanas (esto es más frecuente). Sea como sea,
seguro que en unos años son inseparables, se querrán, se divertirán juntos y
también se pelearán, cómo no. Pero, hasta entonces, ¿cómo ayudar al hermanito
mayor con la llegada del bebé?
El Proceso de Adaptación
Hay muchas medidas que
puedes adoptar para facilitar a tu hijo la tarea de aceptar a su hermano. Por
ejemplo:
- Ante todo, cariño y paciencia.
- Reconoce sus sentimientos: En estas situaciones, es normal que un niño sienta cosas muy diversas sobre el cambio que se ha dado en la familia. Después de todo, ahora tiene que compartirte con alguien que exige extraordinaria atención y tiempo.
- Permitirle que mire y acaricie al pequeño con cuidado tanto como quiera.
- Pedir a nuestros familiares y amigos que cuando vayan a verlos, reparen en el hijo mayor, no sólo en el bebé.
- Tu actitud serena y tus muestras de afecto acelerarán su proceso de adaptación.
- Asume que tu primogénito va a atravesar un proceso de adaptación, que no debes intentar suavizarle. Por ejemplo, no le da seguridad que le compres muchos regalos para compensarle por la llegada del hermanito. Al contrario, puede llegar a desconfiar de ti, por haberte vuelto tan generosa. Es más pedagógico que te comportes de este otro modo:
- Todos los días dedícale momentos en exclusiva (para hablar, ver fotos...).
- Anímale a expresar los sentimientos que le originan la presencia del bebé. Cuando te diga cosas como “¿cuándo lo devolvemos?”, respóndele con cariño que el bebé forma parte de la familia y que no se irá nunca, y que entiendes que, de momento, se sienta así por ello. Insístele en que el bebé crecerá enseguida y podrá jugar con él. Favorece los juegos o las actividades que le ayuden a descargar su cuota de agresividad, sin que se sienta culpable o juzgado por los adultos.
- Encauza positivamente sus llamadas de atención. Si te pide de nuevo el biberón o el chupete, dáselo. Las regresiones a etapas anteriores son la forma que tiene el niño de decir que desea ser como el bebé. Si los padres actúan con naturalidad ante ellas, el pequeño enseguida comprueba que “eso” ya no le satisface y deja de comportarse como cuando era más pequeño.
- Corrige con dulzura sus “excesos” de amor con el bebé: Si de tanto abrazarle le hace llorar, no le reprimas, pídele que te ayude a consolarle. Así le das la posibilidad de redimirse y de sentir que puede querer a su hermanito. Puede que también busque expresar sus sentimientos golpeando al bebé, jalándole del brazo, o quitándole sus juguetes. Una cosa que le puedes decir es: "Quiero que trates al bebé con cuidado. Los golpes duelen. Si quieres golpear algo, puedes darle a esta almohada". Es bueno establecer ciertos límites, si le ves un comportamiento inapropiado o “in fraganti”, adviértele con voz firme que desapruebas su conducta y que no debe repetirla jamás. Nunca dejes a un niño a solas con el bebé por mucho tiempo.
- Deja que él decida: Si tú primogénito no quiere involucrarse con el bebé, no lo fuerces. La manera en que muchos niños se adaptan a la nueva situación es "ignorando" a sus hermanitos, al menos durante un tiempo. No le exijas que juegue un papel mayor de lo que él desea. Ya se irá acomodando a la situación.
- Dejar para más tarde el traslado a su cuarto, para que no se le junten demasiadas novedades al mismo tiempo.
- Dale tareas especiales: Deja que tu hijo mayor ayude. Cuando bañes al bebé, quizás quiera enjabonarle las piernas. Seguro que le gusta que lo envíes a buscar pañales. Cuando el bebé llore, pídele que le dé palmaditas suaves en la espalda o que le hable en voz baja. Si quiere sujetarlo, ponlo junto a ti y deja que comparta al bebé mientras éste reposa en tu brazo/pierna, pero mantente atenta. Nota: Que el hijo mayor participe en los cuidados del bebé es un acierto: le hace sentirse útil y le facilita mucho la aceptación del recién llegado. Sin embargo, hay que evitar que considere su “ayuda” como una obligación, porque esto le agobiaría y le impediría sentirse plenamente feliz consigo mismo y con su hermanito. Si tu hijo mayor ya tiene 2 años o más, puedes pedirle consejos para hacerle sentir importante.
- Por ejemplo, le puedes preguntar: "¿Crees que al bebé le gustaría la blusa amarilla o azul?" o "¿Quieres ayudarme a leerle un cuento?" También puedes hacer un álbum sencillo con fotos del pequeño y el bebé. Añade fotos de otros miembros de la familia y un texto sencillo. Pídele su opinión. Pregúntale qué fotos le gustaría incluir o qué palabras quiere usar para describir las imágenes.
- Los celos que desata entre los chicos la llegada de un nuevo hijo son normales. Si bien resultan angustiosos y difíciles de sobrellevar para los padres, existen muchas maneras de contener a los “hermanos mayores” y facilitarles la transición hacia el nuevo rol que ocuparán dentro de la familia. El amor, la comunicación y la dedicación son las claves para lograrlo.
Conclusión
Una responsabilidad de los papás es darle herramientas para que “el mayor”, a su corta edad, pueda hacerse a la idea que “ser más grande” es también un valor dentro de la familia. De este modo el nacimiento de un hermano, gran acontecimiento familiar, no será vivido como una pérdida sino como una ganancia. Será tarea cotidiana
mostrarle al hijo mayor que ese nuevo hermano(a) viene a sumarse y a ocupar un espacio propio y
no va a quitarle el espacio que le pertenece a él, que cada hijo tiene un lugar
y ese lugar no es intercambiable.
En el proceso de adaptación,
lo esperable es que sea un proceso lento, ambivalente, con idas y vueltas
de gran amor y “odio” natural, indefenso
y esperable. Se dará de alguna manera, como en todos los vínculos humanos
significativos donde está en juego el amor y la necesidad de no perderlo. Y se
expresará de mil formas. El desafío será poder acompañar estos sentimientos desde
el lugar de padres y permitir que se expresen, siempre cuidándolos y que no se
expongan a situaciones de riesgo ni para él, ni para los otros, especialmente
para el bebé. Y es que, cuando nace el
segundo hijo, los padres no deben olvidarse de que su primogénito sigue siendo
muy pequeño.
Si se aborda el
problema con paciencia, dedicación y respeto por lo que sienten los hermanos
mayores, la llegada de un nuevo hijo resultará menos dificultosa y la familia,
en su totalidad, podrá disfrutar de esta nueva etapa. Hemos de ser pacientes y
comprensivos con estas reacciones y recordarle que le queremos mucho: el cariño
incondicional es la mejor receta para que el príncipe destronado no lo pase
mal.
Por ende, no es ni malo
ni bueno ser el mayor, tan solo se trata de aceptar que es un nuevo lugar que
merece ser vivido a pleno con todos sus matices.
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