La mentira compulsiva
no es un trastorno en sí mismo. Es una manifestación clínica, una
sintomatología que forma parte de otros trastornos.
Quien sufre este mal, muy pronto es rechazo por los de su entorno |
El mitómano suele ser
narcisista, tener baja autoestima, deficiencias en habilidades sociales, y
desconfianza en las personas y sus relaciones entre otros. Algunos autores
hablan incluso de que podrían existir cierta predisposición genética, aspecto
todavía en controversia.
Los mentirosos patológicos falsean la realidad como vía de escape, para obtener atención e incluso admiración y entran en un círculo vicioso que les acaba dejando solos en el laberinto de sus mentiras.
Los mentirosos patológicos falsean la realidad como vía de escape, para obtener atención e incluso admiración y entran en un círculo vicioso que les acaba dejando solos en el laberinto de sus mentiras.
El mitómano o mentiroso compulsivo crea un personaje de sí mismo porque su imagen no le satisface, no la tolera y no la soporta. Lo que hay de base es un problema de autoestima bien serio. Ej: “Yo necesito decirte que soy alguien que realmente no soy. Necesito presentarme delante de ti como ese ideal de lo que yo quisiera ser”. En realidad, proyectan falta de aceptación.
En la mitomanía puede existir o no intención de engañar o estafar, aunque el verdadero fin es deformar la realidad para contar una historia personal más llamativa. Al principio esas narraciones logran su efecto, cautivando a quien le escucha, obteniendo atención, respeto y hasta admiración, que es lo que en definitiva mantiene esta conducta, además del miedo a ser descubierto.
Los mentirosos compulsivos mienten porque hay
un beneficio psicológico, de placer, de relajación, de construcción de una
realidad alterna. Se dan unas dinámicas neuroquímicas, una liberación de
adrenalina que hace que la persona experimente placer en esos procesos de
mentir. Y “no necesariamente” sienten culpa al mentir. Ahora bien, si los
descubren en sus mentiras, tal vez puedan sentir vergüenza o pasen por un
proceso de reflexión.
La situación que puede
originar un comportamiento mitómano suele estar relacionada con el estrés,
cuando la persona se encuentre en un momento comprometido y piense en recurrir
a la mentira como una salida fácil a dicha tensión, precisamente esa liberación
que va a sentir cuando salva la situación con la mentira va a ser el motivo
para que se vuelva a repetir en otras ocasiones. Como también presenta un alto
nivel de ansiedad cuando se encuentra en situaciones propicias para el acto.
La mitomanía puede
estar presente en otros problemas mentales, como el trastorno límite de la
personalidad, trastorno
facticio, trastorno bipolar o el trastorno de esquizofrenia, incluso es
habitual que se presente junto a otras adiciones como la del consumo de
sustancias ilegales o la ludopatía. Por ello, es imprescindible un buen
diagnóstico diferencial para establecer prioridades a la hora de realizar el
tratamiento, dando preferencia a aquellos síntomas más graves, como una
desintoxicación, antes de proseguir con otras intervenciones terapéuticas.
Los mentirosos se pasan
mucho tiempo cubriendo sus rastros, especialmente si son retados y cuando se
encuentran bajo fuerte sospecha suelen usar gestos grandiosos para reforzar sus
comentarios. Pero los gestos que usualmente son achacados a los mentirosos son
los llamados auto adaptadores que son usados por las personas que se sienten
expuestas o vulnerables, no por los mentirosos. Si los mitómanos se tocaran
mucho la nariz ya hubieran dejado de hacerlo, la gente que miente se concentra
mucho en la información que maneja para poder continuar ocultando la verdad.
A menudo suelen
escrutar la reacción de la otra persona ante sus afirmaciones, intentan leer si
le estás comprando la historia. Las personas sinceras no se molestan si hablan
despacio, pero los mentirosos suelen pensar que un discurso lento puede parecer
sospechoso y es que cuando se dice la verdad “no se altera dramáticamente la
velocidad del discurso.
De acuerdo con los
investigadores en Neurología el mentiroso usa mucho lo que se llaman gestos
metafóricos, especialmente cuando su mentira se encuentra bajo fuertes
sospechas. Un gesto metafórico sería tocarse el corazón como una forma de decir
amor o abrir las manos para señalar el tamaño de algo. Los mentirosos usan
estas señas un 25% más que los honestos. También usan más gestos rítmicos, como
repetir alguna frase para enfatizar su declaración.
O como decía mi abuela,
el mentiroso cuando se ve descubierto se enoja o se hace la víctima J
Recuerda que un
verdadero mentiroso planea su discurso cronológicamente, mira directamente a
los ojos, no pierde ningún detalle y jamás mira hacia el lado, este es un
recurso de la memoria real. Lo que sí hace es tocarse el pelo como si quisiera
alisarlo y mueve las manos como si le molestaran los dedos. Una forma de pillar
una mentira es pedirle a la persona que relate el mismo discurso pero al revés.
Como no existe memoria, tiene que inventarlo todo de nuevo, por lo tanto, se
pierde y no puede hacerlo.
¿Es posible la
rehabilitación de un mitómano? Sin tratamiento se espera un incremento
progresivo de la magnitud de las mentiras con el tiempo. Requiere procesos de
terapias, como terapia cognitiva y técnicas de comunicación, y puede requerir
medicación.
Si tienes un familiar
mitómano, adicto a mentir, comunícale que lo sabes, y que actúas conforme a
ello, e igualmente indícale que piensas que sería bueno que buscase ayuda para
poder superarlo, pero sin querer obligarle y sobre todo muéstrale los problemas
presentes y futuros que le puede acarrear seguir mintiendo: problemas legales,
de separación o divorcio de su pareja, o el alejamiento o rechazo de amigos y familiares.