Páginas

viernes, 1 de septiembre de 2017

Funciones de Intervención del Psicólogo en la Demencias Cortical

La Demencia cortical es un trastorno psicopatológico de características psiquiátricas. Se caracteriza por un deterioro psíquico profundo, global y progresivo que altera las funciones psíquicas, especialmente la alteración de la capacidad de invención, juicio y razonamiento.
Los déficits neuropsicológicos asociados con la “Demencia cortical”, que tiene su principal foco neuropatológico en las cortezas de asociación y en las estructuras del sistema límbico conexo (por ejemplo, el hipocampo, la amígdala, la corteza cingulada). Puede afectar a prácticamente cualquier esfera cognitiva, pero las manifestaciones características son los déficit en la memoria a corto plazo (fundamentalmente memoria explícita), en funciones visuoespaciales, en la denominación y en la fluencia verbal. Esta sintomatología frecuentemente se acompaña de disminución de iniciativa, ausencia de conciencia de enfermedad y pobre pensamiento abstracto.

Un 50% de las demencias son debidas a la enfermedad de Alzheimer. Ésta, como otras demencias corticales, afecta las funciones soportadas por la corteza, como la memoria (amnesia), el lenguaje (afasia), y las habilidades perceptivas y manipulativas (agnosia y apraxia).

Inicialmente la enfermedad se caracteriza por olvidos frecuentes, desorientación temporoespacial parcial, dificultades con el cálculo y la denominación, reducción de iniciativa y ausencia de conciencia de enfermedad. Posteriormente y de manera progresiva, aumenta la pérdida de memoria acorto plazo y sólo está preservado el material muy aprendido. Empeora el trastorno del lenguaje, pudiendo estar afectada la comprensión; se añaden además, a la sintomatología trastornos práxicos y gnósicos. Existe desorientación temporoespacial y afectación de funciones ejecutivas (formación de conceptos, resolución de problemas, etc.). Pueden aparecer alteraciones del comportamiento como hiperactividad, agresividad y alucinaciones. En estadios avanzados de la enfermedad el paciente es por completo dependiente, pueden aparecer alteraciones en la memoria remota, el déficit de lenguaje, de praxias y gnosias. También empeora la alteración de las funciones ejecutivas a medida que progresa la enfermedad.

El papel del psicólogo en la enfermedad va a centrar principalmente (no únicamente) en el trabajo con el enfermo y el cuidador. En lo que respecta al papel del psicólogo como evaluador y/o diagnosticador, evidentemente en este caso, esta función la desarrollará principalmente con el primero, participando en funciones de evaluación y diagnóstico bien desde unidades de psicogeriatría, unidades de día, o de unidades de valoración de la memoria y demencias. Es un trabajo habitualmente multidisciplinar. Además de esta función evaluadora, el psicólogo va a intervenir a través de programas de psicoestimuación cognitivo-conductuales, desde unidades de día psicogeriátricas, en unidades de demencia, en centros de internamiento o en servicios de ayuda domiciliaria. El enfermo va a tender a la apatía y al aislamiento, lo que va a facilitar la progresión de su deterioro. Establecer programas que rompan esta dinámica, estimulen las facultades mejor conservadas y enlentezcan la prognosis va a ser de gran importancia en el tratamiento de la enfermedad. Esta función de intervención no se limita al trabajo con el enfermo sino que también implica la atención al cuidador tanto a nivel psicoterapéutico individual como en terapias de grupo, e incluso trabajando en tareas de apoyo al resto del equipo de profesionales para evitar el conocido "Burn-Out", tan indeseado en cuidados paliativos, y en el caso de las demencias, más frecuente cuando se trabaja en centros geriátricos de internamiento. 

También, como parte de la función de intervención, el psicólogo es competente, en colaboración con la dirección del centro o unidad, para aportar sus conocimientos a fin de establecer el plan de actividades del mismo, o sobre sus normas de funcionamiento.
  • Función de asesoramiento: Igualmente el psicólogo actuará como orientador y consejero con la familia del enfermo, durante el proceso diagnóstico, informando sobre prognosis, medidas profilácticas a adoptar en diferentes fases de la enfermedad, dando pautas de actuación ante las alteraciones conductuales, las emocionales, y de estimulación cognitiva para compensar, así como derivando hacia otras redes de apoyo socio-sanitarios, y/u organizaciones de ayuda mutua. De similar forma, en sentido asesor podrá actuar también con otros profesionales que atiendan el caso, y con la dirección del centro o entidad, gracias a sus conocimientos desde la Psicología.
  • Función de formación y docencia: El psicólogo actuará en la Enfermedad de Alzheimer como parte de un equipo que necesita un continuo flujo de información e intercambio de perspectivas que permitan un mejor diagnóstico y tratamiento al enfermo y al entorno, por lo que éste debe participar en las actividades de formación tanto a nivel interno (sesiones clínicas, revisión de casos, elaboración de protocolos,..), como también a nivel de intercambio externo con otros colegas, miembros de otras disciplinas y afectados (congresos, seminarios, curso). La actividad docente con otros profesionales, y especialmente con cuidadores informales permite la continuidad de las estrategias de intervención, y facilitan el seguimiento del caso.
  • Función de administración de recursos: El psicólogo puede igualmente intervenir en calidad de coordinador de actividades, dirigiendo programas de evaluación, valoración y tratamiento, de formación, o centros de atención a enfermos de Alzheimer y/o cuidadores. Como parte de esta función el psicólogo está perfectamente capacitado para ser quien se encargue de controlar los recursos tanto materiales necesarios para el correcto ejercicio de los planes de actividad previstos, como de ser quien coordine al equipo humano, independientemente de que cada uno de los miembros del equipo tenga sus propias áreas de competencias en función de su especialidad, experiencia, e idoneidad.
  • Función de administración de recursos: El psicólogo puede igualmente intervenir en calidad de coordinador de actividades, dirigiendo programas de evaluación, valoración y tratamiento, de formación, o centros de atención a enfermos de Alzheimer y/o cuidadores. Como parte de esta función el psicólogo está perfectamente capacitado para ser quien se encargue de controlar los recursos tanto materiales necesarios para el correcto ejercicio de los planes de actividad previstos, como de ser quien coordine al equipo humano, independientemente de que cada uno de los miembros del equipo tenga sus propias áreas de competencias en función de su especialidad, experiencia, e idoneidad.
  • Función de investigación: Las unidades de atención en demencia, o los programas de tratamiento que se establecen desde algunas entidades, además de cubrir un aspecto asistencial tienen parejo otro de tipo investigativo, y evidentemente cuando el psicólogo está integrado en estos equipos de trabajo aporta una visión muy enriquecedora que amplía los conocimientos sobre la problemática que genera esta enfermedad, tanto es sus aspectos epidemiológicos, como en la clínica, con la participación en el desarrollo de pruebas de evaluación, o en su validación a población.
  • Formación psicogerontológica: El hecho de que la Enfermedad de Alzheimer sea una enfermedad ligada al proceso de envejecimiento hace que sea necesario un incremento de la formación en los profesionales que se dediquen de manera preferente a ella hacia los cambios evolutivos esperables con la edad, y especialmente aquéllos que se aprecian en edades avanzadas. Nuevas demandas específicas de asistencia, que exigen al psicólogo profundizar en su formación para atender a éstas.
Es evidente que tanto la introducción laboral de la figura del psicólogo, pese a sus posibilidades de aportación, como las vías de formación sobre psicogerontología que permitan el desarrollo profesional hacia la aplicación de la actividad en campos concretos como el que representa la Demencias Cortical están aún en expansión, existiendo por el momento una oferta muy limitada para las demandas que en un futuro próximo cabe esperarse para el colectivo de psicólogos.