(Sus razones,
personalidad, objetivos)
El autoengaño y la
justificación del hombre casado como víctima son elementos comunes en las
personas que deciden implicarse en un triángulo amoroso.
"Las causas de la
infidelidad son lógicas: cuando una o las dos personas dejan de amarse, lo cual
es derivado por la falta de afecto, por una baja autoestima o por la llegada de
los hijos. También son motivos las disfunciones sexuales, o bien, por una
adicción compulsiva al sexo, entre otros factores".
En México los
triángulos amorosos más comunes surgen entre un hombre casado y una mujer
soltera. Sin embargo, las cifras ubican a las mujeres prácticamente en igualdad
de condiciones. Según un estudio sobre infidelidad en personas casadas,
realizado por el Instituto de Psiquiatría Ramón de la Fuente, el 90% de los
hombres y el 70% de las mujeres han sido infieles, por lo menos una vez en su
vida. En términos generales, las causas aducidas para cometer adulterio son
insatisfacción sexual, poco tiempo destinado a la pareja y mucho al trabajo, y
en algunos casos, por venganza.
Los hombres vinculan la
infidelidad al refuerzo de su virilidad, porque culturalmente se les ha dicho
que mientras más mujeres tengan, más hombres parecerán. Algunos estudios
indican que mientras ellos lo hacen para refrendar su hombría y buscar placer,
las mujeres desean cariño, comprensión y afecto.
¿Y qué pasa con la
amante que entra en este triángulo amoroso?
La persona amante dice
ser, sobre todo al principio, inconsciente en cuanto a saber dónde se mete. En
ciertos casos, las personas amantes desconocen el estado civil de casada de la
persona infiel porque simplemente lo omiten. Se trata de personas enamoradas,
que actúan en contra de sus creencias y valores (saben que están engañando a
una tercera persona), pero que continúan en la relación porque se sienten
correspondidas y utilizan el autoengaño como mecanismo de defensa. Este
mecanismo de defensa se evidencia cuando, de forma unánime, ninguna de las
personas amantes experimenta esa triangulación como tal. De hecho, sorprende
que en estas parejas se hable de fidelidad, se discuta sobre ello e incluso
lleguen a un posible pacto de fidelidad, cuando ambas partes a su vez,
mantienen relaciones extra, ya sea con el cónyuge oficial, o en el caso de las
personas amantes, con otras personas, aunque la finalidad de dichas relaciones
extra, sea por variadas razones.
La mujer/amante
justifica las mentiras de su pareja porque la identifica como 'víctima' de una
relación de pareja asfixiante, insatisfactoria y sin futuro. Ella se ve a sí
misma como una redentora, que se también se salva a sí misma a través de esa
relación. La amante es por lo general, una mujer vulnerable, que no se siente
plenamente satisfecha con su trabajo y/o sus relaciones interpersonales y, por
tanto, encuentra en ese triángulo amoroso una tabla de salvación para su propia
crisis existencial.
Una vez superada la
primera etapa de enamoramiento y satisfacción sexual mutua, viene el proceso de
'oficializar' la relación, lo cual es fuente de mucha frustración porque se
registran muy pocos casos exitosos de relaciones extramatrimoniales que
culminan como relaciones oficiales y/o públicamente aceptadas (con o sin
matrimonio).
No poder oficializar la
relación es fuente de muchísima frustración, rabia, ansiedad y en gran medida,
motivo de consulta psicológica. No se pretende poner fin a la relación y esta
clandestinidad no parece constituir un problema.
Asistimos a un cuadro
de dependencia emocional hacia la persona casada, que insiste en mantener una
relación asimétrica y en intensificar el cuadro ansioso - evitante. Llega un
momento en que la relación se torna tóxica porque es un círculo vicioso de
discusiones, pasión y reencuentros, sin que llegue a oficializarse como
relación, de cara a los amigos y familiares. "Las personas amantes se
entregan por completo como si fuera una relación amorosa oficial mientras que
las personas infieles parecen inscribirse dentro de una orientación más
narcisista por recibir aquello que les falta. Podría decirse que quieren
tenerlo todo".
La amante desconoce o
niega la dominación a la que la están sometiendo porque las reglas las impone
la persona casada y no le da margen de maniobra. La amante se va adaptando a
estas reglas sin percibir cómo se va modificando su carácter y su autonomía. Estamos
ante una persona con una inseguridad notable (baja autoestima) que pone su
energía en aquella relación, a pesar de que es consciente de que no cuenta con
la valoración ni el reconocimiento que desearía.
"el tipo de
dominación “amorosa” hegemónica masculina es perfecta porque no es impuesta por
la fuerza bruta física, al contrario, es todo un entramado manipulador mental y
afectivo que permite a las personas someterse voluntariamente, pensándose
sujetos libres. Se trata de una dominación psicopolítica fundamentada en nuevas
formas de poder. Como afirma André Rauch (2009) decir “te amo” en los hombres
encierra sutilmente al otro en una red tejida por la fascinación, favoreciendo
su sumisión y docilidad."
La relación
extramatrimonial es, en suma, un ejemplo de trastorno narcisista: porque tanto
la persona infiel como su amante se mueven por el principio de placer inmediato
y no por el de realidad, que implicaría empatía con las personas afectadas.
Fuente: Psico.mx
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