Un
mal psicólogo no puede evitar evidenciar que está procediendo mal, y estas son
las señales que lo delatan:
1.
Más que aconsejarte, te juzga
Si
llegas a sentir que estás siendo juzgado o de alguna forma criticado por tu
psicólogo, debes estar alerta.
El
practicante de la psicología está allí para intentar comprender tu exposición y
ayudarte a resolver, de una manera asertiva y solidaria.
2.
Se cree un experto en tu problema
Sin
que llegues a explicarle toda tu situación, ya te está confrontando o dándote
soluciones que tú sabes que no funcionarán. Incluso interrumpe tu relato, y
pretende anexarle detalles de su propia vivencia.
3.
Entre la consulta, el psicólogo se refiere en demasía a sí mismo
Sin
que se pueda entender cuál es su intención, se olvida que tú eres el
consultante y comienza a enumerar sistemáticamente sus logros, vida personal,
problemas, etc. Este comportamiento no es de índole profesional, ni supone una
buena estrategia para llevar una terapia con el paciente.
4.
La comunicación con el terapeuta no es la ideal
Un
terapeuta debe tener una educación integral, que le permita mantener una
comunicación efectiva con su paciente; donde ambos puedan orientarse en una
misma línea de acción a resolver aquellos problemas planteados.
5.
El psicólogo traspasa la línea
Este
es una de las situaciones que se presentan con cierta regularidad, sobre todo
cuando el terapeuta no es un profesional con experiencia.
El
psicólogo pierde el norte y pone de manifiesto otro tipo de interés, que quizás
no esté alineado con el de su paciente perdiéndose la objetividad profesional.
El paciente puede sentir que está manteniendo un dialogo y relación con una
persona cercana de su familia más que con un profesional de la salud mental.
6. No presta la debida atención a su paciente
Se
supone que la visita al psicoterapeuta debe ser un espacio para el feedback de
las impresiones entre éste y sus pacientes.
Por
esta razón, este profesional debe permanecer atento a lo que le indique el
consultor, y dirigir a ello todos sus
sentidos. Sin embargo, en muchas ocasiones los psicólogos que no se comportan
de manera profesional, pueden distraerse fácilmente, estar pendientes de su
teléfono móvil, e incluso interrumpir la sesión para atender alguna cuestión
externa.
7.
Sientes que no le da la debida importancia a tu planteamiento
Esto
es fácilmente detectable, cuando ves señales de menosprecio a tu exposición o
que no le presta la debida atención.
Esto
puede conllevar a una interpretación errónea y a un diagnóstico equivocado.
8.
Hace comentarios indebidos relacionados con otros pacientes
Es
de suponerse que la información que un paciente otorga al psicólogo reviste un
carácter confidencial y por lo tanto, no debe ser compartida con terceras
personas.
Si
el psicólogo llega a pretender compartir contigo algún tipo de información
ajena, debes cortárselo de inmediato ya que lo mismo puede hacer con tu
información.
9.
El psicoterapeuta impone su criterio sin admitir opiniones
Si
este pretende imponer su punto de vista sin valorar tu opinión u objeciones que
puedas tener, pone en grave riesgo la relación médico / paciente, ya que no le tendrás confianza. Un profesional
sabe no solo considerar sus propias opiniones, sino también entender los
contextos y la observación personal que el cliente tiene sobre su situación.
10.
No delega a otros colegas los casos que no domina
Es
una mala praxis peligrosa ya que en el campo de la psicología, existen
especializaciones que un psicoterapeuta debe tener como creencia para tratar
ciertas afecciones de la mente. Un buen psicólogo puede derivar, en caso de ser
necesario, al profesional adecuado para tratar un problema puntual que ya se ha
identificado en la consulta.
11.
No es puntual
Si
un profesional hace caso omiso a el horario de trabajo, está enviando señales
claras de una falta de responsabilidad y de respeto para con sus pacientes,
esto puede demostrar una falta de profesionalismo, e incluso, de respeto hacia
el cliente.
12.
Falta de empatía
No
sientes que el psicólogo se identifica con tu problema ni te alienta
asertivamente para su solución. El profesional de la salud mental no puede
asumir el rol de un familiar ni de un compañero, sin embargo, sin empatía, sin
la escucha activa y la observación del padecimiento, no se puede establecer una
relación de confianza desde donde pueda avanzar el proceso terapéutico.
Fuente: www.menteasombrosa.com