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viernes, 19 de junio de 2020

¿Mi Hijo me Cuenta Mentiras?

Todos los niños mienten, en algún momento dado, pero es importante entender por qué lo hacen y tomar las medidas pertinentes si esto empieza a convertirse en un problema.

Antes que nada, hay que entender que las mentiras son parte del desarrollo mental de un niño. Sin embargo, cuando se trata de un niño pequeño, hay que tomar en cuenta el siguiente riesgo: si se da cuenta de que alterando la realidad obtiene un beneficio aprenderá que las mentiras lo libran de sus responsabilidades, algo que, llegando a la adolescencia podría tener implicaciones mucho más serias, sin mencionar lo que ocurriría al llegar a la edad adulta.

¿Por qué mienten los niños?

Estas son las razones por las que un niño cuenta mentiras, según su edad:

Menos de 3 años

En esta etapa los niños no mienten, aun cuando digan cosas que no son verdad, pues para ellos sí lo son y con eso les basta.

Entre los 3 y los 5 años

Las mentiras no son conscientes, sino parte de sus juegos e historias llenas de fantasía. En esta etapa la mentira no es más que un elemento adicional del juego y no debemos darle gran importancia, a menos que se traslade a su comportamiento habitual o se convierta en una forma de obtener lo que quieren.

Otras veces dicen mentiras solo por imitación. Recordemos que los niños son como esponjas y absorben mucho de lo que ven en nuestro comportamiento, incluyendo el hecho de mentir.

También es frecuente que como papás estemos llevando muy alto nuestro nivel de exigencia, lo que puede influir de tal forma que, al no poder cumplirlo mientan para evitar defraudarnos.

De los 5 años en adelante

A esta edad comienzan a mentir de forma consciente, pues ya saben distinguir entre lo que es cierto y lo que es falso, aunque podrían no tener todavía claro que mentir es incorrecto. Las mentiras pueden producirse por inseguridad, falta de autoestima –algo que intentan ocultar mediante la mentira- o para ver las reacciones de los adultos y comprobar hasta dónde pueden llegar.

Las mentiras también pueden ser un síntoma que nos hable sobre la personalidad de nuestro hijo. Estos serían algunos ejemplos de ello:

  1. El niño tímido que miente por no ser capaz de enfrentar una realidad incómoda
  2. El niño agresivo que miente con tal de provocarle un daño a alguien
  3. El niño temeroso que miente intentando huir de alguna situación amenazante (real o ficticia)

¿Cómo saber si miente?

Muchas veces resulta muy difícil para los papás saber si los niños están diciendo la verdad, sin embargo, hay que considerar lo siguiente: cuando dicen la verdad suelen estar relajados y sus expresiones faciales corresponden a ello. Cuando mienten, en cambio, su expresión facial puede reflejar ansiedad. Como papás debemos ser muy cuidadosos y observadores al momento de escuchar lo que dicen nuestros hijos. ¿Existen contradicciones en lo que dicen? ¿Tienen sentido sus palabras? ¿Es creíble lo que dicen? Si tu hijo está diciendo la verdad sus palabras no sonarán como si las hubiera ensayado, si lo que dice suena como si lo hubiera ensayado, es mejor que le hagas algunas preguntas para ver cómo reacciona.

¿Qué hacer si mi hijo miente?

Antes que nada es importante averiguar por qué lo hace, así podríamos corregir algo en nosotros mismos que pudiera estar influyendo en su comportamiento. Si la tendencia a mentir es algo excesivo, debemos considerar la opción de recurrir a un profesional para que analice a fondo el problema y pueda orientarnos en la forma de solucionarlo.

Recomendaciones para evitar en lo posible las mentiras de nuestros hijos:

  • Que nos vean como personas honestas. ¿Cómo intentamos convencerlos de decir la verdad si ven que nosotros mentimos de manera habitual? Acciones tan simples como decir “Si es para mí no estoy”, cuando llaman por teléfono, son suficientes para generar confusión en nuestros hijos si luego le reprochamos por hacer algo similar.
  • Generar en casa un clima de armonía y confianza en el que se sienta completamente seguro de que puede hablarnos sobre cualquier asunto con tranquilidad.
  • Explicarle de la manera más clara posible la diferencia entre la verdad y la mentira. Esto es particularmente importante a edades tempranas.
  • Reconocer y reforzar las veces en que diga la verdad, sobre todo aquellas en que resulte más difícil para él por llevar implícito un riesgo de ser castigado. Aunque, ojo: es algo muy positivo que confiese haber actuado mal pero esto no significa que no merezca un castigo. Es muy importante separar claramente lo que son las consecuencias ante un comportamiento inadecuado y un reconocimiento por haber tenido el valor de decir la verdad.
  • Evitemos reacciones desmedidas cuando descubramos que nos mintió y tratemos de comentar con él lo ocurrido en privado.
  • Expliquemos de la manera más clara posible lo que esperamos de él en lo que respecta al cumplimiento de normas. Asegurémonos de que ha logrado entender muy bien la relación entre su conducta y las consecuencias.
  • Buscar la manera de crearle oportunidades para que actúe con honestidad.
  • Cuidar que las consecuencias hacia una conducta inadecuada sean las correspondientes: un castigo excesivo para una conducta errónea puede ser tan inconveniente como premiar sobremanera una positiva.
  • Decir mentiras no siempre es algo que debamos castigar; a veces es mejor conocer las razones por las que mintió; esto nos da la oportunidad de explicarle lo valioso de la sinceridad.
  • Mantengamos la calma. El temor a que nuestro hijo nos haya contado una mentira puede llevarnos a reaccionar con ansiedad excesiva, lo que puede llegar a ser contraproducente.

Fuente: www.todopapas.com