La depresión enmascarada, también llamada depresión somatizada, es una forma de depresión silenciosa que puede tener una repercusión importante en la salud emocional y física de la persona.
La persona suele acudir en primer lugar a Atención Primaria, pero, como no suele expresar ni su tristeza ni su apatía en su motivo de consulta, la intervención médica se centra en su estado físico. Este hecho no sólo dificulta su diagnóstico, sino que, además, cualquier síntoma emocional que pueda expresar posteriormente, se interpreta como una causa de su problema físico.
Esta circunstancia, demora en el tiempo su diagnóstico de depresión y, cuando esto sucede, el paciente suele mostrar cierta resistencia a la hora de aceptar que, lo que realmente padece, es una depresión. Esto es debido a que socialmente se entiende y acepta mejor los problemas de origen físico y a que, una de las características personales que predisponen más a una persona a padecer este tipo de depresión, se encuentra en la dificultad para gestionar y conectar con las emociones.
Este tipo de depresión, se puede dar también en niños y en personas de edad avanzada.
La mayoría de las depresiones en niños y adolescentes, se caracterizan por presentar quejas somáticas y/o cuadros de alteración de conducta (irritabilidad, agresividad, problemas escolares, enuresis nocturna, aislamiento social, alteraciones del sueño y apetito).
En el caso de los ancianos, la depresión tiende a enmascararse debido a los síntomas físicos originados por las limitaciones psicofísicas, enfermedades crónicas, efectos secundarios de la medicación, pero también, debido a quejas de tipo hipocondríaco.
Las manifestaciones somáticas más frecuentes son:
- Síntomas gastrointestinales: náuseas, vómitos, dolores gástricos, aerofagia, dispepsia funcional.
- Síntomas neurológicos: parestesias, pérdida de memoria, cefalea, lumbalgia, dolores crónicos, mareos.
- Síntomas cardio-respiratorios: disnea subjetiva, taquicardia, palpitaciones, dolor torácico.
- Síntomas dermatológicos: alopecia, prurito, eczemas.
- Síntomas generales: cansancio, debilidad, fatiga, alteraciones del sueño.
- Síntomas genitourinarios: disminución de la lívido, impotencia, disuria.
Generalmente, se suele combinar la terapia psicofarmacológica con una psicoterapia. La medicación es insuficiente si la persona no modifica aquellos patrones de pensamiento y de conducta que originan y/o mantienen el estado de depresión. El tipo de intervención psicológica que ofrece mejores resultados es la Terapia Cognitivo-Conductual. Se trata de un proceso psicológico que ayuda a identificar la causa de la depresión y los factores que pudieran estar manteniéndola.
*Es importante que el psicólogo esté especializado en este tipo de intervención.
Ruiloba Psicología
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