A diferencia de aquellos que desaparecen sin dar explicaciones, otros se limitan a dejar abierto el contacto pero nunca profundizar ni ir más allá. ¿Cómo evitarlo y qué hacer al respecto?
El mundo tan
hiperconectado en el que vivimos, no es raro que muchas de nuestras relaciones
sociales sean a través de una pantalla. De ahí que el uso de la tecnología para
comunicarnos en tiempo real con nuestros contactos y seres queridos se haya
vuelto tan eficaz, pero también haya despertado nuevos males contemporáneos,
entre los que destacan el FOMO ("fear of missing out" por sus siglas
en inglés, el cual se refiere como su nombre indica al temor a ser ignorado por
los demás) o el 'ghosting' (que se da cuando alguien con quien tenías relación
desaparezca de la noche a la mañana sin avisar ni dar explicaciones). Otro de
los fenómenos que más abundan y que tiene que ver con estos dos últimos, pero
no es muy conocido o no se le presta mucha atención es el del 'breadcrumbing'.
Como su nombre indica, que en inglés puede traducirse por el acto de ir tirando
migas de pan, alude al hecho de mantener el contacto con alguien, pero solo lo
justo y necesario para que quede patente que sigue ahí, aunque no por mucho tiempo.
En este sentido, al que se lo hacen vive en la eterna esperanza de que su
relación con la otra persona vaya a más, a pesar de que esto nunca llegue a
suceder. Dicho de otro modo: tener a alguien comiendo de tu mano, que está
siempre disponible, sin la expectativa de profundizar o de que la relación vaya
a más.
“El
'breadcumbing' alimenta el ego a causa de una fuerte inseguridad social o surge
cuando algún plan más importante falla y entonces tiras de 'la segunda división
de tu agenda'”
La famosa expresión
"a ver cuándo tomamos un café" puede ser la antesala de un
'breadcrumbing'; un café que nunca llega. O quizá esa persona que un día,
después de semanas, te escribe y se muestra muy amable contigo, quedáis, os
contáis todo, te promete que haréis más planes juntos y pocos días después le
vuelves a escribir, pero ya no da señales de vida. Se trata, al fin y al cabo,
de un fenómeno social que alude directamente a las relaciones líquidas:
aquellas que no son sólidas ni buscan nada serio, simplemente pasar el rato o
basadas en la inseguridad emocional de quien busca tener a varias personas
siempre disponibles para él pero siempre ausentes.
El 'breadcrumbing' se
puede trasladar a varios campos relacionales: en el mundo laboral (aquel
empleador o jefe que te dice que eres el candidato ideal y que queda poco para
que recibas su llamada que te haga entrar en la empresa, aunque nunca llega a
suceder) o en el plano de la pareja o las citas (aquel 'crush' con el que
aparentemente tenéis muchas cosas en común, pero luego a la hora de la verdad
desaparece por temporadas o te ignora). A este respecto, el que lo realiza
alimenta su ego a causa de una fuerte inseguridad social o lo practica cuando
algún plan más importante falla y entonces tira de 'la segunda división' de su agenda.
Si por el contrario te sientes aludido en el otro sentido, has de saber que
tienes que enfocarte en buscar a personas que realmente sean honestas y
entiendan que toda relación afectiva requiere una responsabilidad, rechazando
volver a caer en las redes de este tipo de personas que entienden la
sociabilidad humana desde un punto de vista utilitario y cínico.
Los datos
Lo más curioso es que
según diversas investigaciones, el 'breadcrumbing' tanto laboral como amoroso
se ha incrementado en los últimos años. Una encuesta realizada el pasado mes de
noviembre de 2020 halló que hubo un crecimiento del retraso en los procesos de
selección de personal global de manera intencional. Por otro lado, un estudio
del Pew Research Center halló que el porcentaje de personas que viven en
Internet de forma constante en su vida diaria pasó de un 21% en 2015 a un 31%
en 2021. Obviamente, la pandemia ha tenido mucho que ver en el número de horas
que pasamos delante del ordenador o del teléfono móvil. En concreto, el 44% de
las personas de entre 18 a 49 años están "constantemente 'online'",
lo que quiere decir que a mayores relaciones digitales entabladas con otras
personas, mayor fluidez a la hora de conocer a gente.
"Sería
comprensible llegar a evitar a los demás, perdiendo el interés por estrechar un
nuevo lazo de amistad, de cariño o laboral"
En 'Psychology Today',
asocia este alto uso de las redes sociales con una mayor cantidad de relaciones
líquidas, superficiales o utilitarias.
"Si casi la mitad de los adultos menores de 50 años están en línea todo el
tiempo, podemos suponer que estos comportamientos más evasivos reflejan una
cultura transaccional rápida y sigilosa", sostiene. "Podríamos llamarlo como 'gamificación
de citas', y es fácil ir dejando migas de pan a alguien sin que tenga
consecuencias".
“No te dejes llevar por
las malas experiencias que has tenido con otras personas, adquiere un punto de
vista crítico con las relaciones y sé independiente”
Mayor soledad y
aislamiento
¿Cuáles son las
consecuencias que depara para la persona que se acostumbra a que le hagan un
'breadcrumbing'? Lo más llamativo, es que según Walker, genera comportamientos
adictivos. A este respecto, alude al factor 'dopamínico' de las redes sociales,
siempre presente: cada vez que vemos una nueva notificación, un nuevo 'me
gusta' o una nueva respuesta a una conversación dejada atrás en el tiempo,
nuestro cuerpo genera una sensación de recompensa. Entonces, bajo el pretexto
de volver a obtener esa sensación momentánea de placer, podemos dejar a varias
personas en la reserva que a su vez también están esperando un nuevo mensaje
por nuestra parte, pero una vez sucede, rechazaremos un contacto más profundo o
directo, conformándonos con solo tener su presencia digital de vez en cuando.
A diferencia del
'ghosting', el 'breadcrumbing' puede implicar una mayor sensación de soledad o
desamparo. ya que si alguien te ignora directamente es fácil hacerte a la idea
de que no va a volver. Sin embargo, si siempre deja la puerta abierta pero
nunca aparece, podemos sentirnos más engañados y saboteados. Al final, nunca
viviremos nada con esa persona, sino que entraremos en una espiral de la espera
continua que de vez en cuando se relaja para luego volverse más palpable e
intensa a medida que ya son varios los episodios en los que parece que formas
parte de su vida o de sus contactos cuando en realidad no es así.
En un mundo con tantos
comportamientos evasivos que aumentan sin cesar, ser un superviviente del
'breadcrumbing' puede conducir al aislamiento cuando nos damos cuenta de que
nos han traicionado, manipulado o explotado demasiadas veces. "Sería comprensible llegar a evitar a los
demás, perdiendo el interés por estrechar un nuevo lazo de amistad, de cariño o
laboral. O también podríamos caer en la trampa de ser tan insensibles,
indiferentes o desagradables con los otros como lo han sido con nosotros.
Aunque tenemos que hacernos la piel dura, podríamos aislarnos con demasiada
facilidad de formas poco sanas. O peor aún, dejar de confiar en los
demás".
¿Qué hacer ante el
'breadcumbing'?
El primer paso es
reconocerlo y también verbalizarlo a la persona que crees que te lo está
haciendo o, al menos, hacerle entender que esa no es una forma correcta de
tratarte, pues no tienes por qué estar siempre disponible para esa persona
cuando ella nunca lo está para ti. En segundo lugar, valorar otro tipo de
conexiones más físicas o sinceras. No somos islas, y aunque puedas experimentar
sentimientos de soledad, seguro que hay determinadas personas en tu vida con
las que tienes una relación más fuerte o profunda.
Cuida a esas personas
como si fueran un tesoro y hazles saber que estás ahí para ellos, pues cuando
te sientes tan rechazado la mejor manera de volver a armarte de confianza pasa
por rodearte de las personas que te hacen sentir bien y te quieren de verdad.
Y, por último, no te dejes llevar por las malas experiencias que has tenido con
otras personas, adquiere un punto de vista crítico con las relaciones y la
independencia suficiente como para sobreponerte a las circunstancias que puedan
surgir. De nuevo, siéntete valorado y agradecido por las personas que están ahí
sin condiciones, pues ellas son a las que debes dedicar tiempo y esfuerzo, y no
aquellas que parecen quedarse pero una y otra vez se vuelven a marchar.
El Confidencial
Así es. Luego de esa experiencia el cerebro queda molido, incluso se puede descuidar e incluso dañar al entorno real que si nos aprecia;es tan fuerte y crónica la frustración que puede desencadenar en brotes poco amigables.
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