La ira narcisista es una reacción a la herida narcisista, es decir, una reacción a una amenaza percibida por el narcisista sobre su autoestima.1 Es una expresión acuñada por Heinz Kohut en 1972. La expresión herida narcisista es una expresión usada por primera vez por Sigmund Freud en 1920.2 Estos conceptos tienen (como la propia psicología del sí mismo) profundas raíces en la exploración del psicoanálisis de la primera mitad del siglo XX.
La autoestima grandiosa, la vanidad y pensar que
tienen más derechos que otra persona son las características principales de
este trastorno de personalidad. Cuando esto es desafiado se conoce como ira narcisista. Se estima que los narcisistas tienen dos capas o
niveles de ira. La primera capa puede considerarse como un enojo constante
(hacia alguien), mientras que la segunda es una cólera auto dirigida.
Cuando un narcisista se siente amenazado, contrariado o vulnerado, evidencia una ira peligrosa. Estas reacciones pueden ser en ciertos casos, violentas y dar lugar incluso a la agresión física o psicológica.
La ira narcisista puede manifestarse de muchas
maneras, pero en todas ellas se exhibe una forma concreta de violencia. Esta
reacción acontece cuando el narcisista se siente vulnerado, ignorado o
decepcionado.
No se trata solo de una mala gestión emocional ni de
falta de educación. La ira narcisista es reflejo de un trastorno de la
personalidad en el que se integran múltiples factores. La crianza recibida, el
egocentrismo, la falta de empatía, la intolerancia a la frustración, el nulo
control de los impulsos y a menudo hasta un trauma no tratado suelen perfilar
esta realidad tan compleja. No obstante, y a pesar de que quien más y quien
menos ya conoce o ha convivido con una persona con estas características, hay
algo de lo que no se habla demasiado. Cuando una persona narcisista llega al
límite y se siente dañada o amenazada, la conducta que evidencia es tan
peligrosa como sobredimensionada. Nos explicaba el doctor
Kohut en su libro Reflexiones sobre el narcisismo y la ira narcisista que el
origen de esta realidad psicológica está en buena parte de los casos en un
trauma no tratado ni gestionado.
La ira narcisista estalla cuando se vulnera o se roza de algún modo el sentido del “yo” que ha construido la persona. El problema es que, por término medio, evidencian una autoestima muy baja y esto explica por qué procesan casi cualquier evento o fenómeno como una amenaza. Donde el poder y el control son las dos caras de una misma moneda, trabajan unidos para proteger al individuo ante la vulnerabilidad que arrastra por experiencias vividas durante su infancia.
El ego de una persona narcisista es muy frágil.
Basta un simple roce, para que se sienta dolido y amenazado. Es común que
interpreten cualquier comentario como una humillación, una mirada como una
burla, un gesto concreto como una muestra de desprecio. Son desconfiados y muy
malos gestores de la comprensión, la reflexión o la objetividad.
Por tanto, si nos preguntamos de dónde proviene la
ira narcisista, podemos centrarnos en tres desencadenantes:
Frágil sentido de sí mismos: Detrás de muchos
narcisistas hay traumas, vivencias dolorosas no superadas. Una mala infancia,
el desapego de los progenitores o una familia disfuncional. Todo ello puede
asentar las bases de este trastorno. En este contexto, es fácil que la persona
integre sentimientos de rabia, vergüenza, y de no sentirse amados ni valorados.
Esas
dimensiones dificultan el poder edificar un sentido de sí mismos, una identidad
segura y madura. Sin embargo, y como mecanismo de defensa, desarrollan una
armadura en la que brilla el sentido de grandilocuencia, la necesidad de ser el
centro de atención, etc. Cuando esto no se logra, emerge toda la ira acumulada,
toda la frustración mal gestionada…
La necesidad de proteger el ego: Si
se le contradice, se le desafía. Quien le lleve la contraria está atentando
contra esa armadura de oro que tanto se ha esforzado por construir. Si no se le
ofrece la atención que requiere, estalla porque le retiramos aquello que más
necesita: el refuerzo para nutrir su baja autoestima.
La ira narcisista y el miedo subyacente: La ira narcisista no es solo una reacción violenta, no es únicamente un resorte que estalla ante un sentimiento de frustración por no tener lo que se desea. Lo que hay en realidad es miedo. En este perfil subyace un temor profundo a que quede en evidencia su fragilidad. También a perder aquello que está bajo su control, a caer de su trono, a que quede expuesta su débil personalidad.
Agregare algo muy común que veo en el consultorio, el Falso sentido del yo: El narcisista tiene un sentido falso de quién es él y sus capacidades. Esto a menudo se inculca en la infancia y se nutre de cuidadores que aceptan nada menos que la perfección del niño. Detrás de este falso sentido del yo está el sentimiento narcisista de que no es amable por quién es él o por lo que ofrece en las relaciones. En una relación íntima, cuando el narcisista percibe a su pareja como incrédulo acerca de quién es él, esto hace que surja la ira narcisista. El narcisista es propenso a las relaciones superficiales que nutren el falso sentido del yo. Cuando una persona se acerca demasiado al narcisista, esto altera el equilibrio de lo que entiende por estar con quien la pareja realmente percibe que es, tentando aún más la defensa del narcisista. No son capaces de contemplar la posibilidad de una malinterpretación o la ausencia de intención en los hechos, automáticamente se activa un mecanismo de auto referencia que es imposible detener, valora los gestos de su pareja como acciones dirigidas a él mismo. En este sentido, una persona narcisista no podrá tener relaciones íntimas verdaderas o duraderas, porque no permitirá que conozcan sus vulnerabilidades que restarían credibilidad a su "ser perfecto".
Lo que provoca la ira del narciso, es no darles lo
que él desea.
La pérdida del suministro narcisista experimentado en la infancia se convierte en un miedo patológico y generalizado en el narcisista adulto, un temor que los hace hipervigilantes ante cualquier daño narcisista posterior. Como consecuencia, las personas con trastorno narcisista de la personalidad, están siempre en un estado de vigilancia contra el ataque, buscando constantemente cualquier forma de desprecio hacia ellos (real o imaginaria), y si detectan “ser atacados”, sacan su ira narcisista. Su necesidad de venganza es primordial, porque cada herida narcisista los llena de vergüenza y autodesprecio. En un intento de reconstruir su falso yo y la autoestima, recurren a su ira para restaurar su sensación de seguridad y poder. La ira de los narcisistas se compone de dos componentes; la primera capa es rabia hacia la otra persona, mientras que la segunda capa es rabia hacia sí mismos.
Los desencadenantes o detonantes son diferentes para cada persona, es cuestión de observar individualmente a estas personas y determinarlo, pero recordemos que es un Trastorno de personalidad.
Todo narcisista tiene una piel emocional muy fina, por lo tanto, cuando se le desafía o caen sus barreras protectoras, emerge lo peor de él. Algo así tiene un serio impacto en todos los niveles de la vida de esa persona. Es una realidad psicológica muy compleja que requiere apoyo profesional y una adecuada terapia.
Red