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miércoles, 30 de junio de 2021

El Síndrome de Estocolmo: Relaciones de Pareja

Hace referencia a cuando una víctima genera un lazo emocional con su agresor, identificándose con él, incluso sintiéndose responsable o culpable de las agresiones recibidas.

Es un síndrome asociado a situaciones de secuestro, pero en realidad abarca un campo mucho más amplio y es más común de lo que podríamos pensar. Y pude darse en cualquier tipo de relación (en una pareja, en el trabajo, con los hijos, etc.) en la que una persona permite que otra adopte un lugar de poder, control o autoridad sobre ella. 

Una de las características fundamentales es la empatía que la víctima siente hacia su agresor, pudiendo incluso llegar a sentir gratitud hacia él.

¿Qué es el Síndrome de Estocolmo?

El síndrome de Estocolmo es un estado psicológico inconsciente en el cual una persona que padece algún tipo de situación de violencia, ya sea física o mental, llega a desarrollar sentimientos positivos de afecto hacia la persona que ejerce violencia física o mental hacia ella, pudiendo llegar incluso a establecer relaciones sentimentales de complicidad con el agresor. Es importante destacar que es un estado psicológico inconsciente, involuntario, irracional y por ello difícil o imposible de comprender para las personas del entorno de la persona que lo padece, que no entienden cómo la persona sigue con la relación. A menudo, la relación sentimental o amorosa empieza antes de que el abusador muestre su agresividad. Y poco a poco se va convirtiendo  en una relación tóxica en la cual la persona que recibe la hostilidad, queda atrapada, pues a pesar de que existan muchos abusos, prevalece el sentimiento afectivo que convierte la situación en un círculo vicioso difícil de romper.

El síndrome de Estocolmo es mucho más común de lo que se pueda suponer. La gravedad del caso en parte depende de la intensidad del abuso. También se pueden encontrar diferencias culturales en cuanto a la tolerancia o normalización de determinadas conductas abusivas por parte de uno de los dos miembros de la pareja. Y hay que tener en cuenta que la violencia psicológica, indirecta o sutil es menos evidente, pero no pero no por ello menos peligrosa.

¿Cómo saber si una persona sufre este síndrome?

Muchas personas pueden sufrir abusos o maltratos por parte de una o más personas de su entorno o incluso en su relación de pareja, pero no podemos decir que todas ellas sufran el síndrome de Estocolmo por el hecho de mantener esta relación tóxica. La característica fundamental del síndrome, es que la víctima desarrolla sentimientos positivos hacia su agresor, permitiendo el abuso, incluso justificándolo o mostrándose cómplice.

El abusador puede ser una persona carismática que despierta la admiración de su víctima, y suele ser una persona muy persuasiva, que llega a invalidar y convencer a su víctima de que todo lo que hace es por ella, porque la quieren mucho, por su bien o para protegerla.

Es frecuente que esta relación tan intensa genere una dependencia tan grande, que incluso tras terminar con la relación abusiva y controladora a la que la víctima ha sido sometida, ésta siga “amando” a su opresor. Incluso si llega a darse cuenta del abuso que tuvo que soportar, no logra romper el vínculo y sigue intentando justificar y entender a su agresor. Incluso pueden desear mantener o recuperar la relación a pesar de saber que es una relación dañina y tóxica.

Cómo saber si sufres el síndrome de Estocolmo:

  • Tienes sentimientos positivos, como amor, apoyo, o necesidad de defender a la persona que te hace daño.
  • Crees que aquellos que le critican están equivocados.
  • Justificas las conductas de tu abusador, le defiendes o empatizas con él por su pasado traumático.
  • La relación es desigual y se basa en amenazas.
  • Sientes que corres peligro, que existe riesgo de daños o pérdidas.
  • Sientes que necesitas a tu abusador y que no puedes vivir sin él.
  • Te culpas a ti del maltrato.
  • Tienes sensación de falta de control, de no poder cortar la relación aunque quisieras.
  • Aislamiento.
  • Te sientes anulado, perdido o desorientado. Olvidas secuencias de tiempo, dudas de si lo que has vivido es real.
  • Tendencia a recordar las cosas de forma selectiva: minimizando las agresiones y valorando las cosas que te hacen sentir bien.

¿Por qué ocurre?

En este tipo de relación, normalmente, los abusos o las agresiones no empiezan de repente, sino que son precedidos por una serie de mecanismos de control por parte del abusador, de manipulación, aislamiento sistemático, represalias que van apareciendo poco a poco, a veces de forma sutil, provocando en la persona dudas, desorientación, inseguridad, que la llevan a sentir que el otro tiene el control y uno mismo ya no es capaz de controlar nada, sintiéndose incapaz de tomar ninguna decisión.

En la base de este tipo de relación patológica está el miedo y la dependencia. El vínculo emocional que se crea con el maltratador en realidad es una estrategia de supervivencia. Al mostrarse complaciente, tranquila, colaboradora y manifestando aprecio hacia el agresor, la víctima siente, de forma inconsciente, que tiene una posibilidad de evitar un problema.

Existen unas condiciones básicas para que se desarrolle este síndrome:

a- Percepción de amenaza física o psicológica: a través de métodos directos, indirectos o simplemente siendo testigo de una situación violenta.

b- Gestos amables de parte del abusador (que a menudo son estrategias conscientes o inconscientes para manipular a la víctima): regalos, muestras de afecto, contención de una acción violenta que la víctima interpreta como una mejora. Detalles que hacen que la persona crea que su pareja va a acabar cambiando, que puede corregir su comportamiento y que en el fondo la quiere. La víctima tiene tendencia a ver la parte buena de la relación, el lado afectuoso, el deseo, la importancia que le concede su agresor queriéndola mantener a su lado a toda costa. Y esto genera una enorme dependencia emocional.

c- Compasión y empatía: el abusador puede compartir información acerca de su pasado, por ejemplo que fue maltratado, abusado, descuidado, abandonado, etc, y la víctima acaba sintiendo compasión y justificando sus acciones. Pero el hecho de mostrar compasión no suele producir ningún cambio en sus conductas agresivas y lo que acaba ocurriendo es que esta empatía alarga el periodo de tiempo que la víctima será abusada.

d- Aislamiento de la víctima: que poco a poco basa su decisiones en el miedo a una potencial reacción agresiva del abusador. Si el contacto que mantiene la víctima con sus familiares o amigos, es fuente de problemas, acabaran evitando estas relaciones e incluso pueden llegar a mostrarse hostiles con ellos.

e- Falta de autoestima, inseguridad, dependencia: Incapacidad para escapar o dejar la relación: debido a la necesidad de ser amados, o por  dependencia económica, por evitar situaciones legalmente complicadas, por amenazas (como quitarle a los hijos, exponer públicamente problemas de la víctima, amenazas de suicidio) o por el hecho de que la autoestima de la víctima está tan afectada que ha perdido la confianza en sí misma, y posiblemente se sienta totalmente débil, agobiada, incapaz y sin energía, debido al desgaste que provocan las relaciones tóxicas.

En definitiva, se podría decir que en este tipo de relaciones, existe una preocupación constante por posibles problemas que pueden surgir en cualquier momento y por cualquier motivo, que la persona emplea casi toda su energía en sobrevivir el día a día, evitando los conflictos.

¿Cómo lo podemos prevenir?. Recomendaciones.

Para prevenirlo lo más importante es ser conscientes del problema y para ello debemos prestar atención a una serie de situaciones que pueden desencadenar el problema, para poderlas identificarlas desde el principio, ya que el tiempo es un factor clave en el mantenimiento del problema. Cuanto más tiempo haya estado la víctima expuesta a situaciones de abuso, más difícil le será distanciarse del maltratador y recomponer su vida.

Las situaciones que hay que vigilar, son:

  1. Las amenazas (directas o indirectas) en forma de opiniones, comentarios hacia otros, decir que te va a dejar, etc. O muestras de poder, con gestos violentos como golpear una pared.
  2. Uso de la amabilidad, el cariño, el afecto para contrarrestar los efectos negativos de las amenazas. Generando una relación de amor/ odio, muchas veces de intensidad similar: a más agresividad, más pasión, reforzando un vínculo intenso, estableciendo una complicidad y reforzando el mantenimiento de una relación tóxica.
  3. El abusador se muestra vulnerable, se sincera, manipulando la pareja, para que se sienta especial al ser su confidente y provocando compasión y empatía.
  4. La persona controladora intenta cambiarte, aislarte de tu entorno y convertirte en una persona mejor (según su punto de vista). Y se muestra posesiva con la víctima, lo que puede generar en ésta una sensación de ser importante y necesaria.
  5. Sensación de estar atrapado/a, hacer varios intentos de dejar la relación pero acabar volviendo a pesar del sufrimiento, lo que genera ciclos de esperanza y desesperanza, que a la larga suelen acabar en una desesperanza, sufrimiento y preocupación constantes. Y una sensación de inseguridad, incapacidad y falta de controla
  6. Las relaciones abusivas producen una gran cantidad de inversión (emocional, social, familiar, económica, de estilo de vida, etc) y cuanto mayor es esta inversión, mayor es la sensación de pérdida si se acaba la relación, por lo que a más tiempo y recursos invertidos, mayor es la probabilidad de querer mantener lo que tenemos a pesar del sufrimiento.

Ayuda externa: ¿Cómo puedo ayudar a alguien que lo padece?

La solución a este problema requiere la ayuda de un grupo humano de apoyo ya que una de las características del síndrome es la negación del problema por parte de la persona afectada. La consulta a un especialista es una de las primeras acciones que se deberían tener en cuenta, tanto por parte de la persona afectada como por su entorno familiar social en el caso de que la persona se resista a reconocer el problema. Probablemente la relación de pareja empezó de una forma normal y se va convirtiendo en una relación abusiva poco a poco. Llega un momento en el que la víctima sólo intenta sobrevivir. Su autoestima está gravemente afectada y siente que se vendrá abajo si la relación termina. Seguramente ve a sus familiares y amigos como una amenaza para la relación y en consecuencia son una amenaza para su existencia.

Esta situación se vuelve emocionalmente muy dolorosa y difícil para el entorno de la víctima, ya que no pueden entender que ésta siga enamorada o enganchada a la persona que la maltrata. Probablemente la víctima ha tenido que elegir entre la relación de pareja o la familia. Es muy difícil que se dejen ayudar y es poco lo que se puede hacer por ellas, si ellas no llegan a tomar conciencia de la situación y deciden detener el abuso. Es difícil determinar el resultado de la relación con un abusador. Si la relación está en la fase inicial, la persona abusada puede terminar la relación por ella misma. Si la relación se ha alargado un año o más, es más probable que necesite ayuda y un plan de salida para terminar la relación. El matrimonio y los hijos dificultan la salida de la situación.

Consejos para familiares/ amigos cercanos a la víctima:

  1. Intenta mantener la calma: posiblemente la víctima reacciona con rabia y resentimiento hacia sus seres queridos, ya que cualquier contacto con otras personas puede generar un ataque verbal o emocional por parte del maltratador. La conducta de la víctima es totalmente irracional y no tiene ninguna lógica, y todo ello puede hacer que perdamos la paciencia o nos enfademos con ella. Es muy importante tener paciencia,  mantener la calma y demostrar de forma constante que puede contar con nosotros cuando nos necesite.
  2. Muestra comprensión: no discutas ni insistas en querer que la víctima entre en razón, porqué en esta situación la víctima probablemente es incapaz de razonar y cuanto más la presión más la alejarás de ti. Muestra comprensión, no la juzgues. Simplemente muestra que estas a su lado.
  3. Mantén el contacto afectivo: el afecto sano es indispensable para poder superar el síndrome de Estocolmo. Las personas que sufren este problema tienden a encerrarse en sí mismas y a asilarse. Las muestras de cariño, siempre y cuando sean aceptadas y no generen tensión en la persona abusada, pueden resultar muy reconfortantes.
  4. Intenta mantener contactos tradicionales con tu ser querido (por ejemplo celebraciones de cumpleaños, comidas de navidad, etc.): estos encuentros no resultan tan amenazantes para el abusador, y la probabilidad de represalias hacia la víctima es menor. También resulta más tolerable para el maltratador las citas o llamadas predecibles y acordadas, por ejemplo pactar una llamada el domingo por la tarde, o quedar los miércoles para ir de compras. Es mejor establecer citas cuando la víctima está fuera de casa y sin el abusador (siempre que esto sea posible). Y hay que tener mucho cuidado con los mensajes que enviamos a nuestro familiar o las llamadas que le hacemos, pues el maltratador puede leerlos o escucharlos. El objetivo de nuestras citas, llamadas o mensajes, es recordar (de forma indirecta) a la víctima, que estamos ahí.

También te podemos proporcionar apoyo y terapia psicológica si tienes una persona querida que está en esta situación y te sientes frustrado/a, preocupado/a y desorientado/a.


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