El síndrome de Cenicienta tiene una doble vertiente, la primera está basada en el rechazo del hijastro hacia la madrastra y fue descrita, por primera vez, por el Dr. Peter K. Lewin en 1976, en una carta al editor de la revista Canadian Medical Association Journal. En ella se describen las falsas acusaciones de algunos niños adoptados, de ser maltratados o descuidados por sus madres adoptivas.
En 1981 Collete Downing
en su obra «The Cinderella Complex: Women’s Hidden Fear of Independence»
describió un síndrome con el nombre de esta princesa de cuento. Cenicienta. Se
trata del deseo inconsciente de las mujeres de ser protegidas o cuidadas en
todo momento, dejando de lado sus propios gustos o actividades. Esto puede
deberse a la crianza o a las presiones sociales o religiosas. Dowling indica que,
en realidad, este síndrome procede del miedo a ser independientes.
El nombre que ha dado
esta investigadora a su estudio no puede ser más certero. Todos conocemos la
historia de Cenicienta: una jovencita que se pasa el día entero cuidando a su
madrastra y a sus hermanastras. Un día se organiza un baile para el príncipe y
no es tenida en cuenta hasta que un hada madrina la convierte en princesa.
Después, ella pierde su
zapato de cristal y el apuesto joven va casa por casa hasta encontrar a la
dueña del calzado. Según este cuento, la mujer debe ser al mismo tiempo
inocente, bella y resignada, y por supuesto, dependiente del esposo o “príncipe
azul”.
En el libro de
“Cenicienta”, el hada madrina convierte a la protagonista en princesa y por
ello el ejemplar masculino por excelencia la conoce en el baile. Entonces, como
dice Dowling, la mujer sólo puede cambiar el curso de la vida gracias a
entablar una relación con un hombre. De lo contrario, será una esclava o una
sirvienta por siempre.
Nota: Todos podemos
necesitar afecto, protección y “ser salvados” en algún momento puntual de la
vida. Sin embargo, esto no puede ser la regla, sino la excepción. Un abrazo que
nos rescate de un mal día es perfecto y preciso. Una palabra de aliento en una
mala situación puede consolarnos. Necesitar el apoyo de alguien en un momento
concreto no nos convierte en frágiles, sino en auténticos.
¿En qué consiste el
Síndrome de Cenicienta? Este Síndrome describe a mujeres que se sienten
totalmente dependientes de los hombres tanto emocional como económicamente.
Además, el complejo se caracteriza por la idealización de una imagen mental
masculina, un «príncipe azul», que les genera una gran frustración al ser
totalmente intolerantes ante cualquier defecto de su pareja. No es considerado
una patología psiquiátrica, pero si un complejo que puede provocar problemas de
relación.
Pero, ¿Por qué
Cenicienta? Es cierto que casi todas las princesas de cuento presentan mujeres
muy poco independientes, pero cenicienta es la que expresa mejor la idea de que
la feminidad debe poseer inocencia, belleza y resignación, pero de ningún modo
independencia. No olvidemos que, en el cuento de Cenicienta, ella es incapaz de
alterar su condición de sirvienta sin la intervención de un hada madrina y
desde luego, sin la figura masculina representada por el apuesto Príncipe Azul.
Es la figura típica de la dama en apuros. Dicho de otra manera, Cenicienta es
el resumen de la mujer que solo puede cambiar el curso de su vida mediante el
establecimiento de una relación con un hombre; de otra manera, será esclava por
siempre jamás.
Es decir, el síndrome de Cenicienta se caracteriza por dos grandes pilares:
Dependencia emocional, se define como un patrón persistente de necesidades emocionales insatisfechas que se intentan cubrir de una forma desadaptativa con otras personas. Es una necesidad afectiva extrema que una persona siente hacia otra. Se caracterizan por:
- Relaciones basadas en la sumisión y la subordinación. Son relaciones desequilibradas.
- Existe una necesidad excesiva del otro, lo que se traduce como un deseo irrefrenable de acceso constante a él.
- Si la persona amada no está disponible o si no se obtiene de ella las manifestaciones de afecto deseadas se produce un sufrimiento.
- Necesidad de la aprobación de la pareja y preocupación excesiva por agradarle. Asumiendo el sistema de creencias de la pareja, por encima del propio.
- Suelen aparecer altos niveles de preocupación y comportamientos vigilantes y controladores por miedo a perder a la pareja.
- Pánico a la ruptura.
Idealización de la figura
masculina, es la exageración en positivo de las virtudes del sexo masculino,
quitándose a sí mismos valor para otorgarle al otro el poder de la
“perfección”. Una persona que idealiza a otra, suele sentirse inferior. Se
suele pensar que la pareja (el príncipe azul) la salvará de cualquier cosa y
estará por ella todo el tiempo. La mayoría de estas mujeres creció con la idea
de llegar a tener a un hombre perfecto para ellas. Muchas evitan relacionarse
con hombres porque ninguno cubre sus expectativas y exigencias.
Las causas del Complejo
de Cenicienta pueden resumirse en que algunas mujeres, por crianza, presiones
familiares o sociales, cultivan el deseo desmedido e inconsciente de ser
cuidadas. Este deseo procede del miedo a la independencia. Otro factor al que
se apunta es la baja autoestima.
Todo esto provoca unas
consecuencias, principalmente problemas de pareja y conyugales, puesto que una
mujer en exceso dependiente de su compañero de vida resulta asfixiante. Uno
necesita sentir que es capaz de responder por sí mismo al momento de que el
cónyuge haga falta y es un hecho que se pueden alcanzar muchas metas por uno
mismo sin necesidad del otro.
Ante una relación marcada
por el síndrome de cenicienta, se aconseja:
- Potencia la autonomía
- No dejar de lado las amistades
- Aceptar que el amor es libertad y aceptación del otro
- Busca motivaciones y actividades externas
- Aprender a tomas tus propias decisiones.
No estamos diciendo que
se deba tratar a la mujer sin delicadeza, ya que en el fondo sí que hay una
princesa dentro de cada una, pero una mujer debe ser segura de sí misma, y desarrollar
la capacidad de cumplir sus metas, ser feliz y económicamente independiente. No
le hace falta ningún príncipe azul que le salve.
Conclusión: Si tienes
hijas, incúlcales el poder del estudio y de la preparación. Enséñales que es
necesario contar con ciertos conocimientos y tener experiencia laboral antes de
casarse o formar una familia. Incluso ve más allá. Plantéale cómo quieren que
sean sus vidas. También son libres de no querer casarse ni formar una familia.
Cría hijas librepensadoras. Que sepan aquello que quieren sin depender de
nadie. Si
tienes también hijos varones, enséñales que las tareas del hogar son cosa de
todos. De esta forma, se comienza a concienciar que la casa es un asunto
familiar y no solo de las mujeres. Todos comemos, todos usamos el baño, el
salón… Así pues, ¡todos colaboramos!
Cría hijos e hijas que
sean capaces de alcanzar sus metas y cumplir sus sueños, que en el futuro
aspiren a disfrutar de una relación de pareja saludable y equilibrada y sobre
todas las cosas… no dejes de tratarlas como princesas (o príncipes) … que saben
lo que quieren.
Extra: Cenicienta.
Tiene un componente de
fantasía de rescate. Se trata de mujeres insatisfechas con su vida, su trabajo
o sus relaciones sociales que esperan que la llegada de un príncipe azul las
salve de su vida triste y frustrante, haciendo que todo sea mágico y
maravilloso. Por ello, no luchan por mejorar y salir de su situación, sino que
se pasan la vida esperando que la fantasía del Príncipe se haga realidad. Lo
que se recomienda es aceptar la realidad, concienciarse de que nada es perfecto,
que podamos ser felices es el primer paso para abandonar este síndrome y
comenzar a construir una vida plena.
También es aplicable este
Síndrome a todas aquellas mujeres que se sienten incompletas o infelices por no
haber encontrado una pareja. Pero, la felicidad no aumenta por tener a un
hombre al lado, sino que la fuente del bienestar nace de uno mismo.
Lo cierto es que siempre
se debe aprender a ser feliz en base a lo que se tiene, es decir, aceptar tu
realidad para no frustrarse, puesto que cada situación tiene sus inconvenientes
y ventajas.
Para superar el Síndrome
de Cenicienta debemos ir más allá del amor ideal para poder centrarnos en una
relación real, y aceptar el mundo tal y como es.
La forma en la que fueron
educadas las “Cenicientas” afecta mucho sus idealizaciones de los “Príncipes”,
de modo que, si son sumisas o dependientes, buscarán seguirlo siendo. Muchas
otras, temen vivir sin pareja; no obstante, no consiguen al hombre perfecto que
cumpla sus expectativas. Esto baja su autoestima y ellas se sumen más en su
trabajo, el cual desempeñan bien. Este complejo no tiene una cura milagrosa, se
trata de realizar psicoterapia para fomentar una autoestima saludable que los
lleve a dejar de ser dependientes. El trabajo terapéutico con objetivos como la
autoestima y la dependencia, inicialmente, y que, posteriormente, se irán
refinando- tal y como ya explicamos en otro post- conseguirá que la
“Cenicienta” dejé de serlo para convertirse en una “Princesa”.