El síndrome de
abstinencia es el conjunto de síntomas, reacciones físicas o corporales que ocurren
cuando una persona deja de consumir sustancias a las que es adicta. El
SA puede aparecer relacionado con cualquier sustancia que tenga el potencial de
crear dependencia, el alcohol, el tabaco, cocaína, cannabis, cafeína,
benzodiacepinas, etcétera.
Aunque los síntomas
varían en forma e intensidad de acuerdo con el producto empleado y el tiempo
que lleva desarrollándose la dependencia, en todos los casos se deben a que se
ha alterado el funcionamiento normal del sistema nervioso.
Este síndrome también
puede presentarse en algunas enfermedades psicológicas como la dependencia
emocional, donde no se depende de una sustancia o droga, pero sí de afecto
desmedido o dependencia hacia otra persona, presentando el individuo
somatización (es decir, proceso por el cual se transforman o convierten
problemas emotivos o psicológicos en dolores físicos).
Tipos de síndrome de
abstinencia
El síndrome de
abstinencia agudo es el más conocido. Se trata de una serie de reacciones
fisiológicas y psicológicas que aparecen nada más interrumpir el consumo de una
sustancia psicoactiva hacia la que se sufre adicción. Los síntomas dependerán
del tipo de sustancias psicoactiva. Generalmente el SA produce lo contrario al
consumo de la sustancia (por ejemplo, si el consumo de cocaína produce
activación e hiperalerta, su síndrome de abstinencia produce decaimiento,
desgana, etcétera). La intensidad y gravedad de estos síntomas varían en
función del tipo y de la cantidad de sustancia habitualmente consumida.
Sin embargo a este
síndrome de abstinencia le acompañan frecuentemente otros SA menos conocidos.
Estos son:
- Síndrome de abstinencia
tardío: caracterizado por un conjunto de alteraciones del sistema nervioso
asociado con problemas de salud física y psicológica. El SA tardío interfiere
de forma significativa en la vida del paciente además de aumentar la
probabilidad de recaía.
- Síndrome de abstinencia
condicionado (o psicológico): los síntomas del SA agudo re-aparecen cuando la
persona se encuentra en situaciones en donde habitualmente consumía la
sustancia. En este síndrome ha habido un proceso de aprendizaje en el que se
asocian determinados estímulos a la conducta de consumir. Por ejemplo, es
frecuente que los fumadores fumen más en circunstancias concretas. Así pasa por
ejemplo, cuando se toma café o en el descanso de una charla. El SA condicionado
aparecerá en el proceso de deshabituación tabáquica en estas circunstancias.
Causas
En términos generales,
las sustancias adictivas poseen compuestos semejantes a los neurotransmisores
(compuestos químicos empleados por las neuronas para comunicarse entre sí)
encargados de desencadenar la actividad de los centros cerebrales de recompensa,
placer o satisfacción, los cuales permiten la expresión de emociones
gratificantes como entusiasmo, alegría y serenidad. Precisamente por ello hay
quienes los utilizan para enfrentar momentos difíciles.
Pero, el uso frecuente
de drogas, tabaco o alcohol exige cantidades cada vez mayores para lograr el
mismo efecto, a este hecho se le conoce como tolerancia, y ocurre porque las
sustancias adictivas sustituyen gradualmente la creación de neurotransmisores
que desencadenan sensaciones de bienestar. En consecuencia, el paciente pierde
la capacidad de experimentar gozo y tranquilidad de manera natural, y crea una
dependencia o consumo compulsivo para no sufrir una serie de malestares como
ansiedad, nerviosismo, alucinaciones, sudoración, temblores, escalofríos,
dificultad para dormir, vómito y otros que, en conjunto, forman el síndrome de
abstinencia.
Cabe destacar que el
abuso de sustancias no siempre crea dependencia física, sino psicológica, la
cual se basa en el deseo continuo de consumir un químico para hacer frente a
situaciones que generan malestar. Aunque también es muy difícil de superar,
tiene la peculiaridad de que cuando se deja de emplear la droga no se
manifiestan cambios en el organismo, es decir, no hay síndrome de abstinencia,
sólo alteraciones emocionales y de conducta. El uso continuo de
sustancias que actúan sobre el sistema nervioso es responsable de dependencia
física, ya que el cuerpo se adapta a ellas y el cerebro experimenta un cambio
en su estructura y desempeño, de manera que sólo puede funcionar normalmente
ante la presencia de dichos químicos, sin olvidar que cada vez requiere mayores
dosis para obtener efectos placenteros.
Es importante mencionar
que cada sustancia actúa en forma particular en el cerebro y que no todas
generan dependencia física ni síndrome de abstinencia. Para explicarlo mejor,
podemos recurrir a una clasificación general de dichos químicos en tres grupos:
Depresores: Dosis
pequeñas generan euforia, pero cuando son altas relajan la actividad del
cerebro, produciendo aturdimiento y letargo, incluso la muerte al paralizar la
actividad nerviosa que controla al aparato respiratorio. Muchos de estos
químicos se utilizan con finalidades médicas, como tranquilizantes (narcóticos)
o inductores del sueño (hipnóticos). Los más conocidos en esta clasificación
son: alcohol, benzodiacepinas, fármacos calmantes, solventes y adhesivos; los
tres primeros generan dependencia física y psicológica, los dos últimos sólo
psicológica, según se ha comprobado hasta la fecha.
Estimulantes: Incrementan
la actividad del sistema nervioso central. Suelen generar mejoría del estado de
ánimo, sensación de felicidad, aparente aumento de la capacidad mental y
física, falta de sueño y apetito, así como mayor actividad en general. Este
grupo incluye anfetaminas, metanfetamina (speed), metilendioximetanfetamina
(éxtasis o MDMA), fenciclidina (PCP o polvo de ángel), cocaína, nicotina, y
cafeína; todas estas sustancias generan dependencia física y psicológica en
distinto grado, además de síndrome de abstinencia.
Alucinógenos o
psicodélicos: Producen la impresión de percibir imágenes o sonidos que no
pueden captarse ordinariamente con los sentidos, y son empleados por algunas
culturas en rituales. Producen aumento en la actividad de algunos centros
cerebrales, dilatación de las pupilas, frío en brazos y piernas, y sensación de
hormigueo en el estómago; así mismo, llegan a generar experiencias muy
placenteras o terroríficas. En esta categoría encontramos: dietilamida del
ácido lisérgico (LSD), mescalina (peyote) y psilocibina; existe discusión
acerca de su capacidad para generar dependencia psicológica, en tanto que la de
tipo físico y el síndrome de abstinencia parecen estar por completo ausentes,
salvo en sustancias específicas como la ketamina o la fenciclidina, cuya
capacidad de provocar dependencia, tanto física como psicológica, está
comprobada.
Síntomas
Los
síntomas del síndrome de abstinencia siempre dependerán de la sustancia
utilizada y del organismo de cada persona, ya que no siempre se tienen las
mismas reacciones, en términos generales describimos a continuación los
síntomas correspondientes a las adicciones más frecuentes:
Alcohol.
El síndrome de abstinencia en bebedores relativamente moderados comienza de 12
a 24 horas después de haber dejado de beber, y sus síntomas son: temblor,
debilidad, escalofríos, cefaleas, deshidratación y náuseas. También es común el
deseo de volver a ingerir esta sustancia.
En
grandes bebedores, además de lo anterior, puede producirse un evento más grave,
llamado delírium tremens, que ocurre entre 2 y 10 días después de dejar de
ingerir alcohol y que puede ser mortal. En principio, el paciente se muestra
ansioso, desorientado, con pesadillas, sudoración excesiva, alteraciones en el
tacto y depresión profunda; en ocasiones el pulso se acelera, hay fiebre,
convulsiones (epilepsia alcohólica) y alucinaciones. También parece que el
suelo se mueve, la cama gira o las paredes caen.
Síntomas
Los
síntomas de abstinencia del alcohol se presentan por lo regular al cabo de 8
horas después del último trago, pero pueden ocurrir días más tarde. Por lo
general, alcanzan su punto máximo en 24 a 72 horas, pero pueden persistir
durante semanas.
Los
síntomas comunes abarcan:
- Ansiedad
o nerviosismo
- Depresión
- Fatiga
- Irritabilidad
- Sobresaltos
o temblores
- Altibajos
en el estado de ánimo
- Pesadillas
- No
pensar con claridad
- Otros
síntomas pueden abarcar:
- Piel
fría y húmeda
- Pupilas
agrandadas (dilatadas)
- Dolor
de cabeza
- Insomnio
(dificultad para dormir)
- Inapetencia
- Náuseas
y vómitos
- Palidez
- Frecuencia
cardíaca rápida
- Sudoración
- Temblor
en las manos y otras partes del cuerpo
Una
forma grave de abstinencia alcohólica llamada delirium tremens puede causar:
- Agitación
- Fiebre
- Ver
o sentir cosas que no existen (alucinaciones)
- Convulsiones
- Confusión
intensa
Si
hay deficiencia de vitaminas llegan a presentarse, después del delirium
tremens, el síndrome de Korsakoff, en el que se pierde la memoria de
acontecimientos recientes, y encefalopatía de Wernicke, que genera movimientos
anormales de ojos y extremidades, confusión y cambios de carácter.
Nicotina.
Por regla general, cuanto más tiempo y más cigarrillos haya fumado una persona,
mucho mayor será la probabilidad de que presente síntomas al abandonar el
consumo de tabaco; los más comunes son: deseo irrefrenable de fumar, tensión,
irritabilidad, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, somnolencia o
insomnio y aumento del apetito y de peso. El uso de la nicotina puede tener
muchos efectos diferentes en el cuerpo:
- Disminuye
el apetito (el temor a aumentar de peso hace que muchas personas no quieran
dejar de fumar).
- Estimula
el estado anímico y puede incluso aliviar la depresión menor (muchas personas
experimentarán una sensación de bienestar).
- Incrementa
la actividad intestinal.
- Crea
más saliva y flema.
- Incrementa
la frecuencia cardíaca alrededor de 10 a 20 latidos por minuto.
- Incrementa
la presión arterial a 5 a 10 mmHg.
- Puede
causar sudoración, náuseas y diarrea.
- Estimula
la memoria y la vigilia (las personas que consumen tabaco con frecuencia
dependen de él para ayudarlos a cumplir ciertas tareas y desempeñarse bien).
Los
síntomas de abstinencia de nicotina aparecen al cabo de 2 a 3 horas después del
último consumo de tabaco. Las personas que fumaron por más tiempo o que fumaban
una cantidad mayor de cigarrillos al día son más propensas a tener síntomas de
abstinencia. Para quienes están dejando de fumar, los síntomas alcanzan su pico
máximo aproximadamente de 2 a 3 días después. Los síntomas comunes abarcan:
- Un
deseo vehemente de nicotina
- Ansiedad
- Depresión
- Somnolencia
y problemas para dormir
- Malos
sueños y pesadillas
- Sentir
tensión, inquietud o frustración
- Dolores
de cabeza
- Incremento
del apetito y aumento de peso
- Dificultad
para concentrarse
- Usted
puede notar algunos o todos estos síntomas al cambiar los cigarrillos regulares
por cigarrillos con contenido bajo de nicotina o cuando reduce la cantidad de
cigarrillos que fuma.
Narcóticos.
Morfina, opio y heroína, además de sustancias farmacológicas como oxicodona y
codeína integran este grupo de depresores del sistema nervioso. La reacción del
organismo ante la abstinencia suele ser, en principio, respiración agitada
acompañada de bostezos, lagrimeo, flujo nasal y sudoración; luego se presentan
hiperactividad, sentido de alerta exacerbado, incremento del ritmo cardiaco,
piloerección ("piel de gallina") y fiebre. Otras manifestaciones son
pupilas dilatadas, temblores, escalofríos, dolor muscular, inapetencia, dolor
abdominal y diarrea.
La
marihuana y la salud mental: Varios estudios han demostrado que existe una
asociación entre el consumo crónico de marihuana y una mayor incidencia de
ansiedad, depresión, ideas suicidas y esquizofrenia. Algunos de estos estudios
han demostrado que la edad del primer consumo es un factor importante, y que el
uso temprano de la droga constituye un marcador de vulnerabilidad para
problemas más adelante. Sin embargo, en este momento no está claro si el
consumo de marihuana causa los problemas mentales, los empeora o si se utiliza
la droga en un intento de automedicarse los síntomas preexistentes. El consumo
crónico o habitual de marihuana, especialmente en una persona muy joven,
también puede ser un marcador de riesgo para las enfermedades mentales,
incluyendo la adicción, que provienen de vulnerabilidades genéticas o
ambientales, tal como la exposición temprana al estrés o a la violencia.
Actualmente, la evidencia más fuerte establece un vínculo entre el consumo de
marihuana y la esquizofrenia y otros trastornos relacionados.6 Las dosis altas
de marihuana pueden producir una reacción psicótica aguda. Además, el consumo
de esta droga podría provocar la aparición de esquizofrenia o una recaída en
aquellas personas vulnerables a este trastorno.
Ansiolíticos
e hipnóticos. Son fármacos depresores de la actividad nerviosa, como
benzodiacepinas, barbitúricos, glutetimida, cloralhidrato y meprobamato que se
prescriben con receta médica para controlar la ansiedad o inducir el sueño,
pero que al tomarse en altas dosis o por periodos prolongados generan adicción.
Al interrumpir su consumo cuando hay dependencia se desencadena una reacción
grave, aterrorizante y potencialmente mortal, muy parecida al delirium tremens,
cuyos síntomas principales son debilidad, malestar general, depresión,
temblores, deshidratación, delirio, insomnio y alucinaciones.
Anfetaminas.
La adicción a estos estimulantes del sistema nervioso suele iniciar cuando se
administran como medicamentos para bajar de peso, aunque la metanfetamina y el
MDMA o éxtasis han alcanzado amplia difusión en el mercado ilegal. Cuando se
interrumpe bruscamente su consumo se generan cansancio y somnolencia extremas,
si bien algunas personas se muestran intensamente ansiosas e inquietas. Los
consumidores que estaban deprimidos al comenzar a usar las anfetaminas pueden
incrementar su malestar cuando las dejan, al grado de que adoptan tendencias
suicidas. También experimentan delirios y alucinaciones.
Cocaína.
Es otro estimulante del sistema nervioso, sólo que más potente; puede inhalarse
o inyectarse, y cuando se hierve con bicarbonato sódico se obtiene el crack,
que puede ser fumado. La tolerancia se desarrolla rápidamente y las reacciones
de abstinencia incluyen cansancio extremo, depresión y ansia de suicidio; en
ocasiones hay alucinaciones.
Síntomas
- Estado
de ánimo deprimido. Sin necesidad de que haya ninguna otra causa a parte de no
consumir cocaína.
- Irritabilidad.
Tendencia del adicto a discutir con toda persona que intente hablar con él o
ella.
- Cambios
de humor. Del enfado a la depresión y vuelta al enfado, una y otra vez.
- La
fatiga. El adicto se siente muy cansado. El síndrome de abstinencia por cocaína
le mueve a intentar descansar todo lo que puede aunque sea sentado sin
conseguir que esto le aporte energía.
- Insomnio.
Dificultad para conciliar el sueño, lo que unido al cansancio impide al adicto
a recuperar energía y salir de este cansancio.
- Malestar
en todo el cuerpo. El adicto o la adicta, se siente como si tuviese una gripe.
El síndrome de abstinencia de la coca hace que le duela todo el cuerpo aunque
no esté enfermo. Es su cuerpo reclamando el consumo de cocaína.
- La
desaceleración de la actividad. El adicto se vuelve torpe y lento a la hora de
hacer algo.
- Agitación
y conducta inquieta. El síndrome de abstinencia de la cocaína vuelve al adicto
muy nervioso.
- Incapacidad
para pensar con claridad. El adicto o adicta es incapaz de concentrarse. Esto
hace muy trabajoso el conseguir hablar o razonar con el adicto sobre lo que le
está pasando, y aún más ayudarle.
- Aumento
del apetito. Consumir cocaína reduce el apetito. Mientras que el síndrome de
abstinencia lo dispara.
- Pesadillas
y sueños desagradables. Sueños muy vívidos y muy inquietantes. Paranoia. Que
vuelve al adicto agresivo contra los que le rodean mientras dura el síndrome de
abstinencia de la cocaína.
- Extrema
sospecha. Como consecuencia del síndrome paranoide, el adicto desconfía de todo
el mundo. Llega a creer que todo el que le rodea pretende acabar con él o ella.
- Deseo
de más cocaína. Un deseo compulsivo y muy fuerte que obsesiona al adicto o
adicta.
Polvo
de ángel o fenciclidina. Fue desarrollado a mediados del siglo XX como
anestésico, pero se suspendió su uso porque los pacientes presentaban ansiedad,
delirios y cuadros de psicosis temporal (alteraciones profundas de la realidad
y de la percepción sensorial); sin embargo, comenzó a sintetizarse en
laboratorios clandestinos para su uso como estimulante. Su abstinencia genera
depresión, ansia de consumir drogas, fatiga, dificultades para dormir o dormir
mucho, aumento del apetito y de peso, movimientos lentos o súbitos y sueños
vívidos desagradables. El carácter suele volverse violento y suicida.
Diagnóstico
Por lo general se basa
en:
- Observación de los síntomas antes descritos.
- Historia clínica, en la
mayoría de las veces con ayuda de familiares o personas cercanas.
- Revisión física
realizada por un médico general, adictólogo o, en ocasiones, por un
especialista en urgencias.
En algunos casos se
requieren exámenes de toxicológica (detección de drogas) para descubrir la
presencia de numerosas sustancias en el organismo. Dichos estudios pueden
efectuarse con pruebas de orina (los más frecuentes) o de sangre (de mayor
precisión).
Tratamiento
El
objetivo del tratamiento abarca:
- Reducir
los síntomas de abstinencia.
- Prevenir
complicaciones del consumo.
- Terapia
para lograr que usted deje de tomar (abstinencia).
La
terapia de rehabilitación contra las adicciones tiene entre sus principales
objetivos ayudar a superar el síndrome de abstinencia. Nuevamente, en cada caso
se debe considerar cuál es la sustancia empleada por el paciente, ya que de
ello dependerán las medidas a seguir:
Alcohol.
Una de las primeras complicaciones en ser tratadas es la deficiencia nutricional,
por lo que es común la administración de complejos vitamínicos ricos en
vitamina C y vitamina (B1, B2,B6); también se combate la deshidratación con soluciones
intravenosas de magnesio y glucosa. Por otra parte, se suele prescribir un
fármaco benzodiacepínico durante algunos días para calmar la agitación, y en
caso de que el paciente sufra alucinaciones se darán antipsicóticos. Todas
estas medidas son más agresivas en caso de delírium trémens, aunque también se
requiere el empleo de analgésicos que ayuden a fiebre y dolores de cabeza.
Una
vez que se ha superado la fase crítica del problema, se requiere la supresión
del alcohol por completo. Debido a que es prácticamente imposible que el
paciente lo logre por cuenta propia, es necesario que cuente con ayuda psicológica
y apoyo de sus familiares, sin olvidar la importancia de recibir asesoría
individual por parte del médico (a veces prescribirá algunos medicamentos que
le ayuden a prevenir recaídas, sin olvidar que probablemente requerirá atención
especial debido a problemas hepáticos o en los riñones). Es de mucha utilidad
que se integre a terapias grupales como las que brinda Alcohólicos Anónimos y que sea llevado por un especialista.
Nicotina.
Se han desarrollado diversas estrategias de terapia, aunque para que cumplan
con el objetivo de superar definitivamente el síndrome de abstinencia y dejar
de fumar es conveniente que se utilicen bajo prescripción médica. En casos
moderados es ideal recurrir a suplementos de nicotina en forma de goma de
mascar o parches, y en casos más severos fármacos como clonidina (ayuda a
regular la presión sanguínea), fluoxetina y buspirona (antidepresivos).
También
son importantes el apoyo emocional y la terapia psicológica para superar la
dependencia a la nicotina, por lo que es altamente recomendable acudir a una
clínica antitabaco, donde se brinda tratamiento integral al paciente, siempre
de acuerdo con sus características.
Narcóticos.
La sustitución de estas sustancias por metadona es el principal procedimiento
para superar la abstinencia; de hecho, este fármaco es también un narcótico,
pero genera alteraciones menores, se toma con menos frecuencia y puede
disminuirse la dosis poco a poco. Asimismo, la naltrexona es útil para la
recuperación en caso de dependencia a la heroína, ya que bloquea los efectos de
esta droga incluso en dosis intravenosas importantes. Los grupos de ayuda o la
terapia psicológica son también de gran utilidad.
Ansiolóticos
e hipnóticos. Incluso aplicando el mejor tratamiento, una persona puede tardar
un mes o más en sentirse normal. Frecuentemente, los médicos tratan la
abstinencia volviendo a administrar el fármaco causante, sólo que en dosis
inferior y disminuyéndola progresivamente a lo largo de días o semanas.
Anfetaminas.
Un consumidor crónico llega a necesitar de hospitalización durante la
abstinencia. Si sufre delirios y alucinaciones puede recibir un fármaco
antipsicótico, como clorpomacina, que tiene efecto calmante y alivia el
sufrimiento, aunque puede reducir la presión arterial en forma considerable.
Asimismo, un ambiente tranquilizante y seguro ayuda a la persona a recuperarse.
Cocaína.
El tratamiento exige supervisión de cerca porque la persona puede volverse
depresiva y suicida, por ello, muchas veces se recomienda su ingreso a un
hospital o centro de rehabilitación. El método más eficaz consiste en combinar
asesoramiento médico y psicoterapia personalizada o en grupo, además de que en
caso de que se presenten depresión o trastorno bipolar se deben administrar
antidepresivos o litio, respectivamente.
Polvo
de ángel o fenciclidina. Las medidas a tomar dependen de los síntomas
específicos: se administran fármacos para bajar la presión arterial elevada o
para frenar las convulsiones; cuando el paciente se agita, se le instala en una
habitación tranquila para que se relaje, aunque se le debe supervisar a menudo
la presión sanguínea, respiración y ritmo cardiaco. No ayuda hablarle de manera
calmada, ya que esto puede agitarle todavía más. En caso que la intranquilidad
permanezca, se dará un medicamento como diazepam. Superada la crisis se
requiere tratamiento psicológico y probablemente algún antidepresivo.
Abstinencia
en recién nacidos. Los bebés con este problema son irritables y es difícil
consolarlos, por lo que envolverlos en una manta durante estos episodios puede
ayudar. Además, pueden requerir calorías adicionales debido a su mayor
actividad, de modo que se les proporcionan fórmulas lácteas que cubran sus
exigencias. En caso de vómito o diarrea, se administran líquidos por vía
intravenosa para evitar deshidratación.
Se
pueden recetar medicamentos para tratar síntomas severos, como metadona y
benzodiacepinas, especialmente las convulsiones. También es común que se
utilice la misma sustancia a la que fue expuesto el recién nacido, y una vez
que se controlan los síntomas del síndrome de abstinencia, se reduce
gradualmente la dosis.
Tratamiento
Hospitalario
Las
personas con síntomas de abstinencia de alcohol u otra sustancia de moderados a
graves pueden necesitar tratamiento como paciente interno en un hospital u otro
centro que trate este tipo de abstinencia. A usted lo vigilarán muy de cerca
para ver si se presentan alucinaciones y otros signos de delirium tremens.
El
tratamiento puede abarcar:
Monitoreo
de la presión arterial, la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y los
niveles sanguíneos de diferentes químicos en el cuerpo.
Líquidos
o medicamentos a través de una vena (IV).
Sedación
empleando medicamentos llamados benzodiazepinas hasta que la abstinencia sea
completa.
Tratamiento
Ambulatorio
Si
usted tiene síntomas de abstinencia de alcohol o tras sustancias de leves a
moderados, a menudo puede recibir tratamiento en forma ambulatoria. Será
necesario alguien que se comprometa a permanecer con usted durante este proceso
y que pueda vigilarlo. Con frecuencia, se necesitan visitas diarias a un médico
hasta que usted se estabilice.
El
tratamiento Generalmente abarca:
Sedantes
para ayudar a mitigar los síntomas de abstinencia.
Exámenes
de sangre.
Asesoría
al paciente y a la familia para abordar el problema del alcoholismo o drogadicción
a largo plazo.
Pruebas
y tratamiento para otros problemas de salud asociados con el consumo de
alcohol.
Es
importante que el paciente viva en un contexto que le sirva de apoyo para
mantenerse sobrio (sin consumo).
Posibles
complicaciones:
Depresión
Deseo
vehemente y sobredosis
Suicidio