El
ecoísmo es un sindrome que puede surgir como resultado del abuso continúo por
parte de una persona narcisista. Ahora está cobrando protagonismo gracias al
esfuerzo de las víctimas por que se reconozca su problema.
El
ecoísmo se popularizó gracias al psicólogo Craig Malkin, cuya obra Rethinking
Narcissism dio a conocer este rasgo de la personalidad.«Redefinir el
narcisismo: el secreto para reconocer y hacer frente a los narcisistas». Tras
esta publicación tanto el público como la comunidad científica se interesó
significativamente con ese nuevo rasgo de personalidad que acababa de definir.
Las
personas con trastorno de personalidad narcisista (TPN) son explotadoras, se
creen legitimadas y carecen de empatía, señala Malkin. “Son tan adictas a
sentirse especiales que mentirán, robarán o engañarán con tal de satisfacer sus
necesidades, sin importar lo que les cueste a los demás”. Como consecuencia de
ello, las personas sensibles y empáticas pueden acabar siendo víctimas de esa explotación
emocional durante la infancia y desarrollar un trastorno ecoísta. Malkin sitúa
el ecoísmo en el extremo del espectro narcisista que ha desarrollado: los
ecoístas temen sentirse necesitados, especiales o egoístas.
El
concepto de ecoísmo tiene su origen en el mito griego de Narciso y Eco. Muchos
ya conocerán la historia del dios que quedó embelesado al contemplar su propia
imagen, pero quizá no tan conocida sea la historia de Eco, una ninfa del bosque
que había sido castigada con la imposibilidad de hablar por completo, pudiendo
solo repetir las últimas palabras que oyera.
“Eco
se enamoró de Narciso, pero lo único que pudo hacer fue repetir lo que él
decía”, señala Malkin. “Al igual que Eco, los ecoístas se ven sumidos en este
tipo de relaciones con amigos y parejas narcisistas y tienen dificultades para
expresar su propia voz. Acaban acostumbrándose a hacerse eco de las necesidades
y los sentimientos de esas personas narcisistas”.
Fue
entonces cuando se sumió en la más profunda tristeza. Ese rechazo, esa
humillación fue más dolorosa que perder la voz. El ecoísmo integra esa misma
esencia. Todos pudimos ser en el pasado personas hábiles, relucientes y fuertes
en cuanto a valías psicológicas. Sin embargo, la presencia de un narcisista
puede anularnos por completo en un momento dado, llevarnos a esa cueva del
monte Helicón donde se refugió Eco.
Ecoismo:
Son personas afectuosas y emocionalmente
sensibles pero que sienten una gran incomodidad cuando son el centro de
atención. Temen expresar sus necesidades y priorizan las de los demás, son
perfiles pasivos y poco asertivos debido a la presión de una pareja, unos
padres o un entorno habitado por el narcisismo. Un tipo de dependencia
emocional patológica ligada al entorno de las adicciones, conocida como codependencia.
Este extremo se caracterizaría por la imposibilidad de destacar, por una
entrega amorosa casi masoquista, un sentimiento de no ser lo suficientemente
buena y baja autoestima. «… se trata de una prohibición de la afirmación de una
identidad singular».
Las
personas con padres narcisistas muchas veces acaban buscando de forma
inconsciente parejas con ese mismo patrón de comportamiento cuando son adultas.
Cuando has tenido que anular por completo tu propia identidad, la única forma
de sentirte viva es seguir recibiendo ese mismo trato.
El
abuso narcisista incluye tácticas de manipulación psicológica como la
humillación, el aislamiento, el gaslighting y un comportamiento de negación y
rechazo a comunicarse. “El aspecto más corrosivo para la autoestima de un
ecoísta es que deja de sentirse una persona”. Es posible que las mujeres tengan
una mayor tendencia a buscar inconscientemente parejas con rasgos narcisistas y
a asumir el papel de Eco en otras relaciones. Las mujeres ecoístas pueden
sufrir marginación en el trabajo o en grupos de amigos, lo cual puede llevar a
un bajo rendimiento y provocar ansiedad. Las personas ecoístas viven para
complacer.
El
síndrome de Eco no es un trastorno psicológico. Este es un aspecto que conviene
dejar claro. El ecoísmo es solo un rasgo, un rasgo que conforma un tipo de
mecanismo de supervivencia poco hábil y que puede resumirse del siguiente modo:
«si yo quiero estar seguro y recibir afecto, debo pedir lo menos posible y dar
todo lo que pueda».
Todas
las personas coinciden en que en el sector de la salud mental todavía no hay
suficiente concienciación sobre el ecoísmo. No hay ningún servicio de
asistencia. Las personas ecoístas recurren a psicólogos, a la policía, los
tribunales…y por lo general se sienten incomprendidos. Esto resulta muy
doloroso, ya que no solo han sufrido anulación emocional en sus relaciones,
sino que tienen la agravante de la angustia emocional causada por la anulación
crónica a la que los somete el resto de la sociedad.
La
clave para ofrecer un buen tratamiento a una persona ecoísta es ayudarle a
encontrar su propia voz. “La gente no lo entiende; te silencia continuamente”.
Se sugiere a mis colegas psicólogos que ayuden a estos pacientes a recuperar la
confianza en sí mismos, “a que vuelvan a sentirse con derecho a ser cuidados y
entendidos”. Trabajar aspectos como la autoestima, la asertividad y el que
aprendan a sentirse cómodos diciendo 'no', y nutrirlos de afecto y dignidad en
si mismos. También cosas sencillas, como el cuidado personal; ya que estas
personas lo han abandonado por dedicarse a cuidar de la persona narcisista.
Acudir a terapia es la mejor opción: “Es totalmente posible recuperarse de este
maltrato. Solo hace falta gente buena que te escuche y te valide”.
Fuente:
Red