viernes, 19 de marzo de 2021

Trastorno Antisocial de la Personalidad y Trastorno Disocial: Una guía útil

Muchas personas utilizan el término antisocial para referirse a individuos que tienen problemas para relacionarse con otros, o no les gusta entablar relaciones. Sin embargo, esta definición es incorrecta. 

En psicología se utiliza el término trastorno antisocial de la personalidad (TPA) para describir una afección mental que lleva a las personas que la padecen a romper las normas, a manipular, explotar o violar los derechos de los demás en favor de los propios.

Descubre una completa guía sobre el trastorno antisocial de la personalidad: Qué es, sus síntomas, sus diferencias con el trastorno disocial o de conducta, sus causas, consecuencias, factores de riesgo, tipos, diagnóstico en niños y adultos, su relación con el TDAH, tratamiento, qué hacer si conocemos a alguien con trastorno antisocial y mucho más.

¿Qué es el trastorno antisocial de la personalidad? 

Definición y concepto

El trastorno antisocial de la personalidad (TPA) se puede definir como un patrón persistente de experiencias personales y conductas que se desvían notablemente de las expectativas dentro de la cultura del individuo, de forma generalizada e inflexible. El TPA tiene su inicio en la adolescencia o juventud, es estable en el tiempo y conlleva un gran malestar personal.

El trastorno antisocial se caracteriza por la indiferencia hacia los derechos de los demás y la violación de estos. El diagnóstico no se puede dar hasta que la persona cumple los 18 años. Y sólo se puede diagnosticar si alguno de los síntomas han aparecido antes de los 15 años. Antes de los 18 se diagnostica trastorno disocial. Que como veremos, no es exactamente lo mismo que el TPA pero tiene mucha relación. En la cultura popular se habla de la personalidad antisocial bajo los términos sociópata o psicópata. Aunque estas etiquetas no están reconocidas para el diagnóstico profesional.

Prevalencia del trastorno antisocial

Alrededor de un 3% de las personas en la población general puede ser diagnosticadas con Trastorno antisocial de la personalidad. Y tiende a ser el doble de frecuente en hombres que en mujeres. La mayor prevalencia se da en hombres que abusan de alcohol, drogas o que están en prisión.

En prisión, se estima que entre un 50 y un 80% de los presos cumplen condiciones para el trastorno Antisocial.

Trastorno antisocial vs Trastorno disocial o de conducta 

¿En qué se diferencian?

En la nueva versión del Manual Diagnóstico DSM- 5, el trastorno disocial ha pasado a denominarse trastorno de conducta.

La mayor diferencia entre trastorno antisocial y trastorno disocial o de conducta es:

  • Trastorno antisocial: No se diagnostica en menores de 18 años.
  • Trastorno disocial o de conducta: Se diagnostica a menores de 18 años

Además de esta diferencia fundamental existen otras diferencias menores entre el trastorno antisocial y el trastorno disocial en las que profundizaremos más adelante en los criterios diagnósticos.

En este punto es importante resaltar que existe otro tipo de trastorno de conducta denominado trastorno negativista desafiante que tiene que tiene algunos puntos en común con el trastorno al disocial, sin embargo, es menos grave. Por eso es muy importante evaluar de forma correcta al paciente para obtener un diagnóstico preciso y no dar lugar a equívoco.

Existen algunos profesionales que creen que más que tres trastornos diferenciados (trastorno negativista, trastorno disocial y trastorno antisocial), podríamos estar hablando de un continuo, de menos a más grave. El trastorno negativista es el menos grave de los tres, sin embargo, si no se trata, puede derivar en trastorno disocial, y llegar a evolucionar a trastorno antisocial.

¿Cómo es una persona con Trastorno antisocial? 

Síntomas

Una persona con trastorno antisocial de la personalidad siente poca o ninguna empatía hacia los demás, y no ve el problema en desafiar o romper la ley para su propio beneficio. El trastorno normalmente comienza en la infancia, y continúa hacia la adolescencia y la adultez.

Estas personas pueden ser encantadoras en la superficie, pero tienden a volverse irritables, agresivas e irresponsables. Puede que tengan quejas somáticas e intentos de suicidio. Debido a sus tendencias manipulativas, es difícil saber si mienten o dicen la verdad. Pueden ser arrogantes.

Suelen ser impulsivas, realizan actos sin pensar en las consecuencias. Pueden ser temerarios, lo que se traduce en conductas como la conducción de riesgo, conducta sexual de riesgo o abuso de sustancias. Tienen dificultades para mantener un empleo y suelen tener muchas parejas sexuales, pero rara vez se comprometen. Suelen ser padres irresponsables.

Síntomas del trastorno antisocial

  • Incapacidad de cumplir las normas sociales y respetar las normas. Lo que suele dar lugar a arrestos.
  • Tendencia a la mentira y la falsedad. Mienten repetidamente, usan alias, estafan a los demás para el propio beneficio o el propio placer.
  • Impulsividad o incapacidad de hacer planes.
  • Irritabilidad y agresividad, que se muestran repetidamente como peleas físicas o agresiones.
  • Conductas temerarias que implican indiferencia por la seguridad de uno mismo o los demás.
  • Irresponsabilidad consistente, dificultad para mantener un empleo o cumplir las obligaciones financieras.
  • Falta de remordimiento, indiferencia hacia el sufrimiento de los demás y racionalizar el haber herido, maltratado o robado a otra persona.

¿Cómo es una persona con trastorno de conducta o disocial? 

Síntomas

  • Presentan muy poca empatía: no se preocupan por los sentimientos o bienestar de los demás.
  • Percibe las intenciones de los demás como agresivas u hostiles.
  • Baja autoestima, intolerancia a la frustración, arrebatos emocionales, imprudencia.
  • Inicio temprano en actividades sexuales, fumar, beber alcohol, y consumo de otros tóxicos. Lo que empeora el funcionamiento del organismo.
  • Suele asociarse con el trastorno por déficit de atención con hiperactividad, aprendizaje, relacionados con sustancias, ansiedad o trastornos del estado de ánimo.
  • Puede ser un trastorno secundario a otro trastorno mental.
  • Puede evolucionar a un trastorno antisocial de la personalidad.
  • Alta prevalencia de ideación suicida, tentativa suicida y suicidio consumado.

Ejemplos de comportamientos antisociales

Tener comportamientos antisociales no significa que tengas un trastorno. De hecho, durante la adolescencia es común que existan este tipo de conductas, pero es parte del proceso de convertirse en adulto. Aquí te damos algunos ejemplos de conductas antisociales.

Comportamiento agresivo y destructor

  • Destruir o dañar la propiedad, bien sea pública o privada, vandalismo: grafitis, quema de contenedores, dejar o tirar basura en la calle.
  • Agredir física o verbalmente a personas o animales
  • Amenazar e intimidar.
  • Agresión sexual o violación
  • Conducción temeraria que viola las normas de circulación, poniendo en riesgo la seguridad de uno mismo y de los demás, como sobrepasar los límites de velocidad.
  • Falsedad y engaño
  • Mentir.
  • Estafar.
  • Tener varias identidades.
  • Violación de las reglas y derechos de los demás
  • Robos y hurtos
  • Molestar a los demás, bien sea gritando, con música excesivamente alta, ocupando toda la acera…
  • Irrumpir en propiedad ajena.
  • Faltar a clase o al trabajo
  • Aprovecharse de los demás.
  • Uso de sustancias

Factores de riesgo que contribuyen al desarrollo del Trastorno antisocial

  • Haber tenido un trastorno de conducta en la infancia
  • Haber sufrido de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH)
  • Infancia problemática, vida familiar violenta o inestable.
  • Haber sufrido abuso infantil, malos tratos o negligencia.

Factores genéticos de riesgo

Antecedentes parentales de trastorno antisocial, otros trastornos personalidad o problemas psicológicos.

Causas del Trastorno antisocial de la personalidad

Las causas específicas para el trastorno antisocial son desconocidas. Como la mayoría de problemas de salud mental hay evidencia de que existen ciertos rasgos heredables. Pero una vida familiar disfuncional aumenta la probabilidad del desarrollo de este trastorno.

Causas biológicas

Una teoría sugiere que ciertas anormalidades en el desarrollo del sistema nervioso pueden causar Trastorno antisocial. Algunas de estas anormalidades pueden estar detrás de algunos problemas del aprendizaje, enuresis persistente e hiperactividad.

Algunos estudios sugieren que si la madre ha fumado durante el embarazo, su hijo está en riesgo de desarrollar conducta antisocial. Esto se explica porque fumar desciende los niveles de oxígeno, lo que puede resultar en daños en el cerebro del feto.

Estudios de imagen cerebral sugieren que una función cerebral anormal es la causa de este trastorno. Por ejemplo, el neurotransmisor serotonina se relaciona con la conducta impulsiva y agresiva. Los lóbulos temprales y la corteza prefrontal ayudan a regular el estado de ánimo y la conducta. Puede ser que la causa del trastorno antisocial sea un funcionamiento anormal en los niveles de serotonina o en estas regiones cerebrales.

Causas ambientales

El entorno social y familiar también contribuye al desarrollo de la conducta antisocial. Los padres de niños con estos problemas frecuentemente muestran ellos mismos altos niveles de conductas antisociales.

En casos de crianza de acogida y adopción, privar a un niño pequeño de un vínculo emocional significativo puede dañar su habilidad de formar relaciones íntimas y de confianza. Los niños que pasan de un cuidador a otro pueden encontrar dificultades para establecer apego emocional apropiado con figuras adultas.

Una disciplina laxa o una inadecuada supervisión se ha se ha relacionado con una conducta antisocial en niños. Los padres que se implican monitorizan la conducta del niño, estableciendo reglas y comprobando que son cumplidas. Una buena supervisión paterna es menos probable en familias desestructuradas, porque los padres pueden no estar disponibles, y si son padres antisociales no tienen motivación para vigilar a sus hijos. También influye el tamaño de la familia, cuanto mayor sea, menos atención puede recibir cada hijo.

Un niño que crece en una familia desordenada puede llegar al mundo adulto dañado. Sin haber desarrollado vínculos fuertes, se vuelve egoísta e indiferente a los demás. La falta de disciplina consistente da lugar a una pobre consideración por las normas y a la recompensa a largo plazo, lo que facilita su impulsividad. No tiene modelos apropiados de conducta y aprende a usar la agresión para resolver conflictos. También falla en desarrollar la empatía y la preocupación por los demás.

Los niños antisociales tienden a elegir a compañeros de juegos similares, ya que los niños agresivos suelen ser rechazados por los compañeros. Esto impide crear vínculos sanos entre iguales. Estas relaciones pueden animarles y a recompensar la conducta antisocial.

El abuso infantil también se ha asociado a la conducta antisocial. Esto no es sorprendente porque muchos de ellos han crecido en ambientes negligentes y a veces violentos. Lo que les sitúa en una situación de vulnerabilidad fomentando que se conviertan en víctimas. Además, el abuso se convierte en una forma aprendida de relacionarse con los demás, perpetuando esta conducta con los demás.

También se ha dicho que el abuso físico puede ser especialmente negativo porque puede resultar en daño cerebral. Los eventos traumáticos pueden alterar el desarrollo del sistema nervioso central, un proceso que continua hasta la adolescencia. Esto se puede deber a una liberación exagerada de hormonas y otros químicos debidos a los eventos estresantes que pueden alterar el patrón normal de desarrollo.

Tipos del trastorno antisocial

Tradicionalmente se han diferenciado dos perfiles de personalidades antisociales: el psicópata o psicópata primario, y el sociópata o psicópata secundario. Sin embargo en la realidad, no es tan común ver dos perfiles “puros”.

  1. Psicópata: El rasgo más característico del psicópata es la frialdad emocional. No sienten empatía, utilizan a los demás en su propio beneficio, son manipuladores y mentirosos. Son fríos y calculadores. Generalmente, los psicópatas no responden a ningún tratamiento psicológico, por lo que su pronóstico es muy desalentador. De hecho, el tratamiento puede conseguir el efecto contrario del deseado.
  2. Sociópata: El sociópata se caracteriza por la impulsividad. Por ello rompen las normas. Tienen mayores niveles de empatía que los psicópatas, aunque su registro emocional está más reducido que en la población general. Suelen dejarse llevar por la ansiedad. El tratamiento psicológico para este perfil puede ser de ayuda. En prisión es más común que aparezca este perfil, ya que son arrestados con mayor facilidad, y no se integran tan bien como los psicópatas en la sociedad.

Trastorno antisocial en niños

Como hemos dicho, los menores de 18 años no pueden ser diagnosticados de ningún trastorno de personalidad, porque se considera que todavía no han desarrollado totalmente su personalidad. Antes de los 18 años, si existen conductas antisociales (ver apartado de diagnóstico), se diagnosticará de trastorno disocial.

Trastorno disocial y su relación con el TDAH

Las estadísticas sugieren que entre un 20 y un 40 por ciento de niños con TDAH desarrollan trastorno disocial. La investigación ha mostrado que los niños que no reciben un adecuado y temprano tratamiento para el TDAH tienen problemas a medida que se acercan a la adultez. Pueden tener dificultades para mantener un trabajo, muestran agresión y muestran conductas antisociales y ruptura de normas.

¿Por qué ocurre esto? Un niño con TDAH va a tener dificultades para prestar atención y va a tender a la impulsividad. Va a tener problemas académicos, familiares y sociales. Se va a sentir muy mal, y su autoestima se va a ver resentida. Con el fracaso repetido, va a dejar de esforzarse “¿Para qué lo voy a intentar, si siempre me sale mal?”. Va a dejar de hacer los deberes, estudiar, hará novillos, se juntará con otros como él. Y así es cómo irá desarrollando conductas antisociales. Por ello es muy importante detectar y tratar el TDAH a tiempo, para evitar complicaciones y evitar que la autoestima se resienta.

Diagnóstico del Trastorno antisocial y disocial de la personalidad

El diagnóstico de cualquier trastorno mental lo debe hacer un psiquiatra o un psicólogo con formación en psicología clínica.

Diagnóstico del Trastorno Antisocial de la Personalidad

El Trastorno de Personalidad Antisocial, según el (DSM V) se caracteriza por un patrón persistente de inatención y vulneración de los derechos de los demás. Esto produce desde los 15 años de edad, y que se manifiesta por 3 o más de los síntomas siguientes:

  • Incapacidad de cumplir las normas sociales y respetar las normas. Lo que suele dar lugar a arrestos.
  • Tendencia a la mentira y la falsedad. Mienten repetidamente, usan alias, estafan a los demás para el propio beneficio o el propio placer.
  • Impulsividad o incapacidad de hacer planes.
  • Irritabilidad y agresividad, que se muestran repetidamente como peleas físicas o agresiones.
  • Conductas temerarias que implican indiferencia por la seguridad de uno mismo o los demás.
  • Irresponsabilidad consistente, dificultad para mantener un empleo o cumplir las obligaciones financieras.
  • Falta de remordimiento, indiferencia hacia el sufrimiento de los demás y racionalizar el haber herido, maltratado o robado a otra persona.
  • Para el diagnóstico de este trastorno se ha de tener como mínimo 18 años.

Diagnóstico del Trastorno de conducta o trastorno disocial

Para diagnosticar el trastorno de conducta, se han de cumplir los siguientes criterios.

A. Un patrón repetitivo y persistente de conducta, que se basa en una falta de respeto de los derechos básicos de otros, las normas o reglas sociales propias de la edad. Esto se manifiesta en los 12 últimos meses con al menos tres de los siguientes criterios.

Acosa, amenaza o intimada a otros.

Inicia peleas con frecuencia.

Ha usado un arma que puede provocar serios daños a terceros (p. ej., un bastón, un ladrillo, una botella rota, un cuchillo, un arma).

Ejerce crueldad física hacia personas.

Ha ejercido crueldad física hacia animales.

Ha robado enfrentándose a una víctima (p. ej., atraco, robo de un monedero, extorsión, atraco a mano armada).

Agrede sexualmente a alguien.

Prende fuego deliberadamente con la intención de provocar daños graves.

Ha destruido deliberadamente la propiedad de alguien (pero no por medio del fuego).

Ha invadido la casa, edificio o automóvil de alguien.

Con frecuencia miente o engaña para obtener objetos o favores, o para evitar obligaciones .

Ha robado objetos de valor no triviales sin enfrentarse a la víctima (p. ej., hurto en una tienda sin violencia ni invasión; falsificación).

Rompe las normas o prohibiciones familiares con frecuencia, empezando antes de los 13 años.

Ha pasado una noche fuera de casa sin permiso mientras vivía con sus padres o en un hogar de acogida. Por lo menos dos veces o una vez sí estuvo ausente durante un tiempo prolongado.

Hace novillos en la escuela con frecuencia, empezando antes de los 13 años.

B. El trastorno del comportamiento provoca un malestar clínicamente significativo en las áreas social, académica o laboral.

C. Si la edad del individuo es de 18 años o más, no se cumplen los criterios de trastorno de la personalidad antisocial.

Se especifica si tiene emociones prosociales limitadas, falta de remordimientos o culpabilidad, si es insensible o le falta empatía, si es despreocupado por su rendimiento o si carece de expresión emocional o esta es superficial.

Tratamiento del trastorno antisocial

Como todos los trastornos de personalidad, el trastorno antisocial es difícil de tratar. La personalidad no se puede cambiar. Pero si es posible cierto margen de mejora, sobre todo a modificar la expresión conductual, ayudándolos a que se integren mejor en la sociedad.

El paciente que acepta la terapia sólo como forma de evitar la cárcel no va a mejorar. La terapia tiene que ser algo más que un medio de eludir las consecuencias del comportamiento. El mayor objetivo de la terapia es que entienda cómo él se crea sus propios problemas y cómo sus percepciones distorsionadas le dificulta verse como le ven los demás.

Es difícil trabajar con estas personas, ya que suelen culpar a los demás, tienen baja tolerancia a la frustración, son impulsivos.. Además no suelen tener motivación para mejorar y no suelen ser introspectivos.

El terapeuta debe ser consciente de sus propios sentimientos y ser vigilante a los intentos del paciente a sabotear la terapia.

No hay medicamentos especialmente pensados para el tratamiento de este trastorno pero algunos pueden ayudar a reducir la agresividad.

También es necesario abordar las adicciones u otros problemas simultáneos. Aunque a veces, la única manera de controlar a estos individuos es mediante medidas carcelarias.

¿Se puede prevenir el trastorno antisocial?

No hay una forma determinada de prevenirlo, y a veces  no es posible. Pero sí vamos a tener más probabilidades de criar hijos sanos si tenemos en cuenta lo siguiente.

  • Mediante disciplina flexible, pero no laxa. Estableciendo normas que no sean rígidas, pero animando a su cumplimiento.
  • Facilitando que los niños se hagan responsables de sus actos, haciéndoles ver que sus conductas tienen consecuencias que tienen que asumir.
  • Fomentar la autonomía y la autoestima de los niños.
  • Trasmisión de valores positivos, basados en el respeto, la compresión y el amor.
  • Ser afectuosos con los niños, física y psicológicamente, de esta forma crearán vínculos de apego sanos.
  • Fomentar la empatía y la inteligencia emocional. Ayudarle a identificar las emociones propias y las de los demás, y enseñarle a manejarlas.

¿Cómo tratar con una persona con trastorno antisocial?

Una persona con personalidad antisocial puede ser muy difícil de tratar, y puede hacerte la vida imposible. Si conoces al alguien que puede tener este tipo de trastorno, si no es muy cercana lo mejor que puedes hacer es alejarte de ella. Si por el contrario es un ser querido los siguientes consejos puede serte de ayuda.

  • Sugiere que vaya a terapia. Hazlo con tacto, sin reproches ni ataques. Sin embargo, por muy bien que hagas esto, es probable que se enfade contigo de todas maneras. Se paciente.
  • No te tomes a lo personal aquello que te dice. Pueden ser personas muy hirientes, que no tienen en consideración a los demás y que te manipulan para que te creas aquello que te dicen. Se fuerte, y no te lo tomes en serio.
  • Si ejerce violencia física contra ti, denúncialo. Por mucho que lo quieras, debe aprender que lo que hace tiene consecuencias.
  • Ponle límites. Esto puede llegar a ser agotador, pero es necesario que aprenda que existen barreras que no debe sobrepasar. Hazle entender lo que no vas a permitir.
  • No entres en una escalada de violencia. Si se pone agresivo/a no actúes tu también de forma agresiva. De forma calmada dile: “estas alterado/a, cuando te calmes hablamos.” Y entonces te vas.
  • Si la situación es insostenible, aléjate. Puede ser algo muy doloroso, pero a veces, sobre todo en las que tu integridad física y psicológica está en riesgo, lo mejor es que te apartes de esta persona.

miércoles, 10 de marzo de 2021

La Ira Narcisista

La ira narcisista es una reacción a la herida narcisista, es decir, una reacción a una amenaza percibida por el narcisista sobre su autoestima.1​ Es una expresión acuñada por Heinz Kohut en 1972. La expresión herida narcisista es una expresión usada por primera vez por Sigmund Freud en 1920.2​ Estos conceptos tienen (como la propia psicología del sí mismo) profundas raíces en la exploración del psicoanálisis de la primera mitad del siglo XX.

La autoestima grandiosa, la vanidad y pensar que tienen más derechos que otra persona son las características principales de este trastorno de personalidad. Cuando esto es desafiado se conoce como ira narcisista. Se estima que los narcisistas tienen dos capas o niveles de ira. La primera capa puede considerarse como un enojo constante (hacia alguien), mientras que la segunda es una cólera auto dirigida.

Cuando un narcisista se siente amenazado, contrariado o vulnerado, evidencia una ira peligrosa. Estas reacciones pueden ser en ciertos casos, violentas y dar lugar incluso a la agresión física o psicológica.

La ira narcisista puede manifestarse de muchas maneras, pero en todas ellas se exhibe una forma concreta de violencia. Esta reacción acontece cuando el narcisista se siente vulnerado, ignorado o decepcionado.

No se trata solo de una mala gestión emocional ni de falta de educación. La ira narcisista es reflejo de un trastorno de la personalidad en el que se integran múltiples factores. La crianza recibida, el egocentrismo, la falta de empatía, la intolerancia a la frustración, el nulo control de los impulsos y a menudo hasta un trauma no tratado suelen perfilar esta realidad tan compleja. No obstante, y a pesar de que quien más y quien menos ya conoce o ha convivido con una persona con estas características, hay algo de lo que no se habla demasiado. Cuando una persona narcisista llega al límite y se siente dañada o amenazada, la conducta que evidencia es tan peligrosa como sobredimensionada. Nos explicaba el doctor Kohut en su libro Reflexiones sobre el narcisismo y la ira narcisista que el origen de esta realidad psicológica está en buena parte de los casos en un trauma no tratado ni gestionado.

La ira narcisista estalla cuando se vulnera o se roza de algún modo el sentido del “yo” que ha construido la persona. El problema es que, por término medio, evidencian una autoestima muy baja y esto explica por qué procesan casi cualquier evento o fenómeno como una amenaza. Donde el poder y el control son las dos caras de una misma moneda, trabajan unidos para proteger al individuo ante la vulnerabilidad que arrastra por experiencias vividas durante su infancia.

El ego de una persona narcisista es muy frágil. Basta un simple roce, para que se sienta dolido y amenazado. Es común que interpreten cualquier comentario como una humillación, una mirada como una burla, un gesto concreto como una muestra de desprecio. Son desconfiados y muy malos gestores de la comprensión, la reflexión o la objetividad.

Por tanto, si nos preguntamos de dónde proviene la ira narcisista, podemos centrarnos en tres desencadenantes:

Frágil sentido de sí mismos: Detrás de muchos narcisistas hay traumas, vivencias dolorosas no superadas. Una mala infancia, el desapego de los progenitores o una familia disfuncional. Todo ello puede asentar las bases de este trastorno. En este contexto, es fácil que la persona integre sentimientos de rabia, vergüenza, y de no sentirse amados ni valorados. Esas dimensiones dificultan el poder edificar un sentido de sí mismos, una identidad segura y madura. Sin embargo, y como mecanismo de defensa, desarrollan una armadura en la que brilla el sentido de grandilocuencia, la necesidad de ser el centro de atención, etc. Cuando esto no se logra, emerge toda la ira acumulada, toda la frustración mal gestionada…

La necesidad de proteger el ego: Si se le contradice, se le desafía. Quien le lleve la contraria está atentando contra esa armadura de oro que tanto se ha esforzado por construir. Si no se le ofrece la atención que requiere, estalla porque le retiramos aquello que más necesita: el refuerzo para nutrir su baja autoestima.

La ira narcisista y el miedo subyacente: La ira narcisista no es solo una reacción violenta, no es únicamente un resorte que estalla ante un sentimiento de frustración por no tener lo que se desea. Lo que hay en realidad es miedo. En este perfil subyace un temor profundo a que quede en evidencia su fragilidad. También a perder aquello que está bajo su control, a caer de su trono, a que quede expuesta su débil personalidad.

Agregare algo muy común que veo en el consultorio, el Falso sentido del yo: El narcisista tiene un sentido falso de quién es él y sus capacidades. Esto a menudo se inculca en la infancia y se nutre de cuidadores que aceptan nada menos que la perfección del niño. Detrás de este falso sentido del yo está el sentimiento narcisista de que no es amable por quién es él o por lo que ofrece en las relaciones. En una relación íntima, cuando el narcisista percibe a su pareja como incrédulo acerca de quién es él, esto hace que surja la ira narcisista. El narcisista es propenso a las relaciones superficiales que nutren el falso sentido del yo. Cuando una persona se acerca demasiado al narcisista, esto altera el equilibrio de lo que entiende por estar con quien la pareja realmente percibe que es, tentando aún más la defensa del narcisista. No son capaces de contemplar la posibilidad de una malinterpretación o la ausencia de intención en los hechos, automáticamente se activa un mecanismo de auto referencia que es imposible detener, valora los gestos de su pareja como acciones dirigidas a él mismo. En este sentido, una persona narcisista no podrá tener relaciones íntimas verdaderas o duraderas, porque no permitirá que conozcan sus vulnerabilidades que restarían credibilidad a su "ser perfecto".

Lo que provoca la ira del narciso, es no darles lo que él desea. Cualquier situación donde se vean menospreciados, ignorados, abusados, maltratados, disminuidos, inferiores, contradecidlos, criticados, rechazados, puestos en último lugar o que simplemente se les diga la palabra NO. Son campo minados. Con un ego tan frágil como resultado de una herida narcisista, el narcisista es fácilmente herido y humillado. Incluso los comentarios o actos más inocentes los puede malinterpretar como un intento de menosprecio a su persona.

La pérdida del suministro narcisista experimentado en la infancia se convierte en un miedo patológico y generalizado en el narcisista adulto, un temor que los hace hipervigilantes ante cualquier daño narcisista posterior. Como consecuencia, las personas con trastorno narcisista de la personalidad, están siempre en un estado de vigilancia contra el ataque, buscando constantemente cualquier forma de desprecio hacia ellos (real o imaginaria), y si detectan “ser atacados”, sacan su ira narcisista. Su necesidad de venganza es primordial, porque cada herida narcisista los llena de vergüenza y autodesprecio. En un intento de reconstruir su falso yo y la autoestima, recurren a su ira para restaurar su sensación de seguridad y poder. La ira de los narcisistas se compone de dos componentes; la primera capa es rabia hacia la otra persona, mientras que la segunda capa es rabia hacia sí mismos.

Los desencadenantes o detonantes son diferentes para cada persona, es cuestión de observar individualmente a estas personas y determinarlo, pero recordemos que es un Trastorno de personalidad.

Todo narcisista tiene una piel emocional muy fina, por lo tanto, cuando se le desafía o caen sus barreras protectoras, emerge lo peor de él.  Algo así tiene un serio impacto en todos los niveles de la vida de esa persona. Es una realidad psicológica muy compleja que requiere apoyo profesional y una adecuada terapia.

 La ira en el narcisista puede socavar relaciones e incluso, acabar con su propia salud mental...


Red

martes, 2 de marzo de 2021

¿Tienes un Psicópata en tu Vida?

"Si hay un psicópata en tu vida, no te detengas, corre"... sólo entre un 2 y un 3% cometen actos delictivos, sin embargo hay entre un 10 y un 12% que pasan totalmente desapercibidos, e incluso son personas bien consideradas socialmente.

En tu vida puedes llegar a conocer hasta 60 psicópatas (tu jefe, compañeros de trabajo, amistades, vecinos, pareja, familiares…) aunque estés convencida de que no lo son en absoluto, por eso intentaré dar algunas pautas para que podamos reconocerles. Hay que tener en cuenta que todos los psicópatas son depredadores emocionales y narcisistas, y por tanto habrá muchas características comunes con este tipo de personas, también muy tóxicas, pero ello no nos puede llevar a concluir que éstos últimos presenten psicopatía.

Cualquier mujer, puede ser víctima de un psicópata, pero si eres entregada, confiada, extrovertida, alegre, activa, trabajadora, generosa…posees las características para ser la víctima ideal de un psicópata, y si caes en sus redes, tienes garantizado el maltrato en cualquiera de sus formas, que son tan variadas como personas haya, pero todos tienen unas características comunes que les definen. En este artículo me fijaré en esa forma de maltrato que pasa desapercibida para la sociedad (pues rara vez hay grandes violencias o escándalos públicos que puedan hacer intervenir a la policía, son pequeños actos que no dejan rastros judiciales) e incluso para la víctima durante un tiempo más o menos largo, pero que la va corroyendo poco a poco y sibilinamente por dentro. De esa forma que te vacía el alma y te anula como mujer hasta el punto que ya no sabes ni quién eres.

Los psicópatas son personas muy peligrosas porque carecen de sentimientos, incapaces de querer a nadie, ni siquiera a sus propios hijos/as, sin embargo pueden simular las emociones a la perfección, ya que son excelentes actores, para manipular y utilizar a las personas a su antojo, sin escrúpulos. Difunden rumores perversos y mienten mirándote a la cara, sin sentir la más mínima inquietud porque se les pille ya que son capaces de encadenar una mentira con otra y no les importan las consecuencias. La única emoción que sienten es la ira y también pueden disfrutar con el sufrimiento de sus víctimas. Tratan a las mujeres como objetos que están ahí para cumplir sus expectativas y servir a sus propios intereses y cuando dejen de hacerlo, simplemente las desechan o las destruyen sin ningún remordimiento, pues no tienen nunca sentimiento de culpa ni de miedo y carecen de empatía, por eso pueden infringir cualquier norma ya sea social o moral. No tienen conciencia, pero son muy conscientes de sus actos, que planifican con frialdad y sin prisas, aunque en ocasiones su impulsividad les puede delatar. Su egocentrismo es extremo. Sólo se conoce su naturaleza a través de las consecuencias de sus actos, nunca por sus palabras.

La imagen pública que muestran suele ser de personas afables, agradables, detallistas, con un encanto personal, serviciales, en fin, lo que llamamos personas encantadoras. Se pueden mostrar como víctimas de todo el mundo, alguien que necesita ayuda, de este modo inducen a la piedad, a la compasión y provocan una reacción de empatía, acogida y disminución de las barreras afectivas, consiguiendo así que les abran su corazón obteniendo un conocimiento muy valioso para ellos, especialmente de sus debilidades, para utilizarlas a su favor. Fabrican una máscara social que les cubrirá las espaldas y dejará en la indefensión absoluta a sus víctimas. Como son excelentes manipuladores pueden simular las emociones que ésta necesita para engatusarla y conseguir sus fines, hasta el punto de que acabará haciendo lo que el otro quiere y estando a su vez convencida de que lo hace porque lo elige ella libremente. No dan puntada sin hilo. Nunca hay victorias con ellos, sólo diferentes grados de derrota. Les encantan los puestos de poder a los que pueden llegar con facilidad por su falta de escrúpulos, pudiendo sacar mucho más provecho y hacer mucho más daño. Suelen ser vagos, aunque también pueden ser muy activos en aquello que les interesa y motiva, pero todos son expertos en sacar partido de lo que se les ponga al alcance.

Ninguna persona con conciencia puede imaginar que haya alguien tan perverso que su único objetivo sea explotar emocional, sexual, financiera y/o socialmente a una mujer durante el tiempo necesario hasta que encuentren algo mejor, porque pensamos que todas funcionamos con los parámetros de moralidad personal y social. Son especialmente difíciles de detectar los que visten hábitos religiosos. Cuando te eligen como pareja, no hay nada comparable con la depredación que vas a sufrir. Son tremendamente seductores y al principio de la relación practican “el bombardeo amoroso”. Es la fase en la que se muestran muy complacientes, extremadamente detallistas, candorosos, atentos a cubrir cada necesidad que tengas, te hacen sentir que eres única y especial, se convierten en “tu alma gemela” y esto provoca la segregación de oxitocina, que a su vez actúa como una droga liberando neurotransmisores como la dopamina, la noradrenalina y la serotonina que inundan el cerebro de feniletilamina, consiguiendo un estado de enamoramiento ciego y un efecto de “enganche” muy fuerte, un vínculo traumático que funciona como una adicción. Por eso no dejan descansar a su víctima y suelen acelerar el momento de vivir juntos o de contraer matrimonio porque ellos no tienen nada que perder y mucho que ganar. Además suelen aderezar este bombardeo con una práctica sexual muy satisfactoria, básicamente porque su nivel de testosterona suele ser alto.

Si crees haber encontrado a tu alma gemela, desconfía, porque simplemente, no existe. En un estado emocional saludable, cualquier ser humano es precavido antes de formalizar una relación por la trascendencia que ello conlleva, por eso se establece un tiempo más o menos prolongado (noviazgo), que permite conocer más en profundidad a la pareja antes de decidirse. Una vez creado el vínculo, la “dosis de droga” para mantenerte fiel al psicópata empieza a ser escasa y esporádica, exclusivamente cuando es necesario para mantenerte ahí, donde ellos quieren que estés.

Practican el desprecio hacia ti constantemente, incluso sin necesidad de insultos ni golpes, sólo con comentarios dañinos, mostrando indiferencia, lejanía, jamás valoran nada de lo que haces y te pueden ridiculizar en público de una forma muy sibilina y poco a poco vas sufriendo un ataque emocional continuo con el objetivo de erosionar tu autoestima y hacerte creer que sin él, no eres nada. Al mismo tiempo intenta aislarte de las personas de tu entorno con comentarios destructivos hacia cualquier persona que sea cercana a ti. Disfruta de plena libertad para hacer lo que quiere pero necesita controlar todo lo que haces tú y te van moldeando a su antojo de una forma insidiosa y silente. Es casi imposible que lo puedas ver porque este proceso es lento, como una lluvia fina que va calando y tú sigues tremendamente enamorada de él y convencida de que te quiere y de que todo lo hace es por tu bien, porque es una buena persona. Encontrarás siempre mil razones para disculparle y jamás delatarás las inquietudes o dudas que te puedan surgir ya que se muestra encantador con los de fuera, especialmente tu familia y amigos (mientras los conserves), y si algo dices de él, serán siempre cosas positivas. Acabas creyendo que realmente tiene razón y eres tú la equivocada porque no puedes creer que alguien “que te ha demostrado que te quiere”, pueda hacer todo esto de una forma fría, premeditada y consciente.

Utilizan con mucha frecuencia el uso del victimismo, que les resulta muy rentable; por ejemplo, si eres generosa, manifestarán problemas económicos, siempre por culpa de otras personas; si eres activa y trabajadora, se mostrarán inútiles e incapaces de hacer cualquier cosa que no quieran; si eres compasiva, te pueden amenazar con suicidarse, aunque no tengan la más mínima intención de hacerlo; pueden simular una enfermedad durante el tiempo necesario para conseguir sus fines. En fin, son tremendamente tenaces para conseguir sus objetivos sin importar el medio que usen. Son fríos y distantes y por mucho que te esfuerces en dárselo todo, jamás será suficiente y por supuesto, nunca recibirás nada a cambio, sólo “amor envenenado”.

Pueden mostrarse complacientes y atentos con otras mujeres del entorno o con antiguas parejas, pero nunca contigo, porque así sube su “cotización” frente a ti (es lo que Piñuel nombra como “triangular” la relación). Si comentas algo al respecto te harán ver que estás equivocada, que eres celosa, que ves fantasmas donde no los hay, socavando la confianza en ti misma. Sin darte cuenta sufrirás un proceso de disonancia cognitiva, un estado de confusión porque ves que hay cosas que no cuadran pero al mismo tiempo no puedes creer que “tu alma gemela” quiera hacerte daño y mucho menos, que no te haya querido nunca. Acabas convencida de que eres tú la que está equivocada. 

Al cabo de un tiempo, serás más consciente de su mirada fría y distante, habrás podido constatar que es capaz de todo, incluso en el último extremo, de matarte a ti o a tus hijos, con tal de salirse con la suya, que es impasible ante tu sufrimiento y el miedo se instala en tu interior de forma permanente. Pero sigues callada…Cuando alguien es castigada de manera continuada y sin razón lógica se genera una indefensión psicológica que lleva a la paralización, la depresión y la sensación de abandono. Este estado de despersonalización y dependencia emocional alimentada de continuo genera un vínculo traumático, pudiendo padecer el síndrome de Estocolmo: cuanto más maltrato, más dependencia. Es frecuente que se dé una amnesia perversa, es decir, sólo se recuerdan los buenos momentos vividos con el maltratador, que a su vez refuerza el apego al psicópata. Ninguna víctima es masoquista, esta amnesia es un recurso de pura supervivencia, porque te sientes incapaz de salir de esa relación y necesitas seguir viviendo, especialmente si tienes hijos y dependes económicamente de él.

Es muy difícil salir de estas relaciones porque además, cuando son abandonados, intentan por todos los medios que vuelvas con ellos y lo consiguen con frecuencia, en muchos casos, hasta siete veces. Se presentan ante los demás como víctimas de sus víctimas y acabas siendo tú la responsable de su sufrimiento, intentando que todo el mundo se ponga en contra tuya, también tus hijas y tus hijos, que son víctimas de este proceso psicopático y sufren una destrucción personal tremenda e invisible, y tú estás tan destruida y anulada, que te sientes incapaz de afrontar la vida en estas condiciones. Pero no es imposible salir. Es muy importante que tu círculo más próximo crea en ti, que sepa que no eres culpable ni responsable de lo que has sufrido, que padeces un estrés postraumático muy fuerte y que te apoye con paciencia, comprensión, aceptación y mucho cariño. Tú no eres culpable.


Fuente: Clara de Campo, la nueva crónica. 

martes, 23 de febrero de 2021

Diagnóstico y Manejo de la Depresión en Niños y Adolescentes en Atención Primaria

A nivel nacional los trastornos depresivos alcanzan el tercer lugar de frecuencia dentro de los trastornos psiquiátricos, luego de los trastornos ansiosos y disruptivos del comportamiento1. Durante la infancia alcanzan una prevalencia de 2%, cifra que aumenta hacia la adolescencia llegando al 8%, y mostrando una distribución de 2:1 entre mujeres y hombres.2

Aunque la etiología y fisiopatología de la depresión no está del todo clara, existen aspectos biológicos que están relacionados con su aparición; heredabilidad genética, desregulación de los sistemas serotoninérgicos y noradrenérgicos, disfunción del eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal y la influencia de las hormonas sexuales durante la pubertad3. Dentro de los factores ambientales se describe: vivir con un solo padre o con otras personas (no padres), experiencias de pérdida o abuso, antecedente de psicopatología de algún progenitor y un entorno familiar disfuncional.1,4

La depresión en niños y adolescentes sigue un curso crónico y prolongado. La mayoría remite de su primer episodio en 7 a 9 meses, sin embargo, ese período se suele asociar a alteraciones a nivel cognitivo con pobre rendimiento escolar, dificultad en las relaciones con pares y familiares, mayor riesgo de abuso de sustancias, ideación suicida y nuevos episodios recurrentes.4

Los principales diagnósticos diferenciales de los trastornos depresivos durante la infancia y adolescencia incluyen: trastorno adaptativo, bipolar o ansioso, uso de sustancias o fármacos (anticonceptivos y corticoides), y enfermedades orgánicas tales como anemia, hipotiroidismo, epilepsia y déficit de vitamina B12.5

Diagnóstico 

El diagnóstico de un episodio depresivo mayor (EDM) es clínico y se realiza mediante una completa anamnesis y una exploración acuciosa del estado mental del niño o adolescente. 

Criterios DSM V

Cinco o más de los síntomas siguientes, presentes durante las últimas dos semanas y que representen un cambio al funcionamiento previo; Al menos uno de los síntomas es (1) Ánimo bajo (disforia) o (2) Pérdida del interés o de placer (anhedonía).

  • Animo bajo la mayor parte del día, casi todos los días, ya sea por reporte subjetivo u observado por otros. En niños y adolescentes, el estado de ánimo puede ser irritable.
  • Disminución importante del interés o placer en casi todas, de las actividades todo el día, casi todos los días.
  • Baja significativa de peso sin dieta o aumento de peso (5% de cambio) o cambios en el apetito casi todos los días. En niños considerar el fracaso para el aumento de peso esperado.
  • Insomnio o hipersomnia casi todos los dias.
  • Agitación o retardo psicomotor casi todos los días.
  • Fatigabilidad o perdida de energía casi todos los dias.
  • Sentimientos de inutilidad o culpabilidad excesiva, casi todos los dias.
  • Disminución de la capacidad para concentrarse, casi todos los días.
  • Pensamientos recurrentes de muerte (no solo miedo a morir), ideación suicida recurrente sin plan específico o intento suicida o plan específico para cometer suicidio.

Los síntomas causan molestias clínicamente significativas o deterioro en las funciones sociales, ocupacionales, u otras áreas importantes del funcionamiento.

El episodio no es atribuible a los efectos de sustancias u otra condición médica.

La ocurrencia de este episodio no se explica mejor por un trastorno esquizoafectivo, esquizofrenia, trastorno esquizoide, alucinaciones u otro trastorno especificado o no del espectro esquizoide y otros trastornos psicóticos.

Nunca ha presentado un episodio maniaco o hipomaniaco, no relacionado al uso de sustancias.

Fuente: Elaboración propia a partir de Arlington, VA. (2013). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5. Asociación Americana de Psiquiatría, 5, pp.104-108.

Severidad del Cuadro

Estimar la severidad de un episodio depresivo permite optimizar la elección de un tratamiento, planificar el seguimiento más adecuado y establecer un pronóstico.

Criterios de severidad de un EDM

  1. Leve
  2. Moderado
  3. Severo

5 síntomas (al menos uno disforia o anhedonia).

Impacto leve en el funcionamiento.

6-7 síntomas (al menos uno disforia o anhedonia).

Mayor dificultad en el funcionamiento.

Más de 7 síntomas.

Puede acompañarse de alucinaciones, delirios y riesgo suicida.

Impacto grave en funcionamiento.

Fuente: Elaboración propia a partir de Arlington, VA. (2013). Guía de consulta de los criterios diagnósticos del DSM 5. Asociación Americana de Psiquiatría, 5, pp.126-128.

Tratamiento

Una vez realizado el diagnóstico y evaluado la severidad del cuadro, hay que tener en cuenta que según guías nacionales e internacionales los EDM leves y moderados son de manejo en Atención Primaria y los severos de manejo de especialista.

El tratamiento de elección para el episodio leve es la psicoterapia, la terapia cognitivo conductual (TCC) y la terapia interpersonal (TIP); mientras que para el episodio moderado se sugiere el uso de psicoterapia con farmacoterapia (terapia combinada). En ese grupo los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), entre ellos la fluoxetina, son los fármacos de elección.5,6

¿Qué dice la evidencia?

Psicoterapia: Una revisión sistemática (RS) del año 2007, cuyo objetivo fue determinar el beneficio clínico de esta intervención en comparación con placebo; concluye que el tratamiento por al menos 8 semanas de psicoterapia es efectivo para la remisión de síntomas depresivos en niños y adolescentes (RR 1.39 IC 95% 1.18-1.65). Dicha mejoría, sin embargo, no se mantiene a los 6 meses de seguimiento (RR 1.18 IC 95% 0.94-1.47).7

Farmacoterapia: Una RS del año 2012 que evaluó la efectividad de los ISRS en comparación con placebo; concluyó que hay una diferencia estadísticamente significativa a favor de los antidepresivos en la remisión de síntomas (RR 1.17 IC 95% 1.09-1.25). Al analizar por subgrupo de fármacos, sólo la fluoxetina y sertralina demostraron ser mejor que placebo (RR 1.47 IC 95% 1.03-2.08 y RR 1.18 IC 95% 1.01-1.38 respectivamente).8

Psicoterapia vs farmacoterapia: En el año 2014 una RS evaluó la efectividad de psicoterapia en comparación con farmacoterapia en niños y adolescentes con depresión, la cual no mostró diferencias significativas entre un grupo y otro; tanto para la remisión de síntomas post tratamiento como tampoco al seguimiento de 6 meses (OR 0.62 IC 95% 0.28-1.35 y OR 0.83 IC 95% 0.27-2.60 respectivamente).

Terapia individual vs combinada: La misma revisión mencionada en la comparación anterior (año 2014) evaluó:

Terapia combinada v/s psicoterapia: sin encontrar diferencias a corto ni largo plazo en la remisión de síntomas (OR 1.61 IC 95% 0.38-6.9 y OR 2.55 IC 95% 0.78-8.36 respectivamente).

Terapia combinada v/s antidepresivos: sin encontrar diferencias en la remisión de síntomas a los 2 y 6 meses de tratamiento (OR 1.50 IC 95% 0.99-2.27 y OR 1.93 IC 95% 0.93-4.0 respectivamente).9

Importante mencionar que son RS de buena calidad metodológica, pero con moderado riesgo de sesgo de los estudios primarios: “n” pequeños, intervalos de confianza poco precisos, con falta de análisis por subgrupo de acuerdo con edad y severidad del cuadro. Esta situación hace necesario recordar que aún faltan estudios que permitan demostrar con mayor certeza si una terapia es mejor que la otra, en especial en referencia a la terapia combinada.

En resumen 

La depresión en niños y adolescentes es una enfermedad crónica con alto riesgo de recurrencia, por lo que realizar un diagnóstico y tratamiento oportuno es fundamental. Para esto es necesario considerar y descartar otros diagnósticos diferenciales.

El manejo de elección para los episodios depresivos leves es la psicoterapia, mientras que en los episodios moderados se sugiere agregar farmacoterapia. En estos casos, los medicamentos de primera línea incluyen los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS), entre ellos la fluoxetina.

Referencias

  • De la Barra, F., Vicente, B., Saldivia, S. & Melipillán, R. (2012). Estudio de epidemiología psiquiátrica en niños y adolescentes en Chile. Estado Actual. Rev. Med. Clin. Condes, 23(5), pp. 521-529.
  • Saint- Clair, B. (2006). Epidemiology of depressive symptoms in adolescents of a public school in Curitiba, Brazil. Rev. Bras. Psiquiatr., 24, pp. 63-67.
  • Royo, J. & Fernández, E. (2017). Depresión y suicidio en la infancia y adolescencia. Pediatr Integral, XXI (2), pp. 116.e1–116.e6.
  • Birmaher, B., Arbelaez, C. & Brent D. (2002). Course and outcome of child and adolescent major depressive disorder. Child Adolesc Psychiatr Clin N Am, 11, pp. 619-637.
  • Ministerio de Salud. (2013). Depresión en personas de 15 años y más. Guía Clínica AUGE, 2, p. 1-144.
  • Cheung, A., Zuckerbrot, R. & et al. (2018). Guidelines for Adolescent Depression in Primary Care (GLAD- PC): Part II. Treatment and Ongoing Management. Pediatrics, 141(3), pp. 1-18.
  • Watanabe, N., Hunot, V., Omori, IM., Churchill, R. & Furukawa TA. (2007). Psychotherapy for depression among children and adolescents: a systematic review. Acta Psychiatr Scand, 116, pp. 84-95.
  • Hetrick, SE., McKenzie, JE., Cox, GR., Simmons, MB. & Merry, SN. (2012). Newer generation antidepressants for depressive disorders in children and adolescents (Review). Cochrane Database of Systematic Reviews, 11, pp. 1-158.
  • Cox, GR., Callahan, P., Churchill, R., Hunot, V., Merry, SN., Parker, AG. & Hetrick, SE. (2014). Psychological therapies versus antidepressant medication, alone and in combination for depression in children and adolescents (Review). Cochrane Database of Systematic Reviews, 11, pp. 1-130.
  • Facultad de Medicina, Chile.