¿Cuáles son los errores
más comunes que puede cometer un psicólogo/a durante una terapia?
Hacer terapia es algo
complejo y sobre todo al principio, cuando aún no se tiene experiencia. Si
conoces los errores más habituales que se cometen en terapia, podrás
anticiparte a ellos y a la vez, potenciar y mejorar tus habilidades
terapéuticas.
Sobre todo, al principio,
cuando aún estés dando tus primeros pasos como terapeuta, cometerás muchos
errores. Algunos de ellos serán meras equivocaciones o despistes. Sin embargo,
otros serán más importantes y tendrán mucha más repercusión para ti como
profesional.
No quiero generarte
miedos o que este artículo se convierta en una fuente de inseguridad. Al
contrario. Espero que este artículo sea una linterna en la oscura noche que en
ocasiones es la práctica clínica de la psicología.
Me gustaría que
analizases cada uno de los errores de la guía y, sobre todo, que los
reflexiones y veas si estás cometiendo alguno de ellos, porque sin duda, éstos
son los errores más comunes que un psicólogo puede cometer durante la terapia.
Recuerda, ¡no te sientas
mal o con inseguridad si cometes estos errores! Aprende de ellos y estoy seguro
de que te convertirás en un/a terapeuta realmente excepcional.
Los 13 Errores más
comunes de un psicólogo/a durante la terapia
Estos errores son los
que, a lo largo de mis años de experiencia, he visto que se repiten más a
menudo entre los psicólogos/as. No obstante, tanto si acabas de sumergirte en
el mundo de la terapia como si llevas años ejerciendo, este artículo te podrá
resultar muy útil para conocer y enfrentarte a los errores más comunes que un
psicólogo/a puede cometer durante la terapia.
Error 1 | No ajustar bien
la relación terapeuta-paciente
La relación entre un
psicólogo/a y su paciente es un aspecto fundamental de cara a la terapia.
Establecida de una forma correcta, esta relación, así como las características
del terapeuta, pueden favorecer mucho el efecto de la terapia. No obstante, la
personalidad del terapeuta no actuaría por sí sola en el éxito de la terapia,
sino que actuaría con el resto de los factores de la terapia.
La Línea de Implicación
Óptima (LIO)
Es importante tener en
cuenta que para lograr que dicha relación sea potenciadora necesita
establecerse de una forma adecuada. Para ello, es fundamental mantenerse en lo
que he denominado «La Línea de Implicación Óptima».
La Línea de Implicación
Óptima es un espacio imaginado en el que la relación de implicación entre tu
paciente y tú es óptima para la efectividad de la terapia. Al traspasar dicha
línea (hacia una mayor o menor implicación) se corre el riesgo de estropear
dicha relación. Además, cuanta mayor distancia, mayores serán esos riesgos.
Por tanto, el error que
puedes cometer en este primer punto es rebasar la línea hacia un lado o hacia
otro, dando lugar a dos posibilidades, con sus respectivas consecuencias.
Implicarte mucho con tu
paciente
Se trata de establecer
una relación terapeuta – paciente demasiado cercana y con un alto nivel de
implicación emocional. Y por supuesto, no se trata de que el paciente no te
importe, sino de que te importe demasiado.
“Con esto no quiero decir
que no se pueda abrazar a un paciente en un momento determinado o que no seas
cercano/a, sino que recuerdes que la vuestra es una relación profesional, y
para que funcione, han de marcarse unos límites.”
En caso de que esta
relación sea demasiado estrecha, podrían aparecer, además de la pérdida de
efectividad de la terapia, algunas de estas consecuencias:
- Subjetividad: Perderás
objetividad en todos los aspectos.
- Transferencia: Te
afectará demasiado lo que le pase a tu paciente y te llevarás sus problemas a
tu casa.
- Protección: Evitarás
decir o hacer cosas que le puedan hacer daño.
- Difuminación: Perderás
directividad y los roles de terapeuta y paciente se difuminarán.
- Cuestionamiento: Es más
que probable que tu paciente empiece a cuestionar tus decisiones o pautas.
Mostrarte muy distante
con tu paciente
En el lado contrario se
encuentra la baja implicación emocional, o lo que es lo mismo, una relación
entre terapeuta y paciente demasiado distante.
Si la implicación
demasiado alta podía suponer un problema, la distancia emocional hacia tu
paciente le mostrará y le dejará claro que no te importa en absoluto. En la
terapia, la intimidad, la sensibilidad o la calidez son aspectos fundamentales
y si careces de ellos ten por seguro que tu paciente acabará por abandonar la
terapia.
“Uno de los principales
factores que diferencian a los terapeutas exitosos de los que no lo son es su
interés en las personas y su compromiso con el paciente”
Error 2 | Juzgar las
creencias de tu paciente
No hace mucho tiempo,
durante una clase sobre habilidades de terapia, dos alumnos realizaban un
role-playing en el que uno de ellos hacía de terapeuta y el otro de paciente.
El que hacía de psicólogo tenía que gestionar una situación en la que el
paciente manifestaba creencias y pensamientos claramente racistas y xenófobos
con los que parecía sentirse muy a gusto. El terapeuta se pasó toda la práctica
trabajando dicha creencia.
Al acabar, me preguntó
que tal lo había hecho y le respondí que muy bien en cuanto a la ejecución,
pero que los psicólogos no somos quién para juzgar si lo que piensan nuestros
pacientes está bien o mal. No obstante, esto no implica que no puedas ayudarlo
a reflexionar sobre los pros y los contras o sobre las consecuencias que puedan
acarrear.
“El trabajo de un
psicólogo/a consiste en ayudar a su paciente a trabajar aquellos pensamientos,
conductas o emociones que le hagan sufrir o le generen un gran malestar, no en
cambiar aquellos pensamientos, conductas o emociones que nosotros/as, como
terapeutas, consideremos que son equivocados.”
Los principales
componentes de la aceptación incondicional (Bados y García, 2011) hacia los
pacientes son estos:
Compromiso hacia el
paciente: se trata de que dediques tu tiempo, tus habilidades y tus esfuerzos a
comprender y ayudar a tu paciente.
Esfuerzo por comprender:
escuchar, preguntar o interesarte por tu paciente para entender su punto de
vista.
Actitud no valorativa:
consiste en que el paciente perciba que se le acepta incondicionalmente como
persona, sin emitir juicios de valor sobre sus pensamientos, sentimientos o
conductas.
“Aceptar a tu paciente
como es no significa que tú tengas que aprobar sus pensamiento, sentimientos o
comportamientos. Recuerda que esto no significa que no puedas hacer reflexionar
a tu paciente sobre los pros y contras y consecuencias personales y sociales de
los mismos.”
Error 3 | No practicar la
escucha activa
Cuantas veces en mi vida
habré oído (seguro que tú también) aquello de «yo valdría para ser psicólogo/a
porque sé escuchar muy bien»… cientos o quizás miles. El caso es que, como todo
mito, una pequeña parte es verdad.
Y la verdad es que no
basta con saber escuchar para ser terapeuta, pero sí que es fundamental dominar
la escucha activa.
Si no escuchas lo que te
dice tu paciente, malamente podrás saber lo que le pasa, por qué le pasa o cómo
ayudarle. Por eso, será fundamental que:
- Prestes atención e
interés a lo que el paciente te está comunicando tanto a nivel verbal y no
verbal como actitudinal.
- Proceses la información y
separes lo importante de lo que no lo es.
- No oigas lo que quieres
oír, sino lo que el paciente intenta decir.
- Devuelvas respuestas de
escucha tanto verbales como no verbales para que el paciente sepa que lo has
escuchado activamente.
También existen unas
habilidades de escucha mucho más complejas y que habrás de dominar tarde o
temprano. Son estas:
- Clarificación: cuando le
pides a tu paciente que te aclare el significado de un mensaje vago o
implícito.
- Síntesis: consiste en que
resumas la sesión mediante el uso de la paráfrasis y/o el reflejo.
- Paráfrasis: resumir o
recapitular de forma organizada el mensaje de tu paciente.
- Reflejo: cuando expresas
los sentimientos implícitos y explícitos de tu paciente.
Error 4 | Hablar mucho (o
poco) de tus cosas y de ti mismo/a
El tema de las
autorrevelaciones es uno de los más controvertidos dentro de la psicología.
«¿Le digo a mi paciente cosas sobre mí o evito cualquier tipo de información? «.
Recuerdo que en la
carrera siempre nos decían que hablar sobre nosotros o revelar cualquier tipo
de información sobre nuestra vida era contraproducente para la terapia y que
ante la insistencia del paciente debíamos responder remarcando la importancia
de hablar de él/ella y no de nosotros.
Hoy día, y dada mi
experiencia profesional, pienso muy diferente.
Para lograr que una
persona se abra y se dé a conocer de una forma sincera y transparente es
fundamental que tú hagas los mismo, porque de lo contrario se generará una
situación de desequilibro de confianza y, en consecuencia, una baja implicación
emocional.
No obstante, si hablas
demasiado sobre ti estarás cometiendo un grave error, porque la terapia es de
tu paciente, no para ti y por tanto, no es un lugar para que hables de ti
mismo/a o de tus problemas. Las autorrevelaciones deben ser un ofrecimiento
controlado de información.
Un estudio experimental
de Barret y Berman en 2001, reveló que los pacientes en la condición de mayor
autorrevelación del terapeuta mejoraron más, al menos a corto plazo, e
informaron de un mayor agrado hacia el terapeuta que los pacientes que estaban
en la condición de autorrevelación limitada.
Además, las
autorrevelaciones tendrán estos efectos positivos sobre la terapia:
- Lograrás
autorrevelaciones recíprocas por parte de tu paciente.
- Aumentará la confianza de
tu paciente hacia ti.
- Serás visto de un modo
más cálido y cercano.
- Mejorará la efectividad
de la terapia.
¿Qué se puede revelar
durante la terapia?
- Hablar sobre tu
experiencia profesional.
- Tu edad, estado civil o
número de hijos.
- Cómo has manejado ciertos
problemas y opiniones.
- Sentimientos positivos
respecto a tu paciente.
- Lo que sucede en la
terapia.
- Sentimientos negativos
(con menor frecuencia).
- Información sobre tus
creencias religiosas o sexuales (con menor frecuencia).
Error 5 | Decirle a tu
paciente lo que tiene que hacer
Sin duda, este es uno de
los errores más comunes que un psicólogo puede cometer en terapia y además, es
una de las habilidades terapéuticas que me resultan más interesantes.
El error habitual que
suelen cometer los y las profesionales de la psicología cuando empiezan a hacer
terapia es llevar al paciente por un camino determinado, sin tener en cuenta
sus decisiones. Es decir, decirle al paciente lo que tiene que hacer.
La clave fundamental es
que guíes a tu paciente hacia el camino que él/ella quiera seguir.
Si le dices a tu paciente
lo que tiene que hacer y no sale bien, corres el riesgo de que te eche la culpa
de que haya salido mal. En cambio, si haces las veces de guía, es menos
probable que algo salga mal y aun saliendo mal, estarás exento de
responsabilidad o culpa, dado que la decisión la tomó tu paciente.
Es habitual que tu
paciente te pida que le digas lo que tiene que hacer ante un determinado
problema o decisión, para saber cómo responderle puedes leerte este artículo:
> > Las Preguntas
más habituales que un paciente puede hacerte antes de acudir a terapia contigo
< <
El grado de directividad
de la terapia
Bien es cierto que la
directividad es una de las bases fundamentales en muchas de las terapias
actuales, pero al igual que con la LIO, tanto el exceso como el defecto suelen
ser perjudiciales para la efectividad de la misma.
Si diriges en exceso,
dificultarás que tu paciente aprenda a ser más autónomo a la hora de
enfrentarse y solucionar sus problemas. Si no diriges nada la sesión, estarás
privándolo de la ayuda que necesita para resolver sus problemas. Por tanto, es
realmente importante que regules de forma adecuada el grado de directividad que
muestras durante tus terapias.
La directividad viene
definida por el grado en que se dan instrucciones, se proporciona información y
retroalimentación, se hacen preguntas para obtener información, se ofrece ayuda
específica, se estructuran y delimitan tareas, se anima a realizarlas, se
desafían las ideas del paciente, etc (Bados y García, 2011).
Error 6 | No mostrarte
auténtico/a en terapia
Recuerdo que hace años le
comentaba a un amigo mío que el lugar en el que más me sentía «yo mismo» era en
la consulta, haciendo terapia. Allí me encontraba con la posibilidad de ser
auténtico.
La autenticidad implica
ser uno mismo/a, comunicar los propios sentimientos y experiencias internas.
Por tanto, si te muestras poco auténtico/a, si enmascaras tus sentimientos u
opiniones, si blandes sonrisas forzadas y utilizas frases poco espontáneas o
con doble sentido, estarás alejándote claramente de la autenticidad y de ti
mismo/a.
“Beck et al. (1979/1983)
han señalado que un terapeuta ha de conjugar la sinceridad con el tacto, la
diplomacia y la oportunidad para no perjudicar al cliente o a la relación
terapéutica.”
La clave para trabajar la
autenticidad reside en saber qué decir, cómo decirlo y en qué momento concreto
hacerlo.
Si no te muestras como
eres, no serás tú. Y si no eres tú, dudo que puedas hacer un buen trabajo en la
consulta. No obstante, no debes olvidar que la espontaneidad total tampoco es
adecuada.
Error 7 | Sentir lástima
por tu paciente
A priori, podría parecer
que la pena o la lástima hacia una persona son sentimientos positivos, sanos e
incluso adaptativos. Sin embargo, no siempre lo son.
En consulta te
encontrarás con pacientes que te cuentan cosas realmente tristes y dolorosas y
estoy seguro de que tu primera reacción es sentir y mostrar pena o lástima por
ellos. ¡Y es normal que ocurra! pero aun así, puede que tenga consecuencias
negativas cercanas a las de la paciente que te contaba más arriba. Por eso, es
importante que desde hoy empieces a trabajar la compasión.
La compasión consiste en
participar del sufrimiento del otro, es decir, que la persona que la siente,
hace todo lo posible para eliminar o mitigar el sufrimiento del otro de una
forma activa.
Como terapeuta es
importante que actúes y que no te muestres pasivo ante el sufrimiento de tu
paciente, por ello, como te digo, será fundamental que desarrolles la compasión
(Gilbert, 2009):
- Atendiendo al sufrimiento
de tu(s) paciente(s).
- Desarrolla la empatía
hacia el otro entendiendo su sufrimiento.
- Siente simpatía hacía tu
paciente.
- Potencia la compasión
mediante conductas que palien su sufrimiento.
Error 8 | Obviar la
alianza terapéutica
Este error consiste, ni
más ni menos, en centrarte demasiado en las técnicas que debes usar, en la
evaluación, lo que debes hacer, etc. y obviar al paciente y/o tu relación con
él.
Es habitual que, sobre
todo al principio, dediques mucho tiempo a diseñar y planificar tus sesiones
(lo que resulta muy positivo, por cierto) para sentirte más seguro/a o con una
mayor sensación de control ante la terapia. Pero precisamente, será ese intento
de controlar la situación, lo que podrá debilitar la alianza entre tu paciente
y tú.
“Por tanto, en terapia,
además de dominar las técnicas y herramientas que brinda la psicología, habrás
de esforzarte por construir una buena alianza terapéutica, ya que ésta es, sin
lugar a duda, un predictor positivo del éxito en la terapia”
La alianza terapéutica es
un pacto implícito entre tu paciente y tú (como terapeuta) cuya meta es lograr
la consecución de los objetivos terapéuticos. Para lograr que esta alianza
terapéutica sea adecuada es importante que tengas en cuenta estos 3 aspectos o
componentes de la alianza:
- Vínculo emocional
positivo entre paciente y terapeuta.
- Acuerdo mutuo sobre las
metas de la intervención.
- Acuerdo mutuo sobre las
tareas terapéuticas.
Por último, quiero que
tengas en cuenta que la alianza terapéutica no es algo que se establece una vez
y ya está, sino que se trata de un proceso continuo y por tanto, será
fundamental que atiendas de forma habitual a cómo se desarrolla para que puedas
mantenerla, mejorarla o repararla en caso de que se haya visto dañada.
Error 9 | Ser
excesivamente subjetivo/a
Siempre me llamó la
atención esa frase de «yo no creo en la Psicología», como si la psicología
fuese una cuestión de fé o una especie de tarot del comportamiento humano. No entiendo
cómo en el año 2017 alguien puede hacer semejante alarde de ignorancia y
quedarse tan «pancho».
La terapia tiene un
cierto componente de arte y en ella, las características personales del
terapeuta y la subjetividad son un componente imprescindible. Ahora bien, eso
no quiere decir que la objetividad haya de ser deslegitimada.
Es un hecho demostrado
que la terapia cognitivo-conductual tiene una alta eficacia, y pese a quien le
pese, eso es así y si pones en duda este hecho, quizás estés cayendo en la
subjetividad absoluta. No obstante, ello no quiere decir que no puedas abrazar
otra corriente o que otra sea más adecuada para ti o incluso, más efectiva. El
caso es que la TCC sí lo es, y de nuevo, eso es innegable.
En este punto, la clave
reside en mantener un equilibrio aceptable y lógico entre los hechos objetivos
y tu propia visión de las cosas, teniendo en cuenta que lo importante no es
tener la razón, sino lograr que tu paciente se sienta mejor y evolucione
positivamente.
Error 10 | No tener en
cuenta el momento de la terapia
«Si abres una puerta,
tienes que estar seguro/a de que podrás cerrarla después».
Esta es una frase que
suelo repetir a menudo para ejemplificar la importancia del momento de la
terapia o más bien, del momento en el que se encuentra el paciente dentro de la
terapia.
Cuando hablo de «abrir
una puerta» me refiero a profundizar en los sentimientos y emociones de tu
paciente. Me refiero a que si entras en lo más profundo de la mente, en los
recuerdos mejor guardados, en los esquemas o en las creencias o valores más
profundos de tu paciente, tienes que estar seguro/a de que podrás controlar o
mejor dicho, gestionar adecuadamente dicha circunstancia.
El caso es que si no
tienes en cuenta el momento en el que se encuentra el paciente dentro de la
terapia a la hora de profundizar, lo más probable es que ocurra alguna de estas
tres cosas:
Profundizar antes de
tiempo: tu paciente se sentirá intimidado o amenazado porque no estás siguiendo
sus tiempos, poniéndose a la defensiva y, casi con toda probabilidad,
cerrándose en banda ante cualquier pregunta que invada su intimidad.
Esperar demasiado para
profundizar: si esperas demasiado es probable que tu paciente se oponga a que
profundices, principalmente porque habrá notado mejorías y no querrá abrir
aquellas puertas que le pueden hacer sentir de nuevo malestar.
No llegar a profundizar:
en este caso tu paciente no será tan consciente de este hecho, pero lo más
probable es que se quede con una sensación de que la terapia ha sido demasiado
superficial y por supuesto, con una sensación de que le quedaron cosas por
decir sobre sí mismo/a.
Esta es una de las
habilidades terapéuticas más complejas y además requiere de una gran
experiencia para ejecutarse adecuadamente.
Ajustar el nivel de
profundidad
La clave para ajustar el
nivel de profundidad y el momento del paciente radica, principalmente, en
convertirlo en un objetivo o meta común. Además, el hecho de hablarlo con el
paciente y establecer un acuerdo mutuo, favorecerá sobremanera la alianza terapéutica.
Error 11 | Usar un
lenguaje demasiado técnico
Esta es una de esas cosas
que nunca he entendido: ¿por qué los psicólogos/as usamos un lenguaje técnico
con nuestros pacientes?
Lo cierto es que en la
literatura (principalmente sobre la TCC) se suele hacer mención al hecho de que
el terapeuta debe ir introduciendo el «lenguaje de la psicología» en el
discurso natural del paciente en terapia con el fin de que eso potencie su
autoconomiento o su entendimiento sobre lo que le ocurre, y la verdad es que me
parece una idea genial.
No obstante, eso no
significa que desde el primer momento sea adecuado hablar a tu paciente con un
lenguaje demasiado técnico. Es más, lo más probable es que tu paciente no
entienda lo que estás diciendo.
Una de las claves para
conectar con una persona consiste en hablar «su idioma». Si no traduces los
conceptos de la psicología a términos que tu paciente pueda entender, no los
entenderás y en consecuencia puede que no mejore, que no entienda lo que tiene
que hacer, que abandone la terapia (o que directamente no vaya nunca), que se
sienta molesto… Lo que tengo claro es que no sacará nada positivo de ello.
Error 12 | Ser demasiado
rígido/a
Hay una cita célebre de
Eurípides que dice que «lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece»
y desde mi punto de vista refleja muy bien lo que ocurre en una consulta de
psicología.
La idea de la perfección,
la planificación desmesurada o el elevado control de la terapia no suelen ser
buenos aliados del psicólogo. Es más, como ya dije más arriba, puede debilitar
la alianza terapéutica.
No obstante, puede que la
idea de improvisar o de no planificar algunos aspectos de la terapia te parezca
extraña, pero lo cierto es que la flexibilidad y la improvisación son
habilidades terapéuticas útiles y extremadamente importantes en consulta.
La improvisación, usada
con cautela y con medida es sin duda una de las mejores bazas que puedes tener
para tu día a día en la consulta, dado que te dotará de flexibilidad,
espontaneidad, naturalidad… y sobre todo, se convertirá en un recurso muy
práctico cuando ocurra lo inesperado.
Por último, y
parafraseando a Shakespeare, te diré que la clave de la improvisación reside en
que «las improvisaciones son mejores cuando se las prepara «.
Error 13 | No aceptar las
«derrotas» profesionales
- «A veces las personas no
quieren cambiar. Otras, simplemente no se encuentran en el momento adecuado
para hacerlo».
- Acepta que no siempre
podrás ayudar a tus pacientes a ser felices o a sentirse mejor consigo mismos.
- Acepta que eres una
persona que siente y padece y que se equivoca y no un super man o una super woman
a los que todo le sale bien.
- Acepta que hay cosas que
se escapan a tu control y que por mucho que te empeñes no podrás cambiarlas.
- Acepta que a veces tus
métodos o técnicas fallan, que no eres un/a profesional infalible.
- Acepta que una equivocación
no significa que seas un mal profesional.
- Acepta tus límites.
- Acepta la derrota… y
lograrás una gran victoria.
Conclusiones Finales
sobre los Errores en Terapia
Espero que este artículo
te haya sido de utilidad y hayas aprendido o hayas sido consciente de los
errores más comunes que se pueden cometer en una terapia.
Como habrás podido
observar, la mayor parte de las habilidades de terapia consisten en mantener un
equilibrio lógico entre dos polos opuestos: no implicarte mucho ni poco, no ser
rígido o flexible en exceso, adecuar la subjetividad y la objetividad,
gestionar bien los tiempos para no actuar antes o después de tiempo… En
resumidas cuentas, se trata de que no cometas excesos y verás como a medida que
ganes experiencia, tú mism/a irás ajustando ese equilibrio hasta un punto en el
que te sientas cómodo/a y en el que tu paciente obtenga los mejores resultados.
¿Tienes alguna duda o
sugerencia o hay alguna pregunta que no haya incluido en este artículo y no
entiendes cómo se me ha podido olvidar? Déjame un comentario en este mismo post
y te prometo que te responderé cuanto antes.
Fuente: Jorge Fresco psicólogo, experto en formación para psicólogos y especialista en marketing digital.