El
estrés puede ser descrito como una situación de sobrecarga o de presión que
afecta a una persona y que depende tanto
de las demandas de la situación, como de los recursos de la persona para
afrontarla.
Red
Así,
se trata de un sentimiento de tensión física o emocional que se produce de
manera automática y natural ante situaciones o pensamientos que nos resultan
amenazadores, frustrantes o desafiantes.
Un
nivel moderado de estrés es normal, ya que el ser humano debe ser capaz de
adaptarse a múltiples situaciones. Por ejemplo, frente a una situación
peligrosa, es positivo que la persona se ponga en alerta, para poder reaccionar
de manera adecuada. Sin embargo, durante este proceso de adaptación, puede
ocurrir que la persona no disponga de suficientes recursos para resolver el
desafío al que se enfrenta, y la situación le supere, generando niveles de
estrés excesivamente altos que pueden desembocar en distintos síntomas o
consecuencias perjudiciales.
¿Cómo
se puede tratar el estrés?
Es
posible manejar de una manera adecuada el estrés para reducir y mitigar su
impacto sobre nuestra salud. ¿Cómo? Por
un lado, actuando sobre su causa, y por otro, aumentando nuestra resistencia
ante él, mediante herramientas que nos ayuden a aceptar esas circunstancias y
mejorar nuestra conducta ante ellas, y con la incorporación de hábitos de vida
saludables.
1.
Tratamiento psicológico, que se puede abordar desde el punto de vista corporal,
cognitivo y del comportamiento:
- Técnicas corporales para la reducción de la actividad fisiológica: es posible aprender a reducir la sobre activación del organismo mediante el control de las propias reacciones corporales. Para ello, se emplean técnicas como la relajación muscular progresiva, el control de la respiración, la relajación mediante sonidos o la imaginación.
- Técnicas cognitivas: consisten en modificar los pensamientos, sustituyendo los negativos y exagerados por otros más positivos y realistas.
- Técnicas conductuales: su fin es modificar los comportamientos de la persona afectada, con el fin de que aprenda a comprender las situaciones de estrés.
- Medidas higiénico-dietéticas: como llevar una dieta variada y equilibrada, dedicar tiempo a las relaciones sociales y al descanso y practicar ejercicio.
- Tratamiento farmacológico: consiste en la prescripción de medicamentos como ansiolíticos –que eliminan la ansiedad–, antidepresivos -que tratan de suprimir los síntomas físicos y mentales provocados por el estrés-, o somníferos -para facilitar la conciliación del sueño y el descanso-.
2.
Técnicas de autocontrol del estrés:
- Relajación: permite la desactivación fisiológica del organismo, al tiempo que activa áreas del cerebro relacionadas con la atención y la resistencia al estrés.
- Meditación y mindfulness: está demostrado que la meditación practicada de manera regular reduce el cortisol y la actividad del sistema nervioso simpático.
- Yoga, tai chi y pilates: contribuyen a restablecer y mantener el equilibrio físico y psicológico.
- Musicoterapia: la música también puede ser una herramienta frente a las situaciones de estrés. Mejor de ritmo lento y pausado, sin timbres agudos y sin que evoque recuerdos negativos.
Diez sugerencias para mantener el estrés bajo control que te ayudarán a afrontar con mayor eficacia las dificultades del
día a día:
- Afronta las situaciones difíciles: En vez de postergarlas o evitarlas, hazles frente, ya que dejarán de angustiarte una vez las identifiques y resuelvas.
- Entrénate en la solución de problemas: Aprende a analizarlos de una manera lógica: define el problema, haz una lista con las posibles soluciones y otra de los pros y contras de cada una. Evalúa estas ventajas e inconvenientes y selecciona la alternativa más beneficiosa o menos perjudicial.
- Organiza bien tú tiempo: Planifica bien tu agenda del día, sin sobrecargarla de actividades y gestionando los imprevistos con flexibilidad. En caso de falta de tiempo, selecciona las tareas más importantes de acuerdo a las prioridades y, si es necesario, delega. Y, si aun así, la presión es excesiva, aprende a decir “no”.
- Te mereces un descanso: Asigna un espacio diario al ocio y a las relaciones personales, de manera que te quede tiempo para descansar y estar con tu familia, y también practicar tus aficiones o salir con amigos. El fin de semana, descansa, y tómate vacaciones de vez en cuando.
- Aprende técnicas de autocontrol: Practicar de manera regular actividades como relajación, meditación, mindfulness o yoga te ayudará a neutralizar la activación fisiológica del organismo que produce el estrés y te proporcionará un mayor control de las emociones.
- Fomenta las relaciones personales y sociales y apóyate en ellas: Cuando sientas que no sabes cómo resolver un problema, pide ayuda o consejo a las personas en quienes más confías. Y ofrécete para apoyarles tú a ellos también: ayudar a los demás mejora tu propio estado de ánimo y reduce el impacto del estrés.
- Cuida tu dieta: Sigue una dieta saludable, variada y equilibrada, que incluya una gran cantidad de frutas y verduras. Mantén horarios regulares y tómate tu tiempo para comer con calma. Evita las bebidas con cafeína o alcohol o, si las consumes, hazlo con moderación.
- Haz deporte de manera regular: El ejercicio físico reduce la intensidad del estrés y ayuda a que los episodios duren menos, además de fomentar una sensación de bienestar, siempre que no se haga por obligación. Se recomiendan dos horas y media de actividad aeróbica a la semana como correr, montar en bicicleta o nadar, siempre de acuerdo a tus capacidades.
- No restes horas de sueño: Descansado, afrontarás mejor cualquier conflicto o situación amenazante. Así, trata de ir a dormir siempre a la misma hora y descansa siete u ocho horas cada noche.
- Recurre a ayuda profesional si es necesario: Si sigues sin ser capaz de manejar el estrés, recurre a la ayuda profesional. Tu médico de cabecera podrá ayudarte a identificar el problema y derivarte a un especialista o terapeuta. Este te enseñará a modificar tus pensamientos y emociones y a desarrollar conductas que te ayuden a afrontar los problemas con una actitud más positiva.