Qué es el estrés tóxico
y cómo afecta el desarrollo cerebral de algunos niños y su salud cuando son
adultos
Hay tres tipos
distintos de respuesta ante el estrés: positiva, tolerable y tóxica, según el
efecto que esa reacción tiene sobre nuestro cuerpo.
Aprender a lidiar con
las contrariedades de la vida forma parte de nuestro desarrollo, pero hay que
tener precaución con las respuestas que se adoptan.
Algunas, si se dan
durante la infancia de manera continuada, pueden tener consecuencias para toda
la vida. El estrés es una
respuesta fisiológica ante una situación de adversidad y cuando se produce
desencadena cambios químicos en nuestro cuerpo que afectan a nuestro sistema
inmunológico, endócrino y neurológico.
El Centro del
desarrollo del niño de la Universidad de Harvard, en Estados Unidos, cita tres
tipos distintos de respuesta ante el estrés: positiva, tolerable y tóxica,
según el efecto que esa reacción tiene sobre nuestro cuerpo. Si bien las dos
primeras forman parte del desarrollo normal del niño, la tercera es dañina.
¿Cuándo el estrés es
tóxico?
La respuesta tóxica
ante el estrés puede ocurrir cuando un niño experimenta una adversidad que es
fuerte, frecuente y prolongada en el tiempo sin el apoyo adecuado de un adulto,
como puede ser la negligencia, el abuso físico o emocional, la exposición a la
violencia, a la adicción a las drogas y a problemas mentales o las cargas
asumidas por la pobreza.
"Los adultos que sufrieron
estrés tóxico en la infancia experimentan más enfermedades físicas."
Una madre con una
profunda depresión que no puede cuidar de su bebé o unos padres alcohólicos o
adictos a las drogas que no se ocupan de sus hijos pueden causar en el niño un
estado permanente de estrés considerado tóxico, que puede tener repercusiones
de por vida aunque quizás no se manifiesten hasta la edad adulta.
Cuanto más adversas son
esas experiencias en la infancia, mayor es la probabilidad de tener retrasos en
el desarrollo y problemas de salud más tarde, como cardiopatías, diabetes,
abuso de drogas y depresión, además de pocas habilidades de adaptación. Ante el estrés, el
cuerpo y el cerebro se ponen en situación de alerta: se produce adrenalina,
aumentan las palpitaciones y se secretan más hormonas, como el cortisol. Cuando baja la alarma
pasado un cierto tiempo, o en el caso de un niño después de que un adulto le
consuele, la respuesta ante el estrés se atenúa y el cuerpo vuelve a su estado
natural. Pero si ese consuelo no llega, esa respuesta se mantiene
constantemente activa, incluso cuando ya no existe un peligro aparente.
"En las personas que
sufrieron estrés tóxico en la infancia las áreas del cerebro dedicadas al
aprendizaje y al razonamiento tienen conexiones neuronales más débiles y
escasas."
Menos conexiones
neuronales
Este tipo de respuesta
prolongada al estrés se considera tóxica porque puede "sobresaturar"
el cerebro del niño e interrumpir el desarrollo de su arquitectura,
particularmente durante los períodos más sensibles del desarrollo temprano.
"En las áreas del
cerebro dedicadas al aprendizaje y al razonamiento, las conexiones neuronales
que conforman la arquitectura cerebral son más débiles y más escasas",
según el Centro del desarrollo del niño de la Universidad de Harvard.
"La ciencia
demuestra que la activación prolongada de las hormonas del estrés en la
infancia puede disminuir las conexiones neuronales en estas importantes zonas
del cerebro, precisamente en un momento en que se deberían estar formando
conexiones nuevas".
Más enfermedades de
pequeños y de grandes
El estrés tóxico
resulta en una desregulación del sistema inmunológico que aumenta el riesgo y
la frecuencia de las infecciones en los niños, dice en su estudio sobre esta
condición Hillary Franke, pediatra del Center for Integrative Medicine de la
Universidad de Arizona.
La activación
prolongada de las hormonas del estrés en la infancia puede disminuir las
conexiones neuronales en el cerebro.
El estrés tóxico juega un papel en el desarrollo de los trastornos
depresivos, los problemas de comportamiento, el trastorno de estrés post
traumático y la psicosis.
En el caso de los
adultos, si sufrieron estrés tóxico en la infancia también experimentan más
enfermedades físicas y presentan peores resultados en el estado de salud, como
más casos de alcoholismo, enfermedades de obstrucción pulmonar crónica,
depresión, cáncer, obesidad, más intentos de suicidio, cardiopatías "y una
miríada de otras patologías", dice Franke en el estudio de 2014.
Si bien es imposible
erradicar las fuentes de estrés, como la pobreza, el abuso o la negligencia, sí
es posible apoyar a las familias para establecer dentro de lo posible
relaciones seguras y estables con un adulto que cuide del niño.
Las investigaciones
hechas hasta ahora muestran que establecer una relación de apoyo estable con
adultos involucrados en el bienestar del niño a una edad tan temprana como sea
posible puede prevenir o revertir los efectos dañinos del estrés tóxico.
Fuente: BBC Mundo