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sábado, 22 de septiembre de 2012

La Psicología de la Homofóbia

Retomando un interesante articulo de mi colega Jorge Horacio  Raíces Montero.
Diferentes autores discuten la posibilidad de incluir la Homofobia dentro de la neurosis de angustia, ahora en la neurosis fóbica. Para una mayor claridad de la temática, creemos que deberíamos dictaminar a la fobia de la neurosis de angustia como una forma neurótica de-formación polimorfa, ya que la angustia  traduce simplemente la tensión interior que resulta de la imposibilidad de descargar adecuadamente la energía pulsional. Por ello, en la clínica, aparece como expresión sin marco de referencia preciso, deslucido, impidiendo imprimir un nombre que lo nombre. Al poder "identificarla", a través de mecanismos defensivos como la racionalización o la intelectualización, acompañada por objetos paranoides introyectados, es cuando podemos definirla como neurosis fóbica. Así el supuesto objeto-sujeto es pasible de ser atacado. De allí el alivio aparente de librarse de él. Es un mecanismo usado no solamente por las personas sino por Instituciones o grupos de franca patología clínica. Entonces, podríamos comenzar a definir la neurosis fóbica como la sistematización de la angustia sobre personas, cosas, situaciones o actos, que se convierten en objetos paranoides por de-mostrar el lugar de la falta, imprimiendo para su control, como patognomónico, la intelectualización y la racionalización como defensa.
En tanto síntoma, la fobia es un medio específico intenso, concreto, cuyo estímulo es proyectado al exterior para disminuir la angustia, por ende este mecanismo debe ser continuo, menguando displacer en tanto descarga. Como mecanismo compulsivo de repetición debemos señalar que también podemos encontrar elementos fóbicos en la neurosis histérica, en la neurosis obsesiva, en la depresión melancólica, en ciertos delirios sistematizados, hipocondría y como hemos señalado anteriormente, en la neurosis de angustia.
Si bien Freud, ha designado a la neurosis fóbica como "histeria de angustia", hemos podido observar a través de las diferentes investigaciones, que las fobias hacia determinados grupos o personas, está tomando característica propia, identificándola plenamente. En el acercamiento a la problemática de la Homofobia deberíamos encauzar el estudio, dentro del cuadro de neurosis fóbica, hasta tanto se distinga en forma clara y se pueda definir nosográficamente lo  dictaminado. Esta  neurosis fóbica no se limita a la expresión de la angustia específica, sino que se asocia a conductas instaladas en el tabú y el mito, con medios de defensas y contracatexias. Estos síntomas y estos medios de defensas constituyen una estructura clara y distinta, que tiende a reemplazar la angustia de un peligro interno real por el miedo de un peligro externo inexistente. Esta complicación depende de la expresión de los complejos, de los mecanismos inconscientes en los síntomas de la neurosis y muchas veces se confunde por sus características, con la neurosis obsesiva. Fue Freud quien se percató de las relaciones existentes entre estas formas de trastornos y otras neurosis estructuradas o semiestructuradas. Es así, que en la literatura psicoanalítica, la neurosis fóbica es llamada indiferentemente con aquel nombre o con el de histeria de angustia. No nos debemos quedar en la singularidad del fenómeno patógeno y sus derivaciones si no estudiamos los fenómenos del entorno y la sociología que la problemática tabú con sus simbolismos, enriquecen esta expresión patológica.
A medida que el ser persona se va socializando aparecen en la clínica expresiones fóbicas más marcadas hacia determinados grupos de pertenencia que hacia elementos menos personalizados como la agorafobia o la claustrofobia. Tenemos ejemplos muy claros en psicoterapias breves. En oportunidades, vemos en la clínica, como una fobia a los espacios cerrados, se corre lentamente a una fobia de encuentro (con un animal en un ascensor, por ejemplo) para instalarse en una zoofobia.  La  fobia  al  realizar  una declaración en público o simplemente conversar delante de más de tres personas, se convierte en un rechazo visceral en aquel que se expresa públicamente, para instalarse en grupos determinados que gritan su lugar en la sociedad, o que se atreven a no quedarse enclaustrados y salen a mostrar su necesidad de interacción social. Nos estamos refiriendo, entonces, a la fobia que se refiere esencialmente al medio social, al espacio "antropológico" que define la fenomenología, a las  relaciones individuales o colectivas con  el prójimo que se constituye en objeto de angustia.
No hemos constatado en la clínica la unicausalidad de la problemática, pero sí contundentemente, debemos declarar la policausalidad de la misma: restos de fobias de la primera infancia generalmente referidas a elementos  de grandes dimensiones en actitudes amenazadoras de persecución o destrucción (ver "el pequeño Hans: Freud); restos de fobias de la segunda infancia, con elementos repulsivos vividos como muy peligrosos para la integridad corporal y que conlleva la posibilidad del no control. Podemos  detenernos  un  momento  en  una de las características de la anterior descripción y debemos estar sumamente atentos por las interpretaciones que conlleva, es decir, la fobia en relación con situaciones visuales alimentadas y distorsionadas por una gran capacidad imaginativa. Podríamos insinuar que en toda fobia social, existe una importante presencia de restos de pensamientos mágicos infantiles. Esto es de suma importancia, porque podría confundirse con situaciones alucinatorias o delirantes, no es así, no se trata de psicosis encubiertas. Los elementos residuales fantaseados, el éxito en la instalación de defensas como la intelectualización y la racionalización nos permitiría definirle dentro del campo de la temática neurótica. Vemos así, la situación neurótica explorando el espacio en busca de un peligro mal definido, pero con una estructura clara y precisa. Asimismo es harto difícil enumerar todas las situaciones fóbicas tan intrincadas, poco claras e imprecisas y describirlas como hacemos ahora. Pero a través de las pautas anteriormente citadas, sumadas a las características que necesariamente deben aparecer (repetición, nuevos argumentos, insistencia, fantasía), la base será la misma: desplazar la angustia. Por ello, los signos serán diversos y es preciso que lo sean, para desorientar al sujeto-objeto y hacerlo soportar, por medio de todo ese cuidado y patológico tramado, la situación de angustia real.
Las conductas fóbicas consisten en recurrir a determinados artilugios, políticas y sofisticados planes para conspirar contra la angustia. En caso de fracaso, se renuevan vívidamente las conductas evitativas. En caso de éxito se reafirma el seudo-alivio. Por ende las conductas fóbicas siempre conducen con fracaso a la resolución de la problemática básica y con éxito a la reinstalación y afirmación de la situación fóbica. Cuando el objeto fóbico real o imaginado aparece en campo de situación, la persona, grupo o  institución enferma, está en camino de proveer una crisis de angustia con todas sus manifestaciones psicológicas y fisiológicas. Asimismo, la conducta tiende permanentemente a evitar el encuentro con el objeto tabú lo que conduce a reiteradas fugas de muy diversa factura, según la forma y la intensidad de la angustia subyacente. En caso de fracaso de la fuga, se alía al objeto fóbico-mítico en un afán omnipotente de poder controlarlo. Una de las fugas características, es "adelantarse" al objeto fóbico en una preocupación paranoide siempre renovada. Por ello, no debemos esperar una respuesta a  un estímulo determinado en este tipo de conductas. Muchas veces observaremos una respuesta específica o inespecífica sin que necesariamente se encuentre el estímulo externo que se supone la originó. Veamos algunos ejemplos: es interesante observar, el prejuicio que surge de algunas personas que participan activamente en Instituciones de Derechos Humanos, rechazando pares que co-participan de su cosmovisión, como así también, autoridades de establecimientos para rehabilitación De o Para personas ciegas o disminuidas visuales,  que no aceptan profesionales ciegos rehabilitados en sus equipos de rehabilitación. Podríamos suponer como hipótesis, que toda conducta prejuiciosa tendrá como base la desinformación, la des-formación  y una neurosis fóbica de importante cronicidad. Otra característica que envuelve al síndrome fóbico es la búsqueda de seguridad que, algunos autores como Laughlin habían caracterizado como otra variedad de neurosis. Todo o nada. El objeto temido y el objeto buscado son la misma cosa, ambos nos permiten observar como la conducta fóbica está perfectamente ligada por intrincadas tramas... El ejemplo más claro son las conductas supersticiosas, la religiosidad, elementos conjuratorios o diferentes determinismos que tranquilicen la aparición o la posible aparición del objeto fóbico representante del tabú en vigencia. Son así claras las declaraciones de parte de la iglesia con respecto a la sexualidad, al control reproductivo, la masturbación o la homosexualidad. Allí se expresan las más amplias singularidades a través de expresiones controvertidas, contradictorias y de alto nivel de confusión, pero  con una atenta lectura, surge simplemente el personaje fóbico cabalgando sobre el tabú, en el desierto de los significantes.
Miedo es una forma de denominar el sentimiento concomitante. Pero no alcanza, ya que no existe una palabra para describir el sentimiento fóbico como expresión. Nos acercamos un poco más si lo describimos como un pavor sostenido de nivel apenas inaceptable, de duración continua y de aparente fácil alivio a través de la proyección. Este estado continuo, es lo que hace que la personalidad fóbica se instale en permanente alerta. Un alerta especializada, selectiva. Este pavor sostenido, fruto de la obscuridad subjetiva a la represión de la demanda instintiva. Es aquí, donde comenzaremos a traducir el lugar de la paradoja. La personalidad fóbica que manifiesta pavor ante situaciones de definición aparentemente poco clara y/o claramente mal definida a su saber, lo único que posee es la sensación de peligro. Peligro que de-viene, según el paciente, del afuera,  en contraposición con su aparente mundo interior, sencillo, límpido y con perfiles claramente estructurados.  Es aquí donde planteamos este lugar como una metonimia derrocando el lugar de la paradoja. Los elementos tanáticos puestos en el afuera, son claramente una mera proyección de los elementos constitutivos internos que el paciente, la persona, el grupo o la institución padecen pero no soportan. Los elementos envidiógenos hacen que se introyecten los elementos eróticos en el adentro, quedando solamente estos elementos disociados en su interior. Es allí donde se instala la metonimia: la claridad y pureza de su "ser yo" en contraposición de todo lo exterior. Ese "ser yo", idealizado se proyecta como un yo ideal, imponiéndose a la realidad externa como un modelo de virtud, templanza y ejemplo a seguir. Tomemos como ejemplo algunas Instituciones Totales: centro militar o religioso. Tienden a proyectar fuera de sí el trauma que viven dentro de sí, negando un mundo del que viven prisioneros, prohibiendo afuera lo practicado adentro pero que no se re-quiere instalar en el discurso, decir, mostrar, reconocer, resinificar. Doble negación que trae aparejado el síntoma, defendiéndose de sus pulsiones,-racionalizando-intelectualizando-negando-prohibiendo.
Tanto las instituciones, los grupos o las personas que son derivadas a la clínica psicológica con estas características, son complejos de tratar por cuanto el discurso se presenta plagado de lógica neurótica en función de un nuevo posible enemigo: el propio analista, por ende, la libre exposición del contenido mental, es vivido con pánico y el "exponerse" como un lugar tanático por excelencia.
Muchos autores discrepan sobre las conductas de carácter fóbico, más coinciden en un punto: la actitud de huida. Suelen señalarse dos de estas actitudes. La actitud  introvertida  y  el  comportamiento  de desafío. La  primera conduce a exposiciones de inhibición que pueden aparecer representadas por inhibiciones sexuales, cierta timidez o indecisión, tales como el rechazo al contacto y el aislamiento. Por otro lado, los autores coinciden en señalar una actitud en el afuera, con disposiciones altivas como señala Mallet y por un comportamiento de desafío. Queremos señalar, que las dos actitudes son correspondientes a una misma conducta fóbica, donde una conducta xenofóbica puesta en acto es coincidente con una prohibición de contacto con el Otro, dominada por la misma patología con expresión de carácter diferente. Una hacia adentro introyectando la proyección, otra hacia afuera, estableciendo la proyección como síntoma clásico, y una misma actitud: la actitud de huida.
La a sexualidad de la personalidad fóbica está alterada por una intensa inhibición. Existe una necesidad de entrega como donación al Otro, pero éste es potencialmente un enemigo encubierto. Se evita así el acercamiento o éste se realiza bajo parámetros en que no se subjetiviza al Otro, sino se lo objetiviza al revestirlo de proyecciones. Las relaciones entonces, se convierten en anónimas o fugaces. Cuando los elementos fóbicos están implicados como características de personalidad, existe una sexualidad aparentemente sin conflictos, en un principio, pero luego y en base a problemáticas superficiales, empezarán a parecer lo que podríamos denominar "boicots fóbicos", pequeñas fugas que terminan minando la relación.
Los síntomas de angustia, pueden instalarse y aparecer egosintónicos a la lectura del paciente y en el caso que aparezcan egodistónicos, son difíciles de detectar para el entorno. Pueden permanecer camuflados a los ojos de los demás durante demasiado tiempo. El paciente, la persona, el grupo o la Institución, tienen demasiados medios y métodos para evitar el displacer de la problemática, por ende, utilizan los mismos mecanismos para ocultar sus terrores, miedos o pavores. El único momento adecuadamente terapéutico es el: "cuadro de agotamiento", que se presenta ocasionalmente. Es el momento,  que bajas las defensas, debemos actuar en la cadena de significantes. En caso contrario, sólo nos resta provocar las proyecciones en el marco terapéutico con el fin de devolverlas contra transferencialmente en introyecciones menos paranoides y angustiantes. No obstante, esto último, es trabajo lento y arduo. Atendiendo sólo los síntomas manifiestos, no nos garantiza el éxito de la terapéutica. Es clave no reforzar la intelectualización o racionalización por medio de interpretaciones o señalamientos que contengan discursos lógicos muy armados. Las mismas, serán de carácter afectivo donde esté claramente el permiso y el  ¿por qué no?, en lo no dicho del decir. En los casos en que obtengamos mínimamente un estado de equilibrio, no debemos esperar la desaparición de todos los síntomas egodistónicos. Si las conductas de tranquilización son suficientemente eficaces y el juego de pulsiones y defensas actúan adecuadamente, la conducta fóbica tenderá hacia sus objetos fóbicos con un seudo permiso, es decir, con angustia, pero con acercamiento. Este es punto clave, porque el contacto con la realidad, el contacto con el objeto fóbico, permitirá la posibilidad de disolución del tabú de base si el paciente, el grupo o la Institución pueden ver que no se trata de un elemento peligroso para su integridad.
La psicoterapia puede dar una buena respuesta ante características de personalidad con elementos fóbicos por la accesibilidad y los elementos ansiógenos que llevan generalmente a la consulta. Por otra parte, en la neurosis obsesiva, se indica una terapéutica psicoanalítica por tener una estructura de defensa-pulsión más intrincada, complicada y sistematizada. No se deberá descartar la posibilidad, en estructuras fóbicas graves, de un estado pre-sicótico y recordar que también, la melancolía presenta como síntoma, fobias sintomáticas.
Como síntesis, podemos enunciar que la fobia se presenta entonces, como una experiencia onírica de autoacusación fantasmagórica en el Otro.
HOMOFOBIA
La Homofobia se presenta como una experiencia onírica de autoacusación en el Otro, reproduciendo los procedimiento de defensa contra el miedo y la culpabilidad (mecanismo de desplazamiento) con la posibilidad de defensas contrafóbicas dirigidas hacia sustitutivos de la situación reprimida. Esta angustia subyacente tiene claramente el valor de sensaciones internas desaprobadas, ya que se trata de pulsiones sexuales, de pulsiones agresivas, o aún de ciertas pulsiones arcaicas, descriptas con el nombre de "instintos parciales". Existen relaciones intra e interdialécticas entre las experiencias individuales y los placeres específicos. Las fobias pondrán en vigencia la movilización de las dudas de elección y rechazo, antiguamente útiles, pero que ya no expresan tal éxito en la experiencia de la persona adulta. La Homofobia constituye una actualización hacia objetos parciales anacrónicos, gracias a fijaciones sobre "trozos" de experiencia. Deberemos entonces, ligar la Homofobia a ciertas fijaciones libidinales como expresión no solamente de regresiones parciales sino como  actualización de la posición, en los referidos instintos parciales. Queda claro, entonces, que este trabajo se establece sobre el análisis de la integración y desintegración de experiencias constitutivas en las relaciones que nos unen, sea por una invencible atracción, sea por una violenta repulsión a los objetos simbólicos constitutivos por la red de significantes que conforman la expresión de nuestros sentimientos. El entorno a través de sus sistemas de valores establece una ampliación de la Ley, imponiendo un orden constitutivo. Este orden puede establecerse desde una legalidad estricta, proyectándose e introyectándose como elemento paranoide. Un claro ejemplo es nuestra sociedad patriarcal con sus estereotipos, vallas que permiten la forclusión de la estructura en la creación plástica de un individuo madurativamente sano, impidiendo el adecuado desenvolvimiento en el corrimiento de los límites, ya que se confunde el desplazamiento de éstos con el derrocamiento de la Ley. Una de estas vallas es la Homofobia como entendimiento del lugar de la prohibición de transponer los límites de la heterosexualidad.
HOMOFOBIA Y SOCIEDAD
La Homofobia  es una obsesión compulsiva en la sociedad actual que se expresa y la violencia en la mujer, como forclusión de toda expresión que se aleje del sistema que se supone establecido. La Homofobia influye en todas las etapas del desarrollo de la persona psicológica y se expresará de acuerdo a las características de personalidad de la misma. Es así que la expresión fóbica restará energía madurativa para la resolución de las demás problemáticas. No será posible que el individuo, el grupo o la Institución,  establezca relaciones estables con sus objetos internos y externos si no quiere lo que desea o no acepta lo que es. No será posible que establezca relaciones estables con sus objetos internos y externos si la persona no respeta lo que el Otro desea y no acepta lo que es. No es posible el crecimiento y la superación a través del rechazo a uno mismo o al Otro. La Homofobia se expresa en la sociedad contra la persona homosexual como sanción a aquellos que, por una elección o no, ponen  en tela de juicio el lugar de agente reproductor, enfatizando el lugar del deseo. Es decir,  se forcluye la posibilidad de señalar el lugar de la sexualidad en favor de una genitalidad inmadura. Desde una factura de poder, es necesario  tratar de limitar, según el ecúmene, a los que por una y otra razón señalan el lugar de la transgresión. Una cultura sexual entonces, que se ha visto convertida,  en exponente del cuestionamiento.
HOMOFOBIA E INSTITUCION TOTAL
La Homofobia  desde las Instituciones Totales, toman un particular énfasis, ya que ponen en juego las viejas prohibiciones. El permiso aún con miedo y con condicionamientos y la expresión de la singularidad, pondría en sendos peligros aquellas Instituciones Totales que se basan en la generalidad: la institución militar por ejemplo, a través de su preparación, va minando la singularidad de sus componentes en una pertenencia a un solo cuerpo. El espíritu global, la pertenencia a la institución, está en clara contradicción con las expresiones individuales, es decir, con el deseo. Por ello sus estamentos y objetivos estarían seriamente afectados si existiesen diferentes formas de ver una misma cosa. La psicología militar necesita uniformar la ropa, los giros de pensamientos, los sentimientos y lo que es peor aún, la sexualidad. Es por ello que verá como potencial enemigo a cualquier persona o institución que pregone los derechos individuales de la persona sintiente. La expresión se hará a través de la proyección de sus miedos y angustias en todo aquel que bregue por establecer sus derechos y que no considere los parámetros establecidos estatutariamente. Así la Institución Total, como la iglesia, no importa a cual nos referimos, claramente intenta doblegar a sus acólitos a través del control de sus pensamientos, sus sentimientos y desde su sexualidad, impulsará las conductas  más sutiles, hasta las más agresivas, con el fin de subrogar a todo lo que se aparte de sus preceptos.
HOMOFOBIA, FAMILIA Y ENTORNO
Todos estos mecanismos se notarán y se marcarán  claramente en la Homofobia expresada en el entorno. Los padres y familiares de una persona homosexual, tratarán de maneras directas o indirectas de "corregir" lo que a la postre es una "forma de ser en el mundo". Por lo impuesto en la educación, tratarán de enfatizar a través de la Homofobia, la dificultad a la propia sexualidad. Es decir, más allá de la elección de objeto, la persona sexuada le está marcando al Otro, el lugar de la posibilidad. Un entorno homofóbico es el lugar de la doble negación, ya que conviven y sufren una situación que reniegan y no quieren ver lo que ven. Negación de negación, particular momento, cuando uno de los miembros de la familia marca el lugar de ser persona sexual. Dicho de otro modo, cuando un miembro de la familia resignifica un lugar, en este caso la sexualidad, obliga directamente, a los demás miembros, a establecer nuevas pautas y valores, es decir, a hacer un corrimiento de significantes en el delicado equilibrio de una situación social, emocional, familiar. Se convierte así, la persona homosexual, en representante, en emergente de una situación como proceso. Aparecerán en el entorno, diferentes defensas, para mantener el viejo equilibrio ya quebrado. Unas de estas serán la conducta homofóbica de sus integrantes y el objeto transicional, la persona lesbiana o gay.
HOMOFOBIA Y PAREJA
Con referencia a la Homofobia en la pareja de una persona lesbiana o gay, podemos observar que muchos pleitos, odios, traiciones o infidelidades son patognomónicos de dudas o permisos internos, respecto a la propia sexualidad.
            Algunas personas homosexuales tienen variadas dificultades para establecer una relación estable. Rompen en sí y para sí varios esquemas y estereotipos establecidos. No obstante necesitan establecer un tipo de relaciones que es copia fiel de aquello que no aceptan y rechazan: necesitan imprimir en sus relaciones de pareja parámetros inculcados y establecidos por esa sociedad patriarcal que de alguna manera con sus prácticas, conscientes o no, están reformulando. A esto se suman dificultades en el permiso de esa sexualidad asumida: viejas culpas, situaciones incómodas, hacen que algunas personas homosexuales,  como  mecanismo  homofóbico,  proyecten en sus parejas esta trabas, secundada por una sociedad y un entorno no permisivo. Esto se confirmará claramente, cuando investigamos parejas de personas lesbianas o gays que mantienen una relación estable. Los miembros sostienen dentro de la pareja, características de individualidad que permiten cierto grado de independencia y acrecienta la expresión del ser persona como prioridad al ser pareja. Su ser homosexual, exclusivo o no, se mantiene bajo equilibrio no estable. Es decir, se elaboran las situaciones conflictivas sin elementos proyectivos, los que les permite entrar en conflicto sin necesariamente desplazar el mismo a la pareja. Ora tienden al aislamiento, resguardándose de los daños que puede causar el entorno,  ora mantienen un entorno marcadamente favorable a la situación que están viviendo. También en mucho menor grado hemos podido observar, pero no es lo habitual, parejas estabilizadas con claras reglas de juego y un entorno adecuado, tanto familiar como de amigos que fomentan el equilibrio creativo casi permanente. Dicho de otro modo, si las relaciones que se con-forman no son tan estables como es de esperar, las causas que aparecen a primera instancia, son consecuencia de la introyección de los aspectos sociales incorporados en la socialización primaria y secundaria, es decir quedarán como expresión la discriminación social y la propia Homofobia internalizada.
HOMOFOBIA DE LA PERSONA HOMOSEXUAL
 Consideremos la Homofobia de la persona homosexual con sus propios pares y con sí mismo. El elemento tabú, que la persona toda expresa, imprimirá a través de diferentes rechazos, tomando en el afuera, los objetos que necesite o cree necesitar para aliviar la angustia culpógena que produce el lugar de la prohibición. Es así, que aparecen defensas que C.A. Tripp denominaría:
 Defensa del "rol de género", en que muchos varones y mujeres se sienten libres para responder a parejas del mismo sexo si pueden mantener el rol que el género le asigna ante sí mismos, ya que es una forma de racionalizar que lo que están haciendo "no es realmente homosexual". Estos aspectos se han extendido al saber popular a tal punto que el arte erótico de todo el mundo suele representar la actividad sexual entre dos mujeres de modos exentos de cualquier con-notación lésbica. No hay comprensión,  entre la mayoría de los mismos gays, de la temática lésbica, imaginando que las mujeres que se responden sexualmente, están demostrando su excitabilidad y disposición a responder ante un varón, si él estuviera  allí. La realidad  es  que  todas estas actitudes son respuestas homofóbicas.
En los contactos sexuales entre varones o mujeres, ambos elementos  homosexuales están extensivamente motivados ya que nadie responde fácilmente a un compañero/a que no tenga significado sexual.
 Defensa de la "inocencia personal", una expresión homofóbica. En ocasiones, estas mujeres o estos varones, se convierten en expertos en el arte de seducir al Otro para que se adelanten, o mejor "accidentalmente" pueden tener el tipo de personalidad que comunica una fácil accesibilidad. La otra parte de la racionalización (que la culpa es del que inicia las cosas) tiene una larga tradición social.  Los antiguos teólogos sostenían que las mujeres eran responsables respecto a los pecados sexuales, porque ellas eran las tentadoras, la iniciadoras y premeditadas, capaces de excitar a los  varones  inocentes. Es así, que el lugar de la inocencia, mengua la culpa de decidir determinado objeto de deseo, convirtiendo el acto propiciador en un acto meramente homofóbico hacia la propia persona que lo emite. Algunas taxis boys son representativos clásicos de la Homofobia ya que establecen el mismo tipo de defensas psicológicas. Al ser elegidos y pagados se sienten libres de hacer sin complejo de culpa lo que por el impulso del deseo propio, les resultaría atormentador.
 Defensa del "sólo ahora", de carácter transitorio, permite la temporalidad de la expresión del deseo sin la culpa del compromiso o la repetición del acto. La racionalización de la homosexualidad como fase temporal, es tan poderosa, que puede seguir siendo convincente, en ausencia total de actividades heterosexuales. Pero si una persona también está implicada en actividades heterosexuales, puede explicar fácilmente su homosexualidad como incidental.
 Defensa de la "amistad especial", que está relacionada homofóbicamente con poderosas preocupaciones de orden moral. Algunos contactos homosexuales son totalmente permisibles siempre que sean promiscuos, oportunistas o carezcan por otras causas de emoción, porque entonces "no significan nada". Al volver a considerar los diversos modos que la gente ha descubierto para negar la homosexualidad que están practicando, surgen algunos temas centrales. Todas  las racionalizaciones o intelectualizaciones, evitan las temidas implicaciones sociales y morales de la homosexualidad. Todas niegan la homosexualidad como una preferencia (si no de modo total, afirmándola entonces en un sentido oportunista o relegándola a los estrechos confines de una situación particular). Todas llevan al menos, la afirmación implícita de la heterosexualidad de la persona como primaria. Todas suelen ser auto engañosas en cuanto que son defensivas. Cada uno de esos sistemas de re-negación, pueden aparecer aislados o en combinación, pero siempre encuentran el modo de evitar comprometerse en la homosexualidad definiéndose como un miembro regular de la sociedad que no se encuentra apartado de ella por nada esencial.
La psicología homofóbica de algunas personas homosexuales puede ser muy compleja. Motivada por un simple deseo de proteger a los de su propia posición, es frecuente que construya una complicada moralidad, según la cual justifique sus preferencias mediante el ataque público a las variaciones de su propia actividad, y puede hacerlo pensando que mantiene una cierta honestidad. El sacerdote que ha mantenido desde hace mucho tiempo una única y continuada relación homosexual, puede unirse a las voces de otros para perseguir las relaciones múltiples en la homosexualidad. Otras que se sientan atraídas por mujeres adultas, pueden tranquilamente menospreciar y prejuiciar el lesbianismo que implique la elección de jóvenes adolescentes.
Esto es un muy somero análisis de los elementos homofóbicos en la sociedad. No solamente socava la personalidad de todos sino la vida del ser lesbiana o gay en particular, por ende, constituye un elemento disociador fundamental, en las relaciones de todos los seres. Es por ello que debemos combatir este flagelo a través de los grupos de reflexión, estudios profundos para erradicar la Homofobia en algunos psiquiatras y psicoanalistas, la elaboración de la temática en análisis y sobre todo, la modificación de los conceptos sociales de convivencia. Si no modificamos los valores de interacción social, se mantendrán los elementos tabús que nos discriminan a todos y atendiendo la Homofobia.

domingo, 16 de septiembre de 2012

Violencia a la Mujer

La violencia de género tiene que ver con “la violencia que se ejerce hacia las mujeres por el hecho de serlo”, e incluye tanto malos tratos de la pareja, como agresiones físicas o sexuales de extraños, mutilación genital, infanticidios femeninos, etc. 
Hay que distinguir entre las diferencias debidas al sexo, que alude a las diferencias biológicas y anatómicas entre hombres y mujeres, de las establecidas por el género, que alude a los diferentes rasgos y roles que deben tener y desempeñar hombres y mujeres (lo masculino y lo femenino) como producto de una construcción puramente social y utilitaria.
La violencia de género se produce fundamentalmente cuando existen vínculos afectivos o de parentesco o relaciones de poder en el entorno laboral. Normalmente, el agresor es un conocido, de ahí la reincidencia de los episodios.

Amplíando la definición de violencia de género: Abarca todos los actos mediante los cuales se discrimina, ignora, somete y subordina a las mujeres en los diferentes aspectos de su existencia. Es todo ataque material y simbólico que afecta su libertad, dignidad, seguridad, intimidad e integridad moral y/o física.

En la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer (Beijing, 1995) se reconoció que “la violencia de género procede de la desigualdad entre hombres y mujeres, siendo el resultado de la creencia alimentada por la mayoría de las culturas, de que el hombre es superior a la mujer con quien vive, que es posesión suya y que puede ser tratada como él juzgue adecuado”. La violencia de género nace, pues, de la desigualdad cultural y social entre hombres y mujeres. Es común a muchas sociedades, aunque en cada una puede adoptar formas distintas.

Existe una relación entre violencia, poder y roles de géneroAunque la sociedad va cambiando, los estereotipos acerca de los roles asociados a cada género  han aludido a una supremacía del hombre con respecto a la mujer, al haber asignado a los hombres, a lo largo de la historia, valores como el dominio, el poder y el control frente a  la sumisión y dependencia de las mujeres, lo que, a largo plazo, puede llevar al uso de la violencia como un instrumento para mantener su autoridad. La violencia sería consecuencia de un desequilibrio de poder dentro de la pareja.

El hombre, por su constitución física, tenía la labor fundamental de la caza y la guerra, mientras que la mujer tenía el cuidado de la prole. Mientras que para el hombre el desarrollo de la violencia era positivo para su labor, para la mujer lo era la capacidad verbal, para poder evitar la violencia que únicamente podría perjudicarla físicamente a ella y a su prole y comunicarse con su entorno, normalmente otras mujeres en su misma situación. Estas diferencias se han plasmado en las diferentes capacidades de hombre y mujeres, los hombres con la fuerza física y una mejor capacidad viso-espacial y las mujeres con mejor fluidez verbal y miedo a la violencia física.

Estas diferencias físicas han dado lugar a  una división del trabajo entre hombres y mujeres que se ha perpetuado, aunque ahora no es necesario cazar para comer y la violencia física ya no se da de forma habitual en nuestra sociedad y la división de trabajo entre hombres y mujeres tampoco se da, ya que la mujer hace lo mismo que el hombre, porque la fuerza bruta ya no tiene un papel en la producción. Por eso, aunque las diferencias debidas al sexo siguen existiendo, las diferencias debidas al género, es decir, las debidas al rol social que desempeñan, se van diluyendo.

Algunos mitos que contribuyen a que la violencia contra la mujer se mantenga:

Es mejor que la mujer aguante al lado de su pareja por los hijos: Lo cierto es que los hijos se convierten en una víctima más del maltrato, de forma directa o indirecta. A largo plazo los modelos violentos de los padres les favorecen que puedan aprender comportamientos violentos que pueden repetir en sus futuras relaciones, ya sea como víctima o como agresor. A corto plazo,  presenciar la angustia y miedo de su madre les genera la confusión e inseguridad. Diversas investigaciones demuestran que los niños expuestos a conductas violentas  presentan promedios más altos en medidas de ansiedad, depresión y síntomas traumáticos.
El maltrato es un asunto privado de la familia y nadie debe inmiscuirse: El maltrato es un asunto social. Se trata de un delito tipificado en el Código Penal. Hay el aspecto moral de defender a alguien que no puede hacerlo solo.
Con el tiempo el maltratador cambiará: Las situaciones de maltrato, con el tiempo, tienden a empeorar.
Se da en casos raros y aislados: Es un problema social que puede afectar a cualquiera. Según datos de la unión europea, una de cada cinco mujeres es víctima de violencia y afecta a todas las clases sociales por igual.
El maltrato psicológico no es tan grave como el maltrato físico: Las continuas desvaloraciones y humillaciones pueden provocar secuelas graves en la salud mental e incluso física de la mujer.

La violencia contra la mujer en la pareja

Es “todo acto de abuso contra las mujeres cometido por varones, cuyo sistema de creencias les legitima a ejercer el dominio, la autoridad, el control o la posesión sobre sus parejas y consideran que, para  lograrlo, está justificado ocasionar daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico, amenazar con tales actos, coaccionar, privar de libertad, y cualquier otra forma en que se puede ejercer el abuso de poder.” (Esther Ramos, 2006).

Características

La violencia dentro de la pareja tiene una serie de características que la diferencian de otros tipos de violencia:

•Es una conducta continuada en el tiempo. No se trata de un hecho puntual, sino de un proceso. Consecuencias: tensión, estrés, fatiga.

•El agresor es alguien conocido con quien la víctima mantiene fuertes lazos afectivos y, en su caso, convive, lo que lleva no sólo a una mayor frecuencia de los episodios agresivos, sino a una continua sensación de miedo e hipervigilancia que la van debilitando física y psicológicamente.

•Normalmente tiene lugar en un sitio que se supone fuente de seguridad y protección: el hogar. Consecuencias: sentimiento de inseguridad, desconfianza.

•La víctima puede ser considerada cómplice o responsable del maltrato. Consecuencias: sienten vergüenza de sufrir maltrato, de no ser capaces de poner fin a la situación o romper con su pareja.

•Hasta hace poco no era una violencia reconocida socialmente como tal, con la falta de apoyo y comprensión que esto conlleva.  Consecuencias: falta de información acerca de dónde acudir o cómo proceder. Miedo y desconfianza del entorno y las autoridades o profesionales.

•Este tipo de violencia provoca en la víctima sentimientos de vergüenza y culpa, por lo que tienden a ocultarlo. Consecuencias: imposible poner fin a la situación, el maltrato se perpetúa y va minando a la mujer.

•La propia dinámica del maltrato provoca en la mujer sentimientos ambivalentes hacia la figura del agresor, lo que favorece el mantenimiento de la violencia. Consecuencias: no le denuncia, no le abandona, le justifica e incluso racionaliza su conducta, interiorizando y llegando a creer todo lo que él la dice.

•el autor del maltrato tiene una buena imagen pública. De puertas para afuera puede ser simpático, amable y educado, lo que le permite pasar inadvertido. Consecuencias: frustración, esperanza de que cambie, pensamiento de que nadie la va a creer.

•baja autoestima  en la víctima, que intenta compensar obteniendo el reconocimiento del maltratador.

En la mayoría de los casos, los episodios de maltrato comienzan durante el noviazgo.

Figura del maltratador

No existe un perfil de maltratador adecuado puede ser cualquier persona que utilice el maltrato con su pareja con el fin de dominarla o controlarla, pudiendo ser encantador e incluso seductor en otros contextos. Gran parte de los estudios más recientes coinciden en este punto (Amor, Echeburúa y Loinaz, 2009; Eckhardt, Samper y Murphy, 2008; Fernández-Montalvo, Echeburúa y Amor, 2005; Johnson, Gilchrist, Beech, Weston, Takriti, y Freeman, 2006; Scott, 2004; Stanford, Houston y Baldridge, 2008).

 Entre las características que se han visto más asociadas a la figura del maltratador caben destacar las siguientes:

•Alta necesidad de control y poder. Recurriendo a la violencia si hace falta para dominar a la mujer.
•Problemas de posesividad y celos. Cree que la mujer le pertenece y siente frustración ante la posibilidad de perderla, le falte el respeto u ofenda su masculinidad.
•Baja autoestima
•Déficit del control de impulsos
•Irritabilidad
•Dificultad para expresar sentimientos y emociones
•Falta de control sobre la ira
•Baja tolerancia a la frustración
•Cambios bruscos de humor
•Ideas distorsionadas acerca de la mujer. Comportamiento sexista
•Déficit en la resolución de problemas. Resolución hostil de los conflictos
•Maltrato a otras mujeres
•Atribución externa de sus errores
•Normalidad aparente de cara al exterior
•Justifica y racionaliza su conducta violenta 

 No obstante, si bien los principales resultados indican que los agresores suelen presentar con frecuencia estas características, es importante resaltar que también hay otras personas que las presentan y no ejercen el maltrato. En este contexto, las idas irracionales del maltratador con respecto al rol de la mujer y su necesidad de tener las cosas bajo control, les hacen interpretar determinadas situaciones y comportamientos  como desafiantes u ofensivas, provocándoles frustración y sensación de pérdida de control.  La falta de habilidad para expresar sus sentimientos y para no dejarse llevar por sus impulsos puede favorecer el uso de la violencia con el fin de doblegar a su pareja. De esta forma, consigue que haga lo que él quiere y la conducta violenta se ve reforzada positivamente.  Este carácter reforzador puede llevar a una persona a seguir ejerciendo el maltrato. 

El maltratador es responsable del maltrato. Sólo una pequeña parte (en torno al 20%) presenta propiamente un trastorno mental. En esos casos, los más frecuentes serían la psicosis (con ideas delirantes de celos y persecución) y el consumo abusivo de alcohol y drogas.También algunos trastornos de personalidad pueden favorecer la aparición del maltrato, como es el caso del trastorno borderline, paranoide, el narcisista y la psicopatía, caracterizada por la falta de empatía en las relaciones interpersonales, la manipulación o la ausencia de remordimiento ante el dolor causado.

 Sin embargo, en todos los maltratadores aparecen alteraciones psicopatológicas (falta de control de impulsos, falta de habilidad en el manejo de las emociones, celos patológicos, dificultades en la comunicación, irritabilidad, etc.) y distorsiones cognitivas en relación con el papel social de la mujer y con la legitimación del uso de la violencia, así como con la aceptación de la responsabilidad del maltrato. 

En cuanto a los tipos de hombres violentos contra la pareja, existen múltiples estudios que, en general, tienden a coincidir (Amor, 2009). Normalmente la agrupación se realiza en función de la gravedad y extensión de la violencia y las características psicopatológicas de los agresores.

 Actualmente el debate gira en torno a dos ideas: si todos los hombres que maltratan lo hacen para dominar a sus parejas y si la violencia de pareja es una cuestión de género o un problema de relaciones interpersonales.

Consecuencias físicas para la mujer maltratada

La violencia contra la mujer se ha convertido en un factor esencial en el deterioro de su salud, ya que afecta tanto a nivel físico, como psicológico y social, por lo que se ha declarado como prioridad de salud pública en todo el mundo.

La violencia por parte de la pareja puede afectar de diversas formas. En general, la mujer maltratada tiene más problemas de salud que otras mujeres.  También,  empeora aquellos problemas de salud que tuviera anteriormente. Es la tercera causa de pérdida de años saludables en la vida de la mujer, después de la diabetes y los problemas relacionados con el parto..

  Dado el carácter reiterativo de los episodios violentos puede incrementarse el riesgo de sufrir síntomas físicos:

 Variados: cefaleas, dolores crónicos, alteraciones funcionales, fibromialgia, trastornos gastrointestinales, síndrome del colon irritable.
Síntomas sexuales: dispareunia, falta de deseo, vaginismo o  anorgasmia.
Heridas, fracturas y lesiones, que van desde pequeñas contusiones hasta incapacidad severa y muerte.

Consecuencias en la salud reproductiva

 •Embarazos no deseados, abortos, complicaciones durante el embarazo, parto prematuro, bajo peso al nacer o infertilidad.
•Mayor riesgo de padecer a enfermedades de transmisión sexual, como el VIH o el virus del papiloma humano.
•Dolor pélvico crónico, flujo vaginal y/o problemas premenstruales.

En  una investigación llevada a cabo por Coker, A.L. y cols. Las mujeres que alguna vez experimentaron violencia por parte de su pareja íntima presentaban un mayor riesgo de desarrollar cáncer cervical invasor  y neoplasia cervical preinvasora, ya fuera a causa del estrés psicosocial crónico o por la transmisión del virus del papiloma humano durante los episodios de agresión sexual.

Además, el estrés asociado a una situación crónica de maltrato puede llevar a la mujer a realizar conductas perjudiciales para su salud, como abusar del alcohol y otras sustancias, tabaquismo y trastornos de la conducta alimenticia.

Se sabe que estas mujeres acuden al médico con más frecuencia que otras y que muchas de ellas admiten ser víctima de abusos en las consultas, de ahí la importancia de capacitar a los trabajadores de Atención Primaria a detectar el abuso, reaccionar de una manera comprensiva y derivar cuando sea necesario. También deben saber aconsejadas acerca de su seguridad y las opciones que pueden considerar en el ámbito legal

Consecuencias psicológicas: cuadros psicopatológicos asociados a la violencia de género.

La violencia de género puede provocar una serie de trastornos psicológicos entre los que se encuentran:  Depresión, trastornos de la alimentación, alteraciones del sueño, trastornos de ansiedad como agorafobia, ansiedad Generalizada, trastorno obsesivo compulsivo, ataques de pánico,  abuso de sustancias, intentos de suicidio, síndrome de adaptación paradójica y trastorno por estrés postraumático.