Diferentes autores
discuten la posibilidad de incluir la Homofobia dentro de la neurosis de
angustia, ahora en la neurosis fóbica. Para una mayor claridad de la temática,
creemos que deberíamos dictaminar a la fobia de la neurosis de angustia como
una forma neurótica de-formación polimorfa, ya que la angustia traduce simplemente la tensión interior que
resulta de la imposibilidad de descargar adecuadamente la energía pulsional.
Por ello, en la clínica, aparece como expresión sin marco de referencia
preciso, deslucido, impidiendo imprimir un nombre que lo nombre. Al poder "identificarla",
a través de mecanismos defensivos como la racionalización o la
intelectualización, acompañada por objetos paranoides introyectados, es cuando
podemos definirla como neurosis fóbica. Así el supuesto objeto-sujeto es
pasible de ser atacado. De allí el alivio aparente de librarse de él. Es un
mecanismo usado no solamente por las personas sino por Instituciones o grupos
de franca patología clínica. Entonces, podríamos comenzar a definir la neurosis
fóbica como la sistematización de la angustia sobre personas, cosas,
situaciones o actos, que se convierten en objetos paranoides por de-mostrar el
lugar de la falta, imprimiendo para su control, como patognomónico, la
intelectualización y la racionalización como defensa.
En tanto síntoma, la
fobia es un medio específico intenso, concreto, cuyo estímulo es proyectado al
exterior para disminuir la angustia, por ende este mecanismo debe ser continuo,
menguando displacer en tanto descarga. Como mecanismo compulsivo de repetición
debemos señalar que también podemos encontrar elementos fóbicos en la neurosis
histérica, en la neurosis obsesiva, en la depresión melancólica, en ciertos
delirios sistematizados, hipocondría y como hemos señalado anteriormente, en la
neurosis de angustia.
Si bien Freud, ha
designado a la neurosis fóbica como "histeria de angustia", hemos podido observar a
través de las diferentes investigaciones, que las fobias hacia determinados
grupos o personas, está tomando característica propia, identificándola
plenamente. En el acercamiento a la problemática de la Homofobia deberíamos
encauzar el estudio, dentro del cuadro de neurosis fóbica, hasta tanto se
distinga en forma clara y se pueda definir nosográficamente lo dictaminado. Esta neurosis fóbica no se limita a la expresión
de la angustia específica, sino que se asocia a conductas instaladas en el tabú
y el mito, con medios de defensas y contracatexias. Estos síntomas y estos
medios de defensas constituyen una estructura clara y distinta, que tiende a
reemplazar la angustia de un peligro interno real por el miedo de un peligro
externo inexistente. Esta complicación depende de la expresión de los
complejos, de los mecanismos inconscientes en los síntomas de la neurosis y
muchas veces se confunde por sus características, con la neurosis obsesiva. Fue
Freud quien se percató de las relaciones existentes entre estas formas de
trastornos y otras neurosis estructuradas o semiestructuradas. Es así, que en
la literatura psicoanalítica, la neurosis fóbica es llamada indiferentemente
con aquel nombre o con el de histeria de angustia. No nos debemos quedar en la
singularidad del fenómeno patógeno y sus derivaciones si no estudiamos los
fenómenos del entorno y la sociología que la problemática tabú con sus
simbolismos, enriquecen esta expresión patológica.
A medida que el ser
persona se va socializando aparecen en la clínica expresiones fóbicas más
marcadas hacia determinados grupos de pertenencia que hacia elementos menos
personalizados como la agorafobia o la claustrofobia. Tenemos ejemplos muy
claros en psicoterapias breves. En oportunidades, vemos en la clínica, como una
fobia a los espacios cerrados, se corre lentamente a una fobia de encuentro
(con un animal en un ascensor, por ejemplo) para instalarse en una zoofobia. La
fobia al realizar
una declaración en público o simplemente conversar delante de más de
tres personas, se convierte en un rechazo visceral en aquel que se expresa
públicamente, para instalarse en grupos determinados que gritan su lugar en la
sociedad, o que se atreven a no quedarse enclaustrados y salen a mostrar su
necesidad de interacción social. Nos estamos refiriendo, entonces, a la fobia
que se refiere esencialmente al medio social, al espacio
"antropológico" que define la fenomenología, a las relaciones individuales o colectivas con el prójimo que se constituye en objeto de
angustia.
No hemos constatado en
la clínica la unicausalidad de la problemática, pero sí contundentemente,
debemos declarar la policausalidad de la misma: restos de fobias de la primera
infancia generalmente referidas a elementos
de grandes dimensiones en actitudes amenazadoras de persecución o
destrucción (ver "el pequeño Hans: Freud); restos de fobias de la segunda
infancia, con elementos repulsivos vividos como muy peligrosos para la
integridad corporal y que conlleva la posibilidad del no control. Podemos detenernos
un momento en una
de las características de la anterior descripción y debemos estar sumamente
atentos por las interpretaciones que conlleva, es decir, la fobia en relación
con situaciones visuales alimentadas y distorsionadas por una gran capacidad
imaginativa. Podríamos insinuar que en toda fobia social, existe una importante
presencia de restos de pensamientos mágicos infantiles. Esto es de suma
importancia, porque podría confundirse con situaciones alucinatorias o
delirantes, no es así, no se trata de psicosis encubiertas. Los elementos
residuales fantaseados, el éxito en la instalación de defensas como la
intelectualización y la racionalización nos permitiría definirle dentro del campo
de la temática neurótica. Vemos así, la situación neurótica explorando el
espacio en busca de un peligro mal definido, pero con una estructura clara y
precisa. Asimismo es harto difícil enumerar todas las situaciones fóbicas tan
intrincadas, poco claras e imprecisas y describirlas como hacemos ahora. Pero a
través de las pautas anteriormente citadas, sumadas a las características que
necesariamente deben aparecer (repetición, nuevos argumentos, insistencia,
fantasía), la base será la misma: desplazar la angustia. Por ello, los signos
serán diversos y es preciso que lo sean, para desorientar al sujeto-objeto y
hacerlo soportar, por medio de todo ese cuidado y patológico tramado, la
situación de angustia real.
Las conductas fóbicas
consisten en recurrir a determinados artilugios, políticas y sofisticados
planes para conspirar contra la angustia. En caso de fracaso, se renuevan
vívidamente las conductas evitativas. En caso de éxito se reafirma el
seudo-alivio. Por ende las conductas fóbicas siempre conducen con fracaso a la
resolución de la problemática básica y con éxito a la reinstalación y
afirmación de la situación fóbica. Cuando el objeto fóbico real o imaginado
aparece en campo de situación, la persona, grupo o institución enferma, está en camino de proveer
una crisis de angustia con todas sus manifestaciones psicológicas y
fisiológicas. Asimismo, la conducta tiende permanentemente a evitar el
encuentro con el objeto tabú lo que conduce a reiteradas fugas de muy diversa
factura, según la forma y la intensidad de la angustia subyacente. En caso de
fracaso de la fuga, se alía al objeto fóbico-mítico en un afán omnipotente de
poder controlarlo. Una de las fugas características, es "adelantarse"
al objeto fóbico en una preocupación paranoide siempre renovada. Por ello, no
debemos esperar una respuesta a un
estímulo determinado en este tipo de conductas. Muchas veces observaremos una
respuesta específica o inespecífica sin que necesariamente se encuentre el
estímulo externo que se supone la originó. Veamos algunos ejemplos: es
interesante observar, el prejuicio que surge de algunas personas que participan
activamente en Instituciones de Derechos Humanos, rechazando pares que
co-participan de su cosmovisión, como así también, autoridades de
establecimientos para rehabilitación De o Para personas ciegas o disminuidas
visuales, que no aceptan profesionales
ciegos rehabilitados en sus equipos de rehabilitación. Podríamos suponer como
hipótesis, que toda conducta prejuiciosa tendrá como base la desinformación, la
des-formación y una neurosis fóbica de
importante cronicidad. Otra característica que envuelve al síndrome fóbico es
la búsqueda de seguridad que, algunos autores como Laughlin habían
caracterizado como otra variedad de neurosis. Todo o nada. El objeto temido y
el objeto buscado son la misma cosa, ambos nos permiten observar como la
conducta fóbica está perfectamente ligada por intrincadas tramas... El ejemplo
más claro son las conductas supersticiosas, la religiosidad, elementos
conjuratorios o diferentes determinismos que tranquilicen la aparición o la
posible aparición del objeto fóbico representante del tabú en vigencia. Son así
claras las declaraciones de parte de la iglesia con respecto a la sexualidad,
al control reproductivo, la masturbación o la homosexualidad. Allí se expresan
las más amplias singularidades a través de expresiones controvertidas,
contradictorias y de alto nivel de confusión, pero con una atenta lectura, surge simplemente el
personaje fóbico cabalgando sobre el tabú, en el desierto de los significantes.
Miedo es una forma de
denominar el sentimiento concomitante. Pero no alcanza, ya que no existe una
palabra para describir el sentimiento fóbico como expresión. Nos acercamos un
poco más si lo describimos como un pavor sostenido de nivel apenas inaceptable,
de duración continua y de aparente fácil alivio a través de la proyección. Este
estado continuo, es lo que hace que la personalidad fóbica se instale en
permanente alerta. Un alerta especializada, selectiva. Este pavor sostenido, fruto
de la obscuridad subjetiva a la represión de la demanda instintiva. Es aquí,
donde comenzaremos a traducir el lugar de la paradoja. La personalidad fóbica
que manifiesta pavor ante situaciones de definición aparentemente poco clara
y/o claramente mal definida a su saber, lo único que posee es la sensación de
peligro. Peligro que de-viene, según el paciente, del afuera, en contraposición con su aparente mundo
interior, sencillo, límpido y con perfiles claramente estructurados. Es aquí donde planteamos este lugar como una
metonimia derrocando el lugar de la paradoja. Los elementos tanáticos puestos
en el afuera, son claramente una mera proyección de los elementos constitutivos
internos que el paciente, la persona, el grupo o la institución padecen pero no
soportan. Los elementos envidiógenos hacen que se introyecten los elementos
eróticos en el adentro, quedando solamente estos elementos disociados en su
interior. Es allí donde se instala la metonimia: la claridad y pureza de su
"ser yo" en contraposición de todo lo exterior. Ese "ser
yo", idealizado se proyecta como un yo ideal, imponiéndose a la realidad
externa como un modelo de virtud, templanza y ejemplo a seguir. Tomemos como
ejemplo algunas Instituciones Totales: centro militar o religioso. Tienden a
proyectar fuera de sí el trauma que viven dentro de sí, negando un mundo del
que viven prisioneros, prohibiendo afuera lo practicado adentro pero que no se
re-quiere instalar en el discurso, decir, mostrar, reconocer, resinificar.
Doble negación que trae aparejado el síntoma, defendiéndose de sus
pulsiones,-racionalizando-intelectualizando-negando-prohibiendo.
Tanto las
instituciones, los grupos o las personas que son derivadas a la clínica
psicológica con estas características, son complejos de tratar por cuanto el
discurso se presenta plagado de lógica neurótica en función de un nuevo posible
enemigo: el propio analista, por ende, la libre exposición del contenido
mental, es vivido con pánico y el "exponerse" como un lugar tanático
por excelencia.
Muchos autores discrepan sobre las conductas de carácter
fóbico, más coinciden en un punto: la actitud de huida. Suelen señalarse dos de
estas actitudes. La actitud
introvertida y el
comportamiento de desafío.
La primera conduce a exposiciones de
inhibición que pueden aparecer representadas por inhibiciones sexuales, cierta
timidez o indecisión, tales como el rechazo al contacto y el aislamiento. Por
otro lado, los autores coinciden en señalar una actitud en el afuera, con
disposiciones altivas como señala Mallet
y por un comportamiento de desafío. Queremos señalar, que las dos actitudes son
correspondientes a una misma conducta fóbica, donde una conducta xenofóbica
puesta en acto es coincidente con una prohibición de contacto con el Otro,
dominada por la misma patología con expresión de carácter diferente. Una hacia
adentro introyectando la proyección, otra hacia afuera, estableciendo la
proyección como síntoma clásico, y una misma actitud: la actitud de huida.
La a sexualidad de la
personalidad fóbica está alterada por una intensa inhibición. Existe una
necesidad de entrega como donación al Otro, pero éste es potencialmente un
enemigo encubierto. Se evita así el acercamiento o éste se realiza bajo
parámetros en que no se subjetiviza al Otro, sino se lo objetiviza al
revestirlo de proyecciones. Las relaciones entonces, se convierten en anónimas
o fugaces. Cuando los elementos fóbicos están implicados como características
de personalidad, existe una sexualidad aparentemente sin conflictos, en un
principio, pero luego y en base a problemáticas superficiales, empezarán a
parecer lo que podríamos denominar "boicots fóbicos", pequeñas fugas
que terminan minando la relación.
Los síntomas de
angustia, pueden instalarse y aparecer egosintónicos a la lectura del paciente
y en el caso que aparezcan egodistónicos, son difíciles de detectar para el
entorno. Pueden permanecer camuflados a los ojos de los demás durante demasiado
tiempo. El paciente, la persona, el grupo o la Institución, tienen demasiados
medios y métodos para evitar el displacer de la problemática, por ende,
utilizan los mismos mecanismos para ocultar sus terrores, miedos o pavores. El
único momento adecuadamente terapéutico es el: "cuadro de
agotamiento", que se presenta ocasionalmente. Es el momento, que bajas las defensas, debemos actuar en la
cadena de significantes. En caso contrario, sólo nos resta provocar las
proyecciones en el marco terapéutico con el fin de devolverlas contra transferencialmente
en introyecciones menos paranoides y angustiantes. No obstante, esto último, es
trabajo lento y arduo. Atendiendo sólo los síntomas manifiestos, no nos
garantiza el éxito de la terapéutica. Es clave no reforzar la
intelectualización o racionalización por medio de interpretaciones o
señalamientos que contengan discursos lógicos muy armados. Las mismas, serán de
carácter afectivo donde esté claramente el permiso y el ¿por qué
no?, en lo no dicho del decir. En los casos en que obtengamos mínimamente
un estado de equilibrio, no debemos esperar la desaparición de todos los
síntomas egodistónicos. Si las conductas de tranquilización son suficientemente
eficaces y el juego de pulsiones y defensas actúan adecuadamente, la conducta
fóbica tenderá hacia sus objetos fóbicos con un seudo permiso, es decir, con
angustia, pero con acercamiento. Este es punto clave, porque el contacto con la
realidad, el contacto con el objeto fóbico, permitirá la posibilidad de
disolución del tabú de base si el paciente, el grupo o la Institución pueden
ver que no se trata de un elemento peligroso para su integridad.
La psicoterapia puede
dar una buena respuesta ante características de personalidad con elementos
fóbicos por la accesibilidad y los elementos ansiógenos que llevan generalmente
a la consulta. Por otra parte, en la neurosis obsesiva, se indica una
terapéutica psicoanalítica por tener una estructura de defensa-pulsión más
intrincada, complicada y sistematizada. No se deberá descartar la posibilidad,
en estructuras fóbicas graves, de un estado pre-sicótico y recordar que también,
la melancolía presenta como síntoma, fobias sintomáticas.
Como síntesis, podemos
enunciar que la fobia se presenta entonces, como una experiencia onírica de
autoacusación fantasmagórica en el Otro.
HOMOFOBIA
La Homofobia se
presenta como una experiencia onírica de autoacusación en el Otro,
reproduciendo los procedimiento de defensa contra el miedo y la culpabilidad
(mecanismo de desplazamiento) con la posibilidad de defensas contrafóbicas dirigidas hacia sustitutivos de la situación reprimida. Esta angustia
subyacente tiene claramente el valor de sensaciones internas desaprobadas, ya
que se trata de pulsiones sexuales, de pulsiones agresivas, o aún de ciertas
pulsiones arcaicas, descriptas con el nombre de "instintos
parciales". Existen relaciones intra e interdialécticas entre las
experiencias individuales y los placeres específicos. Las fobias pondrán en
vigencia la movilización de las dudas de elección y rechazo, antiguamente
útiles, pero que ya no expresan tal éxito en la experiencia de la persona adulta.
La Homofobia constituye una actualización hacia objetos parciales anacrónicos,
gracias a fijaciones sobre "trozos" de experiencia. Deberemos
entonces, ligar la Homofobia a ciertas fijaciones libidinales como expresión no
solamente de regresiones parciales sino como
actualización de la posición, en los referidos instintos parciales.
Queda claro, entonces, que este trabajo se establece sobre el análisis de la
integración y desintegración de experiencias constitutivas en las relaciones
que nos unen, sea por una invencible atracción, sea por una violenta repulsión
a los objetos simbólicos constitutivos por la red de significantes que
conforman la expresión de nuestros sentimientos. El entorno a través de sus
sistemas de valores establece una ampliación de la Ley, imponiendo un orden
constitutivo. Este orden puede establecerse desde una legalidad estricta,
proyectándose e introyectándose como elemento paranoide. Un claro ejemplo es
nuestra sociedad patriarcal con sus estereotipos, vallas que permiten la forclusión
de la estructura en la creación plástica de un individuo madurativamente sano,
impidiendo el adecuado desenvolvimiento en el corrimiento de los límites, ya
que se confunde el desplazamiento de éstos con el derrocamiento de la Ley. Una
de estas vallas es la Homofobia como entendimiento del lugar de la prohibición
de transponer los límites de la heterosexualidad.
HOMOFOBIA Y SOCIEDAD
La Homofobia es una obsesión compulsiva en la sociedad
actual que se expresa y la violencia en la mujer, como forclusión de toda
expresión que se aleje del sistema que se supone establecido. La Homofobia
influye en todas las etapas del desarrollo de la persona psicológica y se
expresará de acuerdo a las características de personalidad de la misma. Es así
que la expresión fóbica restará energía madurativa para la resolución de las
demás problemáticas. No será posible que el individuo, el grupo o la
Institución, establezca relaciones
estables con sus objetos internos y externos si no quiere lo que desea o no
acepta lo que es. No será posible que establezca relaciones estables con sus
objetos internos y externos si la persona no respeta lo que el Otro desea y no
acepta lo que es. No es posible el crecimiento y la superación a través del
rechazo a uno mismo o al Otro. La Homofobia se expresa en la sociedad contra la
persona homosexual como sanción a aquellos que, por una elección o no,
ponen en tela de juicio el lugar de
agente reproductor, enfatizando el lugar del deseo. Es decir, se forcluye la posibilidad de señalar el lugar
de la sexualidad en favor de una genitalidad inmadura. Desde una factura de
poder, es necesario tratar de limitar,
según el ecúmene, a los que por una y otra razón señalan el lugar de la
transgresión. Una cultura sexual entonces, que se ha visto convertida, en exponente del cuestionamiento.
HOMOFOBIA E
INSTITUCION TOTAL
La Homofobia desde las Instituciones Totales, toman un
particular énfasis, ya que ponen en juego las viejas prohibiciones. El permiso
aún con miedo y con condicionamientos y la expresión de la singularidad,
pondría en sendos peligros aquellas Instituciones Totales que se basan en la
generalidad: la institución militar por ejemplo, a través de su preparación, va
minando la singularidad de sus componentes en una pertenencia a un solo cuerpo.
El espíritu global, la pertenencia a la institución, está en clara
contradicción con las expresiones individuales, es decir, con el deseo. Por
ello sus estamentos y objetivos estarían seriamente afectados si existiesen
diferentes formas de ver una misma cosa. La psicología militar necesita
uniformar la ropa, los giros de pensamientos, los sentimientos y lo que es peor
aún, la sexualidad. Es por ello que verá como potencial enemigo a cualquier
persona o institución que pregone los derechos individuales de la persona
sintiente. La expresión se hará a través de la proyección de sus miedos y
angustias en todo aquel que bregue por establecer sus derechos y que no
considere los parámetros establecidos estatutariamente. Así la Institución
Total, como la iglesia, no importa a cual nos referimos, claramente intenta
doblegar a sus acólitos a través del control de sus pensamientos, sus
sentimientos y desde su sexualidad, impulsará las conductas más sutiles, hasta las más agresivas, con el
fin de subrogar a todo lo que se aparte de sus preceptos.
HOMOFOBIA, FAMILIA Y
ENTORNO
Todos estos mecanismos
se notarán y se marcarán claramente en
la Homofobia expresada en el entorno. Los padres y familiares de una persona
homosexual, tratarán de maneras directas o indirectas de "corregir"
lo que a la postre es una "forma de ser en el mundo". Por lo impuesto
en la educación, tratarán de enfatizar a través de la Homofobia, la dificultad
a la propia sexualidad. Es decir, más allá de la elección de objeto, la persona
sexuada le está marcando al Otro, el lugar de la posibilidad. Un entorno homofóbico
es el lugar de la doble negación, ya que conviven y sufren una situación que
reniegan y no quieren ver lo que ven. Negación de negación, particular momento,
cuando uno de los miembros de la familia marca el lugar de ser persona sexual.
Dicho de otro modo, cuando un miembro de la familia resignifica un lugar, en
este caso la sexualidad, obliga directamente, a los demás miembros, a
establecer nuevas pautas y valores, es decir, a hacer un corrimiento de
significantes en el delicado equilibrio de una situación social, emocional,
familiar. Se convierte así, la persona homosexual, en representante, en
emergente de una situación como proceso. Aparecerán en el entorno, diferentes
defensas, para mantener el viejo equilibrio ya quebrado. Unas de estas serán la
conducta homofóbica de sus integrantes y el objeto transicional, la persona
lesbiana o gay.
HOMOFOBIA Y PAREJA
Con referencia a la
Homofobia en la pareja de una persona lesbiana o gay, podemos observar que
muchos pleitos, odios, traiciones o infidelidades son patognomónicos de dudas o
permisos internos, respecto a la propia sexualidad.
Algunas personas homosexuales tienen variadas
dificultades para establecer una relación estable. Rompen en sí y para sí
varios esquemas y estereotipos establecidos. No obstante necesitan establecer
un tipo de relaciones que es copia fiel de aquello que no aceptan y rechazan:
necesitan imprimir en sus relaciones de pareja parámetros inculcados y
establecidos por esa sociedad patriarcal que de alguna manera con sus
prácticas, conscientes o no, están reformulando. A esto se suman dificultades
en el permiso de esa sexualidad asumida: viejas culpas, situaciones incómodas,
hacen que algunas personas homosexuales,
como mecanismo homofóbico,
proyecten en sus parejas esta trabas, secundada por una sociedad y un
entorno no permisivo. Esto se confirmará claramente, cuando investigamos
parejas de personas lesbianas o gays que mantienen una relación estable. Los
miembros sostienen dentro de la pareja, características de individualidad que
permiten cierto grado de independencia y acrecienta la expresión del ser persona
como prioridad al ser pareja. Su ser homosexual, exclusivo o no, se mantiene
bajo equilibrio no estable. Es decir, se elaboran las situaciones conflictivas
sin elementos proyectivos, los que les permite entrar en conflicto sin
necesariamente desplazar el mismo a la pareja. Ora tienden al aislamiento,
resguardándose de los daños que puede causar el entorno, ora mantienen un entorno marcadamente
favorable a la situación que están viviendo. También en mucho menor grado hemos
podido observar, pero no es lo habitual, parejas estabilizadas con claras
reglas de juego y un entorno adecuado, tanto familiar como de amigos que
fomentan el equilibrio creativo casi permanente. Dicho de otro modo, si las
relaciones que se con-forman no son tan estables como es de esperar, las causas
que aparecen a primera instancia, son consecuencia de la introyección de los
aspectos sociales incorporados en la socialización primaria y secundaria, es
decir quedarán como expresión la discriminación social y la propia Homofobia
internalizada.
HOMOFOBIA DE LA
PERSONA HOMOSEXUAL
Consideremos la
Homofobia de la persona homosexual con sus propios pares y con sí mismo. El
elemento tabú, que la persona toda expresa, imprimirá a través de diferentes
rechazos, tomando en el afuera, los objetos que necesite o cree necesitar para
aliviar la angustia culpógena que produce el lugar de la prohibición. Es así,
que aparecen defensas que C.A. Tripp denominaría:
Defensa del "rol
de género", en que muchos varones y mujeres se sienten libres
para responder a parejas del mismo sexo si pueden mantener el rol que el género
le asigna ante sí mismos, ya que es una forma de racionalizar que lo que están
haciendo "no
es realmente homosexual". Estos aspectos se han extendido al saber
popular a tal punto que el arte erótico de todo el mundo suele representar la
actividad sexual entre dos mujeres de modos exentos de cualquier con-notación
lésbica. No hay comprensión, entre la
mayoría de los mismos gays, de la temática lésbica, imaginando que las mujeres
que se responden sexualmente, están demostrando su excitabilidad y disposición
a responder ante un varón, si él estuviera
allí. La realidad es que
todas estas actitudes son respuestas homofóbicas.
En los contactos
sexuales entre varones o mujeres, ambos elementos homosexuales están extensivamente motivados
ya que nadie responde fácilmente a un compañero/a que no tenga significado
sexual.
Defensa de la "inocencia
personal", una expresión homofóbica. En ocasiones, estas
mujeres o estos varones, se convierten en expertos en el arte de seducir al
Otro para que se adelanten, o mejor "accidentalmente" pueden tener el
tipo de personalidad que comunica una fácil accesibilidad. La otra parte de la
racionalización (que la culpa es del que inicia las cosas) tiene una larga tradición
social. Los antiguos teólogos sostenían
que las mujeres eran responsables respecto a los pecados sexuales, porque ellas
eran las tentadoras, la iniciadoras y premeditadas, capaces de excitar a los varones
inocentes. Es así, que el lugar de la inocencia, mengua la culpa de
decidir determinado objeto de deseo, convirtiendo el acto propiciador en un
acto meramente homofóbico hacia la propia persona que lo emite. Algunas taxis
boys son representativos clásicos de la Homofobia ya que establecen el mismo
tipo de defensas psicológicas. Al ser elegidos y pagados se sienten libres de
hacer sin complejo de culpa lo que por el impulso del deseo propio, les
resultaría atormentador.
Defensa del "sólo
ahora", de carácter transitorio, permite la temporalidad de
la expresión del deseo sin la culpa del compromiso o la repetición del acto. La
racionalización de la homosexualidad como fase temporal, es tan poderosa, que
puede seguir siendo convincente, en ausencia total de actividades
heterosexuales. Pero si una persona también está implicada en actividades
heterosexuales, puede explicar fácilmente su homosexualidad como incidental.
Defensa de la "amistad
especial", que está relacionada homofóbicamente con poderosas
preocupaciones de orden moral. Algunos contactos homosexuales son totalmente
permisibles siempre que sean promiscuos, oportunistas o carezcan por otras
causas de emoción, porque entonces "no significan nada". Al volver a
considerar los diversos modos que la gente ha descubierto para negar la
homosexualidad que están practicando, surgen algunos temas centrales.
Todas las racionalizaciones o
intelectualizaciones, evitan las temidas implicaciones sociales y morales de la
homosexualidad. Todas niegan la homosexualidad como una preferencia (si no de
modo total, afirmándola entonces en un sentido oportunista o relegándola a los
estrechos confines de una situación particular). Todas llevan al menos, la
afirmación implícita de la heterosexualidad de la persona como primaria. Todas
suelen ser auto engañosas en cuanto que son defensivas. Cada uno de esos
sistemas de re-negación, pueden aparecer aislados o en combinación, pero
siempre encuentran el modo de evitar comprometerse en la homosexualidad
definiéndose como un miembro regular de la sociedad que no se encuentra
apartado de ella por nada esencial.
La psicología homofóbica de algunas personas
homosexuales puede ser muy compleja. Motivada por un simple deseo de proteger a
los de su propia posición, es frecuente que construya una complicada moralidad,
según la cual justifique sus preferencias mediante el ataque público a las
variaciones de su propia actividad, y puede hacerlo pensando que mantiene una
cierta honestidad. El sacerdote que ha mantenido desde hace mucho tiempo una
única y continuada relación homosexual, puede unirse a las voces de otros para
perseguir las relaciones múltiples en la homosexualidad. Otras que se sientan
atraídas por mujeres adultas, pueden tranquilamente menospreciar y prejuiciar
el lesbianismo que implique la elección de jóvenes adolescentes.
Esto es un muy somero análisis de los
elementos homofóbicos en la sociedad. No solamente socava la personalidad de
todos sino la vida del ser lesbiana o gay en particular, por ende, constituye
un elemento disociador fundamental, en las relaciones de todos los seres. Es
por ello que debemos combatir este flagelo a través de los grupos de reflexión,
estudios profundos para erradicar la Homofobia en algunos psiquiatras y
psicoanalistas, la elaboración de la temática en análisis y sobre todo, la modificación
de los conceptos sociales de convivencia. Si no modificamos los valores de
interacción social, se mantendrán los elementos tabús que nos discriminan a
todos y atendiendo la Homofobia.