martes, 14 de octubre de 2014

El Síndrome de Abstinencia

El síndrome de abstinencia es el conjunto de síntomas, reacciones físicas o corporales que ocurren cuando una persona deja de consumir sustancias a las que es adicta. El SA puede aparecer relacionado con cualquier sustancia que tenga el potencial de crear dependencia, el alcohol, el tabaco, cocaína, cannabis, cafeína, benzodiacepinas, etcétera.

Aunque los síntomas varían en forma e intensidad de acuerdo con el producto empleado y el tiempo que lleva desarrollándose la dependencia, en todos los casos se deben a que se ha alterado el funcionamiento normal del sistema nervioso.

Este síndrome también puede presentarse en algunas enfermedades psicológicas como la dependencia emocional, donde no se depende de una sustancia o droga, pero sí de afecto desmedido o dependencia hacia otra persona, presentando el individuo somatización (es decir, proceso por el cual se transforman o convierten problemas emotivos o psicológicos en dolores físicos).

Tipos de síndrome de abstinencia

El síndrome de abstinencia agudo es el más conocido. Se trata de una serie de reacciones fisiológicas y psicológicas que aparecen nada más interrumpir el consumo de una sustancia psicoactiva hacia la que se sufre adicción. Los síntomas dependerán del tipo de sustancias psicoactiva. Generalmente el SA produce lo contrario al consumo de la sustancia (por ejemplo, si el consumo de cocaína produce activación e hiperalerta, su síndrome de abstinencia produce decaimiento, desgana, etcétera). La intensidad y gravedad de estos síntomas varían en función del tipo y de la cantidad de sustancia habitualmente consumida.

Sin embargo a este síndrome de abstinencia le acompañan frecuentemente otros SA menos conocidos. Estos son:
  • Síndrome de abstinencia tardío: caracterizado por un conjunto de alteraciones del sistema nervioso asociado con problemas de salud física y psicológica. El SA tardío interfiere de forma significativa en la vida del paciente además de aumentar la probabilidad de recaía.
  • Síndrome de abstinencia condicionado (o psicológico): los síntomas del SA agudo re-aparecen cuando la persona se encuentra en situaciones en donde habitualmente consumía la sustancia. En este síndrome ha habido un proceso de aprendizaje en el que se asocian determinados estímulos a la conducta de consumir. Por ejemplo, es frecuente que los fumadores fumen más en circunstancias concretas. Así pasa por ejemplo, cuando se toma café o en el descanso de una charla. El SA condicionado aparecerá en el proceso de deshabituación tabáquica en estas circunstancias.
Causas

En términos generales, las sustancias adictivas poseen compuestos semejantes a los neurotransmisores (compuestos químicos empleados por las neuronas para comunicarse entre sí) encargados de desencadenar la actividad de los centros cerebrales de recompensa, placer o satisfacción, los cuales permiten la expresión de emociones gratificantes como entusiasmo, alegría y serenidad. Precisamente por ello hay quienes los utilizan para enfrentar momentos difíciles.

Pero, el uso frecuente de drogas, tabaco o alcohol exige cantidades cada vez mayores para lograr el mismo efecto, a este hecho se le conoce como tolerancia, y ocurre porque las sustancias adictivas sustituyen gradualmente la creación de neurotransmisores que desencadenan sensaciones de bienestar. En consecuencia, el paciente pierde la capacidad de experimentar gozo y tranquilidad de manera natural, y crea una dependencia o consumo compulsivo para no sufrir una serie de malestares como ansiedad, nerviosismo, alucinaciones, sudoración, temblores, escalofríos, dificultad para dormir, vómito y otros que, en conjunto, forman el síndrome de abstinencia.

Cabe destacar que el abuso de sustancias no siempre crea dependencia física, sino psicológica, la cual se basa en el deseo continuo de consumir un químico para hacer frente a situaciones que generan malestar. Aunque también es muy difícil de superar, tiene la peculiaridad de que cuando se deja de emplear la droga no se manifiestan cambios en el organismo, es decir, no hay síndrome de abstinencia, sólo alteraciones emocionales y de conducta. El uso continuo de sustancias que actúan sobre el sistema nervioso es responsable de dependencia física, ya que el cuerpo se adapta a ellas y el cerebro experimenta un cambio en su estructura y desempeño, de manera que sólo puede funcionar normalmente ante la presencia de dichos químicos, sin olvidar que cada vez requiere mayores dosis para obtener efectos placenteros.

Es importante mencionar que cada sustancia actúa en forma particular en el cerebro y que no todas generan dependencia física ni síndrome de abstinencia. Para explicarlo mejor, podemos recurrir a una clasificación general de dichos químicos en tres grupos:

Depresores: Dosis pequeñas generan euforia, pero cuando son altas relajan la actividad del cerebro, produciendo aturdimiento y letargo, incluso la muerte al paralizar la actividad nerviosa que controla al aparato respiratorio. Muchos de estos químicos se utilizan con finalidades médicas, como tranquilizantes (narcóticos) o inductores del sueño (hipnóticos). Los más conocidos en esta clasificación son: alcohol, benzodiacepinas, fármacos calmantes, solventes y adhesivos; los tres primeros generan dependencia física y psicológica, los dos últimos sólo psicológica, según se ha comprobado hasta la fecha.

Estimulantes: Incrementan la actividad del sistema nervioso central. Suelen generar mejoría del estado de ánimo, sensación de felicidad, aparente aumento de la capacidad mental y física, falta de sueño y apetito, así como mayor actividad en general. Este grupo incluye anfetaminas, metanfetamina (speed), metilendioximetanfetamina (éxtasis o MDMA), fenciclidina (PCP o polvo de ángel), cocaína, nicotina, y cafeína; todas estas sustancias generan dependencia física y psicológica en distinto grado, además de síndrome de abstinencia.

Alucinógenos o psicodélicos: Producen la impresión de percibir imágenes o sonidos que no pueden captarse ordinariamente con los sentidos, y son empleados por algunas culturas en rituales. Producen aumento en la actividad de algunos centros cerebrales, dilatación de las pupilas, frío en brazos y piernas, y sensación de hormigueo en el estómago; así mismo, llegan a generar experiencias muy placenteras o terroríficas. En esta categoría encontramos: dietilamida del ácido lisérgico (LSD), mescalina (peyote) y psilocibina; existe discusión acerca de su capacidad para generar dependencia psicológica, en tanto que la de tipo físico y el síndrome de abstinencia parecen estar por completo ausentes, salvo en sustancias específicas como la ketamina o la fenciclidina, cuya capacidad de provocar dependencia, tanto física como psicológica, está comprobada.

Síntomas

Los síntomas del síndrome de abstinencia siempre dependerán de la sustancia utilizada y del organismo de cada persona, ya que no siempre se tienen las mismas reacciones, en términos generales describimos a continuación los síntomas correspondientes a las adicciones más frecuentes:

Alcohol. El síndrome de abstinencia en bebedores relativamente moderados comienza de 12 a 24 horas después de haber dejado de beber, y sus síntomas son: temblor, debilidad, escalofríos, cefaleas, deshidratación y náuseas. También es común el deseo de volver a ingerir esta sustancia.

En grandes bebedores, además de lo anterior, puede producirse un evento más grave, llamado delírium tremens, que ocurre entre 2 y 10 días después de dejar de ingerir alcohol y que puede ser mortal. En principio, el paciente se muestra ansioso, desorientado, con pesadillas, sudoración excesiva, alteraciones en el tacto y depresión profunda; en ocasiones el pulso se acelera, hay fiebre, convulsiones (epilepsia alcohólica) y alucinaciones. También parece que el suelo se mueve, la cama gira o las paredes caen.

Síntomas

Los síntomas de abstinencia del alcohol se presentan por lo regular al cabo de 8 horas después del último trago, pero pueden ocurrir días más tarde. Por lo general, alcanzan su punto máximo en 24 a 72 horas, pero pueden persistir durante semanas.

Los síntomas comunes abarcan:
  • Ansiedad o nerviosismo
  • Depresión
  • Fatiga
  • Irritabilidad
  • Sobresaltos o temblores
  • Altibajos en el estado de ánimo
  • Pesadillas
  • No pensar con claridad
  • Otros síntomas pueden abarcar:
  • Piel fría y húmeda
  • Pupilas agrandadas (dilatadas)
  • Dolor de cabeza
  • Insomnio (dificultad para dormir)
  • Inapetencia
  • Náuseas y vómitos
  • Palidez
  • Frecuencia cardíaca rápida
  • Sudoración
  • Temblor en las manos y otras partes del cuerpo
Una forma grave de abstinencia alcohólica llamada delirium tremens puede causar:
  • Agitación
  • Fiebre
  • Ver o sentir cosas que no existen (alucinaciones)
  • Convulsiones
  • Confusión intensa
Si hay deficiencia de vitaminas llegan a presentarse, después del delirium tremens, el síndrome de Korsakoff, en el que se pierde la memoria de acontecimientos recientes, y encefalopatía de Wernicke, que genera movimientos anormales de ojos y extremidades, confusión y cambios de carácter.

Nicotina. Por regla general, cuanto más tiempo y más cigarrillos haya fumado una persona, mucho mayor será la probabilidad de que presente síntomas al abandonar el consumo de tabaco; los más comunes son: deseo irrefrenable de fumar, tensión, irritabilidad, dolor de cabeza, dificultad para concentrarse, somnolencia o insomnio y aumento del apetito y de peso. El uso de la nicotina puede tener muchos efectos diferentes en el cuerpo:
  • Disminuye el apetito (el temor a aumentar de peso hace que muchas personas no quieran dejar de fumar).
  • Estimula el estado anímico y puede incluso aliviar la depresión menor (muchas personas experimentarán una sensación de bienestar).
  • Incrementa la actividad intestinal.
  • Crea más saliva y flema.
  • Incrementa la frecuencia cardíaca alrededor de 10 a 20 latidos por minuto.
  • Incrementa la presión arterial a 5 a 10 mmHg.
  • Puede causar sudoración, náuseas y diarrea.
  • Estimula la memoria y la vigilia (las personas que consumen tabaco con frecuencia dependen de él para ayudarlos a cumplir ciertas tareas y desempeñarse bien).
Los síntomas de abstinencia de nicotina aparecen al cabo de 2 a 3 horas después del último consumo de tabaco. Las personas que fumaron por más tiempo o que fumaban una cantidad mayor de cigarrillos al día son más propensas a tener síntomas de abstinencia. Para quienes están dejando de fumar, los síntomas alcanzan su pico máximo aproximadamente de 2 a 3 días después. Los síntomas comunes abarcan:
  • Un deseo vehemente de nicotina
  • Ansiedad
  • Depresión
  • Somnolencia y problemas para dormir
  • Malos sueños y pesadillas
  • Sentir tensión, inquietud o frustración
  • Dolores de cabeza
  • Incremento del apetito y aumento de peso
  • Dificultad para concentrarse
  • Usted puede notar algunos o todos estos síntomas al cambiar los cigarrillos regulares por cigarrillos con contenido bajo de nicotina o cuando reduce la cantidad de cigarrillos que fuma.
Narcóticos. Morfina, opio y heroína, además de sustancias farmacológicas como oxicodona y codeína integran este grupo de depresores del sistema nervioso. La reacción del organismo ante la abstinencia suele ser, en principio, respiración agitada acompañada de bostezos, lagrimeo, flujo nasal y sudoración; luego se presentan hiperactividad, sentido de alerta exacerbado, incremento del ritmo cardiaco, piloerección ("piel de gallina") y fiebre. Otras manifestaciones son pupilas dilatadas, temblores, escalofríos, dolor muscular, inapetencia, dolor abdominal y diarrea.

La marihuana y la salud mental: Varios estudios han demostrado que existe una asociación entre el consumo crónico de marihuana y una mayor incidencia de ansiedad, depresión, ideas suicidas y esquizofrenia. Algunos de estos estudios han demostrado que la edad del primer consumo es un factor importante, y que el uso temprano de la droga constituye un marcador de vulnerabilidad para problemas más adelante. Sin embargo, en este momento no está claro si el consumo de marihuana causa los problemas mentales, los empeora o si se utiliza la droga en un intento de automedicarse los síntomas preexistentes. El consumo crónico o habitual de marihuana, especialmente en una persona muy joven, también puede ser un marcador de riesgo para las enfermedades mentales, incluyendo la adicción, que provienen de vulnerabilidades genéticas o ambientales, tal como la exposición temprana al estrés o a la violencia. Actualmente, la evidencia más fuerte establece un vínculo entre el consumo de marihuana y la esquizofrenia y otros trastornos relacionados.6 Las dosis altas de marihuana pueden producir una reacción psicótica aguda. Además, el consumo de esta droga podría provocar la aparición de esquizofrenia o una recaída en aquellas personas vulnerables a este trastorno.

Ansiolíticos e hipnóticos. Son fármacos depresores de la actividad nerviosa, como benzodiacepinas, barbitúricos, glutetimida, cloralhidrato y meprobamato que se prescriben con receta médica para controlar la ansiedad o inducir el sueño, pero que al tomarse en altas dosis o por periodos prolongados generan adicción. Al interrumpir su consumo cuando hay dependencia se desencadena una reacción grave, aterrorizante y potencialmente mortal, muy parecida al delirium tremens, cuyos síntomas principales son debilidad, malestar general, depresión, temblores, deshidratación, delirio, insomnio y alucinaciones.

Anfetaminas. La adicción a estos estimulantes del sistema nervioso suele iniciar cuando se administran como medicamentos para bajar de peso, aunque la metanfetamina y el MDMA o éxtasis han alcanzado amplia difusión en el mercado ilegal. Cuando se interrumpe bruscamente su consumo se generan cansancio y somnolencia extremas, si bien algunas personas se muestran intensamente ansiosas e inquietas. Los consumidores que estaban deprimidos al comenzar a usar las anfetaminas pueden incrementar su malestar cuando las dejan, al grado de que adoptan tendencias suicidas. También experimentan delirios y alucinaciones.

Cocaína. Es otro estimulante del sistema nervioso, sólo que más potente; puede inhalarse o inyectarse, y cuando se hierve con bicarbonato sódico se obtiene el crack, que puede ser fumado. La tolerancia se desarrolla rápidamente y las reacciones de abstinencia incluyen cansancio extremo, depresión y ansia de suicidio; en ocasiones hay alucinaciones.

Síntomas
  • Estado de ánimo deprimido. Sin necesidad de que haya ninguna otra causa a parte de no consumir cocaína.
  • Irritabilidad. Tendencia del adicto a discutir con toda persona que intente hablar con él o ella.
  • Cambios de humor. Del enfado a la depresión y vuelta al enfado, una y otra vez.
  • La fatiga. El adicto se siente muy cansado. El síndrome de abstinencia por cocaína le mueve a intentar descansar todo lo que puede aunque sea sentado sin conseguir que esto le aporte energía.
  • Insomnio. Dificultad para conciliar el sueño, lo que unido al cansancio impide al adicto a recuperar energía y salir de este cansancio.
  • Malestar en todo el cuerpo. El adicto o la adicta, se siente como si tuviese una gripe. El síndrome de abstinencia de la coca hace que le duela todo el cuerpo aunque no esté enfermo. Es su cuerpo reclamando el consumo de cocaína.
  • La desaceleración de la actividad. El adicto se vuelve torpe y lento a la hora de hacer algo.
  • Agitación y conducta inquieta. El síndrome de abstinencia de la cocaína vuelve al adicto muy nervioso.
  • Incapacidad para pensar con claridad. El adicto o adicta es incapaz de concentrarse. Esto hace muy trabajoso el conseguir hablar o razonar con el adicto sobre lo que le está pasando, y aún más ayudarle.
  • Aumento del apetito. Consumir cocaína reduce el apetito. Mientras que el síndrome de abstinencia lo dispara.
  • Pesadillas y sueños desagradables. Sueños muy vívidos y muy inquietantes. Paranoia. Que vuelve al adicto agresivo contra los que le rodean mientras dura el síndrome de abstinencia de la cocaína.
  • Extrema sospecha. Como consecuencia del síndrome paranoide, el adicto desconfía de todo el mundo. Llega a creer que todo el que le rodea pretende acabar con él o ella.
  • Deseo de más cocaína. Un deseo compulsivo y muy fuerte que obsesiona al adicto o adicta.
Polvo de ángel o fenciclidina. Fue desarrollado a mediados del siglo XX como anestésico, pero se suspendió su uso porque los pacientes presentaban ansiedad, delirios y cuadros de psicosis temporal (alteraciones profundas de la realidad y de la percepción sensorial); sin embargo, comenzó a sintetizarse en laboratorios clandestinos para su uso como estimulante. Su abstinencia genera depresión, ansia de consumir drogas, fatiga, dificultades para dormir o dormir mucho, aumento del apetito y de peso, movimientos lentos o súbitos y sueños vívidos desagradables. El carácter suele volverse violento y suicida.

Diagnóstico

Por lo general se basa en: 
  • Observación de los síntomas antes descritos.
  • Historia clínica, en la mayoría de las veces con ayuda de familiares o personas cercanas.
  • Revisión física realizada por un médico general, adictólogo o, en ocasiones, por un especialista en urgencias.
En algunos casos se requieren exámenes de toxicológica (detección de drogas) para descubrir la presencia de numerosas sustancias en el organismo. Dichos estudios pueden efectuarse con pruebas de orina (los más frecuentes) o de sangre (de mayor precisión).

Tratamiento

El objetivo del tratamiento abarca:
  • Reducir los síntomas de abstinencia.
  • Prevenir complicaciones del consumo.
  • Terapia para lograr que usted deje de tomar (abstinencia).
La terapia de rehabilitación contra las adicciones tiene entre sus principales objetivos ayudar a superar el síndrome de abstinencia. Nuevamente, en cada caso se debe considerar cuál es la sustancia empleada por el paciente, ya que de ello dependerán las medidas a seguir:

Alcohol. Una de las primeras complicaciones en ser tratadas es la deficiencia nutricional, por lo que es común la administración de complejos vitamínicos ricos en vitamina C y vitamina (B1, B2,B6); también se combate la deshidratación con soluciones intravenosas de magnesio y glucosa. Por otra parte, se suele prescribir un fármaco benzodiacepínico durante algunos días para calmar la agitación, y en caso de que el paciente sufra alucinaciones se darán antipsicóticos. Todas estas medidas son más agresivas en caso de delírium trémens, aunque también se requiere el empleo de analgésicos que ayuden a fiebre y dolores de cabeza.

Una vez que se ha superado la fase crítica del problema, se requiere la supresión del alcohol por completo. Debido a que es prácticamente imposible que el paciente lo logre por cuenta propia, es necesario que cuente con ayuda psicológica y apoyo de sus familiares, sin olvidar la importancia de recibir asesoría individual por parte del médico (a veces prescribirá algunos medicamentos que le ayuden a prevenir recaídas, sin olvidar que probablemente requerirá atención especial debido a problemas hepáticos o en los riñones). Es de mucha utilidad que se integre a terapias grupales como las que brinda Alcohólicos Anónimos y que sea llevado por un especialista.

Nicotina. Se han desarrollado diversas estrategias de terapia, aunque para que cumplan con el objetivo de superar definitivamente el síndrome de abstinencia y dejar de fumar es conveniente que se utilicen bajo prescripción médica. En casos moderados es ideal recurrir a suplementos de nicotina en forma de goma de mascar o parches, y en casos más severos fármacos como clonidina (ayuda a regular la presión sanguínea), fluoxetina y buspirona (antidepresivos).

También son importantes el apoyo emocional y la terapia psicológica para superar la dependencia a la nicotina, por lo que es altamente recomendable acudir a una clínica antitabaco, donde se brinda tratamiento integral al paciente, siempre de acuerdo con sus características.

Narcóticos. La sustitución de estas sustancias por metadona es el principal procedimiento para superar la abstinencia; de hecho, este fármaco es también un narcótico, pero genera alteraciones menores, se toma con menos frecuencia y puede disminuirse la dosis poco a poco. Asimismo, la naltrexona es útil para la recuperación en caso de dependencia a la heroína, ya que bloquea los efectos de esta droga incluso en dosis intravenosas importantes. Los grupos de ayuda o la terapia psicológica son también de gran utilidad.

Ansiolóticos e hipnóticos. Incluso aplicando el mejor tratamiento, una persona puede tardar un mes o más en sentirse normal. Frecuentemente, los médicos tratan la abstinencia volviendo a administrar el fármaco causante, sólo que en dosis inferior y disminuyéndola progresivamente a lo largo de días o semanas.

Anfetaminas. Un consumidor crónico llega a necesitar de hospitalización durante la abstinencia. Si sufre delirios y alucinaciones puede recibir un fármaco antipsicótico, como clorpomacina, que tiene efecto calmante y alivia el sufrimiento, aunque puede reducir la presión arterial en forma considerable. Asimismo, un ambiente tranquilizante y seguro ayuda a la persona a recuperarse.

Cocaína. El tratamiento exige supervisión de cerca porque la persona puede volverse depresiva y suicida, por ello, muchas veces se recomienda su ingreso a un hospital o centro de rehabilitación. El método más eficaz consiste en combinar asesoramiento médico y psicoterapia personalizada o en grupo, además de que en caso de que se presenten depresión o trastorno bipolar se deben administrar antidepresivos o litio, respectivamente.

Polvo de ángel o fenciclidina. Las medidas a tomar dependen de los síntomas específicos: se administran fármacos para bajar la presión arterial elevada o para frenar las convulsiones; cuando el paciente se agita, se le instala en una habitación tranquila para que se relaje, aunque se le debe supervisar a menudo la presión sanguínea, respiración y ritmo cardiaco. No ayuda hablarle de manera calmada, ya que esto puede agitarle todavía más. En caso que la intranquilidad permanezca, se dará un medicamento como diazepam. Superada la crisis se requiere tratamiento psicológico y probablemente algún antidepresivo.

Abstinencia en recién nacidos. Los bebés con este problema son irritables y es difícil consolarlos, por lo que envolverlos en una manta durante estos episodios puede ayudar. Además, pueden requerir calorías adicionales debido a su mayor actividad, de modo que se les proporcionan fórmulas lácteas que cubran sus exigencias. En caso de vómito o diarrea, se administran líquidos por vía intravenosa para evitar deshidratación.

Se pueden recetar medicamentos para tratar síntomas severos, como metadona y benzodiacepinas, especialmente las convulsiones. También es común que se utilice la misma sustancia a la que fue expuesto el recién nacido, y una vez que se controlan los síntomas del síndrome de abstinencia, se reduce gradualmente la dosis.

Tratamiento Hospitalario

Las personas con síntomas de abstinencia de alcohol u otra sustancia de moderados a graves pueden necesitar tratamiento como paciente interno en un hospital u otro centro que trate este tipo de abstinencia. A usted lo vigilarán muy de cerca para ver si se presentan alucinaciones y otros signos de delirium tremens.

El tratamiento puede abarcar:

Monitoreo de la presión arterial, la temperatura corporal, la frecuencia cardíaca y los niveles sanguíneos de diferentes químicos en el cuerpo.
Líquidos o medicamentos a través de una vena (IV).
Sedación empleando medicamentos llamados benzodiazepinas hasta que la abstinencia sea completa.

Tratamiento Ambulatorio

Si usted tiene síntomas de abstinencia de alcohol o tras sustancias de leves a moderados, a menudo puede recibir tratamiento en forma ambulatoria. Será necesario alguien que se comprometa a permanecer con usted durante este proceso y que pueda vigilarlo. Con frecuencia, se necesitan visitas diarias a un médico hasta que usted se estabilice.

El tratamiento Generalmente abarca:

Sedantes para ayudar a mitigar los síntomas de abstinencia.
Exámenes de sangre.
Asesoría al paciente y a la familia para abordar el problema del alcoholismo o drogadicción a largo plazo.
Pruebas y tratamiento para otros problemas de salud asociados con el consumo de alcohol.

Es importante que el paciente viva en un contexto que le sirva de apoyo para mantenerse sobrio (sin consumo).

Posibles complicaciones:

Depresión
Deseo vehemente y sobredosis
Suicidio