El divorcio cada
día se va pasando de ser un fenómeno aislado y condenado a una situación normal
y a veces necesaria. Pero esto no quiere decir que no traiga consigo problemas
y consecuencias, que pueden ser positivas o negativas, dependiendo del cómo se lleve
a cabo el divorcio.
La (ex)pareja afronta no solo situaciones personales y
sentimentales, sino que se afrontan a un proceso legal, a veces largo y
tedioso. En el caso de tener hijos, estos reaccionaran de diferente manera.
Dependiendo delas acciones de los padres dependerá si será para bien o mal. Y
todas estas consecuencias tienen un impacto académico que no debe
menospreciarse. El sentimiento de culpa o estrés, como consecuencia del
divorcio, puede hacer decaer el rendimiento de un alumno y llevarlo, incluso, a
la deserción escolar.
El divorcio se
puede definir como la acción de disolver o separar, por sentencia, el
matrimonio, con cese efectivo de la convivencia conyugal. En México alrededor
del 15% de los mexicanos sostienen una preferencia hacia el matrimonio aunque
funcione mal, y más del 70% están de acuerdo con que el divorcio es la mejor
solución cuando hay problemas.
El divorcio no
es sino el medio jurídico de legalizar una situación que ya se produjo. Como en
todos los problemas jurídicos, puede haber un abuso del derecho y existe,
frecuentemente, el abuso del divorcio; y entonces, sí se puede crear o
producir, por la posibilidad de disolver, sin una causa grave, el vínculo
matrimonial.
“Y vivieron felices por siempre”
o al menos así terminan los cuentos de hadas, pero la realidad es diferente, en
el matrimonio existen diferentes factores que pueden ser detonantes para el
divorcio, desde cosas simples hasta situaciones complejas. Las causas pueden
ser internas o externas. Las causas internas son aquellas que tienen el
individuo y afectan su relación en pareja y son:
- Falta de conocimiento de nosotros mismos. No saber quiénes somos y que queremos.
- Expectativas personales no cumplidas e insatisfacción personal. Lo que esperábamos ser a lo que somos en realidad.
- Intolerancia ante las diferencias de la pareja. “Los polos opuestos se atraen” no es una regla 100% aplicable en los humanos, puestos que esas diferencias pueden ocasionar conflictos.
- Inmadurez. Ser irresponsable, infantil y demasiado dependiente. Esperar que la otra persona nos haga feliz.
- Desinterés en mejorar la relación. No hacer nada por mejorar.
- La baja autoestima que puede desencadenar celos injustificados.
- Una idea equivocada del amor. Esperar que el otro nos haga feliz, creer que se puede vivir solo de amor o creer poder vivir “felices por siempre” sin ninguna clase de conflictos.
- Falta de reconocimiento y aceptación de las crisis normales de la pareja.
- Dejamos de amar a nuestra pareja. Hay que diferenciar el enamoramiento del amor maduro y hay que aceptar que ambos pueden acabarse.
- Falta de compromiso emocional. Miedo o desinterés a involucrarse seria y profundamente en una relación.
- Por aprendizaje de experiencias previas, sobre todo durante la niñez. Además, existen las causas externas a la persona, como son:
- Situaciones críticas o problemáticas. Por ejemplo: Un embarazo no deseado, enfermedades, problemas sexuales, infidelidad, problemas económicos, intervención constante de la familia de alguno de los miembros de la pareja.
- Problemas importantes de comunicación. La falta de comunicación puede generar desinterés y alejamiento.
- La rutina y/o aburrimiento al estar con la pareja
- Violencia intrafamiliar de parte de cualquiera, hacia la pareja o los hijos. Dentro de situaciones externas, en el punto de aspectos económicos, podemos observar una gran paradoja, el estado establece que los ciudadanos son los encargados del mantenimiento de la familia y la educación de los hijos, y al mismo tiempo aleja a estos del hogar el mayor tiempo posible, debido a las exigencias desmesuradas del trabajo, creando una gran falta de comunicación entre la pareja y de los padres con los hijos. Además, esto crea un sentimiento de culpa en los padres por no poder abarcar todo lo que concierne a la educación de sus hijos.
En el Código
Civil dentro del Libro Primero, de las personas, Capítulo IV del Divorcio, se
estipula lo siguiente en relación del divorcio y los hijos:
Artículo 191
II. El modo de subvenir a las necesidades de los hijos, tanto durante el procedimiento como después de consumado el divorcio.
III. La casa en que habitará cada cónyuge durante el procedimiento.
IV. La cantidad que a título de alimentos un cónyuge debe pagar al otro, la forma de hacer el pago y la garantía que deba darse para asegurarlos durante el procedimiento y después de ejecutoriada la sentencia que aprobó las bases del divorcio, o bien la manifestación expresa de que ambos cónyuges quedarán exentos de toda obligación a este respecto en caso de que así se convenga.
V. La manera de administrar los bienes de la sociedad conyugal durante el procedimiento, y la de liquidar dicha sociedad después de consumado el divorcio, así como la designación de liquidadores. A ese efecto se acompañará un inventario y avalúo de todos los bienes muebles e inmuebles de la sociedad.
Artículo 199
II. Dictar las disposiciones convenientes para que ningún cónyuge cause perjuicio al otro.
III. Dictar, en su caso, las medidas precautorias que la ley establece respecto a la mujer que esté encinta.
IV. Poner a los hijos al cuidado de la persona que de común acuerdo hubieren designado los cónyuges, pudiendo ser uno de éstos. A falta de acuerdo, el juez determinará lo que estime conveniente a los intereses de los hijos.
V. Fijar día y hora de visita del otro cónyuge para los hijos, señalando siempre que en ningún momento estas deben de interferir en los horarios de estudio del menor.
Consecuencias en la pareja
Los hombres y
las mujeres viven de manera diferente el divorcio. Los hombres se adaptan mejor
al divorcio que las mujeres: sufren menos que éstas las consecuencias
económicas del divorcio y como consecuencia, no se ven obligados a cambiar de
residencia. En el sentido contrario, otras investigaciones han encontrado que
los hombres acumulan más estresores que las mujeres suelen tener menos
iniciativa para divorciarse, cuentan con una red de confidentes y amigos menor
que la de ellas y suelen perder la custodia, y a veces, el contacto con los
hijos. Existen también investigaciones que afirman no haber encontrado
diferencias de género en el nivel de bienestar psicológico posterior al
divorcio.
Asimismo, pueden
existir rencores entre la pareja, lo que puede ocasionar que una o ambas partes
intenten activamente alejar a los hijos, mediante la difamación de la pareja, a
esto se le llama Síndrome de Alienación Parental (SAP). El cual, según Gardner
se puede definir como:
"Un trastorno que
surge principalmente en el contexto de las disputas por la guarda y custodia de
los niños. Su primera manifestación es una campaña de difamación contra uno de
los padres por parte del hijo, que no tiene justificación. El fenómeno resulta
de la combinación del sistemático adoctrinamiento (lavado de cerebro) de uno de
los padres y de las propias contribuciones del niño dirigidas a la denigración
del progenitor objeto de esta campaña"
Consecuencias en los hijos
Los niños viven
de manera diferente el divorcio. Puede ocasionar que el niño se refugie en sus
fantasías para protegerse, desarrolle un rechazo hacia el matrimonio (o al
compromiso), sus miedos se fortalezcan, excesiva dependencia, depresión aguda,
sentimiento de culpa, abandono de la sensibilidad, violencia o búsqueda de una
pareja violenta, enojo, pensamientos suicidas, etc.
- El divorcio de los padres aumenta la tasa de delincuencia en los hijos.
- Los hijos que no viven con ambos padres juntos, delinquen con crímenes más graves.
- Los adolescentes que no viven con ambos padres juntos tienen más riesgo de alcoholismo y drogas.
- Riesgo de que un progenitor abuse de sus hijas: los padrastros lo multiplican por seis.
- Es 70 veces más probable que a un bebé le asesine su padrastro, que no su padre biológico.
- Más sexo precoz y más hijos fuera del matrimonio en hijos de divorciados.
- Los divorciados aumentan su riesgo de enfermedad mental, suicidio y accidente mortal.
Recomendaciones
Existen muchas
recomendaciones para los padres tras el divorcio para minimizar el impacto que
tiene sobre los hijos.
- Dejar en claro que NO es su culpa.
- No permitir que los hijos afronten situaciones que provoquen inseguridad
- Reforzar el auto-concepto y la autoestima de los hijos por medio de elogios.
- Anuncia la salida del cónyuge con la verdad.
- Hablar con los hijos acerca de la ruptura antes de que sea un hecho legal.
- Encontrar la forma de manifestar adecuadamente los sentimientos.
- Mantener el respeto hacia la figura del cónyuge que se va del domicilio.
- No obligar a los hijos a “tomar partido”
- Notificar al colegio, a toda la familia y al pediatra el hecho.
- Poner en primer plano las necesidades de los hijos.
- Mantener al niño al margen del proceso legal, formal o económico.
- Solicitar ayuda especializada para el crecimiento personal y la resolución de conflictos.
Conclusiones
Nos encontramos
ante un fenómeno común del cual hay que conocer sus pros, contras y
consecuencias. Las problemáticas que se presentan en el matrimonio, de no ser
abordadas de la manera correcta, pueden ser detonantes para el divorcio. De
darse el divorcio, deben conocerse las implicaciones legales que existan, que
pueden variar dependiendo de las leyes de cada estado o país. Éstas establecen
factores que pueden ser determinantes para la vida de los hijos.
Después del
divorcio, si las actitudes y conductas que tengan los padres en relación con su
ex pareja son negativas, pueden generar estrés y confusión en los hijos. Cabe señalar, que de llevarse el
divorcio de manera voluntaria y pacífica, se minimiza en gran medida las
consecuencias. Abogados, se
debe entender que el proceso legal puede ser estresante y tedioso para la
familia, no solo para la pareja, hay que intentar comprender y brindar el
asesoramiento correcto.