Como dijo Freud todos
somos “neuróticos”, es decir todos tenemos
algún grado de incapacidad para que nos dure mucho la felicidad, alguna
forma de incapacidad para disfrutar plenamente de las maravillas que el hecho de
estar vivos nos ofrece. Nos hemos hecho especialistas en estar siempre
preocupados o super preocupado por algo hasta el punto que, si un día estas
tranquilo y relajado, parece que te falta algo o que estás haciendo algo malo.
Somos expertos en complicarnos la vida y algunos más que otros, también en
maltratar su cuerpo con excesos de comida, bebida u otras sustancias, etc. He aquí
algunas directrices para tratar de salir de aquí:
1.-
Sea lo que sea lo que haya que hacer, has de hacerlo tú sólo.
Te pueden ayudar determinadas personas, actividades, conocimientos, incluso
medicamentos, pero eso, ayudar, el resto
has de ponerlo tú si quieres lograr un cambio definitivo y estable para mejor.
Muchos de nuestros
procesos mentales así como muchos de nuestros actos se han convertido en hábitos
por repetición y por ello la tarea de poner voluntad en repetir algo distinto
hasta que acabe siendo un hábito más productivo que sustituya al anterior, es
algo que nadie puede hacer por ti. Y los cambios aunque alguna vez “caen del
cielo” es mucho más probable conseguirlo actuando tú, que esperando una
solución externa a ti. Evidentemente necesitarás un motivo y ganas antes de
nada.
2.-
Has de hacerte responsable de ti mismo completamente.
Ser consciente de que eres el único responsable de tus actos, de tus pensamientos,
de tus éxitos y de tus fracasos. Proponerte que se acabó echar la culpa de tus
problemas a la sociedad, a tu jefe, a tu infancia, a la educación, a tus
amigos, pareja, familia, al destino, a tu mala salud, etc. No. Trata de ser lo
suficientemente valiente para dejar de acusar a los demás, dejar de enfocarte
en causas que están fuera de ti y de tu control y trata de empezar a entender
que tú eres el que ejecuta tus acciones y por ello eres el responsable de sus
consecuencias. Para empezar a coger las riendas de tu vida reconoce que eres el
que decide que palabras dices y el responsable de sus efectos, el que decide
que hacer o dejar de hacer, que aprender o no aprender, en quien apoyarte o
confiar, y por supuesto el responsable único de todas las consecuencias que
cada uno de tus movimientos por pequeños que sean, conllevan. Está claro que es
más cómodo poner la responsabilidad de tus problemas en algo externo a ti, pero
esto es un callejón sin salida. En realidad esta auto-responsabilidad absoluta
y completa es la base de tu libertad, eres más libre en la medida que eres más
responsable de tu vida. Será normal que te equivoques bastantes veces y asumas
esas consecuencias pues será muy beneficioso en tu aprendizaje continuado.
3.-
Comprende y graba bien en tu inconsciente que no pasa nada si te equivocas.
Bueno claro que pasa, que da rabia, fastidia tenerlo que repetir, no quedar
genial, etc. pero no pasa nada importante. No hay nada malo en equivocarse, es
un proceso natural del ser humano, pues
sino serías más perfecto que una máquina, aunque también ellas fallan, tendrías
que ser un dios como mínimo para no
fallar jamás. Hay errores más o menos agobiantes, pero te
responsabilizas de ellos hasta sus
últimas consecuencias y ya está, no dejan de ser errores, es de humanos equivocarse y normal. Se trata
de que asumas que no has fracasado, que no eres un inútil, un ser inferior, y
en realidad todo lo que sabes lo has ido aprendiendo a través de un proceso de
ensayo-error que es el modelo natural de aprendizaje que te lleva al
ensayo-acierto. Por cierto, también ese es el modelo experimental básico en la Ciencia. Es un juego, no un
juicio final. Si te equivocaste de trabajo busca otro, de pareja pues te
separas, si hiciste algo mal con tu hijo, vecino, amigo, padre, en cuanto te
des cuenta lo aceptas y lo arreglas y si hace falta pedir perdón hazlo veras que
a gusto te quedas. Sin tanto drama. Nos hemos vuelto excesivamente dramáticos.
Las cosas tienen la importancia que se las quiera dar. Todas estas cosas son lo
más normal del mundo, pero no se sabe porque lo convertimos en algo vergonzoso
y o imperdonable. ¿De verdad es tal el fracaso o tan grave
o en realidad deberíamos hacer una fiesta para celebrar todo lo que hemos
aprendido? Todo esto independientemente de la reacción de los demás, tú te
haces cargo de ti mismo, nada más, y cada uno de lo suyo. Por cierto, si no te
perdonan o te odian para siempre eso forma parte de ellos, de sus decisiones,
criterios, aciertos o errores, broncas, pero a ti a partir de ahí, el
asunto ya no te concierne. Eres falible
y eficaz, libre de cambiar de opinión, de trabajo, de religión y de lo que
quieras cuantas veces quieras. Lo haces para mejor, o eso crees en ese momento
y es lo que cuenta. Y si luego decides volver para atrás, pues vuelves,
sabiendo que nunca has perdido el tiempo, pues necesitabas ese ir adelante
y atrás para aprender o entender algo.
4.-
Se muy consciente de que la verdad es que nadie va a juzgarte.
Si tú eres en este mundo el mayor especialista en ti mismo, el que más sabe de
ti, es absolutamente absurdo pensar que cualquier otro ser humano que no seas
tú esté capacitado para juzgarte.
Tendría que ser un ser superior a todos los demás humanos, en todos los
aspectos para poder ser juez de alguien, y me parece que alguien así no existe.
Que lo hagan, que la gente te juzgue, opine sobre ti, te condene, te idolatre,
es otra historia, cada uno puede hacer lo que quiera, pero el hecho es que en
realidad su juicio no tiene absolutamente ningún valor de ningún tipo, es solo
una opinión particular, un concepto personal. No es nada importante ni
definitivo en tu vida, ni puede tener peso alguno sobre tus decisiones y tus
actos, a no ser que tú decidas dárselo considerando que tu vida debe ser regida por lo que los otros te
digan, por supuesto que puedes hacerlo así si lo deseas y si tan poco confías
en ti y tanto en los demás no pasa nada, sigue siendo tu decisión, pero ya
sabes, habrás de responsabilizarte de ella, y si sale mal, el responsable
sigues siendo tú que elegiste fiarte, obedecer o dejarte llevar, recuerda que
es inútil que trates de culpar a nadie, decidieron por ti sin obligarte, fuiste
tú el que les dejaste, el que tomaste la decisión de seguir su criterio y no el
tuyo.
Tú eres tu único juez, solo tú sabes qué y por qué has hecho lo hecho y
si no te gusta lo arreglas y lo cambias, y si sí te gusta, independientemente
de que tengas a todos en tu contra, pues tú verás. Cuando Copérnico dijo que la
tierra era redonda y no plana, fue el ser más odiado del planeta, pero ni
siquiera un gran número de personas en tu contra ha de ser el argumento que te
haga cambiar tu opinión. Si alguien te juzga es ese alguien quien tiene un
problema: el de meterse donde no le llaman, o el de creerse más que los demás, o
el de creer que su opinión le importa a alguien o el de buscarse ese tipo
de distracciones para no mirarse a sí mismo.
Lo que deberían hacer esas personas es mirarse el ombligo (así mismo), pero no
eres tú quien ha de hacérselo ver, tu bastante tienes con lo tuyo como para ir
por ahí dando lecciones no pedidas, tendrán que aprenderlo por sí mismos, así funciona.
Te juzguen para
bien o para mal, todo sigue igual, solo tú tienes el poder de hacerles caso. Ya
está. Eso es todo. Te han juzgado pues
están muy convencidos de que es su obligación y su derecho. ¿Y? ¿Piensas vivir
agobiado pensando en esos poderosos seres juiciosos y sus juiciosos juicios?
Aprendiste a preocuparte en exceso con
este asunto de la opinión de los demás y ahora tú puedes, si así lo deseas, situarlo en su valor real para tu
vida: cero. Si tus compañeros creen que eres bobo, tu pareja te subestima, o tu
padre no te valora, etc. recuerda que es su problema, su criterio, su
responsabilidad. Y la tuya es darle al asunto la importancia que tu decidas
pues ninguna otra es real para ti. Puedes también utilizarlo como autocrítica
constructiva, para tomar nota de datos objetivos sobre ti que quizás te cuesta
ver, pero para bien, nunca para fustigarte, para retarte a ti mismo y tratar de
mejorarte y superarte porque a ti te
apetece hacerlo.
Si decides que ellos
tienen razón, que eres lo peor y que esto es el fin del mundo y motivo para limpiar
tú eterna desdicha por tus carencias y defectos, así será, no pasa nada,
vivirás sufriente porque tú quieres. Si decides que sería precioso que la gente
te viera de otra manera pero que esto es lo que hay, y que vas a soltar la
piedra en vez de llevarla para siempre en la mochila, así será. En cualquier
caso es tu decisión, y por el hecho de ser tuya, personal, está bien. Nadie
puede obligarte a estar mejor si tú no quieres, pueden desearlo pero no tienen
derecho a imponerte tampoco el bienestar. En realidad nadie te va a juzgar, que
lo hagan continuamente es irreal para ti y si decides que no te va a afectar,
será sólo un concepto, una idea, se la llevará el viento. Ya que tú eres tu
único juez, júzgate con calma y magnanimidad, arregla lo que esté mal, felicítate por lo que esté bien y sigue siendo el aprendiz de sabio que en
realidad eres. Déjate ya de culpas, durezas y castigos. Ya no estamos en la
Edad Media. Si consigues ir controlando el miedo al rechazo por tus errores
cometidos y que seguirás cometiendo mientras vivas pues así es tu condición de
humano, tus auto-juicios serán tu guía serena, genial y genuina y tus errores
tus mejores maestros.
5.- Se consciente que no tienes nada que
demostrar a nadie. Excepto a ti mismo. ¿Te imaginas que
agobio que siendo ya mayor descubras que has estado toda tu vida haciendo algo
que no quieres solo por demostrarle a alguien que eras capaz de hacerlo? Es tu
vida, es sólo una, haz lo que quieras y verás cómo sin saber cómo lo hiciste,
todo habrá salido bien, habrá algunos más orgullosos de ti de lo que jamás
imaginaste, y todo por haber vivido con autenticidad y valentía respecto a ti
mismo y a lo que entendiste que tu vida debía ser y no para encontrar
desesperadamente aprobación y apoyo.
6.-
No des a nadie más poder sobre tu vida y tus decisiones que el que te das a ti
mismo. Acostúmbrate a confiar en ti más que en nadie, por
muy superior en edad, conocimientos o experiencias que sean los demás, a la
hora de tomar las decisiones. Puedes dejarte aconsejar, informar, animar o lo
contrario, pero después, estás solo contigo mismo. Recuerda que solo tú sabes
lo que deseas y lo que necesitas en cada momento, y que eres el que más probabilidades tiene de
acertar. Procura observar que no haya nadie en tu vida en quien descansa tu
felicidad, tu sensación de estar completo, que no hayas puesto en nadie
tu paz y tu poder más que en ti mismo. Si consigues ir dando cada vez
menos importancia al dolor que se siente cuando las personas en las que te
solías apoyar ya no son tu clon, y ya no coinciden contigo en todo, asumiendo
que si ocurriera así seríais una sola persona y no dos, irás siendo cada vez
más fuerte. Ese dolor es momentáneo, esa sensación de vacío es necesaria. Si
asumieras todos sus consejos acabarías viviendo su vida y no la tuya. Si te
faltara esa persona tu vida dejaría de tener sentido. A veces más que amor, este
poner a alguien por delante de tu propia vida, no es más que una forma de
cobardía para no hacerte cargo al cien por cien de ti mismo. Recuerda que has
de responsabilizarte de todos y cada uno de los errores que cometas y que
saberlo te ayuda a estar alerta para cometer los menos o menos gordos posibles.
7.-
Salte del modelo de competencia. Este modelo que
inicialmente se implantó a nivel empresarial, saltó luego sin que se sepa muy bien
cómo, a formar parte de todos los ámbitos de la vida y ahora nos tiene
condicionados a muchos niveles
haciéndonos vivir pendientes de los demás y en continuo proceso de comparación.
Date cuenta de cómo a la sociedad se le ha ido de las manos y tú pagas la
factura. Tus hijos han de sacar mejores notas en el colegio que otros para que tú
te sientas bien, has de ser más delgado, bello y rico que los otros, más listo,
tienes que tener casa, coche o las cosas
que todo el mundo tiene y a ser posible mejores y esto se ha convertido en la
ley social que si no logras te hará
sentir inferior. Los muy competitivos lo logran pero a base de no vivir y los
no competitivos ni lo intentan sintiéndose fracasados por antelación. El caso
es que ganar en todas las áreas de la vida es absolutamente irrealizable y es
la base de una gran cantidad de malestar psicológico individual. Siempre habrá
niños más listos que los tuyos, gente más guapa y más rica que tú y si te pasas
el día comparándote, has encontrado la perfecta manera de ser un desgraciado
perdedor.
La comparación que solemos
practicar es siempre la de compararnos con los que están mejor pues si te fijas
nunca te comparas con el de abajo pues eso no tiene sentido. A sufrir pues.
Además nunca llegarás, ya que por mucho que mejores siempre habrá alguien
mejor. Tiene su parte de muy absurdo pues si cada uno es diferente, si cada
persona es un ser humano único e irrepetible que jamás hasta ahora ha existido
ni volverá a existir sobre la faz de esta tierra, solo se podría comparar
consigo mismo. De otra manera siempre estarás comparando sandias con melones. Salte. Si te comparas hazlo con ambos
extremos, para ser consciente que estás mejor que unos y peor que otros, así el
proceso de la comparación sería un poquito menos absurdo. La competencia, lo
suyo es hacerlo con uno mismo. Ser consciente de tus fortalezas y no parar de
desarrollarlas, y ser consciente de tus puntos flacos y tratar de irlos
mejorando. Ahí sí que puedes llegar lejos. Y nunca pierdes. Buena
motivación. En realidad, las personas que han triunfado, las empresas que se
han hecho millonarias, lo han hecho por sus diferencias, por hacer algo
distinto y original, no por borreguear, ni por auto-deprimirse y auto-flagelarse.
Han explotado sus diferencias, su individualidad. Compite solamente contigo mismo, disfruta de tus fortalezas y
mejora tus debilidades. Reconoce tu individualidad e irrepetibilidad y explota tus diferencias. Observa y corta en
cada ocasión en que los pilles, todos los procesos de este calibre que salen de
tu mente ante determinadas situaciones y que te acaban llevando a la
desmotivación y la desilusión.
Se feliz con lo que
tienes mientras obtienes lo que quieres.