miércoles, 12 de julio de 2023

Los 13 Errores más Comunes de un Psicólogo/a durante la Terapia

 ¿Cuáles son los errores más comunes que puede cometer un psicólogo/a durante una terapia?

Hacer terapia es algo complejo y sobre todo al principio, cuando aún no se tiene experiencia. Si conoces los errores más habituales que se cometen en terapia, podrás anticiparte a ellos y a la vez, potenciar y mejorar tus habilidades terapéuticas.

Sobre todo, al principio, cuando aún estés dando tus primeros pasos como terapeuta, cometerás muchos errores. Algunos de ellos serán meras equivocaciones o despistes. Sin embargo, otros serán más importantes y tendrán mucha más repercusión para ti como profesional.

No quiero generarte miedos o que este artículo se convierta en una fuente de inseguridad. Al contrario. Espero que este artículo sea una linterna en la oscura noche que en ocasiones es la práctica clínica de la psicología.

Me gustaría que analizases cada uno de los errores de la guía y, sobre todo, que los reflexiones y veas si estás cometiendo alguno de ellos, porque sin duda, éstos son los errores más comunes que un psicólogo puede cometer durante la terapia.

Recuerda, ¡no te sientas mal o con inseguridad si cometes estos errores! Aprende de ellos y estoy seguro de que te convertirás en un/a terapeuta realmente excepcional.

Los 13 Errores más comunes de un psicólogo/a durante la terapia

Estos errores son los que, a lo largo de mis años de experiencia, he visto que se repiten más a menudo entre los psicólogos/as. No obstante, tanto si acabas de sumergirte en el mundo de la terapia como si llevas años ejerciendo, este artículo te podrá resultar muy útil para conocer y enfrentarte a los errores más comunes que un psicólogo/a puede cometer durante la terapia.

Error 1 | No ajustar bien la relación terapeuta-paciente

La relación entre un psicólogo/a y su paciente es un aspecto fundamental de cara a la terapia. Establecida de una forma correcta, esta relación, así como las características del terapeuta, pueden favorecer mucho el efecto de la terapia. No obstante, la personalidad del terapeuta no actuaría por sí sola en el éxito de la terapia, sino que actuaría con el resto de los factores de la terapia.

La Línea de Implicación Óptima (LIO)

Es importante tener en cuenta que para lograr que dicha relación sea potenciadora necesita establecerse de una forma adecuada. Para ello, es fundamental mantenerse en lo que he denominado «La Línea de Implicación Óptima».

La Línea de Implicación Óptima es un espacio imaginado en el que la relación de implicación entre tu paciente y tú es óptima para la efectividad de la terapia. Al traspasar dicha línea (hacia una mayor o menor implicación) se corre el riesgo de estropear dicha relación. Además, cuanta mayor distancia, mayores serán esos riesgos.

Por tanto, el error que puedes cometer en este primer punto es rebasar la línea hacia un lado o hacia otro, dando lugar a dos posibilidades, con sus respectivas consecuencias.

Implicarte mucho con tu paciente

Se trata de establecer una relación terapeuta – paciente demasiado cercana y con un alto nivel de implicación emocional. Y por supuesto, no se trata de que el paciente no te importe, sino de que te importe demasiado.

“Con esto no quiero decir que no se pueda abrazar a un paciente en un momento determinado o que no seas cercano/a, sino que recuerdes que la vuestra es una relación profesional, y para que funcione, han de marcarse unos límites.”

En caso de que esta relación sea demasiado estrecha, podrían aparecer, además de la pérdida de efectividad de la terapia, algunas de estas consecuencias:

  • Subjetividad: Perderás objetividad en todos los aspectos.
  • Transferencia: Te afectará demasiado lo que le pase a tu paciente y te llevarás sus problemas a tu casa.
  • Protección: Evitarás decir o hacer cosas que le puedan hacer daño.
  • Difuminación: Perderás directividad y los roles de terapeuta y paciente se difuminarán.
  • Cuestionamiento: Es más que probable que tu paciente empiece a cuestionar tus decisiones o pautas.

Mostrarte muy distante con tu paciente

En el lado contrario se encuentra la baja implicación emocional, o lo que es lo mismo, una relación entre terapeuta y paciente demasiado distante.

Si la implicación demasiado alta podía suponer un problema, la distancia emocional hacia tu paciente le mostrará y le dejará claro que no te importa en absoluto. En la terapia, la intimidad, la sensibilidad o la calidez son aspectos fundamentales y si careces de ellos ten por seguro que tu paciente acabará por abandonar la terapia.

“Uno de los principales factores que diferencian a los terapeutas exitosos de los que no lo son es su interés en las personas y su compromiso con el paciente”

Error 2 | Juzgar las creencias de tu paciente

No hace mucho tiempo, durante una clase sobre habilidades de terapia, dos alumnos realizaban un role-playing en el que uno de ellos hacía de terapeuta y el otro de paciente. El que hacía de psicólogo tenía que gestionar una situación en la que el paciente manifestaba creencias y pensamientos claramente racistas y xenófobos con los que parecía sentirse muy a gusto. El terapeuta se pasó toda la práctica trabajando dicha creencia.

Al acabar, me preguntó que tal lo había hecho y le respondí que muy bien en cuanto a la ejecución, pero que los psicólogos no somos quién para juzgar si lo que piensan nuestros pacientes está bien o mal. No obstante, esto no implica que no puedas ayudarlo a reflexionar sobre los pros y los contras o sobre las consecuencias que puedan acarrear.

“El trabajo de un psicólogo/a consiste en ayudar a su paciente a trabajar aquellos pensamientos, conductas o emociones que le hagan sufrir o le generen un gran malestar, no en cambiar aquellos pensamientos, conductas o emociones que nosotros/as, como terapeutas, consideremos que son equivocados.”

Los principales componentes de la aceptación incondicional (Bados y García, 2011) hacia los pacientes son estos:

Compromiso hacia el paciente: se trata de que dediques tu tiempo, tus habilidades y tus esfuerzos a comprender y ayudar a tu paciente.

Esfuerzo por comprender: escuchar, preguntar o interesarte por tu paciente para entender su punto de vista.

Actitud no valorativa: consiste en que el paciente perciba que se le acepta incondicionalmente como persona, sin emitir juicios de valor sobre sus pensamientos, sentimientos o conductas.

“Aceptar a tu paciente como es no significa que tú tengas que aprobar sus pensamiento, sentimientos o comportamientos. Recuerda que esto no significa que no puedas hacer reflexionar a tu paciente sobre los pros y contras y consecuencias personales y sociales de los mismos.”

Error 3 | No practicar la escucha activa

Cuantas veces en mi vida habré oído (seguro que tú también) aquello de «yo valdría para ser psicólogo/a porque sé escuchar muy bien»… cientos o quizás miles. El caso es que, como todo mito, una pequeña parte es verdad.

Y la verdad es que no basta con saber escuchar para ser terapeuta, pero sí que es fundamental dominar la escucha activa.

Si no escuchas lo que te dice tu paciente, malamente podrás saber lo que le pasa, por qué le pasa o cómo ayudarle. Por eso, será fundamental que:

  • Prestes atención e interés a lo que el paciente te está comunicando tanto a nivel verbal y no verbal como actitudinal.
  • Proceses la información y separes lo importante de lo que no lo es.
  • No oigas lo que quieres oír, sino lo que el paciente intenta decir.
  • Devuelvas respuestas de escucha tanto verbales como no verbales para que el paciente sepa que lo has escuchado activamente.

También existen unas habilidades de escucha mucho más complejas y que habrás de dominar tarde o temprano. Son estas:

  • Clarificación: cuando le pides a tu paciente que te aclare el significado de un mensaje vago o implícito.
  • Síntesis: consiste en que resumas la sesión mediante el uso de la paráfrasis y/o el reflejo.
  • Paráfrasis: resumir o recapitular de forma organizada el mensaje de tu paciente.
  • Reflejo: cuando expresas los sentimientos implícitos y explícitos de tu paciente.

Error 4 | Hablar mucho (o poco) de tus cosas y de ti mismo/a

El tema de las autorrevelaciones es uno de los más controvertidos dentro de la psicología. «¿Le digo a mi paciente cosas sobre mí o evito cualquier tipo de información? «.

Recuerdo que en la carrera siempre nos decían que hablar sobre nosotros o revelar cualquier tipo de información sobre nuestra vida era contraproducente para la terapia y que ante la insistencia del paciente debíamos responder remarcando la importancia de hablar de él/ella y no de nosotros.

Hoy día, y dada mi experiencia profesional, pienso muy diferente.

Para lograr que una persona se abra y se dé a conocer de una forma sincera y transparente es fundamental que tú hagas los mismo, porque de lo contrario se generará una situación de desequilibro de confianza y, en consecuencia, una baja implicación emocional.

No obstante, si hablas demasiado sobre ti estarás cometiendo un grave error, porque la terapia es de tu paciente, no para ti y por tanto, no es un lugar para que hables de ti mismo/a o de tus problemas. Las autorrevelaciones deben ser un ofrecimiento controlado de información.

Un estudio experimental de Barret y Berman en 2001, reveló que los pacientes en la condición de mayor autorrevelación del terapeuta mejoraron más, al menos a corto plazo, e informaron de un mayor agrado hacia el terapeuta que los pacientes que estaban en la condición de autorrevelación limitada.

Además, las autorrevelaciones tendrán estos efectos positivos sobre la terapia:

  • Lograrás autorrevelaciones recíprocas por parte de tu paciente.
  • Aumentará la confianza de tu paciente hacia ti.
  • Serás visto de un modo más cálido y cercano.
  • Mejorará la efectividad de la terapia.

¿Qué se puede revelar durante la terapia?

  • Hablar sobre tu experiencia profesional.
  • Tu edad, estado civil o número de hijos.
  • Cómo has manejado ciertos problemas y opiniones.
  • Sentimientos positivos respecto a tu paciente.
  • Lo que sucede en la terapia.
  • Sentimientos negativos (con menor frecuencia).
  • Información sobre tus creencias religiosas o sexuales (con menor frecuencia).

Error 5 | Decirle a tu paciente lo que tiene que hacer

Sin duda, este es uno de los errores más comunes que un psicólogo puede cometer en terapia y además, es una de las habilidades terapéuticas que me resultan más interesantes.

El error habitual que suelen cometer los y las profesionales de la psicología cuando empiezan a hacer terapia es llevar al paciente por un camino determinado, sin tener en cuenta sus decisiones. Es decir, decirle al paciente lo que tiene que hacer.

La clave fundamental es que guíes a tu paciente hacia el camino que él/ella quiera seguir.

Si le dices a tu paciente lo que tiene que hacer y no sale bien, corres el riesgo de que te eche la culpa de que haya salido mal. En cambio, si haces las veces de guía, es menos probable que algo salga mal y aun saliendo mal, estarás exento de responsabilidad o culpa, dado que la decisión la tomó tu paciente.

Es habitual que tu paciente te pida que le digas lo que tiene que hacer ante un determinado problema o decisión, para saber cómo responderle puedes leerte este artículo:

> > Las Preguntas más habituales que un paciente puede hacerte antes de acudir a terapia contigo < <

El grado de directividad de la terapia

Bien es cierto que la directividad es una de las bases fundamentales en muchas de las terapias actuales, pero al igual que con la LIO, tanto el exceso como el defecto suelen ser perjudiciales para la efectividad de la misma.

Si diriges en exceso, dificultarás que tu paciente aprenda a ser más autónomo a la hora de enfrentarse y solucionar sus problemas. Si no diriges nada la sesión, estarás privándolo de la ayuda que necesita para resolver sus problemas. Por tanto, es realmente importante que regules de forma adecuada el grado de directividad que muestras durante tus terapias.

La directividad viene definida por el grado en que se dan instrucciones, se proporciona información y retroalimentación, se hacen preguntas para obtener información, se ofrece ayuda específica, se estructuran y delimitan tareas, se anima a realizarlas, se desafían las ideas del paciente, etc (Bados y García, 2011).

Error 6 | No mostrarte auténtico/a en terapia

Recuerdo que hace años le comentaba a un amigo mío que el lugar en el que más me sentía «yo mismo» era en la consulta, haciendo terapia. Allí me encontraba con la posibilidad de ser auténtico.

La autenticidad implica ser uno mismo/a, comunicar los propios sentimientos y experiencias internas. Por tanto, si te muestras poco auténtico/a, si enmascaras tus sentimientos u opiniones, si blandes sonrisas forzadas y utilizas frases poco espontáneas o con doble sentido, estarás alejándote claramente de la autenticidad y de ti mismo/a.

“Beck et al. (1979/1983) han señalado que un terapeuta ha de conjugar la sinceridad con el tacto, la diplomacia y la oportunidad para no perjudicar al cliente o a la relación terapéutica.”

La clave para trabajar la autenticidad reside en saber qué decir, cómo decirlo y en qué momento concreto hacerlo.

Si no te muestras como eres, no serás tú. Y si no eres tú, dudo que puedas hacer un buen trabajo en la consulta. No obstante, no debes olvidar que la espontaneidad total tampoco es adecuada.

Error 7 | Sentir lástima por tu paciente

A priori, podría parecer que la pena o la lástima hacia una persona son sentimientos positivos, sanos e incluso adaptativos. Sin embargo, no siempre lo son.

En consulta te encontrarás con pacientes que te cuentan cosas realmente tristes y dolorosas y estoy seguro de que tu primera reacción es sentir y mostrar pena o lástima por ellos. ¡Y es normal que ocurra! pero aun así, puede que tenga consecuencias negativas cercanas a las de la paciente que te contaba más arriba. Por eso, es importante que desde hoy empieces a trabajar la compasión.

La compasión consiste en participar del sufrimiento del otro, es decir, que la persona que la siente, hace todo lo posible para eliminar o mitigar el sufrimiento del otro de una forma activa.

Como terapeuta es importante que actúes y que no te muestres pasivo ante el sufrimiento de tu paciente, por ello, como te digo, será fundamental que desarrolles la compasión (Gilbert, 2009):

  • Atendiendo al sufrimiento de tu(s) paciente(s).
  • Desarrolla la empatía hacia el otro entendiendo su sufrimiento.
  • Siente simpatía hacía tu paciente.
  • Potencia la compasión mediante conductas que palien su sufrimiento.

Error 8 | Obviar la alianza terapéutica

Este error consiste, ni más ni menos, en centrarte demasiado en las técnicas que debes usar, en la evaluación, lo que debes hacer, etc. y obviar al paciente y/o tu relación con él.

Es habitual que, sobre todo al principio, dediques mucho tiempo a diseñar y planificar tus sesiones (lo que resulta muy positivo, por cierto) para sentirte más seguro/a o con una mayor sensación de control ante la terapia. Pero precisamente, será ese intento de controlar la situación, lo que podrá debilitar la alianza entre tu paciente y tú.

“Por tanto, en terapia, además de dominar las técnicas y herramientas que brinda la psicología, habrás de esforzarte por construir una buena alianza terapéutica, ya que ésta es, sin lugar a duda, un predictor positivo del éxito en la terapia”

La alianza terapéutica es un pacto implícito entre tu paciente y tú (como terapeuta) cuya meta es lograr la consecución de los objetivos terapéuticos. Para lograr que esta alianza terapéutica sea adecuada es importante que tengas en cuenta estos 3 aspectos o componentes de la alianza:

  • Vínculo emocional positivo entre paciente y terapeuta.
  • Acuerdo mutuo sobre las metas de la intervención.
  • Acuerdo mutuo sobre las tareas terapéuticas.

Por último, quiero que tengas en cuenta que la alianza terapéutica no es algo que se establece una vez y ya está, sino que se trata de un proceso continuo y por tanto, será fundamental que atiendas de forma habitual a cómo se desarrolla para que puedas mantenerla, mejorarla o repararla en caso de que se haya visto dañada.

Error 9 | Ser excesivamente subjetivo/a

Siempre me llamó la atención esa frase de «yo no creo en la Psicología», como si la psicología fuese una cuestión de fé o una especie de tarot del comportamiento humano. No entiendo cómo en el año 2017 alguien puede hacer semejante alarde de ignorancia y quedarse tan «pancho».

La terapia tiene un cierto componente de arte y en ella, las características personales del terapeuta y la subjetividad son un componente imprescindible. Ahora bien, eso no quiere decir que la objetividad haya de ser deslegitimada.

Es un hecho demostrado que la terapia cognitivo-conductual tiene una alta eficacia, y pese a quien le pese, eso es así y si pones en duda este hecho, quizás estés cayendo en la subjetividad absoluta. No obstante, ello no quiere decir que no puedas abrazar otra corriente o que otra sea más adecuada para ti o incluso, más efectiva. El caso es que la TCC sí lo es, y de nuevo, eso es innegable.

En este punto, la clave reside en mantener un equilibrio aceptable y lógico entre los hechos objetivos y tu propia visión de las cosas, teniendo en cuenta que lo importante no es tener la razón, sino lograr que tu paciente se sienta mejor y evolucione positivamente.

Error 10 | No tener en cuenta el momento de la terapia

«Si abres una puerta, tienes que estar seguro/a de que podrás cerrarla después».

Esta es una frase que suelo repetir a menudo para ejemplificar la importancia del momento de la terapia o más bien, del momento en el que se encuentra el paciente dentro de la terapia.

Cuando hablo de «abrir una puerta» me refiero a profundizar en los sentimientos y emociones de tu paciente. Me refiero a que si entras en lo más profundo de la mente, en los recuerdos mejor guardados, en los esquemas o en las creencias o valores más profundos de tu paciente, tienes que estar seguro/a de que podrás controlar o mejor dicho, gestionar adecuadamente dicha circunstancia.

El caso es que si no tienes en cuenta el momento en el que se encuentra el paciente dentro de la terapia a la hora de profundizar, lo más probable es que ocurra alguna de estas tres cosas:

Profundizar antes de tiempo: tu paciente se sentirá intimidado o amenazado porque no estás siguiendo sus tiempos, poniéndose a la defensiva y, casi con toda probabilidad, cerrándose en banda ante cualquier pregunta que invada su intimidad.

Esperar demasiado para profundizar: si esperas demasiado es probable que tu paciente se oponga a que profundices, principalmente porque habrá notado mejorías y no querrá abrir aquellas puertas que le pueden hacer sentir de nuevo malestar.

No llegar a profundizar: en este caso tu paciente no será tan consciente de este hecho, pero lo más probable es que se quede con una sensación de que la terapia ha sido demasiado superficial y por supuesto, con una sensación de que le quedaron cosas por decir sobre sí mismo/a.

Esta es una de las habilidades terapéuticas más complejas y además requiere de una gran experiencia para ejecutarse adecuadamente.

Ajustar el nivel de profundidad

La clave para ajustar el nivel de profundidad y el momento del paciente radica, principalmente, en convertirlo en un objetivo o meta común. Además, el hecho de hablarlo con el paciente y establecer un acuerdo mutuo, favorecerá sobremanera la alianza terapéutica.

Error 11 | Usar un lenguaje demasiado técnico

Esta es una de esas cosas que nunca he entendido: ¿por qué los psicólogos/as usamos un lenguaje técnico con nuestros pacientes?

Lo cierto es que en la literatura (principalmente sobre la TCC) se suele hacer mención al hecho de que el terapeuta debe ir introduciendo el «lenguaje de la psicología» en el discurso natural del paciente en terapia con el fin de que eso potencie su autoconomiento o su entendimiento sobre lo que le ocurre, y la verdad es que me parece una idea genial.

No obstante, eso no significa que desde el primer momento sea adecuado hablar a tu paciente con un lenguaje demasiado técnico. Es más, lo más probable es que tu paciente no entienda lo que estás diciendo.

Una de las claves para conectar con una persona consiste en hablar «su idioma». Si no traduces los conceptos de la psicología a términos que tu paciente pueda entender, no los entenderás y en consecuencia puede que no mejore, que no entienda lo que tiene que hacer, que abandone la terapia (o que directamente no vaya nunca), que se sienta molesto… Lo que tengo claro es que no sacará nada positivo de ello.

Error 12 | Ser demasiado rígido/a

Hay una cita célebre de Eurípides que dice que «lo esperado no sucede, es lo inesperado lo que acontece» y desde mi punto de vista refleja muy bien lo que ocurre en una consulta de psicología.

La idea de la perfección, la planificación desmesurada o el elevado control de la terapia no suelen ser buenos aliados del psicólogo. Es más, como ya dije más arriba, puede debilitar la alianza terapéutica.

No obstante, puede que la idea de improvisar o de no planificar algunos aspectos de la terapia te parezca extraña, pero lo cierto es que la flexibilidad y la improvisación son habilidades terapéuticas útiles y extremadamente importantes en consulta.

La improvisación, usada con cautela y con medida es sin duda una de las mejores bazas que puedes tener para tu día a día en la consulta, dado que te dotará de flexibilidad, espontaneidad, naturalidad… y sobre todo, se convertirá en un recurso muy práctico cuando ocurra lo inesperado.

Por último, y parafraseando a Shakespeare, te diré que la clave de la improvisación reside en que «las improvisaciones son mejores cuando se las prepara «.

Error 13 | No aceptar las «derrotas» profesionales

  • «A veces las personas no quieren cambiar. Otras, simplemente no se encuentran en el momento adecuado para hacerlo».
  • Acepta que no siempre podrás ayudar a tus pacientes a ser felices o a sentirse mejor consigo mismos.
  • Acepta que eres una persona que siente y padece y que se equivoca y no un super man o una super woman a los que todo le sale bien.
  • Acepta que hay cosas que se escapan a tu control y que por mucho que te empeñes no podrás cambiarlas.
  • Acepta que a veces tus métodos o técnicas fallan, que no eres un/a profesional infalible.
  • Acepta que una equivocación no significa que seas un mal profesional.
  • Acepta tus límites.
  • Acepta la derrota… y lograrás una gran victoria.

Conclusiones Finales sobre los Errores en Terapia

Espero que este artículo te haya sido de utilidad y hayas aprendido o hayas sido consciente de los errores más comunes que se pueden cometer en una terapia.

Como habrás podido observar, la mayor parte de las habilidades de terapia consisten en mantener un equilibrio lógico entre dos polos opuestos: no implicarte mucho ni poco, no ser rígido o flexible en exceso, adecuar la subjetividad y la objetividad, gestionar bien los tiempos para no actuar antes o después de tiempo… En resumidas cuentas, se trata de que no cometas excesos y verás como a medida que ganes experiencia, tú mism/a irás ajustando ese equilibrio hasta un punto en el que te sientas cómodo/a y en el que tu paciente obtenga los mejores resultados.

¿Tienes alguna duda o sugerencia o hay alguna pregunta que no haya incluido en este artículo y no entiendes cómo se me ha podido olvidar? Déjame un comentario en este mismo post y te prometo que te responderé cuanto antes.


Fuente: Jorge Fresco psicólogo, experto en formación para psicólogos y especialista en marketing digital.